Robert Silverberg - Por el tiempo

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg - Por el tiempo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Madrid, Год выпуска: 1990, ISBN: 1990, Издательство: Miraguano Ediciones, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Por el tiempo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Por el tiempo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una novela de atmósfera ciber-punk sobre los viajes por el tiempo, un tema apasionante que en este libro queda reflejado de una manera bastante decente, en especial todo lo relacionado con las paradojas espacio-temporales. Además, el libro nos aporta una minilección de historia sobre Constantinopla que ameniza la acción. En definitiva un libro agradable, entretenido y rápido de leer cuya única falta estribaría en algunas caracterizaciones de algunos personajes. Aparte de esto, solo mencionar lo deplorable de la edición española, plagada de errores tanto lingüísticos como de traducción. Aún así, es muy recomendable para todos aquellos amantes de los viajes temporales.

Por el tiempo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Por el tiempo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Todas estas cosas son mucho más vitales que los breves momentos de placer. Por eso los instrumentos de masturbación mecánica nunca han suplantado al sexo, ni lo reemplazarán nunca.

Lo que se produjo entre Pulcheria Ducas y un servidor, aquella bizantina mañana de 1205, fue una relación mucho más importante que la que mantuve con la emperatriz Teodora medio milenio antes, y más importante que todas las relaciones que mantuve con un buen número de chicas un milenio después. Aproximadamente, eché en Teodora los mismos pocos centímetros cúbicos de líquido que en Pulcheria y en las otras mujeres; pero con Pulcheria fue diferente. Con Pulcheria, nuestro orgasmo no fue más que el sello simbólico de algo más grande. Para mí, Pulcheria era la encarnación de la gracia y la belleza, y la rapidez con la que ella aceptó lo que pasaba hizo de mí un emperador de más talla que Alexis; mi eyaculación y su orgasmo no tuvieron apenas importancia. Nada, comparados con el hecho de que nos habíamos enamorado, compartiendo nuestra confianza, nuestra fe y nuestro deseo. Ese es el centro de mi filosofía. Soy un romántico desnudo. La anterior es la profunda conclusión que he podido extraer de todas mis experiencias; el sexo con amor es mejor que el sexo sin amor. Q.E.P.D. También puedo demostrar, si quieren, que es mucho mejor estar sano que enfermo, tener dinero a ser pobre. Mi atracción por el pensamiento abstracto carece de límites.

48

Sin embargo, aunque habíamos demostrado hasta la saciedad este punto de vista filosófico, lo demostramos nuevamente media hora más tarde. La repetición es el mejor camino hacia la comprensión.

A continuación, nos quedamos tendidos uno al lado del otro, cubiertos de sudor. Era el momento de sacar unos porros para compartir algún tipo de comunión diferente, pero aquello, evidentemente, resultaba imposible. Lo eché en falta.

—En el sitio de donde vienes, ¿es muy diferente? —me preguntó Pulcheria—. Me gustaría saber si la gente se comporta de un modo distinto, si se visten de otra forma, de qué habla.

—Muy diferente.

—Te veo como alguien totalmente desconocido, Jorge. Incluso por el modo en que me poseíste en la cama. Naturalmente, no soy muy experta en estas cosas, como te habrás supuesto. León y tú sois los únicos hombres a quienes he conocido.

—¿En serio? —Sus ojos brillaron.

—¿No pensarás que soy una casquivana?

—¡Oh!, claro que no, pero… —Yo tartamudeaba—. En mi país —añadí desesperadamente—, una chica puede tener muchos hombres antes de casarse. Nadie protesta. Es la costumbre.

—Aquí no. Nosotras siempre estamos muy bien protegidas. Me casé a los doce años; aquello no me dio tiempo a muchas libertades. —Pulcheria frunció el ceño, se incorporó y se inclinó hacia mí para mirarme a los ojos. Sus senos se balanceaban agradablemente ante mi rostro—. Las mujeres de tu país, ¿son de verdad tan libres como dices?

—Sí, Pulcheria, es la verdad.

—¡Pero sois bizantinos ! ¡No sois bárbaros del norte! ¿Cómo les permitís tener tantos hombres?

—Es nuestra costumbre —respondí sin más.

—Quizá no vengas de Epira —sugirió—. Quizá vengas de alguna región más lejana. Te lo repito, Jorge, me pareces muy extraño.

—No me llames Jorge. Llámame Jud —pedí audazmente.

—¿Jud?

—Jud.

—¿Por qué quieres que te llame así?

—Porque es mi nombre más íntimo. Mi verdadero nombre, el que más siento . Jorge no es más que… bueno, un nombre que empleo.

—Jud. Jud. Nunca había oído ese nombre. ¡Vienes de un país muy extraño! ¡Muchísimo!

Sonreí ambiguamente.

—Te amo —dije, mordisqueándole los pezones para cambiar de tema.

—Tan extraño —murmuró mi amada—. Tan diferente. Y, sin embargo, me sentí atraída hacia ti desde el primer momento. ¿Sabes?, a menudo he soñado con ser tan libertina como ahora, pero nunca me atreví. Oh, recibí proposiciones, docenas de proposiciones, pero ninguna me parecía lo suficientemente atractiva como para correr el riesgo. Y, cuando te vi, sentí en mi interior ese fuego… ese deseo. ¿Por qué? Dime por qué. No eres ni más ni menos atractivo que el resto de los hombres a quien me hubiera podido entregar, y, sin embargo, te he preferido a ti. ¿Por qué?

—El destino —respondí—, como te he dicho antes. Una fuerza irresistible que nos lleva el uno hacia el otro a través de…

…los siglos…

—…los mares —acabé con un murmullo.

—¿Volverás a verme? —me preguntó.

—Muy a menudo.

—Encontraré el modo para que nos veamos. León nunca sabrá nada. Se pasa mucho tiempo en el banco (ya sabes que es uno de los directores) y con el emperador y en otras muchas actividades… Apenas me presta atención. Sólo soy un juguete entre todas sus posesiones. Nos encontraremos, Jud, y conoceremos el placer juntos muy a menudo y —sus negros ojos se iluminaron— quizá me des un hijo.

Sentí que los cielos se abrían y que sus rayos llovían sobre mí.

—Cinco años de matrimonio sin hijos —continuó Pulcheria—. No lo comprendo. Quizá, al principio, yo era demasiado joven; demasiado joven; pero ahora, tampoco nada. Dame un hijo, Jud. León te quedará agradecido… quiero decir que se pondrá muy contento, pensará que es suyo; incluso te pareces a los Ducas; sobre todo, en los ojos; no habrá problema. ¿Crees que esta noche habremos hecho un niño?

—No —contesté.

—¿No? ¿Cómo estás tan seguro?

—Lo sé —dije.

Acaricié su cuerpo sedoso. ¡Deja que pasen veinte días sin que tome las píldoras y plantaré en ti todos los hijos que quieras, Pulcheria! Y montaré tal lío en la trama del tiempo que nadie podrá eliminarlo. ¿Ser mi propio tátara-tátara-multi-tátara-abuelo? ¿Salir de mí mismo? ¿Curvar el tiempo sobre sí mismo para conseguir alcanzar la vida? No. Nunca funcionaría. Le daría mi amor a Pulcheria, pero evitaría dejarla embarazada.

—Se acerca el alba —susurré.

—Lo mejor será que te vayas. ¿Dónde puedo enviarte algún mensaje?

—A casa de Metaxas.

—Bien. Nos veremos dentro de dos días, ¿de acuerdo? Lo arreglaré todo.

—Soy tuyo, Pulcheria; se hará como tú quieras.

—Dentro de dos días. Pero ahora tienes que irte. Te enseñaré la salida.

—Demasiado arriesgado. Los servidores podrían extrañarse. Vuelve a tu habitación, Pulcheria. Encontraré yo solo la salida.

—¡Es imposible!

—Conozco el camino.

—¿De verdad?

—Te lo juro —concluí.

Ella necesitaba un poco más de seguridad, pero conseguí persuadirla para que evitase el riesgo de que la vieran conducirme a las puertas del palacio. Nos besamos por última vez; ella se volvió a poner el camisón. La tomé entre los brazos y la estreché contra mí, luego la solté y me dejó. Conté sesenta segundos. Luego ajusté el crono y remonté por la línea seis horas. La velada estaba muy avanzada. Atravesé el palacio con aire desenvuelto, evitando la habitación en que se encontraba mi otro yo —un poco más joven y sin conocer aun el maravilloso cuerpo de Pulcheria— conversando con el emperador Alexis. Salí del palacio de los Ducas sin hacerme notar. Fuera, en la oscuridad, me detuve junto a la muralla que bordeaba el Cuerno de Oro y salté a 1204. Me dirigí a toda prisa hacia el albergue en que dejé dormidos a mis clientes. Llegué menos de tres minutos después de salir; me parecía muy lejano. Todo iba bien. Pasé una noche de pasión, me libré el alma de sus tormentos y estaba de nuevo en el trabajo, lleno de buenas intenciones. Verifiqué las camas.

El señor y la señora Haggins, sí.

El señor y la señora Gostaman, sí.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Por el tiempo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Por el tiempo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Por el tiempo»

Обсуждение, отзывы о книге «Por el tiempo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x