—¿A mí? —Clary se sintió perpleja.
—Sí. —Aline inspiró profundamente—. Mira, cuando nos pescaste a mí y a Jace, no era nada. Yo le besé. Fue… un experimento. Y en realidad no funcionó.
Clary se ruborizó muchísimo. «¿Por qué me cuenta esto?»
—Oye, está bien. Es asunto de Jace, no mío.
—Bueno, en ese momento me pareció que te alterabas. —Una sonrisita apareció en las comisuras de los labios de Aline—. Y creo saber el motivo.
Clary tragó saliva para eliminar el sabor ácido que notaba en la boca.
—¿Lo sabes?
—Mira, tu hermano tiene mucho éxito. Todo el mundo lo sabe; ha salido con una barbaridad de chicas. Te preocupa que si tonteaba conmigo se metiera en problemas. Al fin y al cabo, nuestras familias son… Eran… amigas. No necesitas preocuparte, ¿vale? No es mi tipo.
—No creo que haya oído nunca a una chica decir eso antes —repuso Simon—. Pensaba que Jace era la clase de chico que encaja con el tipo del todo el mundo.
—También yo lo pensaba —dijo Aline despacio—; por eso le besé. Intentaba descubrir si cualquier chico es mi tipo.
«Ella besó a Jace —pensó Clary—. Él no la besó. Ella le besó.» Se encontró con los ojos de Simon por encima de la cabeza de Aline. Simon parecía divertido.
—Bien, ¿qué has decidido?
—Aún no estoy segura. —Aline se encogió de hombros—. Pero, oye, al menos no tienes que preocuparte por Jace.
«Ojalá»
—Siempre tengo que preocuparme por él.
El espacio en el interior del Salón de los Acuerdos había sido reconfigurado rápidamente desde la noche de la batalla. Desaparecido el Gard, servía como sala para el Consejo, lugar de reunión para gente que buscaba miembros desaparecidos de su familia o lugar donde enterarse de las últimas noticias. La fuente central estaba seca, y a ambos lados de ella se habían colocado largos bancos en hileras de cara a un estrado elevado en el extremo de la estancia. Mientras algunos nefilim estaban sentados en los bancos en lo que parecía una sesión del Consejo, en los pasillos y bajo las arcadas que bordeaba la enorme habitación, docenas de otros cazadores de sombras daban vueltas con ansiedad. El Salón ya no parecía un lugar en el que cualquiera querría bailar. Había una atmósfera peculiar en el aire, una mezcla de tensión y anticipación.
Pese a la reunión de la Clave en el centro, por todas partes se sucedían conversaciones susurradas. Clary captó fragmentos de charlas mientras Simon y ella cruzaban la habitación: las torres de los demonios volvían a funcionar. Las salvaguardas volvían a ocupar su lugar, aunque más débiles que antes. Se habían avistado demonios en las colinas al sur de la ciudad. Las casas de campo estaban abandonas, nuevas familiar habían abandonado la ciudad, y algunas habían abandonado la Clave por completo.
En la plataforma elevada, rodeado de mapas de la ciudad colgados, estaba el Cónsul, con el ceño fruncido como un guardaespaldas junto a un hombre bajo y regordete vestido de gris. El hombre regordete gesticulaba furibundo mientras hablaba, pero nadie parecía estar prestándole atención.
—Ah, mierda, ése es el Inquisidor —masculló Simon al oído de Clary, señalándolo—. Aldertree.
—Y ahí está Luke —dijo Clary, distinguiéndolo entre la multitud.
Luke estaba cerca de la fuente seca, absorto en su conversación con un hombre que llevaba un equipo de combate muy dañado y un vendaje cubriéndole la mitad izquierda de la cara. Clary buscó a Amatis con la mirada y la descubrió sentada en silencio en el extremo de un banco, tan lejos de los otros cazadores de sombras como podía colocarse. La mujer descubrió a Clary, mostró una expresión sobresaltada y empezó a ponerse en pie.
Luke vio a Clary, puso mala cara y habló con el hombre del vendaje en voz baja, excusándose. Cruzó la estancia hacia donde estaban ella y Simon de pie junto a uno de los pilares, con el ceño más y más fruncido a medida que se aproximaba.
—¿Qué hacéis aquí? Ya sabéis que la Clave no admite a niños en sus reuniones, y en cuanto a ti… —Miró furibundo a Simon—. Probablemente no sea la mejor idea que te muestres ante el Inquisidor, incluso aunque no haya absolutamente nada que él pueda hace al respecto. —Una sonrisa le crispó la comisura del labio—. Al menos sin hacer peligrar cualquier alianza que la Clave pudiera querer establecer con subterráneos en el futuro.
—Eso es cierto. —Simon agitó los dedos en un saludo al Inquisidor, que Aldertree ignoró.
—Simon, para. Estamos aquí por un motivo. —Clary le tendió las fotografías de Sebastian a Luke—. Éste es Sebastian Verlac. El auténtico Sebastian Verlac.
La expresión de Luke se ensombreció. Pasó las fotos una tras otra sin decir nada mientras Clary le repetía lo que Aline le había contado. Simon, entretanto, permanecía en pie nervioso, mirando de forma fulminante a Aldertree, quien se esforzaba por ignorarlo.
—¿Y se parece mucho el auténtico Sebastian a su impostor? —preguntó por fin Luke.
—En realidad no —respondió Clary—. El falso Sebastian era más alto. Y creo que probablemente era rubio, porque definitivamente se tenía el pelo. Nadie tiene el pelo tan negro.
«Y el tinte manchó mis dedos cuando lo toqué», pensó, aunque se guardó el pensamiento para sí.
—De todos modos, Aline quería que os las mostrásemos a ti y a los Lightwood. Pensó que a lo mejor si sabían que él no era en realidad un pariente de los Penhallow, entonces…
—No le ha hablado de sus padres de esto, ¿verdad? —Luke señaló las fotos.
—Me parece que aún no —dijo Clary—. Creo que vino directamente a mí. Quería que te lo contase. Dijo que la gente te escucha.
—Quizás algunos sí. —Luke volvió a echarle un vistazo al hombre del rostro vendado—. Precisamente estaba hablando con Patrick Penhallow en estos momentos. Valentine fue un buen amigo suyo en el pasado y podría haber mantenido vigilada a la familia de un modo y otro en los años transcurridos desde entonces. —Devolvió las fotos a Clary—. Por desgracia, los Lightwood no van a formar parte del Consejo hoy. Esta mañana fue el funeral de Max. —Al ver la expresión en el rostro de Clary, añadió—: Fue una ceremonia muy íntima, Clary. Sólo la familia.
«Pero yo soy la familia de Jace», dijo una vocecita en tono de protesta dentro de su cabeza. Sin embargo en seguida surgió otra más potente que la sorprendió con su amargura. «Y él te dijo que estar cerca de ti era como desangrarse lentamente hasta morir. ¿Realmente crees que necesita sentir eso en el funeral de Max?»
—Entonces puedes decírselo esta noche, tal vez —dijo Clary—. Quiero decir… que creo que serán buenas noticias. Quienquiera que sea Sebastian en realidad, no está emparentado con sus amigos.
—Serían mejores noticias si supiésemos dónde está —masculló Luke—. O qué otros espías tiene Valentine aquí. Han debido ser varios de ellos los implicados en la desactivación de las salvaguardas. Sólo puso hacerse desde el interior de la ciudad.
—Hodge dijo que Valentine había descubierto cómo hacerlo —indicó Simon—. Dijo que hacía falta sangre de demonios para desactivar las salvaguardas, aunque no existía ningún modo de hacer entrar sangre de demonios en la ciudad. Pero dijo que Valentine había encontrado un modo.
—Alguien pintó una runa con sangre de demonios en la cúspide de una de las torres —dijo Luke con un suspiro—, así que está claro que Hodge tenía razón. Por desgracia, la Clave siempre ha confiado demasiado en sus salvaguardas. Pero incluso el rompecabezas más ingenioso tiene una solución.
—A mí me parece la clase de ingenio que consigue que te pateen el trasero cuando juegas —dijo Simon—. En cuanto proteges tu fortaleza con un Hechizo de invisibilidad Total, alguien aparece y descubre cómo hace trizas el lugar.
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