Tess Gerritsen - El cirujano

Здесь есть возможность читать онлайн «Tess Gerritsen - El cirujano» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El cirujano: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El cirujano»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Un asesino silencioso se desliza en las casas de las mujeres y entra en las habitaciones mientras ellas duermen. La precisión de las heridas que les inflige sugiere que es un experto en medicina, por lo que los diarios de Boston y los atemorizados lectores comienzan a llamarlo «el cirujano». La única clave de que dispone la policía es la doctora Catherine Cordell, víctima hace dos años de un crimen muy parecido. Ahora ella esconde su temor al contacto con otras personas bajo un exterior frío y elegante, y una bien ganada reputación como cirujana de primer nivel. Pero esta cuidadosa fachada está a punto de caer ya que el nuevo asesino recrea, con escalofriante precisión, los detalles de la propia agonía de Catherine. Con cada nuevo asesinato parece estar persiguiéndola y acercarse cada vez más…

El cirujano — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El cirujano», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Me pregunto qué pensarían los aztecas de nosotros.

Aquí sentado, en mi ámbito estéril, vestido de blanco, las manos enguantadas para protegerlas de un derrame accidental. Qué lejos nos hemos desviado de nuestra naturaleza esencial. La sola visión de la sangre hace que algunos hombres se desmayen, y la gente se afana por ocultar semejantes horrores a los ojos del público, lavando las aceras donde se ha derramado sangre, o cubriendo los ojos de los niños cuando la violencia erupciona en la televisión. Los seres humanos han perdido contacto con lo que son, con quiénes son.

Algunos de nosotros, sin embargo, no lo hemos hecho.

Caminamos entre el resto, normales en todo sentido; tal vez somos más normales que cualquiera porque no nos permitimos ser envueltos y momificados con las vendas asépticas de la civilización. Vemos sangre y no nos apartamos. Reconocemos su pulida belleza; sentimos su llamado primitivo.

Todo el que pasa conduciendo su auto cerca de un accidente y no puede evitar mirar la sangre entiende esto. Bajo la revulsión, bajo la necesidad de apartar la mirada, palpita una fuerza mayor. Una atracción.

Todos queremos mirar. Pero no todos lo reconocemos.

Es solitario el caminar entre los anestesiados. Por las noches, vagabundeo por la ciudad y respiro un aire tan espeso que casi puedo verlo. Calienta mis pulmones como un almíbar hirviente. Analizo las caras de la gente en la calle, y me pregunto cuál de ellos es mi querido hermano de sangre, como lo fuiste tú alguna vez. ¿Hay alguien más que no haya perdido contacto con la antigua fuerza que fluye en todos nosotros? Me pregunto si nos podríamos reconocer mutuamente si nos cruzáramos, y temo que no podríamos, porque nos hemos ocultado profundamente bajo la capa que nos hace pasar por normales.

Así es que camino solo. Y pienso en ti, el único que pudo entender algo.

Diecisiete

Como médica, Catherine Cordell había visto la muerte tantas veces que su rostro le resultaba familiar. Había mirado la cara de un paciente y observado su vida apagándose en sus ojos, volviéndolos vacíos y vidriosos. Había visto la piel palidecer hasta el gris, el alma en retirada, escurriéndose como la sangre. La práctica de la medicina es tanto sobre la muerte como sobre la vida, y Catherine hacía tiempo que había conocido a la muerte en los restos de un paciente que comenzaba a enfriarse. No les tenía miedo a los cadáveres.

Sin embargo, cuando Moore dobló en la calle Albany y ella vio el bien mantenido edificio de ladrillos de la Oficina Forense, sus manos comenzaron a transpirar.

Él estacionó en un predio detrás del edificio, cercano a una camioneta blanca con las palabras «Estado de Massachusetts, Oficina Forense» impresas en un costado. Ella no quería bajar del auto, y sólo cuando Moore lo rodeó para abrirle la puerta, finalmente salió.

– ¿Estás preparada para esto? -preguntó.

– No es lo que más deseo -admitió-. Pero terminemos con el asunto.

Aunque había presenciado docenas de autopsias, no estaba del todo preparada para el olor de la sangre y los intestinos puncionados que la asaltó mientras se acercaban al laboratorio. Por primera vez en su carrera como médica, pensó que se descompondría ante la visión del cuerpo.

Un hombre mayor, con los ojos protegidos por una antiparra plástica, se volvió para mirarlos. Ella reconoció al médico forense, el doctor Tierney Ashford, a quien había visto en una conferencia de patología forense seis meses atrás. Las fallas de un médico cirujano eran a menudo temas que terminaban sobre la mesa de autopsias del doctor Tierney, y ella había hablado con él por última vez hacía un mes, en relación con las perturbadoras circunstancias que habían rodeado la muerte de un niño con el bazo roto. La amable sonrisa del doctor Tierney contrastaba en forma notable con los guantes estriados de sangre que llevaba puestos.

– ¡Doctora Cordell! Es bueno volver a verla. -Hizo una pausa, como si la ironía de esa declaración lo hubiera impactado-. Aunque hubiera sido mejor en otras circunstancias.

– Ya comenzó a cortar -observó Moore desconcertado.

– El teniente Marquette quiere respuestas inmediatas -dijo Tierney-. Cuando los policías disparan, la prensa se les prende de la garganta.

– Pero yo llamé precisamente para concertar esta visita.

– La doctora Cordell ya ha visto otras autopsias. Esto no es nada nuevo para ella. Sólo déjenme terminar con esta escisión y ella podrá echarle un vistazo a la cara.

Tierney concentró su atención en el abdomen. Terminó de separar con el escalpelo el intestino delgado y lo depositó en un recipiente de acero. Luego se apartó de la mesa y le hizo a Moore un gesto de asentimiento.

– Adelante.

Moore tocó el brazo de Catherine. Ella se acercó a duras penas al cadáver. Al principio se concentró en la incisión abierta. Un abdomen abierto era territorio conocido, los órganos como marcas impersonales, fragmentos de tejido que podían pertenecer a cualquier extraño. Los órganos no implicaban significación emocional alguna, no portaban el sello personal de la identidad. Ella podía estudiarlos con el ojo frío de una profesional, y así lo hizo, notando que el estómago, el páncreas y el hígado estaban en su lugar, a la espera de ser removidos en un solo bloque. La incisión en Y, extendida desde el cuello hasta el pubis, revelaba a la vez el pecho y la cavidad abdominal. El corazón y los pulmones ya habían sido extirpados, dejando el tórax como un recipiente vacío. Sobre la pared del pecho se hacían visibles dos agujeros de bala, uno que entraba justo arriba de la tetilla izquierda, el otro unas pocas costillas más abajo. Ambas balas debían de haber penetrado por el tórax, perforando tanto el corazón como el pulmón. En el abdomen superior izquierdo aparecía incluso una tercera herida que llegaba directo hacia donde debería haber estado el bazo. Otra herida catastrófica. Quienquiera que le hubiera disparado a Pacheco pretendía matarlo.

– ¿Catherine? -dijo Moore, y ella advirtió que había estado callada por demasiado tiempo.

Respiró profundo, inhalando el olor de la sangre y de la carne helada. Ya estaba al tanto de la patología interna de Karl Pacheco; era el momento de enfrentar su cara.

Ella vio el pelo negro. Una cara delgada, la nariz afilada como una hoja de cuchillo. Músculos de la mandíbula flácidos, la boca abierta. Dientes parejos. Por último miró los ojos. Moore no le había contado casi nada sobre este hombre, a excepción de cómo se llamaba y el hecho de que había sido muerto por la policía mientras se resistía al arresto. «¿Eres el Cirujano?», pensó.

Los ojos, con las córneas nubladas por la muerte, no revolvieron ningún recuerdo. Ella estudió su cara, tratando de percibir algún trazo de maldad todavía agazapado en el cuerpo de Karl Pacheco, pero no sintió nada. Este envase mortal estaba vacío, y no quedaba en él ningún trazo de su antiguo ocupante. Ella dijo:

– No conozco a este hombre. -Y caminó fuera de la sala.

Lo esperaba parada junto a su auto cuando Moore salió del edificio. Sus pulmones se habían ensuciado con el aire hediondo de la sala de autopsias, y ahora tomaba bocanadas de aire tórrido y caliente como si quisiera limpiarse la contaminación. Aunque estaba sudando, el frío del aire acondicionado del edificio se había instalado en sus huesos hasta la médula.

– ¿Quién era Karl Pacheco? -preguntó.

Él miró en dirección al Centro Médico Pilgrim, escuchando el lamento de una ambulancia que se aproximaba.

– Un depredador sexual -dijo-. Un hombre que cazaba mujeres.

– ¿Era el Cirujano?

Moore suspiró.

– Parece que no.

– Pero pensaste que podía serlo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El cirujano»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El cirujano» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


libcat.ru: книга без обложки
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Czarna loteria
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Keeper of the Bride
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Harvest
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - The Keepsake
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - The Apprentice
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Body Double
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Vanish
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Call After Midnight
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Laikoma kalta
Tess Gerritsen
Tess Gerritsen - Pažadėk, kad grįši
Tess Gerritsen
Отзывы о книге «El cirujano»

Обсуждение, отзывы о книге «El cirujano» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x