— El más importante. El mejor que ha sido formado. Lo digo en serio.. Tritt, acércate. No es un adiós. Tritt Estaremos juntos, como siempre hemos querido. Dua también. Tú también, Dua.
Dua dijo
— Entonces podremos hacer comprender a Estwald que la Bomba no puede continuar. Les obligaremos…
La fusión estaba empezando. Uno a uno, los Seres Duros fueron entrando en el momento crucial.
Odeen les vio de manera imperfecta, porque estaba empezando a fundirse dentro de Dua.
No fue como las otras veces; no hubo éxtasis agudo, sólo un movimiento suave, fresco, infinitamente plácido. Se sintió a sí mismo transformarse, de manera parcial en Dua, y el mundo entero parecía estar a merced de sus sentidos agudizados. La Bomba de Positrones aún funcionaba… El-ella la detectaban; ¿por qué aún estaban funcionando?
También era Tritt, y una terrible sensación de amargura invadió su mente. ¡Oh, mis niños!
Y exclamó, un último grito en la conciencia de Odeen, pero que en realidad procedía de Dua
— No, no podemos detener a Estwald. Nosotros somos Estwald. Nosotros…
El grito que era de Dua y a la vez no era de Dua, se extinguió, y Dua dejó de existir para siempre; nunca más habría una Dua. Ni un Odeen. Ni un Tritt.
Estwald se irguió y dijo con tristeza, por medio de ondas vibrantes, a los Seres Duros que esperaban:
— Ahora estaré permanentemente con vosotros y tenemos mucho que hacer…
Selene Lindstrom sonrió alegremente y echó a andar con el paso ligero y saltarín que al principio sorprendía a los turistas, pero que pronto les conquistaba por su gracia peculiar.
— Es la hora del almuerzo — anunció con animación—. Todo cultivado aquí, señoras y caballeros… Es posible que no estén habituados al sabor, pero es muy nutritivo… Por aquí, señor; no creo que les importe sentarse con las señoras… Un momento. Hay asientos para todos… Lo lamento, podemos ofrecerles varias clases de bebidas, pero no hay otra carne que no sea ternera… No, no, sabor y sustancia artificiales, pero es realmente buena.
Entonces se sentó también ella, con un ligero suspiro y un cambio aún más ligero en su afable expresión.
Uno del grupo se sentó frente a ella.
—¿Le importa? — preguntó.
Ella le observó, con una mirada rápida y penetrante. Tenía la facultad de juzgar en un segundo, por supuesto, y no le pareció un hombre grosero. Repuso:
— En absoluto. Pero, ¿no viene usted con alguien del grupo?
El negó con la cabeza.
— No, estoy solo. Y aunque éste no fuera el caso, las terrícolas no son santo de mi devoción.
Ella volvió a mirarle. Debía tener unos cincuenta años y su aspecto fatigado era desmentido por sus ojos, brillantes e inquisidores. Tenía las facciones inconfundibles de los terrestres, nubladas por la gravedad. Dijo:
— Terrícola es una expresión lunar, y no muy halagadora.
— Soy de la Tierra — declaró él—; así que puedo usarla sin ofensa, creo yo. A menos que usted se oponga.
Selene se encogió de hombros como diciendo: «Y a mí qué».
Tenía el corte de ojos vagamente oriental de tantas chicas de la Luna. pero sus cabellos eran del color de la miel, y su nariz, prominente Era muy atractiva, sin ser en modo alguno una belleza clásica.
El terrestre se puso a contemplar la placa con su nombre que ella ostentaba sobre la blusa, exactamente sobre el pecho izquierdo, alto y no demasiado voluminoso. Selene decidió que en realidad miraba la placa y no su pecho, aunque la blusa era casi transparente cuando la luz le daba desde cierto ángulo y no llevaba ninguna prenda bajo la blusa.
El preguntó:
—;Hay muchas Selenes aquí?
—¡Oh, sí! Creo que cientos. También hay Cynthias, Dianas y Artemisas. Selene es un poco fastidioso. A la mitad de las Selenes que conozco las llaman o bien Silly( [1] En inglés. tonta. Corresponde a la pronunciación inglesa de Selene (N del T.)
), o bien Lena.
—¿Cuál de los dos nombres le adjudicaron a usted?
— Ninguno de los dos. Yo soy Selene, con las tres sílabas — repuso, acentuando mucho la primera sílaba—: si es que alguien me llama por mi nombre de pila.
Había en el rostro del terrestre una pequeña sonrisa que parecía fija, como si no estuviese acostumbrado a sonreír. Dijo:
—¿Y si alguien le pregunta si vende algo, Selene?( [2] Juego de palabras. Selene sell any = vender algo. (N. del T.)
).
—¡Nunca lo preguntan por segunda vez! — exclamó ella con firmeza.
— Pero, ¿sí la primera?
— Los estúpidos nunca faltan.
Una camarera llegó a su mesa y coloró ante ellos los platos de la comida con movimientos suaves y rápidos.
El terrestre estaba visiblemente impresionado. Dijo a la camarera:
— Ha dado la impresión de que venían flotando.
La camarera sonrió y pasó a otra mesa. Selene dijo
— No intente usted imitarla. Ella está acostumbrada a la gravedad y sabe cómo moverse.
— Si la imito, se me caerá todo, ¿verdad? ¿Es eso?
— Y muy aparatosamente — corroboró ella.
— Muy bien, no lo intentaré.
— Es bastante probable que alguien lo haga pronto; el plato bajará hacia el suelo, tratarán de agarrarlo y no podrán, y encima se caerán del sillón. Yo les avisaría, pero nunca sirve de nada y aumenta su turbación. Todos los otros turistas se reirán, pero no nosotros, que lo hemos visto demasiado a menudo para encontrarlo divertido y que sólo lo consideramos un trabajo de limpieza adicional.
El terrestre levantó con cuidado el tenedor.
— Ya veo. Incluso los movimientos más sencillos parecen raros.
— En realidad, uno se acostumbra a ello con bastante rapidez. Por lo menos, a cosas fáciles como comer. Caminar es más difícil. Nunca he visto a un terrestre correr con eficiencia por aquí. Con verdadera eficiencia.
Comieron en silencio durante un rato. Luego él dijo:
—¿Qué significa la L? — miraba de nuevo la placa con su nombre: Selene Lindstrom L.
— Sólo Luna — dijo ella con indiferencia—, para distinguirme de los inmigrantes. Yo he nacido aquí.
—¿De verdad?
— No hay por qué sorprenderse. Hace medio siglo que aquí existe una clase trabajadora. ¿No sabía que nacían niños? Hay gente que ha nacido aquí y que ya son abuelos.
Qué edad tiene usted?
— Treinta y dos — repuso ella.
El pareció asombrado. Murmuró:
— Claro.
Selene enarcó las cejas.
—¿Quiere decir que lo comprende? A la mayoría de los terrestres hay que explicárselo.
El terrestre observó
— Sé lo suficiente como para no ignorar que la mayoría de los signos visibles del envejecimiento son el resultado de la victoria inexorable de la gravedad sobre el tejido, como las mejillas y los pechos fláccidos. Siendo la gravedad de la Luna seis veces menor que la de la Tierra, no es difícil comprender que la gente se conserve joven.
— Sólo en apariencia — dijo Selene—. No crea que aquí somos inmortales. La duración de la vida equivale a la de la Tierra, pero la vejez es más agradable.
— Una ventaja a tener en cuenta… Aunque supongo que hay inconvenientes — dio un sorbo a su café—. Tienen que beberse esto… — buscó una palabra, pero no encontró la apropiada y se calló.
— Podríamos importar comida y bebidas de la Tierra — comentó ella, divertida—, pero sólo bastaría para alimentar a un pequeño número de personas, y por poco tiempo. Sería malgastar el espacio cuando podemos usarlo para cargamentos más vitales. Además, ya estamos habituados a estas crud… ¿O iba usted a usar una palabra aún más fuerte?
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