Ursula Le Guin - La mano izquierda de la oscuridad

Здесь есть возможность читать онлайн «Ursula Le Guin - La mano izquierda de la oscuridad» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Buenos Aires, Год выпуска: 1973, Издательство: Ediciones Minotauro, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La mano izquierda de la oscuridad: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La mano izquierda de la oscuridad»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La trama gira en torno a la estancia de Genly Ai, un enviado terrestre del Ekumen, al planeta Gueden, también conocido como Invierno por atravesar una edad glaciar. El Ekumen podría definirse como una liga interplanetaria compuesta por los “mundos inhabitados” (es decir, por aquellos que no son ni los planetas conocidos ni sus colonias) cuyo propósito, en este caso, es que Gueden se una a la alianza. Por ello, Genly Ai lleva dos años en Karhide (uno de los dos reinos más importantes de Gueden) esperando una audiencia con el rey. Cuando llega el momento, todo apunta a que el rey no goza de un juicio sano, ve al Enviado como una amenaza y a su primer ministro, Estraven, como ejemplo de traición.
En un intento por conseguir en otra ciudad lo que ha resultado imposible en Karhide, Genly Ai viaja a Orgoreyn, donde Estraven cumple su exilio. El rechazo de los orgotas hacia Genly provoca el reencuentro entre éste y Estraven que, a partir de este punto, deberán convivir en duras condiciones.

La mano izquierda de la oscuridad — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La mano izquierda de la oscuridad», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En la mañana quinta, si cuento bien, el camión se detuvo. Oímos charla afuera y unas voces que llamaban y respondían. De pronto se oyó el ruido de unos cerrojos, y las puertas de acero del fondo se abrieron de par en par.

Uno tras otro nos arrastramos hacia el extremo abierto de la caja, algunos sobre manos y rodillas, y saltamos o nos dejamos caer al suelo. Veinticuatro salimos así. Los dos muertos, el viejo cadáver y uno nuevo, el hombre que no había bebido durante dos días, fueron sacados a la rastra.

Hacia frío afuera, tanto frío y tanta luz blanca sobre la nieve blanca que dejar el fétido refugio del camión era muy duro, y algunos se echaron a llorar. Nos quedamos en montón junto al vehículo, todos desnudos y malolientes, nuestra pequeña entidad nocturna, expuesta ahora a la cruel y brillante luz del día. Nos separaron, nos ordenaron en una fila, y nos llevaron a un edificio que estaba a un centenar de metros. Las paredes metálicas y el techo cubierto de nieve del edificio, la llanura nevada alrededor, la cadena de montañas a la luz del sol naciente, la amplitud del cielo, todo parecía estremecerse y centellear con exceso de luz.

Nos alinearon para que nos lavásemos en una amplia batea techada; todos comenzamos por beber el agua del baño. Luego nos llevaron al edificio principal y allí nos dieron unas camisetas, camisas grises, de fieltro, pantalones, y botas de fieltro. Un guardia verificó nuestros nombres en una lista a medida que entrábamos en el refectorio. Junto con un centenar de prisioneros nos sentamos a unas mesas pegadas a las paredes y allí nos sirvieron el desayuno: potaje de cereales y cerveza. Luego de esto todos nosotros, los prisioneros viejos y los nuevos, fuimos divididos en escuadras de doce. La mía fue llevada a un aserradero, a unos pocos cientos de metros detrás del edificio principal, dentro del perímetro cercado. Fuera de la cerca, y no muy lejos, se veían los primeros árboles de un bosque que se extendía luego entre las lomas perdiéndose en el norte. A las órdenes de un guardia llevamos y almacenamos unas maderas aserradas desde el molino hasta un depósito amplio donde se guardaba la leña en invierno. No era fácil caminar, agacharse, y cargar madera luego de los días pasados en el camión. No permitían que nos demoráramos, pero tampoco nos obligaban a forzar el paso. Al mediodía nos sirvieron un tazón de cereal no fermentado: orsh; antes del anochecer fuimos de nuevo a las barracas y allí nos dieron la cena: potaje de verduras y cerveza. Luego nos encerraron en el dormitorio, que quedó iluminado toda la noche. Dormimos en unos camastros de un metro y medio de largo, dispuestos en dos filas superpuestas todo alrededor de las paredes.

Los prisioneros mas antiguos luchaban por los camastros de arriba, pues el calor sube. Como abrigo de cama se proporcionaba a cada hombre un saco de dormir Eran sacos, toscos y pesados, que conservaban el olor de otros hombres, pero bien forrados y calientes, aunque demasiado cortos. Un guedeniano de tamaño normal podía meterse en el saco con cabeza y todo, pero no yo, como tampoco podía estirarme bien en el camastro.

El lugar se llamaba Tercera Granja Voluntaria y Agencia de Reeducación de la Comensalía de Pulefen.

Pulefen, distrito treinta, está en el extremo noroeste de la zona habitable de Orgoreyn, limitado por las montañas Sembensyen, el río Esagel y la costa; un área poco poblada, sin ciudades importantes. El mas cercano se llamaba Turuf, a varios kilómetros al suroeste; nunca lo vi. La granja está junto a una zona boscosa, extensa y despoblada, Tarrenbed. Demasiado al norte para los árboles mayores, como el hemmen, el serem o el vate negro, no había allí otro árbol que el tora, una conífera nudosa, de espinas grises, achaparrada, de no más de tres a cuatro metros de altura. Aunque el número de especies nativas, plantas o animales, es en Invierno insólitamente reducido, hay muchos individuos de cada especie; en aquel bosque había miles de kilómetros de toras, y casi nada más Aun las tierras vírgenes son manejadas con economía allí y aunque ese bosque estaba siendo explotado desde hacia siglos, no había en él tierras baldías, ni troncos talados, ni declives erosionados. Parecía como si no hubiera allí un solo árbol que no hubiese sido tenido en cuenta y ni una miguita de aserrín que no fuera aprovechada. Había un pequeño taller en la granja, y cuando el tiempo impedía que las cuadrillas fuesen al bosque trabajaban en el aserradero o en el taller, preparando y componiendo astillas, cortezas y aserrín en distintas formas, y extrayendo de las espinas secas del tora una resina que se usaba en la fabricación de plásticos.

El trabajo era verdadero trabajo, y nunca nos sentíamos agotados. Si nos hubieran dado un poco más de comida y mejor ropa mucho de ese trabajo hubiese sido agradable, pero teníamos demasiado frío y hambre la mayor parte del tiempo. Los guardias pocas veces eran duros y nunca crueles; a mí me parecían estólidos, descuidados, pesados, y afeminados, no en el sentido de un exceso de delicadeza, sino justamente por lo opuesto: una carnosidad blanda y lerda, una bovinidad sin filo. Entre mis compañeros de prisión yo tenía también por vez primera en Invierno la impresión de ser de algún modo un hombre entre mujeres o entre eunucos. Los prisioneros tenían la misma flaccidez y bastedad. Era difícil diferenciarlos; el tono emocional de todos ellos parecía siempre bajo, la charla trivial. Creí al principio que este desánimo y abulia tenían como causa principal la falta de buena comida, calor y libertad; pero pronto descubrí que el efecto era más específico: resultado de las drogas proporcionadas a los prisioneros para mantenerlos fuera del kémmer.

Yo sabía que había drogas capaces de reducir o eliminar virtualmente la fase de potencia en el ciclo sexual guedeniano, y que eran utilizadas cuando la conveniencia, la medicina o la moral aconsejaban la abstinencia. Un kémmer, o varios, podía ser evitado así sin malos efectos. El uso voluntario de esas drogas era comúnmente aceptado. No se me había ocurrido que podía administrarse a la fuerza.

Había allí buenas razones. Un prisionero en kémmer sería un elemento subversivo en una cuadrilla de trabajo. Si se permitía la aparición del kémmer, la situación podía ser enojosa, especialmente si ningún otro prisionero entraba en kémmer al mismo tiempo, lo que parecía posible, ya que éramos sólo ciento cincuenta prisioneros. Pasar por el kémmer sin compañía es bastante duro para un guedeniano; mejor, entonces, ahorrarse el sufrimiento y el tiempo de trabajo perdido, y eliminar el kémmer.

Los prisioneros que llevaban allí varios años estaban psicológicamente, y creo que hasta cierto punto físicamente, adaptados a esta castración química. Parecían tan asexuados como bueyes. No tenían vergüenza ni deseo, y en este sentido eran como ángeles; pero no es propio de los humanos no tener vergüenza o deseo.

Siendo tan estrictamente definido y limitado por naturaleza, el instinto sexual de los guedenianos no está muy sujeto a imposiciones de la sociedad. Hay menos códigos, normas y represión del sexo que en cualquier sociedad bisexual. La abstinencia es del todo voluntaria; la indulgencia es del todo aceptable. El miedo y la frustración sexuales son muy raras. Este era el primer caso que yo veía de una situación social que contrariaba el impulso sexual. Pero como se trataba de una supresión, y no de una represión, no producía frustraciones, pero si algo que a la larga era quizá más ominoso: pasividad.

No hay comunidades de insectos en Invierno. Los guedenianos no comparten el planeta, como los terrestres, con esas sociedades más antiguas, esas ciudades innumerables de pequeños trabajadores asexuados que no responden a otro instinto que la obediencia al grupo, al todo. Si hubiese hormigas en Gueden, los guedenianos habrían tratado de imitarlas desde hace tiempo. El régimen de las granjas voluntarias es algo bastante reciente, limitado a un país del planeta, y literalmente desconocido en otras partes. Pero es un signo ominoso del camino que puede tomar un pueblo tan vulnerable al control del sexo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La mano izquierda de la oscuridad»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La mano izquierda de la oscuridad» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La mano izquierda de la oscuridad»

Обсуждение, отзывы о книге «La mano izquierda de la oscuridad» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x