Margaret Weis - Ámbar y Sangre

Здесь есть возможность читать онлайн «Margaret Weis - Ámbar y Sangre» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Ámbar y Sangre: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Ámbar y Sangre»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Con este título finalizan las aventuras de la guerrera Mina.
El mundo de Krynn siempre tiene sorpresas para los incautos, pero la revelación de que una mortal, que primero dedicó su vida al Dios Único y luego a Chemosh, es a su vez una diosa, rebasa todos los límites conocidos. Para Mina, significa caer en la locura al conocer la verdad.
Los dioses de la Oscuridad y de la Luz se muestran ansiosos por tener a Mina como una de los suyos, ya que ella puede romper el equilibrio de poder en el cielo. Pero Mina tiene sus propios planes.

Ámbar y Sangre — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Ámbar y Sangre», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Alargó la mano y Rhys se la estrechó, apretándola con calidez.

—Gracias por toda tu ayuda, alguacil. Sé que no crees en los dioses, pero, como una vez me dijo un amigo mío, ellos sí creen en ti.

Rhys se paró un momento para decirle a Laura que ya habían localizado a Beleño y que él, el kender y Mina iban a proseguir su viaje.

—Es una niñita preciosa y muy dulce. Intenta que se dé un baño de vez en cuando, hermano —pidió Laura, antes de despedirlo con un abrazo, unas cuantas lágrimas y tanta comida como el monje podía llevar.

Desde la ventana, Gerard contempló al monje con su raída túnica naranja abriéndose camino entre el gentío, sin molestar a nadie, para tomar el camino hacia el norte.

—Me pregunto si alguna vez llegaré a saber cómo termina esta extraña historia —se preguntó Gerard. Suspiró profundamente y se acomodó entre los almohadones—. De lo que estoy seguro es de que no nos deparará nada bueno.

Estaba a punto de conciliar el sueño, cuando llegó un guardia para informarlo de que una turba enfurecida estaba descargando su ira contra el Templo de Chemosh.

Libro III

Morada de los Dioses

1

Beleño caminaba con paso cansino por la calzada, siguiendo a Mina, mientras murmuraba cosas para sí y arrastraba las botas por el polvo. Mina iba varios pasos por delante, con la cabeza muy alta y la espalda muy recta. Estaba ignorándolo, fingiendo que no lo conocía. Atta trotaba junto al kender, aunque de vez en cuando se detenía y volvía la vista esperanzada, buscando a Rhys.

—Espero que esté bien —dijo Beleño por centésima vez. Fulminó a Mina con la mirada, dio una patada a una piedra y añadió en voz alta—: Si no fuera por cierta persona, podría volver y comprobarlo por mí mismo, ¡y quizá ayudar a salvarlo después de que cierta persona huyera y lo abandonara!

Mina le lanzó una mirada furiosa volviendo la cabeza y siguió caminando, testaruda.

Por lo menos habían logrado escapar de la batalla de Ringlera de Dioses.

La brutalidad del combate y la visión de tantos muertos y heridos habían superado a Mina.

El ruido la confundía y la matanza la horrorizaba. Beleño y Atta acabaron encontrándola agazapada debajo de un matorral, cerrando los ojos con fuerza y tapándose los oídos para no oír los gritos.

A Beleño le costó convencerla de que fuera con él y a punto estuvo de perderla cuando tropezaron sin querer con un sacerdote de Chemosh, encapuchado y de túnica negra. Beleño recitó su hechizo de agotamiento y cuando vio por última vez al sacerdote, éste estaba tumbado boca arriba en medio de la calle, echando una cabezadita fuera de hora.

Rodearon la parte posterior del Templo de Zeboim a la carrera y se metieron por un callejón, hasta que llegaron a un barrio residencial relativamente tranquilo. Los ciudadanos, al oír el clamor de la batalla y temerosos de que se extendiera hasta su vecindario, habían atrancado todas las puertas y no osaban salir.

Beleño se paró para recuperar el aliento, intentar librarse del flato que tanto le dolía en un costado y tratar de pensar qué podían hacer. Decidió que llevaría a Mina a la posada y la dejaría a cargo de Laura. Después él volvería a buscar a Rhys. Beleño y Atta echaron a andar en dirección a la posada, pero cuál fue su sorpresa al ver que Mina caminaba en dirección contraria.

—¿Adonde vas? —preguntó Beleño, parándose.

Mina se había quedado en el medio de la calle, aferrándose al petate en el que llevaba las reliquias. El saco estaba sucio y cubierto de polvo, porque cuando se le hacía demasiado pesado, Mina lo arrastraba por el suelo. Ella misma tenía la cara mugrienta, cubierta de hollín, el pelo mojado de sudor y las trenzas pelirrojas medio deshechas. El vestido estaba salpicado de manchas de sangre.

—A Morada de los Dioses —replicó Mina.

—De eso nada —la reprendió Beleño—. Vamos a volver a la posada. ¡Tenemos que esperar a Rhys!

—Yo no voy a esperarlo —negó Mina—, Tengo que ir a Morada-de los Dioses... y la pelea va a ponerse peor todavía.

Beleño no era capaz de imaginarse cómo podía ser aún peor, pero no lo dijo.

—Entonces te equivocas de camino —fue lo que dijo, en tono áspero—. Morada de los Dioses está al norte. Estamos en la calzada de Haven. —Señaló hacia otra calle—. Por ahí sí se va al norte.

—No te creo. Estás mintiendo para engañarme.

—No es verdad —repuso Beleño malhumorado.

—Sí lo es.

—¡No es verdad!

—Sí lo es...

—Tú tienes el mapa —le gritó Beleño al final—. ¡Compruébalo tú misma!

Mina lo miró sorprendida.

—Yo no lo tengo.

—Sí que lo tienes. ¿No te acuerdas? Lo extendí sobre una piedra cerca de Flotsam y entonces tú decidiste que iríamos caminando rápido y...

Dejó de hablar. Mina se mordía el labio y dibujaba líneas en la tierra con la punta del zapato.

—¡No lo cogiste! —gruñó Beleño.

—Cállate —le ordenó ella con el entrecejo fruncido.

—¡Dejaste mi mapa allí! ¡Tan lejos! ¡En la otra punta del mundo!

—Yo no lo dejé allí. Fuiste tú. ¡Fue culpa tuya! —estalló la niña.

Aquella acusación lo cogió tan de sorpresa que Beleño sólo lograba resoplar.

—Se suponía que tú tenías que coger el mapa y traerlo con nosotros —continuó Mina—. El mapa era responsabilidad tuya porque era tuyo. Ahora no sé qué camino coger.

Beleño miró a Atta en busca de ayuda, pero la perra se había tumbado en la calle, con la panza pegada al suelo y el hocico entre las patas. Cuando Beleño se tranquilizó lo suficiente como para poder hablar sin ducharse con su propia saliva, explicó sus argumentos:

—Habría cogido el mapa, pero echaste a correr tan rápido que no tuve tiempo.

—No quiero hablar más de eso —repuso Mina con suficiencia—. Has perdido el mapa, así que ¿qué vas a hacer?

—Te voy a decir lo que vamos a hacer. Tú vas a volver a la posada y yo voy a buscar a Rhys. Y después todos vamos a disfrutar de una buena cena. No hay que olvidar que hoy hay pollo y...

Pero Mina no estaba escuchándolo. Se acercó a un grupo de holgazanes que mataban el tiempo a la puerta de una taberna con jarras de cerveza, mientras discutían con voz pastosa si debían ir o no a ver qué era todo aquel alboroto.

—Perdón, señores —dijo Mina—. ¿Qué calzada tengo que tomar para ir al norte?

—Ésa, niña —le respondió un joven con un eructo y un gesto impreciso.

—Te lo dije —intervino Beleño.

Mina cogió el petate, se lo colgó al hombro y echó a caminar.

En ese mismo instante, Beleño se dio cuenta de su error. Lo que tenía que haber dicho era que no sabía cuál era el camino hacia el norte y que tenían que esperar a Rhys. Pero ya era demasiado tarde. La vio alejarse, sola y desamparada, y pensó en dejarla ir, pero sabía que Rhys no querría que la abandonase. Aunque Beleño no estaba muy seguro de que sirviera de nada. De todos modos, Mina nunca lo escuchaba.

Miró a Atta , que estaba sentada, mirándolo a él. La perra no le dio ningún consejo. Dejando escapar un resoplido, Beleño echó a caminar penosamente detrás de Mina y hasta allí habían llegado juntos, dirigiéndose al norte, en busca de Morada de los Dioses, y sin Rhys.

Beleño no había cejado en su empeño de convencer a Mina de que debían volver a la posada, pero ella se mantenía inflexible. La discusión se alargó durante varios kilómetros, cada vez más lejos de Solace, hasta que Beleño acabó dándose por vencido y reservó sus fuerzas para caminar. Por lo menos había una cosa por la que estaba agradecido: como no tenían el mapa, Mina no podía correr al ritmo de los dioses. No le quedaba más remedio que caminar como una persona corriente.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Ámbar y Sangre»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Ámbar y Sangre» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Margaret Weis - Die Brüder
Margaret Weis
Margaret Weis - Drachenzauber
Margaret Weis
Margaret Weis - Drachenjäger
Margaret Weis
Margaret Weis - Ámbar y Hierro
Margaret Weis
Margaret Weis - Ámbar y Cenizas
Margaret Weis
Margaret Weis - La Torre de Wayreth
Margaret Weis
Margaret Weis - The Magic of Krynn
Margaret Weis
Margaret Weis - The War of the Lance
Margaret Weis
Отзывы о книге «Ámbar y Sangre»

Обсуждение, отзывы о книге «Ámbar y Sangre» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x