Gueorgui Martinov - Guianeya

Здесь есть возможность читать онлайн «Gueorgui Martinov - Guianeya» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Город: Moscú, Год выпуска: 1974, Издательство: Editorial MIR, Жанр: Фантастика и фэнтези, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Guianeya: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Guianeya»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La aparición cerca de la Tierra de dos enigmáticos satélites invisibles provocó inquietud entre los científicos. Fracasaron los intentos de acercarse a estos satélites, pues éstos escaparon de toda persecución. A poco tiempo otro enigma emocionó al mundo: en el observatorio cósmico ubicado en uno de los sateróides apareció una muchacha de otro mundo. Se podia suponer que Guianeya ayudaría a descubrir el enigma de los misteriosos satélites, pero callaba aunque sabia que los satélites amenazaban la vida de la Humanidad. Además se reveló que Guianeya conocía el español, pero se empeñaba en ocultarlo…
La nueva novela de ficción de Martínov, de trama amena y sugestiva, trata acerca del humanismo y del triunfo del intelecto de las personas del futuro.
Georgui Martinov nació en 1906. A los catorce años empezó a trabajar en una fábrica como aprendiz de electricista. Luego terminó por correspondencia una escuela superior para alcanzar el título de ingeniero.
En 1953 apareció el primer libro de Martínov «220 días en una astronave». Después publicó las novelas «Caliste», «La hermana de la tierra», «Encuentro a través de los siglos», «Los calistianos» y «Guianeya», en las que desarrolla la idea sobre el posible encuentro de los habitantes de la Tierra con los representantes de civilizaciones de otros mundos del futuro.
La presente obra fue editada en español dos veces y obtuvo gran popularidad.
Cumpliendo numerosas peticiones del lector latinoamericano la editorial Mir la ha reeditado este año.

Guianeya — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Guianeya», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

¡Por qué ocurrió esto? ¿Es que es posible que el aparato automático cibernético pueda «dejar escapar» nuestra primera aproximación? ¿Es que estaba durmiendo? Sólo encuentro una explicación a este hecho mucho más que extraño. Esto podía ocurrir únicamente si la señal fuese enviada no por un aparato automático, sino por un ser vivo.

Pero en este caso la enviaría no desde el satélite sino fuera de él. Veo que alguno de ustedes quiere objetar algo. Esperen un poco a que termine de exponer mis ideas, y entonces… Propongo establecer de una vez y para siempre de dónde procedió la señal.

Esto se puede hacer por medio de la radiogoniometría. Claro está que para localizar un transmisor que está instalado en el espacio, son insuficientes las dos líneas corrientes, necesitamos tres. Para esto tenemos que enviar tres naves que registren la misma señal.

A propósito, según mis cálculos, la única línea que ya poseemos no ha pasado por el punto donde en aquel momento se encontraba el segundo satélite. Ahora pasemos al primer punto de partida. Nos hemos convencido de que el satélite permite acercarse mucho a la astronave, y solamente entonces se aleja de ella. Repito otra vez que esto demuestra la escasa sensibilidad de sus aparatos, por lo cual, no debemos alterarlos con una. Nos acercaremos al satélite a una distancia que no ofrezca peligro y lo demás lo realizarán las personas con escafandras. Se puede decir con toda seguridad que los aparatos del satélite no sentirán la aproximación de una masa tan pequeña como el hombre.

— ¿Cuál es el papel que usted destina a estas personas? — preguntó Matthews.

— El de examinar el satélite, aclarar de qué está hecho, por qué es invisible, y, por fin, tratar de penetrar en su interior.

— ¿Usted considera que este intento podrá llevarse a cabo?

— No estoy muy seguro de ello.

— ¿Usted piensa que la aparoximación al satélite está exenta de todo peligro?

— Sobre esto — Murátov se encogió de hombros — no puedo contestar nada. Es muy posible que sea peligroso. Si me lo confían, intentaré hacerlo.

— ¿Usted mismo?

— Claro. No podría proponer a nadie una cosa para la cual no estoy preparado yo mismo.

— De lo que usted nos ha dicho se puede deducir que está personalmente seguro, de que los satélites los dirigen personas, en el sentido de «seres racionales» — dijo Sinitsin, que en las reuniones oficiales, en presencia de numerosos científicos y reporteros no consideraba posible llamar a su amigo de tú —. ¿Entonces cómo explica usted, que el satélite, que perseguimos en la «Titov», cambiara la dirección del vuelo de una forma tan desordenada? ¿Por qué no se alejó inmediatamente de nosotros a una gran distancia?

Puesto que nos persuadimos de que podía volar más rápidamente que la «Titov». ¿Por qué esperó nuestra aproximación y sólo después se alejó? ¿Es que esto no tiene algo de parecido a la reacción de un mecanismo irracional? Si hubiéramos tenido que ver algo con un ser racional esto sería algo parecido al juego del gato y el ratón.

— Puedo contestar a esto diciendo que las personas que dirigían los satélites no quisieron que nosotros sospecháramos su existencia. Entonces la supuesta acción ilógica es un enmascaramiento sencillo. Pero contestaré de otra forma. En el satélite hay establecido un aparato que conecta el motor, indiferentemente hacia adelante o hacia atrás ante la aproximación de una masa extraña. Cuando se acercan él se aleja. Sin embargo puede aproximarse el mismo «amo» del satélite. Aquí, según mi criterio se encuentra la causa del hecho raro, de que la señal llegara después de nuestra segunda aproximación. Esta fue la orden de continuar evitando el encuentro. Si se hubiera aproximado la astronave de los «amos» entonces no habría señal y el satélite no se movería de su sitio. Y lo restante se explica según el criterio de ustedes: la reacción de un mecanismo irracional — terminó Murátov sonriéndose casi imperceptiblemente.

— ¿En dónde se encuentran estos «amos»?

— Para saber esto propongo realizar localizaciones. Pero quisiera que me comprendieran bien. Yo no he afirmado categóricamente que las señales las dé un ser vivo. En este caso el «amo» puede ser un cerebro electrónico. Sencillamente a mí me parece, que en un sitio cercano, claro está relativamente, se encuentra el «amo vivo».

— Para nuestros objetivos es indiferente, a fin de cuentas, que sea electrónico o vivo — dijo Stone —. Es seductora la proposición del camarada Murátov de que sean personas las que examinen el satélite. Lo mismo que él, yo estoy dispuesto a realizarlo. Se sobreentiende que antes mandaremos un robot.

Ambas proposiciones de Murátov fueron aprobadas después de una corta discusión que se refirió fundamentalmente a los detalles técnicos.

Cuando se discutió la cuestión de qué aparatos precisamente era necesario establecer en las tres naves para los trabajos de localización en unas condiciones tan poco corrietes surgió una idea más. Era tan sencilla y natural que incluso nadie se dio cuenta a quién se le ocurrió. Puesto que era exactamente conocida la longitud de onda en que fue transmitida la señal al satélite y no había fundamento para pensar que podría cambiarse en el segundo o tercer caso, ¿no estaría bien impedir la transmisión y de esta forma obligar al satélite a que «no la oyera», y, por lo tanto, a no moverse de su sitio? La realización técnica de las interferencias de radio no representaba ninguna dificultad.

— En resumen — dijo Stone, clausurando la reunión — nuestro plan se reduce a lo siguiente. Rodearán al satélite tres naves. La «Titov», como la primera vez, se aproximará mientras no surja la señal. Después de que haya sido realizada la localización enviaremos un robot explorador, y si la aproximación transcurre felizmente a continuación saldrán dos personas. Si a pesar de todo el satélite se marcha, haremos un intervalo de varios días.

En la tercera expedición emplearemos las interferencias de radio. En el caso extremo, si todos los esfuerzos resultan vanos, destruiremos los dos satélites enviándoles cohetes cargados de antigás.

Todo se repitió con exactitud.

Cuando Véresov, lo mismo que la primera vez, llevó la «Titov» lentamente y con precaución cerca del satélite invisible, la aguja del gravímetro comenzó a moverse hacia la derecha marcando la presencia de su masa. Al igual que varios días antes al llegar a la misma división de la escala, se detuvo oscilando y… con rapidez se inclinó a la izquierda.

La estación de tierra confirmó: ¡El satélite marcha velozmente hacia adelante!

Repetía lo mismo de antes y esto ofrecía esperanzas para el éxito del plan pensado.

— ¡Comience la segunda aproximación! — ordenó Stone.

Murátov tuvo que reconocer que estaba emocionado. Según su teoría la señal de radio tenía que tener lugar en la segunda aproximación. Si apareciese en la tercera o en la cuarta tenía que reconocer su error. Nada de vergonzoso había en esto, pero no era muy agradable. Víktor sintió la mirada irónica de Serguéi y frunció el ceño.

Pasó una hora y la aguja del gravímetro se animó. En un lugar próximo volaba de nuevo el explorador enigmático del mundo extraño.

No soló Murátov estaba emocionado, lo estaban todos y se lo ocultaban uno a otro. Un sentimiento parecido al chovinismo, imperceptible para las personas, surgió en sus conciencias. ¿Era posible que la potente técnica de la Tierra no pudiera vencer la tesonería de esa técnica ajena que no quería descubrir sus secretos? ¿Era posible que las personas no pudieran obligarla a que lo hiciera?

Aunque había sido decidido destruir los dos satélites en caso de repetirse el fracaso, cada uno para sí no creía que, en realidad, esto se llevaría a cabo. ¡No! ¡Era necesario buscar y buscar! ¡Y buscar hasta conseguir un triunfo completo!

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Guianeya»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Guianeya» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Guianeya»

Обсуждение, отзывы о книге «Guianeya» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x