—Muy bien. Avísame si lo haces; mantendremos la oscuridad durante un rato. Doctor Raeker, ¿está el padre de Mina ahí?
—Sí, miss Rich —contestó el padre.
—Quizá podría decirme a mí y al doctor Raeker cuánto tardan los ojos de la gente de su raza en acostumbrarse a la oscuridad —como en otras ocasiones anteriores, Raeker se preguntó qué combinación de herencia y educación le habían dado a Rich una hija tan sorprendente. Había conocido a estudiantes diez años mayor que ella cuyas mentes estaban mucho más retrasadas…; pensaba las cosas importantes con mucha mayor rapidez que él mismo, y él no tenía sus preocupaciones…
Trajo su atención al presente cuando ella le llamó.
—Doctor Raeker, Mina no pudo ver nada. Puede ser que cinco minutos no fueran suficiente para que sus animales marinos superasen su miedo.
—Es posible —admitió Raeker—, pero también lo es que no les interese el batiscafo. Sin embargo, creo que es más lógico suponer que no has llegado al mar todavía. Será interesante, cuando la lluvia se evapore, ver si estás en un lago o encallada en tierra alta y seca. En cualquier caso, danos una descripción detallada de los alrededores cuanto antes puedas.
—Lo sé. Haré lo que pueda.
—Estamos haciendo los preparativos para que puedas hablar algo más directamente con Nick cuando estés en posición de darle indicaciones, así no que tendrás que depender de que yo retransmita tus informes. De esta forma todo será más rápido.
—Eso está muy bien. Siempre he querido hablar con él desde que le vi a usted en la sala de control del robot. Me pareció divertido. Pero ¿si él me encuentra no puedo hablar con él si no es a través de usted? ¿No tiene esta nave micrófonos y altavoces exteriores?
—Oh, sí; mister Sakiiro te dirá cómo utilizarlos. Esto es para el momento anterior a que él te encuentre.
—De acuerdo. Le llamaré de nuevo tan pronto como el agua se haya evaporado. Mina y yo estamos hambrientos —Raeker se arrellanó en su sillón y dormitó durante unos minutos; luego se dio cuenta de que él también estaba hambriento y procuró poner remedio a ello. En ese momento ya estaba realmente deseoso de dormir, pero una llamada del sistema interno de la nave le informó de que el equipo de comunicación que había solicitado ya estaba listo para su uso. Adormecido o no, tenía que comprobarlo, por lo que regresé a la sala de control del robot. Pasaron muchas horas antes de que la abandonara de nuevo.
Nick y Fagin acababan de reunirse con sus amigos en el nuevo campamento y Nick les estaba relatando a los otros los acontecimientos. Como era natural, Racker tenía que oírlos cuidadosamente; siempre cabía la posibilidad de que Nick hubiera visto las cosas de forma diferente a como las veía un observador humano. Una educación humana no les había proporcionado a los tenebritas mentes humanas.
Esta vez el informe de Nick no mostró signos de tales diferencias, pero aun así Raeker tenía que saber lo que los otros habían hecho. Dado que eso, según los planes de Nick, implicaba la fabricación de gran número de mapas, pasó varias horas escuchando los diversos informes. Era usual que los mapas se le mostraran al robot para que fueran fotografiados en el Vindemiatrix; luego, cada uno era explicado con detalle por el que lo había trazado, pues no era posible acumular toda la información en aquellas hojas semejantes al papel ni resumirla en los símbolos convencionales de mapas. Estos relatos verbales eran registrados y fijados inmediatamente por los geólogos de la tripulación. Como el área presente era muy peculiar por estar muy cerca del mar y era sumergida en gran parte todas las noches, se empleó mucho tiempo en fijarla en los mapas y cartas de los hombres. Demasiado tiempo, para ser exactos.
El relevo de Swift no había recibido una idea clara del peligro que representaba Swift, y el mismo Raeker no había pensado nada sobre el asunto desde que regresó de la sala de observación. Tampoco se le ocurrió advertir a Nick que dejara a alguien de guardia para que avisara en caso de peligro. Fue una casualidad, por tanto, que el peligro fuera advertido a tiempo.
Jane estaba relatando su informe y todos la estaban escuchando y comparando el mapa de ella con el suyo propio, cuando Betsey vio algo. Por un instante, y a bastante distancia, creyó ver algo entre los matorrales de una colina. Sabía que el profesor no podía haberlo visto; era consciente de que su equipo de visión era más potente que el de él, aunque desconocía la terminología. Su primer impulso fue gritar para advertirlo a los demás, pero, afortunadamente, antes de gritar vio con más claridad lo que había en la colina. Un instante le bastó para identificarlo. Era una criatura como ella y, dado que toda la comunidad de Fagin estaba alrededor del profesor, ello significaba que debía ser uno de los guerreros de Swift. En aquel momento no se preocupó de cómo había podido llegar tan inmediatamente tras la evaporación del agua.
Hablando muy bajo, para no interrumpir a Jane, llamó a Nick y a John, que eran los que tenía más cerca.
—No hagáis ningún movimiento que le permita saber que ha sido visto, pero uno de los habitantes de las cuevas nos está observando desde una colina que se encuentra a tres cuartos de milla al noroeste. ¿Qué podemos hacer?
Nick quedó pensativo por un momento.
—Sólo puedo ver a uno. ¿Y tú?
—Lo mismo.
—Tú conoces estos alrededores, pero yo no. ¿Es posible ir por el lado sur o el este de esa colina y dar un rodeo para llegar al otro lado sin ser visto? —John y Betsey lo pensaron durante unos segundos, reconstruyendo en sus mentes las regiones que habían puesto en los mapas desde hacía día y medio. Hablaron casi a la vez y casi con las mismas palabras.
—Sí, por ambos lados.
—Muy bien, hacedIo. Abandonad el grupo sin que se os note…; será mejor que vayáis juntos; el ganado se halla en el lado sur de la colina y creo que algunos de los animales están en su línea de visión. Podéis bajar y quitarlos de su vista, y esperemos que él piense que os dedicáis al pastoreo como todos los días. Una vez que estéis fuera de su vista prendedIo y traedIo aquí… vivo a ser posible. Me gustaría saber cómo ha llegado aquí tan pronto, y lo mismo le pasará a Fagin.
—¿Vas a decírselo a él o a los otros?
—Todavía no. Actuarán con más naturalidad si no lo saben. Además, todavía faltan un par de informes y a Fagin no le gusta que le interrumpan.
—Ya sé que eso ocurre normalmente, pero creo que este caso es especial.
—Lo sea o no vamos a sorprenderle con vuestro prisionero. Coged hachas; parece ser que les impresionan mucho y puede ser que se entreguen con más facilidad.
—De acuerdo —John y Betsey se incorporaron sobre sus patas de caminar y descendieron con naturalidad por la colina en dirección al ganado. Nadie pareció darse cuenta y Nick procuró imitar la actitud del resto cuando desaparecían de su vista.
Capítulo 7 — Adquisición; inquisición; instrucción.
Ni Raeker ni su ayudante prestaron atención a la desaparición de John y de su compañera. Estaban muy ocupados manejando las cámaras y las grabadoras. Easy y su compañero podían ver ahora al grupo de la superficie indirectamente, pero ninguno de ellos estaba lo suficientemente familiarizado con las actividades rutinarias de los pupilos de Fagin para poder notar algo fuera de lo ordinario. Por otra parte, prestaban mucha atención a los informes geográficos con la esperanza irrazonable de poder reconocer parte del paisaje descrito.
El batiscafo se hallaba ahora en lugar alto y seco. El río que les había arrastrado había desaparecido al iniciarse el día y la nave había rodado de manera poco confortable, aunque, afortunadamente, despacio, hasta el pie de un montículo que Easy había bautizado en seguida como monte Ararat. Los niños habían tenido algunos problemas, pues no era sólo su primer contacto visual con los nativos, vía la sala de observación del Vindemiatrix, sino también su primera vista de la superficie sólida de Tenebra… si se exceptúa el fondo de un lago y de un río. Estaban atentos a ambas escenas de la mejor forma que podían, uno en la ventana y otro en la pantalla, pero ambos intentando informar verbalmente al otro, con la consiguiente confusión de resultados. Su gritos llegaban a Raeker y a los que se encontraban en la sala de observación, añadiendo otro poco de confusión a la que ya reinaba allí. Racker no se atrevía a cortarlos, en parte atendiendo a su nivel de moral y en parte porque siempre era posible que el que se encontraba en la ventana pudiera dar alguna información. Esperaba que el registro de los informes de los nativos fuera inteligible a los geólogos.
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