La cárcel estaba en silencio, y aunque las celdas de los hombres se hallaban en esa parte del edificio, Wentik no escuchó un solo ruido. Quizá los ocupantes estuvieran durmiendo. Llegó a la escalera principal, bajó rápidamente y salió.
Hacía frío. Un viento desapacible soplaba en la pradera.
Wentik se estremeció, y se apretó la bata blanca al pecho. El cielo estaba despejado y las estrellas fulguraban. Inició la marcha por el contorno del edificio, hacia la esquina suroeste.
La permanente insistencia de Astourde en el trabajo del científico seguía siendo motivo de intriga para éste. Resultaba difícil entender qué relación tenía su trabajo con la situación actual, pero eso podía explicarse bien por falta de comprensión de Astourde en cuanto a lo que Wentik había hecho, o bien por algo que el trabajo del científico anticipaba.
Wentik meditó en el proceso de pensamiento de Astourde para relacionar las dos cosas. Era posible que hubiera tenido cierta instrucción científica. Sólo un poco, no demasiada. Su interés en el trabajo anterior de Wentik era anormal, aunque sólo fuera porque lo que él había estado haciendo tenía un misterioso interés académico. Por lo tanto Astourde debía de haberse hallado en cierta posición que le permitía acceso normal a los documentos que Wentik había publicado. De otro modo, ¿cómo pudo haber llegado a conocerlos?
Durante sus primeros días de trabajo para la Genex Corporation, Wentik había realizado una investigación sobre lo que podía ser denominado vagamente como la química de la cordura. Si tal descripción era imprecisa, resultaba entonces apropiada, puesto que el campo de Wentik no estaba relacionado realmente con la investigación del funcionamiento del cerebro humano. El científico había estado más interesado por los factores externos de la locura, cómo ciertas ideas o imágenes producían distorsiones en el pensamiento racional. Cómo incluso factores accidentales tales como ambiente o dieta podían afectar la cordura en último término. Su trabajo de aquella época había sido esencialmente exploratorio, sin objetivo concreto en perspectiva. No necesitaba gastar mucho dinero en su tarea, y disponía de recursos prácticamente ilimitados para los experimentos. La universidad inglesa a la que había estado vinculado no había podido facilitar tales recursos, y con una sensación de remordimiento transitorio, Wentik había volado a Minneápolis para un período de prueba de seis meses.
Si todo iba bien, su familia habría de seguirle al final de aquel período.
Los escasos documentos que Genex le habría permitido publicar habían sido los que llegaron a manos de Astourde. Pero si el difunto hubiera trabajado en algún campo mínimamente afín al de Wentik, habría dispuesto del suficiente cacumen científico para comprender que lo que se denominaba locura en términos generales no correspondía a una descripción científica.
Locura es una definición legal, no médica.
En el transcurso de aquella enigmática conversación con Johns, el individuo había dicho que Astourde 'culpaba' a Wentik de lo que sucedía allí. Tal cosa podía ser interpretada en el sentido de que por alguna finalidad personal incierta estaba allí, pese a que de hecho quien lo había traído con apoyo oficial fuera Astourde, tal vez para imponer algún tipo de castigo. ¿Explicaría eso el interrogatorio?
El factor más sorprendente era que aunque se diera por garantizado que Astourde había leído y entendido correctamente el trabajo de Wentik, y que su trabajo tenía una relación lógica con el distrito Planalto, entonces debía haber existido una muestra considerable de pensamiento deductivo para relacionar las dos cosas.
Wentik meneó la cabeza. No creía que Astourde fuera capaz de tal cosa. Por mucho que hubiera sabido de la investigación de Wentik para la Genex, no podía haber tenido concepción alguna de lo que el científico estaba haciendo en la Concentración.
Cuatro meses después de que Wentik hubiera empezado a trabajar en Minneápolis, representantes de un departamento de investigación gubernamental se habían dirigido a él y le habían ofrecido el puesto en la Antártida. Genex estuvo de acuerdo en dejarlo libre por el tiempo necesario, y el gobierno estaba ansioso por facilitarle los medios requeridos. Wentik no se quedó corto; exigió y recibió un laboratorio completo, un equipo de ayudantes muy entrenados y total independencia, y pocas semanas más tarde se encontró a doscientos metros bajo la capa de hielo de la Antártida.
La principal desventaja del asunto, desde el punto de vista de Wentik, era la prolongada separación de su familia. Pero su esposa lo había tomado con filosofía; ya resignada a seis meses de separación, la mujer había creído que un poco más no afectaba a la larga.
En la Concentración su trabajo había tomado un nuevo rumbo. En lugar de limitarse a experimentar con posibles causas que afectaran sobre la cordura, Wentik empezó a localizar agentes positivos.
Trabajando al principio con derivados de la escopolamina, Wentik había tratado de encontrar un paralelo químico con la obra de Pavlov. El fisiólogo ruso había dedicado su vida a la ciencia del adoctrinamiento, experimentando con perros de un modo tal que al cabo de una prolongada serie de estímulos los animales se comportaran de acuerdo con ciertas formas predeterminadas. El medio condicionante de Pavlov había sido la experiencia emotiva; luces intermitentes, shock eléctrico, inanición y otros tipos de intimidación. Sus métodos dieron resultado con el paso del tiempo, pero lo que Wentik deseaba era encontrar un atajo químico del proceso. Lo que tres meses de instrucción refleja podían enseñar a un perro o a una rata, Wentik lo redujo a tres días, en condiciones de laboratorio, mediante inyecciones intracorticales. Al cabo de unas semanas de trabajo, Wentik logró que en dos días las ratas de su laboratorio pasaran de sabandijas feroces y carnívoras a dóciles y zalameros animalitos.
Otras dos ratas, acondicionadas mediante los métodos de Pavlov, no mostraron progreso significativo desde el principio del experimento.
Pero por lo que a Wentik concernía, su trabajo se hallaba aún en las etapas preliminares. Para empezar, el compuesto se suministraba por inyección, y tanto N'Goko como él deseaban conseguir los efectos con sólidos o gases. Y la segunda complicación, con mucho la más grave, fue que si se suministraba la droga con la potencia que se requería para que actuara efectivamente, entonces, invariablemente, el sujeto moría poco después.
Aunque el mismo Wentik se había inyectado la droga, sabía que las cantidades que había recibido estaban lejos de ser tóxicas; pero de la misma forma, sabía que no eran suficientemente fuertes para afectarlo del modo pretendido.
De hecho se trataba de un método para aumentar la inteligencia humana, aunque si se administraba incorrectamente podía ser extremadamente peligroso. Un hombre que tomara el compuesto con la potencia adecuada perdería su identidad, se volvería amnésico, quizá retrocedería a un estado salvaje o bestial. Por otro lado, el mismo individuo sometido a los estímulos apropiados podría ser condicionado para una identidad enteramente nueva.
Era una novedad de potencial devastador y que, si Wentik hubiera podido terminar su trabajo, quizás habría alterado por completo los métodos existentes de detección criminal, adoctrinamiento político o enseñanza religiosa.
Pero no hubo medio por el que Astourde hubiese podido saberlo. En el tiempo que Wentik había estado en la Concentración no tuvo contacto con el mundo exterior aparte de una carta semanal a su esposa, y en esas cartas rara vez mencionaba su trabajo. Sólo N'Goko y el resto de sus ayudantes conocían las implicaciones del trabajo, pero estaban tan aislados en la Concentración como el mismo Wentik.
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