Nora Roberts - Mágicos Momentos

Здесь есть возможность читать онлайн «Nora Roberts - Mágicos Momentos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mágicos Momentos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mágicos Momentos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Para Ryan Swan, a la que la vida le había enseñado que sólo podía confiar en sí misma, Pierce Atkins era el último hombre al que debía confiarle el corazón. Pero ante la presencia cautivadora de Pierce, todas sus defensas parecían desvanecerse como por arte de magia.
A Pierce Atkins, obsesionado con huir de su pasado, no le costaría escapar del interior de una caja fuerte ante miles de espectadores. Pero, ¿estaba dispuesto a seguir huyendo toda la vida?, ¿o debía escuchar a su corazón y firmar el contrato de matrimonio que Ryan le ofrecía?

Mágicos Momentos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mágicos Momentos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Nuestra suite.

– Ni hablar -contestó ella, sacudiendo la cabeza con firmeza-. Querrás decir tu suite -añadió justo antes de agacharse a recoger sus maletas y encaminarse hacia la puerta.

– Ryan.

Fue el tono de voz sereno lo que la hizo detenerse… y desquiciarla.

– ¡Qué truco más ruin! -Ryan soltó las maletas y encaró a Pierce-. ¿De verdad creías que podías cambiar mi reserva y… y…?

– ¿Y qué? -la presionó él.

– Y plantarme aquí sin que yo pusiese la menor objeción -finalizó fastidiada-. ¿De verdad creías que me iba a meter en tu cama sin rechistar sólo por prepararme una suite bonita? ¡Cómo te atreves!, ¡cómo te atreves a mentirme diciéndome que necesitas que vea cómo actúas cuando lo único que quieres es que te guarde caliente la cama!

Su tono había ido pasando de ligeramente acusador a colérico, pero se calló de golpe, sorprendida y alarmada, cuando Pierce la agarró por la muñeca.

– Yo no miento -contestó con suavidad, pero sus ojos la penetraban con más intensidad de la que jamás había visto Ryan hasta entonces en su mirada-. Y no necesito ningún truco para acostarme con una mujer.

Ryan no trató de liberarse. El instinto le advirtió en contra, pero no pudo controlar su temperamento.

– Entonces, ¿qué es esto?

– La mejor solución -Pierce notó que el pulso de Ryan se aceleraba.

– ¿Para qué?

– Tenemos que ver bastantes cosas juntos estos días -dijo él. Hablaba con frialdad, pero seguía agarrándola con fuerza por la muñeca-. No tengo intención de meterme en tu cuarto cada vez que tenga algo que decirte. He venido aquí a trabajar… y tú también -le recordó.

– Deberías haberme consultado.

– No lo he hecho -replicó Pierce tajantemente-. Pero tranquila, no tengas miedo: te aseguro que nunca me acuesto con una mujer a no ser que ella quiera.

– No me gusta que te hayas tomado la libertad de cambiar mi reserva sin hablarlo antes conmigo -insistió Ryan con firmeza, aunque las rodillas amenazaban con temblarle.

La furia de Pierce resultaba más amenazadora y contenida de lo que probablemente lo habría sido si le hubiese dado rienda suelta.

– Te dije que yo hago las cosas a mi manera. Si compartir suite te pone nerviosa, puedes meterte en tu habitación y echar el cerrojo -dijo él en tono burlón.

– ¡Como si fuera a servirme de algo contigo! Un cerrojo no impedirá que entres.

Pierce le apretó la muñeca hasta hacerle daño. Luego le soltó la mano.

– Puede que no -Pierce abrió la puerta de la suite-. Pero bastará con un simple “no”.

Se marchó antes de que Ryan pudiera decir nada más. Se recostó contra la puerta mientras notaba temblores por todo el cuerpo. Estaba acostumbrada a hacer frente a las explosiones coléricas o los silencios castigadotes de su padre. Pero aquello…

Había advertido pura violencia en la mirada gélida de Pierce. Ryan habría preferido mil veces una discusión a gritos con cualquier hombre antes que soportar aquella mirada congeladora.

Sin darse cuenta de que estaba haciéndolo, Ryan se frotó la muñeca. Le palpitaba en cada punto por el que Pierce la había tenido agarrada. Había acertado al decir que no lo conocía. Era un hombre mucho más complejo de lo que jamás había imaginado. Tras haber descubierto una de sus máscaras, no estaba totalmente segura de si podría seguir adelante con aquel proyecto. Ryan permaneció contra la puerta unos segundos más, esperando a que los temblores remitieran por completo.

Miró a su alrededor. Quizá se hubiera equivocado reaccionando tan enérgicamente por un simple cambio de reserva, decidió por fin. Después de todo, compartir una suite era casi lo mismo que tener habitaciones pegadas. Y si el cambio hubiese consistido en eso, no le habría dado la menor importancia.

Pero Pierce tampoco había actuado bien, se recordó. Habría bastado con que le hubiese comentado las ventajas de compartir una suite para que ella hubiese accedido sin poner pegas. Lo que en el fondo le había disgustado había sido la imposición. Tras volver de Suiza, se había prometido que nunca más permitiría que la dirigieran.

Por otra parte, la preocupaba lo que Pierce le había dicho: él nunca se acostaba con una mujer a no ser que ella quisiera. De acuerdo. Eso estaba muy bien. Pero Ryan era consciente de que ambos sabían que ella lo deseaba.

Un simple no bastaría para que Pierce no entrase en su habitación. Sí, se dijo mientras recogía las maletas. De eso no le cabía duda. Él jamás forzaría a una mujer, aunque sólo fuera, sencillamente, porque no tenía necesidad de hacerlo. Ryan se preguntó cuánto tiempo tardaría en olvidar decirle que no.

Negó con la cabeza. Aquel proyecto era tan importante para Pierce como para ella. No haría bien si empezaban peleándose por el alojamiento o preocupándose por posibilidades remotas. Al fin y al cabo, en ningún momento pasaría nada que ella misma no quisiera. Ryan se fue a deshacer las maletas.

Cuando bajó al teatro, el ensayo ya había empezado. Pierce estaba en medio del escenario. Una mujer lo acompañaba. Aunque llevaba unos vaqueros corrientes y una camiseta suelta, Ryan reconoció a la escultural pelirroja que ayudaba a Pierce en sus espectáculos. En las cintas de vídeo que había repasado, la mujer llevaba modelitos pequeños y brillantes o vestidos amplios. Como él mismo había dicho en el hospital, ningún mago viajaba sin una acompañante bonita.

Alto ahí, se frenó Ryan. No era asunto de ella. Despacio, avanzó por el pasillo y se sentó en medio del patio de butacas. Pierce no se dignó mirarla siquiera. De forma automática, Ryan empezó a pensar en encuadres, ángulos de cámara y montaje de escenas.

Cinco cámaras, pensó, y nada excesivamente llamativo al fondo. Nada brillante que pudiese desviar la atención de Pierce. Algo oscuro, decidió. Algo que realzara la imagen de mago o hechicero, más que la de showman.

Se quedó de piedra cuando la ayudante de Ryan se empezó a inclinar hacia atrás, muy despacio, hasta terminar tumbada por completo en el aire. Ryan dejó de planificar detalles de la producción y observó el espectáculo. En ese momento no había público al que entretener hablando; de modo que Pierce se limitaba a hacer gestos: gestos amplios y ágiles que recordaban a capas negras y candelabros. La mujer empezó a girar, lentamente al principio y luego a más velocidad.

Ryan había visto el número en vídeo, pero verlo en directo era una experiencia totalmente distinta. No había elementos de distracción, nada que le hiciese apartar la vista de las dos personas que estaban sobre el escenario: nada de música, nada de decorado, ningún juego de luz que reforzase el ambiente. Ryan descubrió que estaba conteniendo la respiración y se obligó a exhalar. La mata de cabello pelirrojo de la mujer se agitaba con cada vuelta. Tenía los ojos cerrados, una expresión de calma absoluta y las manos cruzadas con total tranquilidad sobre la cintura. Ryan miró con atención en busca de algún cable o alguna tabla transparente giratoria. Frustrada, se inclinó hacia delante.

No pudo evitar una pequeña exclamación de admiración cuando la mujer empezó a rotar sobre sí misma a la vez que daba vueltas de arriba abajo. Su rostro permanecía sereno e inmutable, como si estuviera durmiendo en vez de girando un metro por encima del escenario. Con un gesto, Pierce detuvo el movimiento y le hizo recuperar la vertical hasta que, lentamente, sus pies volvieron a tocar suelo. Después de pasar una mano sobre su cara, la pelirroja abrió los ojos y sonrió.

– ¿Qué tal ha salido?

Ryan no podía creerse que la ayudante pudiera hablar con el mareo que ella habría tenido si hubiese dado tantas vueltas.

– Bien. Quedará mejor con música -contestó Pierce sin más. Luego se dirigió al director de iluminación-. Quiero luces rojas, algo potente. Que empiece suave y vaya creciendo a medida que aumenta la velocidad. Vamos con la tele transportación -añadió, girándose de nuevo hacia su ayudante.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mágicos Momentos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mágicos Momentos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Mágicos Momentos»

Обсуждение, отзывы о книге «Mágicos Momentos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x