Louise Cooper - El Iniciado
Здесь есть возможность читать онлайн «Louise Cooper - El Iniciado» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:El Iniciado
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:5 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 100
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
El Iniciado: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Iniciado»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
El Iniciado — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Iniciado», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
La joven estaba ahora sentada en silencio en un sillón del fondo de la estancia, envuelta en una gruesa capa para resguardarse del terrible frío. Aparte del tiempo que había pasado tranquilizando a Keridil cuando éste despertó de su pesadilla, Sashka había dormido tan profundamente como siempre, y su semblante permanecía sereno e imp a-sible mientras observaba cómo Keridil preparaba la ejecución de Ta-rod. Durante los siete días transcurridos desde su llegada al Castillo, había pasado casi todo el tiempo en compañía de Keridil, y ahora todos aceptaban que era, salvo de nombre, la consorte del Sumo Iniciado. Sus padres, llamados urgentemente, habían venido a toda prisa desde la provincia de Han, esperando encontrar a su hija desolada y avergonzada, y, en vez de esto, habían hallado a una muchacha radiante por un triunfo que superaba en mucho sus anteriores ambiciones. Y tanto les satisfizo el inesperado cambio de fortuna después de las espantosas noticias concernientes a Tarod que cerraron los ojos ante el hecho de que Sashka desapareciese en las habitaciones privadas de Keridil cada noche, después de cenar, y no volviese a ser vista hasta la mañana.
Sashka estaba ya descubriendo que Keridil era mucho más maleable y fácil de comprender que Tarod. Había aprendido rápidamente a usar toda su habilidad para distraerle de los remordimientos de conciencia, y, durante los dos últimos días, mientras se realizaban los últimos preparativos para el Rito Supremo que enviaría a Tarod a la muerte, se había resignado dócilmente a representar un papel pasivo. Una vez había insinuado su deseo de que le permitiesen presenciar el rito, pero había aceptado la negativa de Keridil. Sin embargo, le habría gustado estar presente..., habría sido la señal definitiva de su triunfo.
No había intentado ver a Tarod. Según rumores, éste yacía casi inconsciente en una habitación cerrada y guardada, sometido a los cuidados de la Hermana Erminet; pero la Hermana Erminet nunca hablaba de él y, en realidad, parecía evitar deliberadamente a Sashka, cosa que complacía bastante a la muchacha. Sin embargo, a veces se preguntaba cómo estaría Tarod, si pensaría alguna vez en ella y si sabría que había sido ella la que le había entregado al Círculo. Le habría gustado que lo supiese... por una mezcla peculiar de amargo resentimiento y de celosos vestigios del deseo que había sentido por él. Sashka esperaba que conociese su inminente destino y sufriese por ello...
Keridil ignoraba lo que pensaba ella mientras Gyneth, con estudiada e innecesaria deliberación, echaba por fin una gruesa capa negra sobre sus hombros inmóviles. El broche, de oro macizo y con la insignia de Sumo Iniciado, se cerró sobre su cuello, y Keridil estuvo preparado para la ceremonia. A una señal del anciano criado, dos Adeptos de sexto grado, vestidos de blanco, avanzaron desde la puerta donde estaban esperando y se colocaron a ambos lados del Sumo Iniciado. Keridil apoyó la mano derecha en la maciza empuñadura de la espada que pendía de su costado, y su solidez contribuyó a mitigar la angustia que sentía en el estómago. Su mirada se cruzó con la de Sashka, que, anticipándose, se levantó y cruzó la estancia en dirección a él. Su cara estaba muy seria cuando él tomó sus mejillas entre las manos.
—Mañana por la mañana todo habrá terminado, amo r mío —dijo suavemente él.
Tarod tardaría toda la noche en morir... Sashka dominó un estremecimiento de satisfacción y se limitó a asentir con la cabeza. Keridil se inclinó delicadamente para besarla.
—Ve con tus padres y hazles compañía. Cuando amanezca, todo empezará de nuevo para nosotros.
Su grave expresión y su actitud sombría le produjeron una excitación que no se atrevió a mostrar. Devolvió el beso a Keridil y se echó atrás, observando cómo salían de la habitación los tres imponentes personajes, seguidos de Gyneth. Sólo cuando se hubieron alejado se permitió sonreír.
Keridil y los dos Adeptos recorrieron en silencio los pasillos del Castillo hasta la puerta principal. Miembros del Círculo cuya categoría era inferior a la exigida por el ritual se habían reunido allí para verles e inclinaron respetuosamen te la cabeza a su paso. Las puertas estaban abiertas y, al bajar la escalinata, un frío viento del norte azotó la cara y las manos de Keridil. La última luz del día se estaba extinguiendo, después de la gloria sangrienta de la puesta de sol, y el patio parecía vacío y maligno. Al fondo esperaban los otros Adeptos, dispuestos en largas filas. Fantasmas, pensó Keridil; a la incierta luz del crepúsculo, todos ellos podían ser fantasmas de un pasado remoto... Se estremeció.
Nadie habló mientras los Adeptos se separaban para formar dos hileras, entre las cuales pasó Keridil. Al llegar a la puerta que conducía al sótano donde estaba el Salón de Mármol, se volvió y todos esperaron.
La luz que brillaba en la entrada principal del Castillo titiló una vez y se apagó. Después, las de las ventanas del comedor hicieron lo mismo. Y en los pisos altos, se apagaron una tras otra las antorchas, hasta que no quedó una sola luz encendida en el Castillo. El espectáculo hizo que a Keridil se le helara la sangre en las venas, cuando se preguntó cuánto tiempo hacía que no se había practicado el terrible ritual. Ninguna luz y ningún fuego arderían esta noche en el grande y negro edificio, hasta el momento en que la mano del Sumo Iniciado hiciese aparecer la llama sobrenatural y purificadora que consumiría y destruiría al Caos.
Volvió a sentir escrúpulos al pensar en lo que tenía que hacer aquella noche, pero los dominó. Tenía que hacerlo; la necesidad había endurecido su corazón, y el convencimiento de que el derecho estaba de su parte hacía enmudecer su conciencia. Solamente lamentaba que no hubiese podido ser todo más sencillo; pero, desde que había fracasado en su intento de matar a Tarod antes de que huyese del Castillo, había pensado larga y profundamente y había comprendido que una muerte simple podía no poner fin a todo el mal. Un demonio no moriría tan fácilmente como un hombre: Tarod tenía que ser destruido por medios sobrenaturales, si había que erradicar todo posible contagio. Además, una muerte rápida no satisfaría al Consejo, ni a la Hermandad, ni a la innumerable gente del pueblo que consideraba al Círculo como su mentor espiritual. La noticia de que había una serpiente en medio de ellos se había difundido por doquier; solamente todo el peso de un ritual de muerte podría restablecer su vacilante confianza.
Un movimiento entre los Adeptos puso, de pronto, sobre aviso a Keridil, que levantó la cabeza. Al otro lado del patio, un grupo, apenas discernible en la creciente oscuridad, salió por la puerta principal y avanzó lentamente en su dirección. La mayoría de sus componentes llevaban hábitos blancos; pero en medio de ellos había un hombre vestido de negro y que casi no podía andar; le sostenían dos guardias y él no oponía resistencia al rudo trato que le daban. Al frente de la pequeña procesión marchaba otro Adepto con un tambor sujeto al cinto, y la mirada fija en el suelo, delante de sus pies.
Keridil se imaginó súbitamente los invisibles espectadores que debían de apretujarse en las oscuras ventanas del Castillo para observar aquel pequeño espectáculo, que sería lo único que verían del ritual de aquella noche. Entonces se detuvieron los personajes que se acercaban y, por primera vez desde la noche de la muerte de Rhiman Han, Keridil se encontró cara a cara con Tarod.
Era difícil reconocer su cara bajo los enmarañados cabellos negros. Además, se tambaleaba y movía los dedos de un modo incoherente. La Hermana Erminet Rowald había hecho bien su trabajo ..., y Keridil se sintió a un tiempo sorprendido y aliviado al darse cuenta de que no le conmovía ver a su antiguo amigo en este lamentable estado. Levantó una mano, para indicar que podía comenzar la marcha hacia el Salón de Mármol; pero, antes de que pudiese completar su movimiento, Tarod echó bruscamente la cabeza atrás. Luchó por enfocar la mirada, pareció recobrar el dominio de sus sentidos y fijó en Keridil sus ojos de drogado.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «El Iniciado»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Iniciado» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «El Iniciado» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.