• Пожаловаться

James BeauSeigneur: Los actos de Dios

Здесь есть возможность читать онлайн «James BeauSeigneur: Los actos de Dios» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию). В некоторых случаях присутствует краткое содержание. категория: Фантастика и фэнтези / на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале. Библиотека «Либ Кат» — LibCat.ru создана для любителей полистать хорошую книжку и предлагает широкий выбор жанров:

любовные романы фантастика и фэнтези приключения детективы и триллеры эротика документальные научные юмористические анекдоты о бизнесе проза детские сказки о религиии новинки православные старинные про компьютеры программирование на английском домоводство поэзия

Выбрав категорию по душе Вы сможете найти действительно стоящие книги и насладиться погружением в мир воображения, прочувствовать переживания героев или узнать для себя что-то новое, совершить внутреннее открытие. Подробная информация для ознакомления по текущему запросу представлена ниже:

James BeauSeigneur Los actos de Dios

Los actos de Dios: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los actos de Dios»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tras las catástrofes que diezmaron a la población mundial, esta se encuentra dividida entre los seguidores del nuevo Mesías y los fundamentalistas que parecen no entender que la humanidad se encuentra en un nuevo paso evolutivo. Pero todo lo que hasta ese momento se ha desvelado como cierto es en realidad una profunda decepción que impulsará inexorablemente a la comunidad internacional a enfrentarse al mayor reto de la historia: el Apocalipsis, la batalla final entre el bien y el mal, una batalla que todavía no ha sido escrita…

James BeauSeigneur: другие книги автора


Кто написал Los actos de Dios? Узнайте фамилию, как зовут автора книги и список всех его произведений по сериям.

Los actos de Dios — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los actos de Dios», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La inflexión en su voz indicaba que Decker había concluido el comunicado, y mientras volvía a plegar el papel para guardárselo de nuevo en el bolsillo, le sorprendió que nadie tuviese ninguna pregunta que hacer. Pero se equivocaba, porque los reporteros las tenían a cientos, sólo se estaban tomando su tiempo para procesar lo que acababan de escuchar.

El desconcierto que reflejaban sus rostros explicaba su pasividad, pero Decker no se dio cuenta y empezó a despedirse. El ademán bastó para remover las aguas y romper el muro de contención. A la primera pregunta, lanzada por alguien desde la parte de atrás, le sucedió al instante una cascada de interrogantes. Como no se había establecido un turno de preguntas, Decker se limitó a contestar primero a los que gritaban más alto.

Sí, Christopher había estado clínicamente muerto.

Sí, por supuesto que lo que quería decir era que Christopher era el clon de Jesucristo.

Sí, estaba diciendo que Christopher era el hijo de Dios, igual que Jesús. (Esta afirmación no cayó bien entre los periodistas judíos presentes, pero no era el momento de abrir una discusión sobre el asunto.) Nadie tenía razones para cuestionar o preguntar más detalladamente sobre aquella relación -que Christopher le había revelado en el avión-, y Decker no tenía intención alguna de dar pistas. Era Christopher el que debía explicarlo, y lo iba a hacer muy pronto.

– ¿Y qué hay de su brazo y de su ojo? -gritó uno de los periodistas.

– Aunque Christopher posee el poder necesario para recuperar ambos -repuso Decker-, ha hecho promesa de no hacerlo hasta no haber completado su misión.

– ¿Cuál es esa misión? ¿Por qué ha venido el embajador Goodman al Templo? -chilló alguien. Casi todos los periodistas callaron al instante; todos querían escuchar la respuesta.

Decker se quedó pensando un momento.

– Lo cierto es que hay varias razones -dijo-. La primera, y más importante de todas, era poner fin al reinado de terror de esos dos hombres, Juan y Saul Cohen. Eso, como habrán comprobado, ya lo ha hecho. Además, ha venido al Templo porque supongo que es el lugar más apropiado para hacer el anuncio que tiene pensado.

– ¿Qué anuncio es ése? -gritó un periodista, al tiempo que otro exclamaba-: ¿Puede adelantarnos lo que va a decir el embajador Goodman?

– Va a dirigirse a la población mundial para hablar sobre el destino de la humanidad.

* * *

Christopher y Milner subieron otros tres pequeños tramos de escalones, franquearon la puerta Hermosa y entraron en el patio de las Mujeres. Pocas horas antes, el atrio había sido el centro de actividad del Templo. Ahora sólo se oía el eco de los pasos en el suelo de piedra, mientras Christopher y Milner caminaban en silencio hacia la ancha escalinata semicircular del extremo oeste del atrio. En lo alto de la escalera, la majestuosa puerta de Nicanor, de dieciocho metros de ancho y casi veintitrés de alto, se elevaba por encima de los muros dibujando un arco, y daba paso al patio de Israel.

Sólo los judíos varones tenían autorizado el acceso a esta zona del patio interior. A diferencia del patio de las Mujeres, un atrio de planta cuadrada a cielo abierto, el patio de Israel era estrecho y cubierto, rodeaba el núcleo del Templo, y contenía numerosas columnas. Contra los muros del patio de Israel se alineaban varias estancias, que se empleaban como almacenes o para celebrar reuniones, y que reducían aún más el espacio abierto.

El tercer y último atrio, el patio de los Sacerdotes, se elevaba aproximadamente un metro sobre el patio de Israel. Aunque lindaba con éste sin muro de separación alguno, el acceso de los legos al patio de los Sacerdotes sólo era posible si traían algún sacrificio. El resto del tiempo, la entrada estaba limitada a los sacerdotes y los levitas. En la puerta de acceso al patio de los Sacerdotes había cuatro mesas esculpidas en piedra, sobre las que descansaban los cadáveres desangrados de media docena de corderos y cabritos, que habían quedado allí abandonados cuando los sacerdotes y levitas fueron conducidos fuera del Templo. El olor a sangre, a incienso y a grasa animal chamuscada seguía llenando el aire. Al norte y al sur de la puerta había ocho mesas más, que presentaban un estado parecido.

En el centro del extremo oriental del patio de los Sacerdotes, el altar del Sacrificio se levantaba seis metros del suelo a modo de pirámide escalonada, compuesta por cuatro enormes piedras sin desbastar, porque de acuerdo con uno de los mandamientos no podían haber sido tocadas jamás por herramientas de metal. [2]Una escalera en la cara oriental del altar permitía ascender a los pisos superiores. La piedra angular, a la que los sacerdotes y los levitas llamaban Ariel, medía más de seis metros cuadrados y, al igual que la piedra sobre la que descansaba, tenía dos metros de espesor. En esta piedra ardía la hoguera de los holocaustos, donde se quemaban las ofrendas. Debido a la ausencia de los sacerdotes, el fuego se había consumido y ya sólo quedaban rescoldos.

Desde las cuatro esquinas de la piedra angular del altar, apuntaban hacia el cielo cuatro protuberancias en forma de cuerno, de cincuenta centímetros de largo. Era en estos cuernos, y en el altar, donde los sacerdotes derramaban la sangre de los animales degollados como sacrificio. Alrededor de la base del altar discurría un sumidero, de cincuenta centímetros de ancho y cincuenta centímetros de profundidad, con un reborde de veintitrés centímetros y una capacidad total de más de once mil litros, que servía para recoger la enorme cantidad de sangre que se derramaba sobre el altar en los días más concurridos. Los sacerdotes y los levitas habían sido conducidos fuera del Templo poco más de una hora después de haber comenzado la jornada, de modo que el sumidero no acumulaba más que unos pocos centímetros de sangre coagulándose y atrayendo a las moscas.

Justo detrás del altar, en la sección más occidental del patio de los Sacerdotes, estaba situado el Santuario. Éste era el destino final de Christopher, pero Milner y él tenían que cumplir con otra misión antes de seguir adelante. Christopher encontró rápidamente lo que buscaba y, con un gesto, le señaló a Milner sus intenciones.

– Hemos de asegurarnos de que no vuelvan a sacrificarse aquí más animales para satisfacer la sed de sangre de Yahvé. Debemos profanar el altar para que no pueda ser utilizado nunca más.

Con Milner siguiéndole de cerca, Christopher se aproximó al lugar donde había visto varias palas de latón, que los sacerdotes utilizaban para recoger la ceniza. Cogieron una cada uno y se fueron hasta un montón de estiércol que aguardaba a ser retirado cerca de las mesas de sacrificio. Apañándose con un solo brazo, Christopher llenó una palada, se acercó al altar y la vació sobre uno de sus costados. Luego, entre ambos, repitieron el gesto hasta que hubo desaparecido el montón y el altar estuvo sucio de estiércol, y para terminar golpearon las palas de latón contra cada una de las cuatro piedras del altar.

– Con eso bastará -dijo Christopher, que sabía que la ley judía prohibiría para siempre jamás que aquellas piedras profanadas fueran utilizadas como altar.

Rematada la faena, Christopher y Milner se adentraron en el Santuario. A vista de pájaro, el Templo propiamente dicho se levantaba sobre una planta en forma de T, resultado del compromiso al que habían llegado los que querían reconstruir el Templo a partir de los planos del profeta Ezequiel y los que querían recrear el diseño del Templo de Herodes. Medía cincuenta y tres metros en la parte más ancha, treinta y dos en la más estrecha, y se alzaba otros cincuenta y tres metros sobre el patio de los Sacerdotes. Flanqueaban la entrada, a derecha e izquierda, dos fabulosos pilares exentos de bronce, a los que los sacerdotes se referían como Jaquim y Boaz respectivamente.

Читать дальше
Тёмная тема

Шрифт:

Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los actos de Dios»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los actos de Dios» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё не прочитанные произведения.


Patrick Rambaud: La batalla
La batalla
Patrick Rambaud
Rosa Ribas: Entre Dos Aguas
Entre Dos Aguas
Rosa Ribas
John Connolly: Los amantes
Los amantes
John Connolly
Maite Carranza: La Maldición De Odi
La Maldición De Odi
Maite Carranza
Ted Dekker: Verde
Verde
Ted Dekker
Отзывы о книге «Los actos de Dios»

Обсуждение, отзывы о книге «Los actos de Dios» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.