George Martin - Los viajes de Tuf

Здесь есть возможность читать онлайн «George Martin - Los viajes de Tuf» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Barcelona, Год выпуска: 1988, ISBN: 1988, Издательство: Ediciones B, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los viajes de Tuf: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los viajes de Tuf»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Haviland Tuf es un ser curioso: un mercader independiente de gran tamaño, obeso, calvo y con la piel blanca como el hueso. Es vegetariano, bebe montones de cerveza, come demasiado y le encantan los gatos. Y además es completa y absolutamente honesto. Tuf logra poseer una enorme nave espacial, el Arca, la única superviviente del antiguo Cuerpo de Ingeniería Ecológica de la Vieja Tierra. Al Arca es un artilugio desaparecido hace más de mil años, pero que revive gracias a Tuf y a sus gatos. A lo largo de los siete relatos que forman este libro, Tuf consigue la nave, la repara y resuelve un sinfín de problemas espaciales con la ayuda de la ingeniería ecológica, una profesión que él recupera y a la que añade la impronta de su personalidad, astucia e ironía.

Los viajes de Tuf — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los viajes de Tuf», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

—No se preocupe por ello —le replicó ella sonriendo—. Lo pondremos todo en la factura de reparaciones y luego ya nos arreglaremos. Ahora, métase en su condenada lanzadera y venga hasta… veamos… ahora tenemos vacía la cubierta nueve-once. Vea primero la Casa de la Araña y luego coja el tren hacia abajo. Debería resultarle condenadamente interesante: ya está en las noticias, por si quiere saberlo. Los gusanos de tierra y las moscas van a caer sobre usted como una plaga.

—Quizás esa perspectiva le resultara atrayente a un pedazo de carne en descomposición —dijo Haviland Tuf—, pero a mí no.

—Bueno —dijo la Maestre de Puerto—, entonces vaya de incógnito.

El camarero del tubotrén apareció con una bandeja de bebidas, un poco después de que Haviland Tuf se hubiera abrochado el cinturón, disponiéndose para el descanso. Tuf había probado la cerveza de S’uthlam en los restaurantes de la Casa de la Araña, y la había encontrado aguada, con poco cuerpo y notablemente desprovista de sabor.

—Quizás entre sus ofertas se incluyan algunos productos destilados fuera del planeta, destilados de malta —dijo—. De ser ése el caso, me alegraría adquirir uno.

—Por supuesto —dijo el camarero y extrajo de su bandeja una ampolla llena de un líquido marrón oscuro en la cual había una etiqueta en letras cursivas que Tuf reconoció como la escritura de ShanDellor. Le ofreció una pequeña tarjeta placa y Tuf marcó en ella su número de código. La moneda de S’uthlam era la caloría y el precio del recipiente era unas cuatro veces y media el contenido calórico de la cerveza.

—La importación —le explicó el camarero. Tuf sorbió su bebida con rígida dignidad, mientras el tubotrén iba cayendo por el ascensor hacia la superficie del planeta. El viaje no era demasiado cómodo. Haviland Tuf había descubierto que el precio de los pasajes en la clase estelar resultaba prohibitivo y, por lo tanto, se había instalado en clase especial, que venía en segundo lugar después de la clase estrella, sólo para descubrirse, encajado casi a presión, en un asiento aparentemente diseñado para un niño de S’uthlam (un niño, además, no demasiado crecido), situado en una hilera de ocho asientos similares divididos por un angosto pasillo central.

Por fortuna, la casualidad le había deparado el asiento del pasillo pues, de no ser por ello, el trayecto le hubiera resultado difícilmente soportable. Incluso en ese asiento resultaba imposible moverse sin rozar el delgado y desnudo brazo de la mujer que tenía a su izquierda, un contacto que Tuf encontraba extremadamente repulsivo. Cuando se irguió en su asiento, tal y como solía hacer, su coronilla golpeó el techo, con lo cual se vio obligado a inclinarse y, como resultado de ello, a aguantar una rigidez creciente y muy molesta en su cuello. Tuf pensó que en la parte trasera del tubotrén debían encontrarse las plazas de primera, segunda y tercera clase y se decidió a evitar, al precio que fuera, sus dudosas comodidades.

Una vez empezó el descenso, la mayor parte de los pasajeros cubrieron sus cabezas con capuchones para asegurar la intimidad y escogieron la diversión que más les apetecía. Haviland Tuf vio que las ofertas incluían tres programas musicales distintos, un drama histórico, dos bobinas de fantasía erótica, una conexión de negocios, algo que se definía en la lista como «pavana geométrica» y estimulación sensorial directa del centro del placer. Tuf estuvo pensando en investigar la pavana geométrica, pero descubrió que la capucha de intimidad resultaba demasiado pequeña para su cabeza, dado que la longitud y anchura de su cráneo excedían en mucho las dimensiones normales en S’uthlam.

—¿Es usted la gran mosca? —preguntó una voz desde el otro lado del pasillo.

Tuf alzó la mirada. Los demás pasajeros estaban sumidos en silencioso aislamiento con las cabezas envueltas por sus oscuros cascos desprovistos de toda abertura. Aparte de los camareros, que se encontraban en la parte trasera del vagón, el único pasajero que seguía en el mundo real era el hombre sentado junto al pasillo, una fila más atrás que Tuf. Tenía el cabello largo y recogido en trencillas, la piel de color cobrizo y unas mejillas más bien fofas que le etiquetaban como no perteneciente a este mundo, de un modo tan claro como el mismo Tuf.

—La gran mosca, ¿no? —Soy Haviland Tuf, ingeniero ecológico. —Sabía que era usted una mosca —dijo el hombre—. Yo también lo soy. Me llamo Ratch Norren y soy de Vandeen. —Extendió su mano hacia Tuf.

Haviland Tuf le miró. —Estoy familiarizado con el viejo ritual del estrechamiento de manos, señor. Me he dado cuenta de que no lleva usted armas. Tengo entendido que esta costumbre fue establecida, en sus inicios, para dejar bien claro tal hecho. Yo también me encuentro desarmado. Ya puede usted retirar la mano, si es tan amable.

Ratch Norren la retiró con una sonrisa. —Como una cabra, ¿eh? —dijo.

—Señor —dijo Haviland Tuf—, no soy una cabra ni soy una mosca grande. Había pensado que tal hecho le resultaría evidente a cualquier persona de una inteligencia normal. Quizás en Vandeen los promedios intelectuales varían.

Ratch Norren alzó la mano y se dio un pellizco en la mejilla. La mejilla era muy carnosa y rosada y estaba cubierta por un polvo rojizo. El pellizco que le propinó parecía bastante fuerte. Tuf decidió que o se trataba de un tic particularmente psicopático o era un gesto típico de Vandeen, cuyo significado se le escapaba por completo.

—Todo eso de las moscas —dijo el hombre—, es el modo de hablar en este sitio. Es un idioma. A los que no son de aquí les llaman moscas.

—Ciertamente —dijo Tuf.

—Usted ha llegado en la gran nave de guerra, ¿no? ¿La que salía en todas las noticias? —Norren no esperó a que le respondiera—. ¿Por qué lleva esa peluca?

—Estoy viajando de incógnito —dijo Haviland Tuf—, aunque al parecer usted ha logrado descubrir mi disfraz.

Norren se pellizcó nuevamente la mejilla.

—Llámame Ratch —dijo, examinando atentamente a Tuf—, El disfraz no me parece especialmente bueno. Con peluca o sin ella, sigue siendo un enorme gigantón grueso y con cara de hongo.

—En el futuro emplearé el maquillaje —dijo Tuf—. Por fortuna, ninguno de los nativos de aquí ha sido capaz de tanta perspicacia como usted.

—Son demasiado corteses para mencionarlo. La gente de S’uthlam es así. Hay tantos… La mayor parte de ellos no pueden permitirse ningún tipo de auténtica intimidad y por eso respetan mucho a los demás. En público, harán como si no le vieran y no le dirán nada, a no ser que usted deje claro que así lo desea.

—Los habitantes de Puerto S’uthlam con los que me he encontrado hasta ahora no me parecieron excesivamente reticentes, ni tampoco sobrecargados por el peso de una elaborada etiqueta —dijo Haviland Tuf.

—Oh, los hilado res son diferentes —replicó con un gesto despreocupado Ratch Norren—. Ahí arriba todo es más relajado. Oiga, ¿Puedo darle un pequeño consejo? No venda aquí esa nave suya, Tuf. Llévela a Vandeen. Le daremos un precio mucho mejor por ella.

—No entra en mis intenciones vender el Arca —replicó Tuf.

—Venga, no hace falta que se ande con tapujos conmigo —dijo Norren—. De todos modos, no tengo la autoridad necesaria para comprarla, ni tampoco los medios. Ojalá los tuviera. —Rió en voz alta. Lo único que debe hacer es ir a Vandeen y ponerse en contacto con nuestra junta de Coordinadores. No lo lamentará. —Miró a su alrededor, como si estuviera asegurándose de que los camareros seguían bien lejos y que los demás pasajeros aún soñaban bajo sus cascos. Luego bajó aún más la voz hasta convertirla en un murmullo de conspirador—. Además, incluso si el precio no fuera un factor a considerar, he oído decir que esa nave suya tiene un poder francamente terrorífico, ¿no? No querrá entregarle a S’uthlam un poder tal. No miento, créame, les aprecio, realmente les aprecio. Vengo aquí regularmente por negocios y son buena gente, si se les toma en pequeños grupos pero… Tuffer, hay tantos y lo único que hacen es reproducirse y reproducirse como si fueran unos malditos roedores. Ya verá, ya. Hace un par de siglos hubo una gran guerra local justo por eso. Los sutis estaban metiendo colonias por todas partes y comprando todas las propiedades que se les ponían a tiro y si resultaba que ya había alguien viviendo ahí lo único que debían hacer era reproducirse hasta superarles en número. Al final tuvimos que acabar con ello.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los viajes de Tuf»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los viajes de Tuf» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los viajes de Tuf»

Обсуждение, отзывы о книге «Los viajes de Tuf» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x