Robert Heinlein - Puerta al verano

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Heinlein - Puerta al verano» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Madrid, Год выпуска: 1986, ISBN: 1986, Издательство: Martínez Roca, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Puerta al verano: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Puerta al verano»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

En el avanzado planeta Tierra ya no es necesario matar a un enemigo para deshacerse de él. Sólo hace falta un “largo sueño”, un proceso que le mantiene congelado el tiempo preciso: un mes, un año, un siglo...
Ésta es la historia de una víctima del “largo sueño”, un hombre que despierta en el futuro, pero que, sin embargo, descubrirá que es posible volver al pasado para cumplir su venganza.
Una extraordinaria novela sobre el tema del viaje en el tiempo escrita por uno de los autores más galardonados de todos los tiempos, ganador de cuatro permios Hugo.

Puerta al verano — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Puerta al verano», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Todo aquello era sencillo. No había que hacer sino unir dispositivos ya que se encontraban en el mercado y armonizarlos formando un modelo susceptible de producción.

La verdadera dificultad eran los homónimos, es decir, palabras que se pronuncian de la misma manera pero que tienen distinto significado.

¿Tendría la Biblioteca Pública un diccionario de homónimos ingleses? Sí que lo tenía… de modo que comencé a contar los pares de homónimos inevitables, y a intentar calcular cuántos de entre ellos podrían resolverse por medio de la teoría de información de la estadística de contextos, y cuántos requerirían una codificación especial.

Empecé a ponerme nervioso ante los fracasos. No solamente estaba perdiendo treinta horas semanales en un trabajo completamente inútil, sino que era imposible efectuar un verdadero trabajo de ingeniería en una biblioteca pública. Necesitaba una sala de dibujo, un taller donde poder solucionar problemas prácticos, catálogos de la industria, revistas profesionales, máquinas de calcular y todo lo demás.

Decidí que tendría que conseguir un empleo que, por lo menos, fuese subprofesional. No era lo bastante necio para figurarme que volvía a ser ingeniero; todavía había mucho que no había absorbido, varias veces había pensado en las maneras de hacer alguna cosa, utilizando algo nuevo que acababa de aprender, y me había encontrado en la biblioteca con que alguien había ya resuelto aquel mismo problema mejor, y de modo más sencillo, económico y elegante que mi primer intento, y eso hacía ya diez o quince años.

Necesitaba ingresar en una oficina de ingeniería y dejar que todas aquellas cosas se me fuesen metiendo por los poros. Tenía esperanzas de conseguir un empleo como auxiliar diseñador.

Sabía que ahora utilizaban máquinas de dibujar semiautomáticas; había visto fotografías de ellas, si bien nunca había tenido una en las manos. Pero tenía la impresión de que sería capaz de aprender a utilizar una en veinte minutos si se me presentaba la oportunidad, pues se parecían a una idea que yo había tenido una vez: una máquina que estaba en la misma relación respecto al antiguo sistema del tablero de dibujo que la máquina de escribir a la escritura a mano. Lo había resuelto todo en la cabeza, es decir, la manera de poner líneas o curvas sobre el tablero con sólo apretar una tecla.

No obstante, en este caso estaba tan seguro de que no me habían robado la idea, como de que sí me la habían robado en el caso de Frank Flexible, puesto que mi máquina de dibujar no había existido nunca salvo en mi cabeza. Algún otro había tenido la misma idea y la había desarrollado lógicamente de la misma manera. Cuando llega la hora del ferrocarril todo el mundo empieza a hacer ferrocarriles.

La casa Aladino, los mismos que hacían el Castor Servicial, fabricaba una de las mejores máquinas de dibujar, la Dan Dibujante. Eché mano a mis ahorros, me compré un traje mejor y una cartera de segunda mano, la llené de periódicos y me presenté en los salones de venta de Aladino con la intención de «comprar» una. Pedí una demostración.

Y entonces, cuando me acerqué a un modelo de Dan Dibujante, experimenté una sensación muy perturbadora. Déja' vu, según dicen los psicólogos: «Ya he estado aquí antes». Aquel maldito trasto había sido desarrollado exactamente de la misma manera en que yo lo hubiese desarrollado si hubiese tenido tiempo para hacerlo… en lugar de haber sido forzado a tomar el Largo Sueño.

No me pregunten exactamente qué es lo que sentía. Uno conoce su propio estilo de trabajo. Un crítico de arte dirá que un cuadro es de Rubens o de Rembrandt por las pinceladas, por la manera de tratar las luces, la elección del pigmento, una docena de cosas. La ingeniería no es una ciencia, es un arte, y siempre hay la posibilidad de numerosas elecciones en la resolución de un problema de ingeniería. Un diseñador ingeniero «firma» su trabajo por medio de aquellas elecciones de la misma manera que un pintor firma el suyo.

Dan Dibujante olía tanto a mi propia técnica que me sentí verdaderamente perturbado. Comencé a preguntarme si habría realmente algo de cierto en la telepatía.

Tuve el cuidado de anotar el número de su primera patente. Tal como me sentía no me sorprendió ver que la fecha de la primera era 1970. Decidí enterarme de quién era el que lo había inventado. Quizás hubiese sido alguno de mis propios profesores, de quien había yo adquirido algo de mi estilo. O quizá fuese de algún ingeniero con quien yo hubiese trabajado.

A lo mejor el inventor vivía aún. De ser así, le iría a ver un día… iría a conocer al hombre cuya mente funcionaba igual que la mía.

Pero conseguí reponerme y dejé que el vendedor me explicase el funcionamiento. Apenas si hubiese tenido necesidad de molestarse; Dan Dibujante y yo habíamos sido hechos el uno para el otro. M cabo de diez minutos podía hacerlo funcionar mejor que él . Finalmente, y con pesar, dejé de hacer bonitos dibujos, pedí la lista de precios, pregunté sobre descuentos, arreglos para el servicio y demás, y luego me fui diciéndole al vendedor que ya le llamaría, precisamente cuando estaba ya dispuesto a poner mi firma en el lugar apropiado. Fue un truco poco elegante, pero todo lo que le costó fue una hora de su trabajo.

De allí me fui a la fábrica de Muchacha de Servicio y solicité un empleo.

Sabía que Miles y Belle no estaban ya con Muchacha de Servicio, Inc. En el tiempo que me había sobrado después de mi empleo y de la imperiosa necesidad de ponerme al día en ingeniería, había estado buscando a Belle y a Miles, y en especial a Ricky. Sabía que ninguno de los tres estaba en la lista de teléfonos del Gran Los Ángeles, ni tampoco en ningún otro lugar de los Estados Unidos, pues había pagado para que hiciesen una «investigación» en la oficina nacional de Cleveland. Había tenido que pagar por cuatro, puesto que hice que buscasen a Belle bajo «Gentry» y «Darkin».

La misma suerte tuve con el Registro de Votantes del Condado de Los Angeles.

Muchacha de Servicio, Inc., en una carta del decimoséptimo presidente encargado de cuestiones necias admitió prudentemente que hacía treinta años habían tenido personal con aquel nombre, pero que ahora no podían hacer nada por mí.

Buscar una pista que lleva treinta años enfriándose no es empresa para un aficionado con poco tiempo disponible y menos dinero aún. No tenía sus huellas digitales, o de lo contrario hubiese probado el F.B.I. Ignoraba sus números de seguridad social. Mi país nunca había sucumbido a la necesidad del estado policial, de modo que no había ninguna oficina que con seguridad tuviese una ficha de todos los ciudadanos, y aunque tal oficina hubiese existido, yo no estaba en situación de utilizarla.

Quizás alguna agencia de detectives espléndidamente subvencionada podía haberse dedicado a explorar los ficheros de impuestos, de periódicos, y Dios sabe qué más, y hubiese acabado por encontrarles. Pero no disponía con qué subvencionar espléndidamente, y por otra parte carecía del talento y del tiempo para hacerlo yo mismo.

Finalmente, acabé por abandonar a Belle y a Miles, pero me prometí a mí mismo que, tan pronto como me fuese posible, encargaría a unos profesionales que buscasen a Ricky. Ya había averiguado que no poseía acciones de Muchacha de Servicio, y había escrito al Banco de América para averiguar si tenían o habían tenido algún depósito a su nombre. Recibí como respuesta una carta circular informándome que esas cuestiones eran confidenciales, de modo que había vuelto a escribir, diciendo que yo era Durmiente y que ella era mi único pariente en vida. Esta vez recibí una cortés carta, firmada por uno de los altos empleados de depósitos diciendo que lo lamentaba, que no era posible transmitir información sobre los beneficiarios de depósitos ni siquiera a una persona en circunstancias excepcionales, como era yo, pero que se creía justificado en darme la información negativa de que el Banco nunca había tenido, a través de ninguna de sus sucursales, ningún depósito a nombre de Federica Virginia Gentry.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Puerta al verano»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Puerta al verano» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Robert Heinlein - Sixième colonne
Robert Heinlein
Robert Heinlein - Piętaszek
Robert Heinlein
Robert Heinlein - Viernes
Robert Heinlein
Robert Heinlein - Fanteria dello spazio
Robert Heinlein
Robert Heinlein - Dubler
Robert Heinlein
Robert Heinlein - Stella doppia
Robert Heinlein
Robert Heinlein - La porta sull'estate
Robert Heinlein
libcat.ru: книга без обложки
Robert Heinlein
Robert Heinlein - Citizen of the Galaxy
Robert Heinlein
Отзывы о книге «Puerta al verano»

Обсуждение, отзывы о книге «Puerta al verano» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x