• Пожаловаться

Robert Silverberg: Regreso a Belzagor

Здесь есть возможность читать онлайн «Robert Silverberg: Regreso a Belzagor» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. Город: Madrid, год выпуска: 1981, ISBN: 84-270-0681-0, издательство: Martínez Roca, категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

Robert Silverberg Regreso a Belzagor

Regreso a Belzagor: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Regreso a Belzagor»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando los humanos abandonan el planeta Belzagor, siguiendo la política de descolonización consistente en dar independencia a todos los alienígenas con cultura propia, el administrador imperial Gundersen retorna para emprender un viaje etnológico-sentimental-místico-iniciático… donde hallará o no hallará lo que esperaba, pero en todo caso no retornará el mismo que se puso en camino… como tampoco el lector volverá a ser el mismo después del viaje maravilloso que esta novela propone.

Robert Silverberg: другие книги автора


Кто написал Regreso a Belzagor? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Regreso a Belzagor — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Regreso a Belzagor», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

El enorme cuerpo del nildor requería frecuentes comidas. Cada media hora se detenían y Gundersen desmontaba mientras Srin'gahar mascaba arbustos. El espectáculo despertó los prejuicios latentes de Gundersen y le perturbó tanto que intentó no mirar. De manera mastodóntica el nildor desenroscaba la trompa y arrancaba ramas frondosas de los árboles bajos; después, la gran boca se abría y engullía el manojo. Con sus colmillos triples, Srin'gahar arrancaba trozos de corteza como postre. Las enormes mandíbulas se movían incansablemente, molían y desmenuzaban. Nosotros no somos más estéticos cuando comemos, se dijo Gundersen, y su demonio interior contrarrestó su tolerancia con la pertinaz insistencia de que su compañero era una bestia.

Srin'gahar no era un ser extravertido. Si Gundersen permanecía en silencio, el nildor no decía nada; cuando Gundersen hacía una pregunta, el nildor replicaba amablemente pero con suma economía. La tensión de sostener una conversación tan quebrada agotó a Gundersen y dejó pasar muchos minutos en silencio. Atrapado en el ritmo del paso constante de la gran criatura, se contentó con que le trasladara sin esfuerzo por la selva humectante. Ignoraba dónde estaba y ni siquiera podía decir si avanzaban en dirección correcta, pues en lo alto los árboles formaban un dosel cerrado y ocultaban el sol. Sin embargo, después de detenerse para la tercera comida de la mañana, el nildor proporcionó a Gundersen un indicio inesperado con respecto a su ubicación. Se apartó del sendero en una súbita diagonal, trotó una corta distancia hasta la zona más tupida del bosque, aplastando la vegetación, y se detuvo delante de lo que otrora fuera un edificio de la Compañía: una cúpula cristalina opacada ahora por el tiempo y envuelta en enredaderas.

—¿Conoces esta casa, Edmund del primer nacimiento? —preguntó Srin'gahar.

—¿Qué era?

—La estación de las serpientes, donde recogíais los jugos.

Bruscamente, el pasado se irguió ante Gundersen como un arrogante acantilado. Imágenes dentadas y alucinadas torturaron su mente. Escándalos añosos, largamente olvidados o reprimidos, cobraron nueva vida. ¿Esta ruina es la estación de las serpientes? ¿Este es el lugar de los pecados personales, el escenario de tantas pérdidas de la gracia? Gundersen sintió que le ardían las mejillas. Se apeó del lomo del nildor y caminó vacilante hacia el edificio. Se detuvo un instante en la puerta y miró hacia el interior. Sí, allí estaban los tubos y las tuberías colgantes, los arroyuelos por los que había fluido el veneno extraído, todo el equipo de procesamiento seguía en su sitio, semidevorado por el calor, la humedad y el abandono. Allí estaba la entrada de las serpientes selváticas, atraídas por una música extraña de la que no podían defenderse, y allí se les extraía el veneno, y allí… y allí…

Gundersen se giró para mirar a Srin'gahar. Las púas del copete del nildor estaban dilatadas; una señal de tensión, quizás una señal de vergüenza compartida. También los nildores abrigaban recuerdos de ese edificio. Gundersen entró en la estación y empujó la puerta entreabierta. Ésta se separó de las bisagras y un temblor musical resonó bang bang bang por todo el edificio esférico hasta convertirse en un confuso y débil tintineo. Bang y Gundersen volvió a oír la guitarra de Jeff Kurtz y los años retrocedieron y de nuevo tenía treinta y uno, y acababa de llegar al Planeta de Holman y se disponía a iniciar su trabajo en la estación de las serpientes, pues finalmente le habían asignado al sitio que era el centro de tantos comentarios. Sí. Del velo de la memoria surgió la imagen de Kurtz. Allí estaba, plantado en el centro de la estación, inenarrablemente alto, el hombre más alto que Gundersen había visto, con una grandiosa y pálida cabeza pelada y en forma de cúpula y los enormes ojos oscuros hundidos en los lomos óseos de aspecto prehistórico y una brillante sonrisa que cubría como mínimo un kilómetro de oreja a oreja. La guitarra hizo bang y Kurtz dijo:

—Gundy, te interesará. Esta estación es una experiencia única. La semana pasada enterramos a tu predecesor — bang —. Obviamente, tendrás que aprender a establecer una distancia entre tu persona y lo que ocurre aquí. Ése es el secreto para mantener tu identidad en un mundo extraño. Comprender la estética de la distancia: trazar una frontera alrededor de ti mismo y decirle al planeta: hasta aquí puedes consumirme pero no más. De lo contrario, el planeta terminará por absorberte y hacerte formar parte de él. ¿Está claro?

—En absoluto —replicó Gundy.

—Con el tiempo, el significado se manifestará por sí mismo — bang —. Ven a ver nuestras serpientes.

Kurtz tenía cinco años más que Gundersen y había estado en el Planeta de Holman tres años más que aquél. Gundersen le conocía por su fama mucho antes de verlo por primera vez. Todos parecían respetar a Kurtz, a pesar de que sólo era ayudante del agente de estación y jamás fue ascendido de su humilde rango. Después de cinco minutos de estar con Kurtz, Gundersen creyó comprender el motivo. Kurtz daba la impresión de inestabilidad: no de ángel caído aunque indudablemente de ángel que caía, Lucifer en descenso, bajando de la mañana al mediodía, del mediodía al crepúsculo cargado de rocío, pero ahora sólo en la mañana de la caída. Uno no podía confiar responsabilidades a un hombre semejante hasta que concluyera su tránsito y se asentara en su estado definitivo.

Entraron juntos en la estación de las serpientes. Kurtz se estiró al pasar junto al aparato de destilación y acarició ligeramente las tuberías y las llaves de desagüe. Sus dedos parecían patas de araña y la caricia resultó sorprendentemente obscena. En el extremo de la sala se encontraba un hombre bajo y rollizo, de pelo oscuro y cejas negras; Gio' Salamone, el supervisor de la estación. Kurtz los presentó. Salamone sonrió.

—Has tenido suerte —comentó—. ¿Cómo lograste que te asignaran a esta estación?

—Simplemente me enviaron —respondió Gundersen.

—Como broma pesada que alguien quiso gastarte —sugirió Kurtz.

—¡Ya lo creo! —agregó Gundersen—. Todos creyeron que mentía cuando dije que me enviaron aquí sin haberlo solicitado.

—Una prueba de inocencia —musitó Kurtz.

—Bien, ahora que estás aquí, será mejor que aprendas nuestra regla básica —dijo Salamone—. La regla básica consiste en que cuando dejas la estación no discutes con nadie lo que aquí ocurre. ¿Capisce? Ahora dime: «Juro por el Padre, por el Hijo y por el Espíritu Santo y también por Abraham, Isaac, Jacob y Moisés…».

Kurtz se atragantó de risa.

Desconcertado, Gundersen dijo:

—Nunca había oído semejante juramento.

—Salamone es un judío italiano —explicó Kurtz—. Intenta cubrir todas las posibilidades. No te molestes en hacer el juramento, aunque tiene razón: lo que aquí ocurre no es asunto de nadie más. Cualquier cosa que hayas oído sobre la estación de las serpientes probablemente sea cierta pero, sin embargo, cuando te vayas de aquí no cuentes nada — bang, bang —. Ahora obsérvanos con atención. Convocaremos a nuestros demonios. Gio', suelta los amplificadores.

Salamone cogió un saco de plástico que parecía contener harina dorada y lo arrastró hasta la puerta trasera de la estación. Cogió un puñado de harina. Con un rápido movimiento ascendente lo lanzó al aire; la brisa atrapó instantáneamente los granos minúsculos y brillantes y los dispersó.

—Acaba de esparcir por la selva un millar de micro amplificadores —explicó Kurtz—. Dentro de diez minutos, cubrirán un radio de diez kilómetros. Están sintonizados para captar las frecuencias de mi guitarra y de la flauta de Gio' y las resonancias rebotan por todas partes. —Kurtz comenzó a tocar una melodía. Salamone apareció con una corta flauta travesera e interpretó una melodía propia en los intervalos de la tonada de Kurtz. La interpretación de ambos se convirtió en una imponente zarabanda, delicada e hipnótica, dos o tres notas que se repetían incesantemente sin variación de volumen ni de tono. Durante diez minutos no ocurrió nada excepcional. En ese momento Kurtz inclinó la cabeza hacia el borde de la selva—. Vienen. Ya vienen —murmuró—. Somos los auténticos y originales encantadores de serpientes.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Regreso a Belzagor»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Regreso a Belzagor» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Jack Kerouac: En el camino
En el camino
Jack Kerouac
Gao Xingjian: La Montaña del Alma
La Montaña del Alma
Gao Xingjian
Robert Silverberg: Mutazione
Mutazione
Robert Silverberg
Hermann Hesse: Viaje a Oriente
Viaje a Oriente
Hermann Hesse
Robert Silverberg: La Faz de las Aguas
La Faz de las Aguas
Robert Silverberg
Отзывы о книге «Regreso a Belzagor»

Обсуждение, отзывы о книге «Regreso a Belzagor» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.