• Пожаловаться

Richard Bach: Uno

Здесь есть возможность читать онлайн «Richard Bach: Uno» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Buenos Aires y otros, год выпуска: 1988, категория: Социально-психологическая фантастика / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Richard Bach Uno

Uno: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Uno»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

«— La verdad no se quema. La verdad espera a todos cuantos quieran hallarla — dijo —. Sólo se quemarán estas páginas. La elección es tuya. ¿Quieres que el paginismo se convierta en la próxima religión de este mundo? — Sonrió. — Seréis santos de la iglesia… Miré a Leslie y vi en sus ojos el mismo horror que yo sentía en los míos. Ella tomó la rama de sus manos y la acercó a los bordes del pergamino. La llamarada creció hasta convertirse en un amplio capullo de blanco sol bajo nuestros dedos. Un momento después dejábamos caer aquellas astillas luminosas al suelo. Allí ardieron por un instante más y quedaron oscuras. El anciano suspiró su alivio. — ¡Qué bendito atardecer! — exclamó —. ¡Cuán rara vez se nos da la oportunidad de salvar al mundo de una nueva religión!..»

Richard Bach: другие книги автора


Кто написал Uno? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Uno — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Uno», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

— ¡Esto no puede ser la muerte! — dije —. Los libros dicen que, cuando morimos, hay un túnel, luz, un amor increíble, gente que nos sale al encuentro… Si nos tomamos el trabajo de morir juntos, los dos al mismo tiempo, ¿no crees que ellos se las habrían arreglado para estar esperándonos?

— Tal vez los libros se equivocan — dijo ella.

Descendimos en silencio, abatidos por la tristeza. ¿Cómo era posible que el regocijo y la promesa de nuestras dos vidas hubieran terminado tan de pronto?

— ¿Te sientes muerto? — preguntó ella.

— No.

— Yo tampoco.

Volamos a baja altura por sobre los canales paralelos, atentos a cualquier formación de coral, a cualquier tronco flotante antes de acuatizar. Aun cuando se está muerto, uno trata de no hacer pedazos su avión descendiendo sobre alguna roca.

— ¡Qué manera tonta de terminar una vida! — suspiró Leslie —. Ni siquiera sabemos qué pasó, cómo morimos.

— ¡La luz dorada, Leslie, la onda de choque! ¿Pudo haber sido una explosión nuclear? ¿Acaso fuimos los primeros en morir en la Tercera Guerra Mundial?

Ella quedó pensativa.

— No, no lo creo. Eso no venía hacia nosotros: se alejaba. Además, habríamos sentido algo.

Volamos en silencio. Tristes. Muy tristes.

— ¡No es justo! — protestó Leslie —. La vida se había vuelto tan hermosa… Trabajamos tanto, superamos tantos problemas… Apenas empezábamos a pasarla bien.

Suspiré.

— Bueno, si morimos, hemos muerto juntos. Esa parte de nuestros planes se cumplió.

— Se supone que la vida pasa frente a una en un instante — dijo ella —. ¿Viste pasar tu vida?

— Todavía no — dije — ¿Y tú?

— No. Y dicen que todo se vuelve negro. ¡Eso también está equivocado!

— ¿Es posible que tantos libros, que nosotros mismos nos equivoquemos tanto? ¿Recuerdas las noches en que nos salíamos del cuerpo? La muerte debería ser así, sólo que continuaríamos afuera en vez de regresar por la mañana.

Yo siempre había pensado que la muerte tendría sentido, que sería una oportunidad racional y creativa de lograr una nueva comprensión, una alegre libertad con respecto a los límites de la materia, una aventura más allá de los muros de las torpes convicciones. Nada nos había advertido que morir era volar sobre un infinito océano en tecnicolor.

Al menos podíamos descender. No había rocas, algas ni cardúmenes. El agua estaba calma y clara; el viento apenas rizaba la superficie.

Leslie me señaló aquellos dos senderos refulgentes.

— Se diría que esos dos son amigos — dijo —: siempre juntos.

— Tal vez sean pistas — sugerí —. Me parece que lo mejor es descender sobre ellos. Posémonos justo donde se unen, ¿te parece bien? ¿Lista para acuatizar? — Creo que sí — dijo ella.

Miré por las ventanillas laterales, verificando nuestro tren de aterrizaje por partida doble.

— La mayor izquierda está subida — dije—; la del morro, subida; la mayor derecha, subida. Todas las ruedas están subidas para acuatizaje; los flaps están bajados…

Iniciamos el último giro lento y el mar se inclinó graciosamente, cámara lenta, para salirnos al encuentro. Flotamos por un largo instante, a algunos centímetros de la superficie; reflejos de color pastel salpicaban el casco blanco.

La quilla rozó las ondulaciones de la superficie y el hidroavión se convirtió en lancha de carrera, lanzada en una nube de llovizna. El susurro del motor se esfumó en el torrente de agua, en tanto yo desactivaba el acelerador para aminorar la velocidad.

Luego el agua desapareció, el avión desapareció. A nuestro alrededor, borroneados, se veían tejados, bandas de tejas rojas y palmeras, el muro de un gran edificio con ventanas bien hacia adelante.

— ¡CUIDADO!

Un segundo después nos deteníamos dentro de ese edificio, mareados, pero indemnes, juntos y de pie en un largo corredor. Alargué la mano hacia mi esposa y la abracé.

— ¿Estás bien? — preguntamos los dos a un tiempo, sin aliento.

— ¡Sí! — dijimos —. ¡Ni un rasguño! ¿Y tú? ¡Sí!

No había vidrio estrellado en la ventana, al final del corredor, ni agujero en la pared a través de la cual habíamos pasado. Nadie a la vista, ni un ruido en todo el edificio.

Estallé de frustración.

— ¿Qué diablos está pasando?

— Richie — dijo Leslie, en voz baja, con los ojos grandes de extrañeza —, este lugar me resulta conocido. ¡Ya hemos estado aquí!

Miré a mi alrededor. Un corredor con muchas puertas, alfombra de color rojo ladrillo, puertas de ascensor frente a nosotros, palmeras en tiestos. La ventana daba a tejados llenos de sol; más allá, colinas doradas, de poca altura, y el neblinoso azul de la tarde.

— Es… parece un hotel. No recuerdo ningún hotel…

Se oyó una suave señal sónica; una flecha verde se encendió por sobre las puertas del ascensor.

Ante nuestra mirada, las puertas se abrieron con un ronroneo. Adentro había un hombre robusto y anguloso y una encantadora mujer, vestida con una camisa de trabajo, ya desteñida, pantalones y chaqueta marinera y una gorra de tono rojizo.

Oí que mi esposa, a mi lado, dejaba escapar una exclamación ahogada; su cuerpo se puso tenso. Del ascensor bajaban el hombre y la mujer que nosotros habíamos sido diecisiete años antes, los dos que éramos el día de nuestro primer encuentro.

3

Quedamos petrificados, enmudecidos, boquiabiertos.

La Leslie más joven abandonó el ascensor sin echar una sola mirada al Richard que yo había sido; después, casi corriendo, se encaminó hacia su cuarto.

La urgencia se impuso al asombro. No podíamos permitir que se fueran.

— ¡Leslie! ¡Espera! — llamó mi Leslie.

La joven se detuvo y se volvió, esperando encontrarse con una amiga, pero no pareció reconocernos. Seguramente sólo veía nuestro contorno, puesto que teníamos la ventana atrás.

— Leslie — dijo mi esposa, caminando hacia ella —, ¿puedes concederme un minuto?

Mientras tanto, el Richard más joven pasó junto a nosotros hacia su habitación. El hecho de que la mujer del ascensor se hubiera encontrado con amigos no era asunto suyo.

Y aunque nosotros no sepamos qué está pasando, pensé, eso no impide que seamos los que debemos hacernos cargo de todo. Era como arrear polluelos: esos dos iban en direcciones opuestas y nosotros sabíamos que su destino era pasar juntos el resto de la vida.

Confiando en que Leslie alcanzaría a su yo anterior, troté detrás del joven.

— Disculpa — dije desde atrás —. ¿Richard?

Se volvió, tanto por el sonido de mi voz como por las palabras; se volvió con curiosidad. Yo recordaba esa chaqueta deportiva color camello. Tenía una desgarradura en el forro que yo había cosido diez o doce veces, sin que sirviera para nada: la seda o lo que fuere insistía en deshilacharse a partir del zurcido.

— ¿Hace falta que me presente? — pregunté. Me miró; la amabilidad controlada se convirtió en ojos como platillos.

— ¡Qué…!

— Mira — dije, con tanta calma como pude —, nosotros tampoco lo entendemos. Ibamos en avión cuando nos atacó esta cosa extraña y…

— ¿Eres…?

Se le apagó la voz; así quedó, mirándome fijamente. Para él era todo un golpe, por supuesto, pero me sentí extrañamente irritado con ese tipo. ¿Quién sabía cuánto tiempo podríamos pasar juntos? Minutos o menos, horas o menos, y él quería malgastarlo rehusando creer lo que debería haberle sido obvio.

— La respuesta es sí —dije —. Soy el hombre que vas a ser dentro de algunos años.

El asombro se convirtió en suspicacia.

— ¿Cuál era el apodo que me daba mi madre? — preguntó, entornando los ojos.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Uno»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Uno» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Jeff Abbott: Pánico
Pánico
Jeff Abbott
Juan Millás: El mundo
El mundo
Juan Millás
Richard Bach: Um
Um
Richard Bach
Richard Bach: Un
Un
Richard Bach
Отзывы о книге «Uno»

Обсуждение, отзывы о книге «Uno» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.