Nora Roberts - Mágicos Momentos

Здесь есть возможность читать онлайн «Nora Roberts - Mágicos Momentos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mágicos Momentos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mágicos Momentos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Para Ryan Swan, a la que la vida le había enseñado que sólo podía confiar en sí misma, Pierce Atkins era el último hombre al que debía confiarle el corazón. Pero ante la presencia cautivadora de Pierce, todas sus defensas parecían desvanecerse como por arte de magia.
A Pierce Atkins, obsesionado con huir de su pasado, no le costaría escapar del interior de una caja fuerte ante miles de espectadores. Pero, ¿estaba dispuesto a seguir huyendo toda la vida?, ¿o debía escuchar a su corazón y firmar el contrato de matrimonio que Ryan le ofrecía?

Mágicos Momentos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mágicos Momentos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Tiene que ser toda una experiencia que te conviertan en pantera.

– ¡Si supieras! Pierce me ha convertido en todo lo imaginable, ande, repte o vuele; me ha cortado en pedacitos con la sierra y me ha hecho tumbarme sobre espadas. Una vez, me hizo dormir sobre una cama de clavos tres metros por encima del suelo del escenario -comentó Bess. Mientras hablaba, iba quitándose la ropa que había llevado durante el espectáculo con la inocencia de una niña de cinco años.

– Debes de confiar mucho en él -dijo Ryan mientras buscaba con la mirada una silla vacía. Al parecer, Bess tenía la costumbre de repartir sus cosas por todo el espacio que hubiese disponible.

– Quita lo que te estorbe -sugirió mientras se ponía un camisón azul que había dejado sobre el brazo de un asiento-. ¿Cómo no voy a confiar en Pierce? Es el mejor. Ya lo has visto durante los ensayos -añadió mientras se sentaba frente al espejo para limpiarse el maquillaje que se había puesto para el escenario.

– Sí -Ryan dobló una blusa arrugada y la puso a un lado-. Es muy perfeccionista.

– Cuida hasta el último detalle. Primero desarrolla los números que quiere incluir en los espectáculos sobre el papel, luego los repasa una y otra y otra vez en la mazmorra esa en la que trabaja antes de pensar siquiera en enseñarnos algo a Link o a mí -Bess miró a Ryan con un ojo lleno todavía de maquillaje y el otro ya desmaquillado-. La mayoría de la gente no sabe cuánto trabaja, porque hace que parezca muy fácil. Y eso es lo que Pierce quiere.

– Las fugas… ¿son peligrosas? -preguntó mientras estiraba algunas prendas de Bess.

– Algunas no me gustan -Bess se limpió con un pañuelito los últimos restos. A cara lavada, tenía un aspecto inesperadamente juvenil y fresco. Se encogió de hombros mientras se ponía de pie-. Una cosa es quitarse unas esposas o una camisa de fuerza, pero nunca me ha gustado cuando hace su propia versión de Houdini en el número de Los mil cerrojos.

– ¿Por qué lo hace? -Ryan apartó unos vaqueros de una silla, pero permaneció dando vueltas por el vestuario, intranquila-. Con los demás números ya sería suficiente.

– No para Pierce -Bess se quitó el camisón y se puso un sujetador-. Las fugas, la sensación de peligro… es importante para él. Siempre lo ha sido.

– ¿Por qué? -insistió Ryan.

– Porque quiere ponerse a prueba todo el tiempo. Nunca está satisfecho con lo que hizo el día anterior.

– Ponerse a prueba -murmuró Ryan. Ya le había dado esa impresión a ella, pero eso no significaba que comprendiese dicha actitud-. ¿Cuánto tiempo llevas con él, Bess?

– Desde el principio -respondió la ayudante al tiempo que se subía los vaqueros-. Desde el principio del todo.

– ¿Cómo es? -se sorprendió preguntando Ryan-. ¿Cómo es en realidad?

Una camisa colgaba de la mano de Bess, la cual se giró de pronto para lanzarle una mirada penetrante:

– ¿Por qué quieres saberlo?

– Por… -Ryan se quedó callada. No sabía qué decir-. No lo sé.

– ¿Estás interesada en él?

Ryan no contestó de inmediato. Quiso decir que no y zanjar la cuestión. No tenía el menor motivo para estar interesada en él.

– Sí -se oyó contestar sin embargo-. Me interesa.

– Vamos a tomar una copa -dijo Bess mientras se ponía una camisa-. Y hablamos.

– Dos cocktails de champán. Invito yo -dijo Bess después de tomar asiento en una mesa. Luego sacó un cigarro y se lo encendió guiñándole un ojo a Ryan-. No se lo digas a Pierce. Está en contra del tabaco. Bueno, de todo lo que perjudique la salud.

– Link me dijo que corre siete kilómetros al día.

– Una vieja costumbre. Pierce no suele romper las viejas costumbres -Bess exhaló una nube de humo con un suspiro-. Siempre ha sido muy disciplinado. Cuando se le mete algo entre ceja y ceja, no para hasta conseguirlo. Es así desde pequeño.

– ¿Conocías a Pierce cuando era pequeño?

– Crecimos juntos: Pierce, Link y yo-. Bess levantó la mirada hacia la camarera mientras ésta les servía los cocktails. Luego devolvió la atención a Ryan-. Pierce no habla nunca de esa época, ni siquiera con Link o conmigo. Hace como si no hubiese existido… o lo intenta al menos.

– Creía que lo hacía adrede para dar una imagen de misterio -murmuró Ryan.

– No le hace falta.

– No -Ryan la miró a los ojos de nuevo-. Supongo que no. ¿Tuvo una infancia difícil?

– No imaginas -Bess dio un trago largo a su copa-. Difícil es poco. Era un niño muy débil.

– ¿Pierce? -Ryan pensó en aquel cuerpo duro y musculoso y miró a la ayudante con cara de incredulidad.

– Ya -Bess soltó una risilla-. Cuesta creerlo, pero es verdad. Era pequeño para su edad y estaba más delgado que un fideo. Los chicos grandes lo atormentaban. Supongo que necesitaban alguien de quien burlarse. En fin, a nadie le gusta crecer en un orfanato.

– ¿Orfanato? -repitió atónita Ryan. Miró la cara amistosa y alegre de Bess y sintió una oleada de compasión hacia ella-. ¿Los tres?

– Bah -Bess se encogió de hombros, pero Ryan parecía súbitamente preocupada-. Tampoco era tan terrible. Teníamos comida, un techo bajo el que dormir, mucha compañía… En realidad no es como cuentan en el libro ése, Oliver Twist.

– ¿Perdiste a tus padres, Bess? -preguntó Ryan con interés, viendo que Bess no recibía de buen grado su compasión.

– Tenía ocho años. Y no había nadie más que pudiera cuidarme. A Link le pasó lo mismo -contestó Bess sin el menor asomo de lástima o autocompasión-. La gente adopta bebés, en general. Los chicos mayores es más difícil que encuentren una familia.

Ryan levantó su copa y dio un sorbo pensativamente. Debía de estar hablándole de hacía veinte años, antes de que aumentara el interés por adoptar niños de todas las edades, como sucedía entonces.

– ¿Y Pierce?

– Su caso es distinto. Él sí tenía padres, pero no daban permiso para que lo adoptaran.

– Pero… -Ryan frunció el ceño, confundida- ¿qué hacía en un orfanato si sus padres estaban vivos?

– El Estado les quitó la custodia. Su padre… -Bess soltó una larga bocanada de humo. Estaba arriesgándose al hablar de aquello. A Pierce no le agradaría si se enteraba de que lo había hecho. Sólo esperaba que mereciese la pena-. Su padre pegaba a su madre.

– ¡Dios! -exclamó espantada Ryan-. ¿Y… a Pierce? -añadió mirando a Bess a los ojos, como temiendo la respuesta.

– De vez en cuando -respondió la ayudante con calma-. Pero sobre todo pegaba a su madre. Primero le pegaba al alcohol y luego a su esposa.

Ryan se quedó sin aire, dolorida, como si le hubiesen dado un puñetazo en la boca del estómago. Se llevó la copa a los labios de nuevo. Por supuesto, era consciente de que ese tipo de cosas sucedían en el mundo, pero ella siempre había estado muy protegida de semejantes horrores. Podía ser que sus propios padres no le hubiesen prestado mucha atención durante buena parte de su vida, pero jamás le habían levantado la mano. Y aunque los gritos de su padre la habían asustado en ocasiones, nunca había ido más allá de alzar la voz o soltar alguna mala contestación fruto de la impaciencia. Jamás había tenido que soportar tipo alguno de violencia física. Por más que trataba de hacerse una idea de lo terrible que debía de ser una infancia como la que Bess le describía, era una experiencia demasiado alejada de la suya.

– Cuéntame -le pidió finalmente-. Quiero comprender a Pierce.

Era justo lo que Bess quería oír. Asintió con la cabeza, como dándole su aprobación a Ryan, y continuó:

– Pierce tenía cinco años. Esa vez, su padre le pegó una paliza, a su madre lo suficientemente grave como para que tuvieran que llevarla al hospital. Por lo general, solía encerrar a Pierce en un armario antes de arrancar con uno de sus ataques de cólera, pero en esa ocasión lo dejó inconsciente de un puñetazo antes de meterse con su madre.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mágicos Momentos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mágicos Momentos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Mágicos Momentos»

Обсуждение, отзывы о книге «Mágicos Momentos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x