Racker frunció el ceño. Rich pensó durante un momento que por las pantallas había visto algo que había ocurrido en Tenebra y que le preocupaba. La corriente debía tener una milla de ancha, a juzgar por el tiempo que estaban tardando en cruzarla. El diplomático permaneció en silencio y observó al robot mientras éste acababa de cruzar el río y llegaba a la otra orilla.
Todavía estaba lloviendo y, sin la antorcha de Nick, se necesitaba un foco para poder localizar las gotas que caían. Nick, a los diez minutos de estar sometido a un aire normal, comenzó a revivir; cuando volvió en sí, encontró y encendió una antorcha, el viaje volvió a ser como antes, excepto por la falta de ansiedad por Swift.
Al poco rato apareció el relevo. Raeker no quería dejar los controles, pues la situación en el planeta era muy espinosa, pero sabía que no tenía elección. Ningún ser humano podía mantenerse alerta durante toda una noche de Tenebra. Puso a su relevo al corriente de la situación, con varias referencias a lo pasado, y dejó la habitación de observación.
—No creo que pueda dormir durante un rato —comentó con Rich—. Vamos a la sala de comunicaciones y veamos cómo se las arregla Easy.
—Hace un par de horas que está dormida —contestó el padre—. Por eso vine a verle. Pero nada se pierde con probar —y añadió tras unos segundos de silencio—. Me gustaría estar allí cuando despertara —Raeker no hizo ningún comentario.
Nada nuevo había sucedido, según el oficial de vigilancia, pero ambos se pusieron a mirar a la pantalla del batiscafo. Ninguno tenía mucho que decir.
Raeker estaba bastante dormido cuando se oyó la voz de Easy.
—¡Papá! ¿Estás ahí? —Rich debía estar tan soñoliento como Raeker, pero respondió al instante.
—Sí, querida. ¿Qué ocurre?
—Nos estamos moviendo. Mina todavía está durmiendo y no quiero despertarle, pero pensé que sería mejor decírtelo.
—Dile todo lo que quieras a mister Racker, está aquí y conoce Tenebra mejor que cualquier otro.
—¿Recuerda que la primera noche cuando aterrizamos yo pensé que estábamos sobre tierra sólida y el lago se estaba haciendo más profundo?
—Sí, Easy. Decidimos que la lluvia estaba diluyendo el ácido en el que habíais caído, por lo que su densidad estaba desapareciendo y flotabais tan alto.
—Así es. Al cabo de cierto tiempo las ventanas laterales estaban tan cubiertas que ni siquiera podíamos ver la lluvia, y cada noche, antes de amanecer, la parte superior también está cubierta; estamos completamente bajo el agua.
—Usas esa palabra un poco a la ligera, pero entiendo lo que quieres decir. Me imagino que en ese caso no podrás ver nada. ¿Cómo sabes que os estáis moviendo?
—Podemos verlo con las luces encendidas; estamos en el fondo de un lago o un océano o lo que quiera que sea, y las luces iluminan rocas y cosas extrañas que imagino serán plantas. Pasamos por encima de ellas lentamente, como si botáramos, y la nave se golpea un poco de cuando en cuando. Puedo oír los golpes cada vez que chocamos.
—Muy bien, creo que no es nada que pueda preocuparnos, aunque me gustaría saber a qué se debe el cambio con las cinco últimas noches. Cuando venga la luz del día el agua extra se evaporará y flotaréis de nuevo como de costumbre, suponiendo que estéis todavía en un lago u océano. Si, como parece más probable, vais por un río, encallaréis en tierra firme cuando el agua se evapore. Si ése es el caso, al menos mañana tendréis un paisaje más interesante.
»El único problema que tenemos es cómo localizaros. Si vais a iniciar un viaje por los alrededores todas las noches, el dirigir a nuestra gente hacia vosotros no va a resultar fácil. Tendréis que darnos toda la información que podáis sobre los alrededores para que podamos pasársela a Nick y a sus amigos. Has sido muy gentil al llamarnos en el mismo momento en que descubriste que os estabais moviendo.
—Gracias, doctor. Mantendremos nuestros ojos abiertos. Quiero conocer a su amigo Nick.
—Estamos haciendo todo lo que podemos para que lo logres. Si, tal como supusimos, aterrizasteis a unas cuantas docenas de millas del robot, hay muchas posibilidades de que seáis arrastrados al mismo océano que les causó problemas a mis amigos hace un par de noches; tenemos buenas razones para sospechar que los océanos no son muy grandes en Tenebra, al menos según los estándares de la Tierra, así que el poneros en contacto no nos llevará mucho tiempo.
—Quizá sea mejor que me quede despierta durante un rato para poderle informar si sucede algo especial, y luego dejaré a Mina de vigilancia mientras yo duermo.
—Me parece muy bien. Nosotros siempre tenemos a alguien aquí a la escucha —Raeker cortó el micrófono y miró a Rich. El diplomático lo miraba con intensidad.
—¿En qué proporción dijo eso para animar a Easy y en qué otra para animarme a mí?
—Procuré que sonara lo mejor posible —admitió Raeker—, principalmente por los niños. Sin embargo, no mentía. Estoy bastante seguro de que podré conducir a mi gente hasta el batiscafo pronto; aunque admito que estoy menos seguro de lo que podrán hacer una vez que lo hayan encontrado. Recuerde que no tenemos la más ligera idea de las condiciones exteriores de esa máquina; tendremos que esperar el informe de Nick antes de decidir las instrucciones que le daremos.
Rich miró duramente al biólogo durante un momento, pero luego se relajó.
—Parece razonable —dijo. Si había pensado decir algo más se lo cayó.
—¡Pero no me parece razonable a mí —la voz aguda no necesitaba identificación—. Todos los seres humanos de este lugar están diciendo un montón de sinsentidos con eso de enseñar a un puñado de salvajes a arreglar una máquina que se encuentra a dos mil años por delante de su cultura, arriesgando así no sólo una vida humana sino otra drommiana. Es el mayor sinsentido que he oído en mi vida. Nadie que tenga tres años de edad dejará de comprender que sólo otro batiscafo tiene la mínima oportunidad de conseguir llevar a cabo el rescate, pero no he oído una sola palabra de esa actividad. Imagino que los hombres pondrán los gastos por delante de las vidas.
—No he oído ningún mensaje proponiendo una actividad por parte de los drommianos —le espetó Racker—. Había oído decir que tienen una capacidad industrial por lo menos igual a la de la Tierra, y no está ni a un paseo de Altair. Pero imagino que los drommianos no se molestan en arreglar una situación que piensan que ha sido causada por otro, aunque haya vidas implicadas en ello.
Ninguno de los seres humanos presentes podía decir cómo reaccionaria Aminadabarlee ante esto; pero Rich no le dio tiempo a decir nada.
—Doctor Raeker, se está olvidando de su trabajo —dijo agudamente—. Si el canciller Aminadabarlee tiene a bien acompañarme discutiré con él cualquier cosa valiosa que pueda estar oculta en sus palabras, así como la valiosa sugerencia que ha hecho. Si usted tiene algún otro pensamiento cortés que decir, dígamelo a mí. Por favor, señor, venga conmigo —los diplomáticos salieron y el oficial de vigilancia miró con inquietud a Raeker.
—No debe hablar al drommiano de esa forma —se atrevió a decir al fin.
—Lo sé —contestó Raeker—. Rich me lo acababa de decir hace unos momentos. No me gusta hacerlo, pero me pareció que Rich necesitaba que algo le distrajese su atención de su hija.
—Ha sido muy arriesgado. Podría convertir fácilmente a toda su raza en tan antiterrestre que todo ser humano que fuera comerciante fuera del sistema solar tendría que abandonar sus negocios.
—Todo el mundo parece sentir eso —contestó el biólogo con cierta inquietud—. No puedo creer que las cosas sean realmente tan críticas. Puede ser que yo fuera un poco desagradable. De cualquier forma, Rich y el drommiano estarán ocupados durante un rato; vamos a concentrarnos en sacar a esos niños del apuro. Después mantendré mi nariz fuera de los asuntos interraciales.
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