Bob Shaw - Los astronautas harapientos

Здесь есть возможность читать онлайн «Bob Shaw - Los astronautas harapientos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1986, ISBN: 1986, Издательство: Acervo, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los astronautas harapientos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los astronautas harapientos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Los mundos gemelos, Land y Overland, sólo estan separados por unos miles de kilómetros; y sus órbitas son tales que Overland siempre aparece situado en el mismo lugar en el cielo, llenando gran parte de él y visible en todos sus detalles, cuando se asoma sobre Land. Los humanos que habitan Land, al carecer de metales, sólo han podido desarrollar una tecnología de bajo nivel. Durante siglos, han vivido de forma bastante estable; pero en el momento en que comienza esta historia, su existencia está amenazada. Los pterthas, una especie de burbujas llenas de humo que flotan en el aire y que siempre han sido peligrosas, parecen haber declarado la guerra a la humanidad. Ni los filósofos, que tienen a su cargo la investigación científica además de ser los elaboradores de las teorías y sustentadores de las ideas, ni los militares dirigidos por el príncipe Leddravohr, ni el Industrial supremo, príncipe Chakkell, ni aun el mismo rey Prad, comprenden la magnitud del peligro y la acuciante necesidad de encontrar una solución. Sólo Glo, el gran Filósofo, viejo, decadente, borracho y menospreciado por todos, incluidos los de su clase, propone una solución audaz y aparentemente inaceptable.

Los astronautas harapientos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los astronautas harapientos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Las puertas se abrieron para Toller y el sargento. Después, en cuanto atravesaron la zona intermedia, se cerraron de golpe. Toller detuvo su cuernoazul al acercarse a él un capitán del ejército, que llevaba su casco de penacho naranja bajo el brazo.

— ¿Es usted el capitán espacial Toller Maraquine? — preguntó frunciendo el entrecejo.

— Sí. ¿Qué ha ocurrido?

— El príncipe Leddravohr ha dado orden de que se presente inmediatamente en el Recinto 12.

Toller asintió.

— ¿Qué ha ocurrido?

— ¿Qué le hace pensar que ha ocurrido algo? — dijo el capitán con acritud. Se dio la vuelta y se alejó a grandes pasos, dando órdenes airadas a los soldados más cercanos, que mostraban sin disimulos su expresión de disgusto.

Toller pensó en ir tras él y obtener una respuesta aclaratoria, pero en ese momento divisó a una figura uniformada de azul haciéndole señas desde el otro lado de la verja. Era Ilven Zavotle, recientemente ascendido al rango de teniente piloto. Toller avanzó hacia él en el cuernoazul y desmontó, notando al hacerlo que el joven estaba pálido y preocupado.

— Me alegro de que haya vuelto, Toller — dijo Zavotle con ansiedad —. Oí que había salido para buscar a su hermano y vine a alertarle sobre el príncipe Leddravohr.

— ¿Leddravohr? — Toller levantó la vista cuando una nave espacial ocultó el sol por un instante —. ¿Qué pasa con Leddravohr?

— Está loco — dijo Zavotle, mirando alrededor para comprobar que su declaración traidora no era escuchada por otros —. Ahora está en los recintos… dirigiendo a los cargadores y a los equipos de inflado… con la espada en la mano… lo he visto atravesar a un hombre sólo porque se detuvo a echar un trago.

— ¡El…! — El desconcierto y consternación de Toller crecieron —. ¿Qué ha provocado todo esto?

Zavotle alzó la mirada sorprendido.

— ¿No lo sabe? Debió usted salir de aquí antes dé… Todo ocurrió en un par de horas, Toller.

— ¿Qué ocurrió? Habla, Ilven, o habrá más sablazos.

— El gran Prelado Balountar presidió una marcha de ciudadanos hasta la base. Exigió que todas las naves fueran destruidas y las provisiones repartidas entre la gente. Leddravohr lo hizo arrestar y decapitar allí mismo.

Toller estrechó los ojos como si visualizara la escena.

— Eso fue un error.

— Un gran error — corroboró Zavotle —, pero eso fue sólo el principio. Balountar había excitado a las multitudes con promesas de comida y cristales. Cuando vieron su cabeza sobre un poste, empezaron a destrozarlas protecciones. Leddravohr envió al ejército contra ellos, pero… fue sorprendente. Toller… la mayoría de los soldados se negaron a luchar.

— ¿Desafiaron a Leddravohr?

— Son hombres de la zona, la mayoría proceden del mismo Ro-Atabri, y se les estaba ordenando que masacrasen a su propia gente. — Zavotle se interrumpió cuando una nave que volaba sobre ellos produjo un rugido atronador —. Los soldados también están hambrientos, y hay una sensación generalizada de que Leddravohr les está volviendo la espalda.

— A pesar de eso…

A Toller le parecía casi imposible imaginar a simples soldados rebelándose contra el príncipe militar.

— Entonces fue cuando Leddravohr realmente enloqueció. Dicen que mató a más de una docena de oficiales y hombres. No obedecían sus órdenes… pero tampoco podían defenderse contra él… y el carnicero entonces… — la voz de Zavotle vaciló —. Como cerdos, Toller. Igual que a cerdos.

A pesar de la magnitud de lo que estaba oyendo, Toller alimentaba un sentimiento inconfesable de que tenía un motivo distinto y más urgente de preocupación.

— ¿Cómo acabó eso?

— Con los incendios de la ciudad. Cuando Leddravohr vio el humo… se dio cuenta de que las pantallas anti — ptertha estaban ardiendo… y recobró la razón. Condujo al interior del perímetro a los hombres que continuaban siéndole fieles, y ahora está intentando que despegue toda la flota de nave espaciales antes que los rebeldes se organicen e invadan la base. — Zavotle estudió con suspicacia a los soldados próximos —. Este grupo se supone que defiende la entrada oeste, pero yo diría que no tienen muy claro de qué lado están. Los uniformes azules ya no son muy gratos aquí. Tenemos que volver a los recintos enseguida que…

Las palabras se desvanecieron en los oídos de Toller mientras su mente realizaba una serie de saltos, y cada uno de ellos lo acercaba más al origen de su preocupación subconsciente. Los fuegos de la ciudad… las pantallas anti — ptertha ardiendo… no ha llovido durante muchos días… sin las pantallas la ciudad está indefensa… la migración DEBE ponerse en marcha enseguida… y eso significa…

— ¡Gesalla!

Toller soltó el nombre de repente en un acceso de pánico y auto recriminación. ¿Cómo podía haberse olvidado de ella durante tanto tiempo? Estaría esperando en la Casa Cuadrada… aún sin la confirmación de la muerte de Lain… y el vuelo a Overland ya había empezado…

— ¿Me oye? — dijo Zavotle —. Tendríamos que…

— No importa eso — le cortó Toller —. ¿Qué se ha hecho respecto a avisar a los emigrantes y traerlos aquí?

— El rey y el príncipe Chakkell ya están en los recintos. Todos los miembros de la familia real y de la nobleza tienen que llegar aquí bajo la protección de nuestros guardianes. Es un caos, Toller. Los emigrantes normales tendrán que llegar por sí solos, y si las cosas siguen como ahora, dudo de que…

— Estoy en deuda contigo por haberme esperado aquí, Ilven — dijo Toller, volviendo a montar su cuernoazul —. Creo que me explicaste algo cuando estábamos allá arriba muriéndonos de frío y sin nada que hacer excepto contar estrellas fugaces. Que no tenías familia. ¿Es cierto?

— Sí.

— En ese caso debes volver a los recintos y tomar la primera nave disponible que encuentres. Yo todavía no estoy libre para marcharme.

Zavotle se adelantó mientras Toller se acomodaba en la montura.

— Leddravohr quiere que nosotros dos seamos los pilotos reales, Toller. Usted especialmente, porque nadie más ha dado nunca el vuelco a una nave.

— Olvida que me has visto — dijo Toller —. Volveré en cuanto pueda.

Salió cabalgando por el interior de la base, tomando un camino que quedaba alejado de los recintos de los globos. Las redes anti — ptertha s colocadas encima proyectaban sus sombras sobre una escena de actividad confusa y frenética. Se había planeado que la flota de migración partiría de una forma ordenada en un período de entre diez y veinte días, según las condiciones climáticas. Ahora era una carrera para ver cuántas naves podían enviarse antes de que la base fuera tomada por los disidentes, y la situación se hacía aún más desesperada desde que las vulnerables pantallas anti — ptertha s habían sido atacadas. No se apreciaban corrientes de aire, circunstancia que ayudaba a las tripulaciones de las naves espaciales y mantenía la actividad ptertha al mínimo, pero con la llegada de la noche las burbujas lívidas aumentarían su fuerza.

Con la urgencia por cargar las provisiones, los trabajadores rompían los embalajes de madera sin más ayuda que sus manos. Los soldados pertenecientes al recién formado Regimiento de Overland (su lealtad estaba garantizada porque debían volar con Leddravohr) se movían de un lado a otro, exhortando ruidosamente al personal de la base para que se esforzase más, y en algunos casos contribuían personalmente al trabajo. Aquí y allí, entre el caos, deambulaban pequeños grupos de hambres, mujeres y niños que habían obtenido las garantías para emigrar en las provincias y llegado allí con anticipación. Por encima y a través de todo destacaba el estrépito de los ventiladores de inflado, el rugido desconcertante y espasmódico de los quemadores de las naves espaciales y el cenagoso olor de la mezcla de gases liberados.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los astronautas harapientos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los astronautas harapientos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los astronautas harapientos»

Обсуждение, отзывы о книге «Los astronautas harapientos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x