• Пожаловаться

Ursula Le Guin: Los desposeídos

Здесь есть возможность читать онлайн «Ursula Le Guin: Los desposeídos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 1983, ISBN: 978-84-350-0398-8, издательство: Minotauro, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

libcat.ru: книга без обложки

Los desposeídos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los desposeídos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Shevek, un físico brillante, originario de Antares, un planeta aislado y “anarquista”, decide emprender un insólito viaje al planeta madre Urras, en el que impera un extraño sistema llamado el “propietariado”. Shevek cree por encima de todo que los muros del odio, la desconfianza y las ideologías, que separan su planeta del resto del universo civilizado, deben ser derribados. En este contexto la autora explora algunos de los problemas de nuestro tiempo: la posición de la mujer en la estructura social, la complejidad de las relaciones humanas, los méritos y las promesas de las ideologías, las perspectivas del idealismo político en el mundo actual.

Ursula Le Guin: другие книги автора


Кто написал Los desposeídos? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Los desposeídos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los desposeídos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—Takver, ¡yo no quiero ir a Urras!

—Sí, quieres, tú sabes que quieres. Aunque no estoy segura de por qué.

—Bueno, naturalmente me gustaría conocer a algunos físicos… —Shevek parecía avergonzado—. Y ver también los laboratorios de Ieu Eun donde han experimentado con la luz.

—Estás en tu derecho —dijo Takver con vehemente determinación—. Es una parte de tu trabajo, tienes que hacerlo.

—Ayudaría a mantener viva la Revolución, aquí y allá, ¿no te parece? —dijo él—. ¡Qué idea tan descabellada! Como la obra de Tirin pero al revés. La subversión de los arquistas… Bueno, al menos probaría que Anarres existe. Elfos hablan con nosotros por radio, pero dudo que crean realmente en nosotros. En lo que somos.

—Si creyesen, se asustarían. Podrían venir y borrarnos del cielo para siempre, si realmente los convencieras…

—No lo creo. Una pequeña revolución en la física de ellos, tal vez, pero no en lo que ellos piensan. Es aquí, aquí, donde puedo influir en la sociedad, aun cuando no presten atención a mi física. Tienes toda la razón: ahora que lo hemos dicho, tenemos que hacerlo. —Hubo una pausa, y Shevek concluyó—: Me preguntó qué clase de física harán las otras razas.

—¿Qué otras razas?

—Los extraños. La gente de Hain y de otros sistemas solares. Hay dos embajadas de extraños en Urras, Hain y Terra. Los hainianos inventaron el impulso interestelar que se utiliza hoy en Urras. Supongo que también nos lo cederían, sí se lo pidiésemos. Sería interesante… —No terminó la frase.

Luego de otra larga pausa se volvió hacia Takver y dijo en un tono de voz distinto, sarcástico: —¿Y qué harías tú mientras yo estuviera visitando el propietariado?

—Iría a la costa del Sorruba con las niñas, y viviría una vida muy apacible como técnica en el laboratorio de piscicultura. Hasta que tú regresaras.

—¿Regresar? ¡Quién sabe si podría regresar!

Ella lo miró directamente a los ojos. —¿Quién te lo impediría?

—Quizá los urrasti. Podrían retenerme. Nadie es allí libre de ir y venir, tú sabes. O quizá la gente de aquí. Podrían no dejarme desembarcar. Algunos en la CPD amenazaron con eso, hoy. Rulag era uno de ellos.

—Es natural. Ella sólo sabe negar. Negar la posibilidad de volver.

—Muy cierto. Es exactamente así—dijo Shevek. Tranquilo otra vez, observaba a Takver con contemplativa admiración—. Pero Rulag no está sola, por desgracia. Para muchísima gente cualquiera que fuese a Urras y tratase de regresar sería un traidor, un espía.

—¿Qué podrían hacer?

—Bueno, si convencieran del peligro a Defensa, podrían volar la nave.

—¿Serían tan estúpidos los de Defensa?

—No lo creo. Pero cualquiera aparte de Defensa podría preparar explosivos y volar la nave. O más probablemente, atacarme a mí en cuanto descendiera de la nave. Creo que es una posibilidad concreta. Habría que incluirla en cualquier plan de viaje por las regiones panorámicas de Urras.

—¿Valdría la pena para ti… semejante riesgo?

Él miró un momento hacia la lejanía, hacia la nada.

—Sí —dijo—, en cierto modo. Allí podría terminar la teoría y entregarla, a ellos y a nosotros y a todos los mundos, me gustaría hacerlo. Aquí vivo amurallado, impedido. Es difícil trabajar, reunir pruebas, siempre sin un equipo, sin colegas, sin estudiantes. Y cuando hago el trabajo, ellos no lo quieren. O si lo quieren, como Sabul, piden que renuncie a la iniciativa a cambio de la aprobación. Aprovecharán ese trabajo después que yo muera, eso pasa siempre. Pero ¿por qué regalar la obra de mi vida a Sabul, a todos los Sabul, a todos los egos mezquinos, astutos, codiciosos de un solo planeta? Lo que quiero es compartirla. La obra en que estoy trabajando es muy importante. Habría que darla a manos llenas, comunicarla a todos. ¡No se consumirá!

—Muy bien —dijo Takver—, entonces vale la pena.

—¿Qué cosa vale la pena?

—El riesgo. Tal vez la imposibilidad del retorno.

—La imposibilidad del retorno —repitió él. Observó a Takver con una mirada extraña, intensa y no obstante abstraída.

—Creo que hay más gente de nuestro lado, del lado del Sindicato, que la que nosotros pensamos. Lo que pasa en realidad es que no hemos hecho casi nada, no hemos hecho nada por reunirlos, no hemos corrido ningún riesgo. Si tú quisieras, creo que vendrían, que acudirían a apoyarte. Si abrieras la puerta, respirarían otra vez el aire fresco, respirarían libertad.

—También podrían correr a cerrarla de golpe.

—Si lo hacen, peor para ellos. El Sindicato puede protegerte cuando desembarques. Y entonces, si la gente sigue hostil y enconada, los mandaremos al infierno. ¿De qué sirve una sociedad anarquista que teme a los anarquistas? Iremos a vivir a Soledades, a Alto Sedep, a Lejanías, iremos a vivir solos en las montañas si es preciso. Hay sitios. Y habrá gente que querrá acompañarnos. Fundaremos una nueva comunidad. Si nuestra sociedad se encasilla en la búsqueda de la política y el poder, entonces nos iremos, haremos un Anarres más allá de Anarres, un nuevo comienzo. ¿Qué te parece?

—Hermoso —dijo él—, es hermoso, corazón amado. Pero yo no iré a Urras, sabes.

—Oh, sí. Y volverás —dijo Takver. Tenía los ojos muy oscuros, una oscuridad suave, como la oscuridad de un bosque en la noche—. Si te lo propones. Siempre llegas a donde quieres ir. Y siempre regresas.

—No seas estúpida, Takver. ¡No iré a Urras!

—Estoy muy cansada —dijo Takver. Se desperezó, y se inclinó para apoyar la frente contra el brazo de Shevek—. Vamos a la cama.

13

Urras / Anarres

Mientras permanecieron en órbita, la turquesa nublada de Urras, hermosa y enorme, llenó las ventanas. Pero la nave cambió de rumbo y las estrellas aparecieron en el cielo, y entre ellas Anarres, una piedra redonda y brillante: en movimiento y sin embargo inmóvil, arrojada allí no se sabía por qué mano, girando en una eternidad sin tiempo, creando tiempo.

Mostraron a Shevek toda la nave, la interestelar Davenant. No hubiera podido ser más diferente del carguero Aleña. Extraña de forma por fuera, y tan frágil como una escultura de alambre y cristal, en nada se parecía a una nave, a un vehículo; ni siquiera tenía una proa y una popa, pues nunca viajaba a través de una atmósfera más densa que la del espacio interplanetario. Por dentro era amplia y sólida como una casa. Los cuartos eran espaciosos e íntimos, con las paredes artesonadas en madera o cubiertas de tapices, los techos altos. Se parecía a una casa pero con las persianas cerradas, pues en pocas de las salas había escotillas, y era muy silenciosa. Hasta en el puente y en la sala de máquinas se advertía esa misma quietud, y los aparatos e instrumentos eran simples de diseño y precisos como los de un velero. Había también un jardín de esparcimiento, y en él la iluminación tenía la calidad de la luz solar y el aire era dulce y olía a tierra y hojas; durante la noche el jardín de la nave permanecía a oscuras, con las escotillas abiertas a la luz de las estrellas.

Aunque las travesías interestelares duraban sólo pocas horas o días del tiempo de navegación, una nave como ésta que viajaba casi a la velocidad de la luz pasaba a veces muchos meses explorando un sistema solar, o varios años en órbita alrededor de un planeta que la tripulación estuviera poblando o explorando. Por lo tanto era amplia, acogedora, habitable para quienes tenían que vivir a bordo. No tenía el estilo opulento de Urras ni la austeridad de Anarres, sino un justo equilibrio, la gracia natural de una larga práctica. Uno podía imaginarse llevando la vida limitada de la nave sin que esas limitaciones llegaran a ser irritantes, tranquilamente, meditativamente. Eran gente meditativa los hainianos de la tripulación, corteses, discretos, algo melancólicos. No parecían muy espontáneos. Hasta los más jóvenes parecían mayores que cualquiera de los terranos de a bordo.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los desposeídos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los desposeídos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
Ursula Le Guin
Ursula Le Guin: Planeta wygnania
Planeta wygnania
Ursula Le Guin
Ursula Le Guin: El ojo de la garza
El ojo de la garza
Ursula Le Guin
Ursula Le Guin: Planeta de exilio
Planeta de exilio
Ursula Le Guin
Chistopher Priest: El mundo invertido
El mundo invertido
Chistopher Priest
Отзывы о книге «Los desposeídos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los desposeídos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.