• Пожаловаться

Poul Anderson: La nave de un millón de años

Здесь есть возможность читать онлайн «Poul Anderson: La nave de un millón de años» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, год выпуска: 1997, ISBN: 978-84-406-7211-7, издательство: Ediciones B, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Poul Anderson La nave de un millón de años

La nave de un millón de años: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La nave de un millón de años»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Desde las primitivas tribus escandinavas, desde la antigua China y la Grecia clásica, hasta nuestros días y todavía más allá, hacia un tuturo de miles y miles de años, pasando por el Japón Imperial, la Francia de Richelieu, la América indígena y la Rusia estalinista... La nave de un millón de años

Poul Anderson: другие книги автора


Кто написал La nave de un millón de años? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

La nave de un millón de años — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La nave de un millón de años», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Éste era el país que su gente llamaba Thule.

Llegó el verano, con sus noches de luz.

Hanno y una joven fueron a juntar bayas. Solos bajo la dulzura de los abedules, hicieron el amor. El largo día fatigó a la muchacha y al regresar a casa de su padre, durmió feliz. Hanno no pudo dormir. Se quedó tendido un buen rato en el camastro de pieles, sintiendo la tibieza de ella, oyendo la respiración de la familia, aspirando el tufo de las vacas del establo que había en un extremo de la única y larga habitación. Aunque la fogata a veces chisporroteaba, esa luz tenue no nacía allí sino en el cielo que se extendía más allá de la puerta de mimbre. Hanno se levantó, se cubrió la cabeza con la túnica y salió con sigilo.

Sobre él se extendía una profunda claridad que evocaba recuerdos de rosas blancas. Un puñado de estrellas casi invisibles titilaba a través del fulgor. El aire fresco estaba tan quieto que se oía el agua batiendo contra la orilla. El rocío centelleaba en el declive que descendía hacia la ancha superficie de plata. Tierra adentro, el suelo trepaba hacia montañas cuyos riscos azules se recortaban contra el cielo.

Se alejó de la aldea. Las casas estaban apiñadas en una doble hilera que terminaba en un gran cobertizo donde trillaban el grano, en ese clima lluvioso, y que hacía las veces de fortaleza en caso de ataque. Más allá había arrozales, colmenares, parcelas que la proximidad de la cosecha pintaba de oro. Caminó en dirección opuesta, hacia la playa. Cuando llegó a la hierba, se limpió de los pies descalzos la suciedad que los cerdos y pollos sueltos habían dejado en el sendero. La humedad lo acarició. Siguió andando hasta una playa de guijarros, piedras frías y duras pero redondeadas. La marea bajaba, una pulsación potente que apenas se conocía en el Mediterráneo, y las algas se esparcían sobre la playa. Olían a sal, profundidades, misterios.

A cierta distancia un hombre miraba hacia arriba. El bronce del instrumento que él apuntaba al cielo despedía un fulgor. Hanno se le acercó.

—¿Tú también? —murmuró.

Piteas se sobresaltó, dio media vuelta.

—¡Qué alegría! —saludó mecánicamente. En el luminoso crepúsculo era evidente que la sonrisa era forzada.

—No es fácil dormir con tanta claridad —aventuró Hanno. Los nativos no dormían mucho.

Piteas asintió. —Odio perder un solo minuto de esta magnificencia.

—Aunque es pésima para la astronomía.

—Aja. Durante el día he estado recogiendo datos que arrojarán un valor más preciso para la oblicuidad de la eclíptica.

—Ya deberías tener bastantes. Ha pasado el solsticio.

Piteas desvió la mirada.

—Y hablas a la defensiva —insistió Hanno— ¿por qué nos demoramos aquí?

Piteas se mordió el labio.

—Aún quedan muchos descubrimientos por hacer. Es como un mundo nuevo.

—Como la tierra de los lotófagos —rezongó Hanno.

Piteas alzó el cuadrante como si fuera un escudo.

—No, no, éstas son personas reales. Trabajan y tienen hijos y envejecen y mueren, al igual que todos nosotros.

Hanno lo observó. Las aguas susurraban.

—Es Vana, ¿verdad? —dijo al fin el fenicio.

Piteas quedó atónito.

—Muchas de estas muchachas son bellas —continuó Hanno—. Altas, esbeltas, una tez bronceada por el verano, ojos como el cielo que rodea el sol, y esas melenas rubias… oh, sí. Y la que está contigo es la más guapa de todas.

—Es más que eso —dijo Piteas—. Ella es… libre. Sin prejuicios, cándida, pero muy rápida y ávida de aprender. Orgullosa, valiente. Los griegos enjaulamos a nuestras esposas. Nunca hacía pensado en ello, ¿pero no es culpa nuestra si las pobres criaturas se vuelven tan obtusas que buscamos solaz en otros hombres?

—O en prostitutas.

—Vana es tan ardiente como la hetaira más fogosa. Pero no está en venta, Hanno. Me ama de veras. Hace unos días descubrimos que está encinta. Vino a mis brazos llorando y riendo.

—Es magnífica, sin duda, pero es bárbara.

—Eso se puede alterar.

Hanno meneó la cabeza.

—No té engañes. No es como tú. ¿Crees que podrás llevarla cuando zarpemos? Si sobreviviera a la travesía, se marchitaría y moriría en Massalia, como toda flor silvestre arrancada. ¿Qué haría de sí misma? ¿Qué clase de vida podrías darle? Es muy tarde. Para ambos.

Piteas guardó silencio de nuevo.

—Tampoco puedes instalarte aquí —dijo Hanno—. Recapacita. Tú, un hombre civilizado, un filósofo, apiñado con seres humanos y vacas en una mísera choza de argamasa tosca. Sin libros. Sin correspondencia. Sin oratoria. Sin esculturas, templos ni tradiciones propias, nada de lo que ha formado tu alma. Esa dama envejecerá deprisa, se le caerán los dientes y se le aflojarán los senos, y la odiarás porque fue el señuelo que te atrapó. Recapacita, por favor.

Piteas cerró la mano libre con fuerza y se golpeó el muslo una y otra vez.

—Pero ¿qué puedo hacer?

—Márchate. A ella no le costará conseguir un esposo que críe al niño. Su padre es una persona de buena posición, ella ha demostrado que es fértil, y cada niño es precioso, dado los que pierden. Hazte a la mar. Vinimos en busca de la isla del Ámbar, ¿recuerdas? Y si es un mito, queremos descubrir cuál es la realidad. Debemos aprender un poco sobre estas costas y mares del este. Nos proponemos regresar a Pretania y terminar de circunnavegarla, determinar su forma y tamaño, porque es importante para Europa de un modo que Thule no lo será durante siglos. Y luego regresarás a tu gente, tu ciudad, tu esposa, tus hijos y tus nietos. ¡Cumple con tu deber, nombre!

—Hablas con crudeza.

—Debido al respeto que siento por ti, Piteas.

El griego miró de un lado a otro: las montañas erguidas contra ese cielo cuya luz velaba las estrellas, los bosques y los prados, el océano, invisible allende la brillante bahía.

—Sí —dijo al fin—. Tienes razón. Tendríamos que haber partido hace tiempo. Lo haremos. Soy un necio reblandecido por la edad.

Hanno sonrió.

—No, simplemente un hombre. Ella te devolvió una primavera que creías haber perdido en el corazón. Es algo que he visto a menudo.

—¿Te ha pasado a ti?

Hanno apoyó la mano en el hombro de su amigo.

—Ven —dijo—, volvamos y tratemos de dormir. Tenemos trabajo que hacer.

8

Maltrechas, zarandeadas, despintadas y triunfantes, las tres naves se acercaron al puerto de Massalia. Era un vivido día de otoño, y el agua bailaba y chispeaba como si hubieran esparcido diamantes sobre zafiros, pero soplaba poco viento y las quillas estaban sucias, avanzaban despacio.

Piteas llamó a Hanno.

—Quédate conmigo en la proa —le solicitó—, pues quizá sea la última charla tranquila que tengamos.

El fenicio se le acercó. Piteas era su propio vigía en esta hora final de la travesía. —Estarás muy ocupado —convino Hanno—. Todo el mundo querrá hablar contigo, interrogarte, oír tus declaraciones, enviarte cartas, pedirte que escribas tus experiencias.

Piteas torció los labios.

—Siempre de broma, ¿verdad?

Miraron un rato el mar. Ahora que terminaba la temporada de navegación, las olas —pequeñas y suaves, tan distintas a las del Atlántico— estaban atestadas de embarcaciones. Botes de remo, chalanas, pesqueros sucios de brea, rechonchos buques mercantes, un gran carguero con grano de Egipto, una barcaza con bordes dorados, dos esbeltas naves de guerra erizadas de remos, todas procuraban avanzar. Se oían órdenes y juramentos. Las velas tronaban, las vergas rechinaban, los toletes crujían. La ciudad brillaba en frente y un intrincado resplandor blanco con matices azules rebosaba sus murallas. Jirones de humo ondeaban sobre los tejados rojos. Granjas y villas se apiñaban entre rastrojos, prados aún verdes, pinos oscuros y huertos amarillentos. Detrás de las colinas se erguía una cordillera. Cientos de gaviotas aleteaban y graznaban como una nevisca del norte.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La nave de un millón de años»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La nave de un millón de años» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Elvira Lindo: Una palabra tuya
Una palabra tuya
Elvira Lindo
libcat.ru: книга без обложки
libcat.ru: книга без обложки
John Katzenbach
Robert Reed: Médula
Médula
Robert Reed
Poul Anderson: Tau cero
Tau cero
Poul Anderson
Отзывы о книге «La nave de un millón de años»

Обсуждение, отзывы о книге «La nave de un millón de años» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.