No tardó mucho tiempo en advertir que Qing-jao podía ser influenciada mejor no confrontándola con argumentos, sino persuadiendo a su padre primero y dejando que él la convenciera luego. Eso estaba más en armonía con el Sendero. Han Qing-jao nunca desobedecería al Congreso Estelar a menos que se lo pidiera Han Fei-tzu. Y entonces estaría obligada a hacerlo.
En cierto modo, esto facilitaba en gran medida la tarea de Jane. Persuadir a Qing-jao, una adolescente inestable y apasionada que todavía no se comprendía a sí misma, sería arriesgado en el mejor de los casos. Pero Han Fei-tzu era un hombre de carácter ya establecido, un hombre racional, aunque de profundos sentimientos. Podía ser persuadido con argumentos, sobre todo si Jane podía convencerlo de que oponerse al Congreso era por el bien de su mundo y de la humanidad en general. Sólo necesitaba la información adecuada para permitirle llegar a esta conclusión.
Ahora Jane comprendía ya tanto de las pautas sociales de Sendero como cualquier humano, porque había absorbido cada historia, cada informe antropológico y cada documento producido por el pueblo de Sendero. Sus descubrimientos fueron preocupantes: el pueblo de Sendero estaba mucho más controlado por los dioses que ningún pueblo en ningún otro lugar o tiempo. Aún más, la forma en que les hablaban los dioses era perturbadora. Se conocía de sobras la alteración cerebral llamada desorden obsesivo compulsivo, DOC. A comienzos de la historia de Sendero, siete generaciones antes, cuando el mundo recibió los primeros asentamientos, los doctores trataron adecuadamente el desorden. Pero entonces descubrieron que los agraciados por los dioses de Sendero no respondían a las drogas normales que en todos los otros pacientes DOC restauraban el equilibrio químico de «suficiencia», esa sensación en la mente de una persona de que un trabajo se completa y no hay necesidad de preocuparse más por él. Los agraciados por los dioses exhibían todas las conductas asociadas con el DOC, pero la conocida alteración cerebral no estaba presente. Debía existir otra causa desconocida.
Ahora Jane exploró más profundamente en la historia, y encontró documentos en otros mundos, no en Sendero, que ampliaban el tema. Los investigadores llegaron inmediatamente a la conclusión de que debía ser una nueva mutación que causaba una alteración cerebral relacionada con resultados similares. Pero en cuanto dirigieron el informe preliminar, toda investigación terminó y los investigadores fueron asignados a otro mundo.
A otro mundo… era casi impensable. Significaba desarraigarlos y desconectarlos del tiempo, apartarlos de todos los amigos y familiares que no los acompañaran. Sin embargo ni uno de ellos rehusó, lo que seguramente explicaba la enorme presión a la que fueron sometidos. Todos dejaron Sendero y nadie continuó las líneas de investigación en todos los años siguientes.
La primera hipótesis de Jane fue que una de las agencias del gobierno en Sendero los había exiliado y cortado su investigación: después de todo, los seguidores del Sendero no querrían que su fe fuera molestada por el hallazgo de la causa física de que los dioses hablaran en sus cerebros. Pero Jane no encontró ninguna evidencia de que el gobierno local hubiera poseído el informe completo. La única parte que había circulado por Sendero fue la conclusión general de que el fenómeno del habla de los dioses no era definitivamente el familiar y tratable DOC. El pueblo de Sendero había sabido sólo lo suficiente del informe para convencerse de que el habla de los dioses no obedecía a ninguna causa física conocida. La ciencia había «demostrado» que los dioses eran reales. No había ningún registro de que nadie en Sendero hubiera emprendido ninguna acción para suprimir posteriores informaciones o investigaciones. Esas decisiones habían venido de fuera. Del Congreso.
Tenía que haber alguna información clave oculta incluso a Jane, cuya mente alcanzaba fácilmente toda memoria electrónica que estuviera conectada con la cadena ansible. Eso sólo sucedería si aquellos que conocieran el secreto hubieran temido tanto su descubrimiento que lo mantuvieron completamente aparte incluso de los ordenadores más restringidos y de alto secreto del gobierno.
Jane no podía dejar que eso la detuviera. Tendría que deducir la verdad a partir de los fragmentos de información que hubieran pasado desapercibidos en documentos y bases de datos no relacionados. Tendría que encontrar otros hechos que la ayudaran a rellenar los huecos. A la larga, los seres humanos nunca podrían guardar secretos a alguien con el tiempo y la paciencia ilimitada de Jane. Descubriría lo que estaba haciendo el Congreso con Sendero, y cuando tuviera la información la usaría, si podía, para apartar a Qing-jao de su rumbo destructor.
Pues también Qing-jao estaba descubriendo secretos más antiguos, secretos que llevaban ocultos tres mil años.
‹Ender dice que aquí en Lusitanio estamos en la piedra angular de la historia. Que en los próximos meses o años será el lugar donde llegue muerte o comprensión a cada especie inteligente.›
‹Qué considerado por su porte, traernos aquí justo a tiempo para nuestra posible muerte.›
‹Te estás burlando de mí, claro.›
‹Si supiéramos hacer burla, tal vez te la haríamos›
‹Lusitania es la piedra angular de la historia en porte porque vosotros estáis aquí. La lleváis a cuestas dondequiera que vais.›
‹La ignoramos. Os la damos. Es vuestra.›
‹Cada vez que se encuentran extraños es un momento histórico.›
‹Entonces no seamos extraños.›
‹Los humanos insisten en hacernos extraños a todos. Está inscrito en su material genético. Pero nosotros podemos ser amigos.›
‹Esa palabra es demasiado fuerte. Digamos que somos compañeros-ciudadanos›
‹Al menos mientras nuestros intereses coincidan.›
‹Mientras brillen las estrellas, nuestros intereses coincidirán.›
‹Tal vez no tanto. Tal vez sólo mientras los seres humanos sean más fuertes y numerosos que nosotros.›
‹Eso basta por ahora.›
Quim acudió a la reunión sin protestar, aunque aquello podía retrasarlo un día completo en su viaje. Hacía tiempo que había aprendido a tener paciencia. No importaba lo urgente que considerara su misión con los herejes, poco conseguiría, a la larga, si no tenía detrás el apoyo de la colonia humana. Así, si el obispo Peregrino le pedía que asistiera a una reunión con Kovano Zeljevo, el alcalde de Milagro y gobernador de Lusitania, Quim acudía.
Se sorprendió al comprobar que también asistían a la reunión Ouanda Saavedra, Andrew Wiggin y la mayor parte de la familia del propio Quim. La presencia de Madre y Ela tenía sentido, si la reunión tenía por objeto tratar la política referida a los pequeninos herejes. Pero ¿qué estaban haciendo allí Quara y Grego? No había ninguna razón para que estuvieran implicados en ninguna discusión seria. Eran demasiado jóvenes, demasiado impetuosos, y estaban demasiado mal informados.
Por lo que había visto, todavía peleaban como niños pequeños. No eran tan maduros como Ela, capaz de olvidar sus sentimientos personales en interés de la ciencia. Por supuesto, a Quim le preocupaba a veces que Ela llevara esto demasiado lejos para su propio bien, pero ése nunca era el problema con Quara y Grego.
Sobre todo con Quara. Por lo que había dicho Raíz, todo el problema con los herejes comenzó cuando Quara contó a los pequeninos los diversos planes de contingencia para tratar con el virus de la descolada. Los herejes no habrían encontrado tantos aliados en tantos bosques distintos si no fuera por el temor que sentían los pequeninos de que los humanos liberaran alguna especie de virus, o envenenaran Lusitania con un producto químico que aniquilara la descolada y, con ella, a los propios pequeninos. El hecho de que los humanos consideraran siquiera el exterminio indirecto de los pequeninos hacía que pareciera una simple respuesta por parte de los cerdis el contemplar el exterminio de la humanidad.
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