Nora Roberts - Mágicos Momentos

Здесь есть возможность читать онлайн «Nora Roberts - Mágicos Momentos» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Mágicos Momentos: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Mágicos Momentos»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Para Ryan Swan, a la que la vida le había enseñado que sólo podía confiar en sí misma, Pierce Atkins era el último hombre al que debía confiarle el corazón. Pero ante la presencia cautivadora de Pierce, todas sus defensas parecían desvanecerse como por arte de magia.
A Pierce Atkins, obsesionado con huir de su pasado, no le costaría escapar del interior de una caja fuerte ante miles de espectadores. Pero, ¿estaba dispuesto a seguir huyendo toda la vida?, ¿o debía escuchar a su corazón y firmar el contrato de matrimonio que Ryan le ofrecía?

Mágicos Momentos — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Mágicos Momentos», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Ryan controló la necesidad de rebelarse contra aquel abuso; quiso protestar contra lo que estaba oyendo, pero consiguió guardar silencio. Bess la miraba con atención mientras hablaba:

– Fue entonces cuando intervinieron los trabajadores sociales. Después del papeleo y las audiencias habituales, el tribunal declaró que no podían hacerse cargo de él y metieron a Pierce en un orfanato.

– ¡Qué horror! -Ryan sacudió la cabeza mientras trataba de digerir la información-. ¿Por qué no se separó la madre y se quedó con Pierce?, ¿qué clase de mujer…?

– No soy psicóloga -interrumpió Bess-. Que Pierce sepa, nunca abandonó a su marido.

– Y renunció a su hijo -murmuró Ryan-. Tuvo que sentirse muy rechazado, solo, asustado…

¿Qué secuelas dejaría algo así en un niño pequeño?, se preguntó. ¿Cómo compensaría aquellas experiencias tan dolorosas? ¿Su obsesión por liberarse de cadenas, baúles y cajas fuertes se debía a que de pequeño lo habían encerrado en un armario oscuro? ¿La razón por la que siempre trataba de conseguir lo imposible era que durante su infancia se había sentido impotente?

– Era muy solitario -prosiguió Bess después de pedir otra ronda-. Quizá por eso se metían con él los otros chicos. Al menos, hasta que llegaba Link. Nadie se atrevía a tocarle un solo pelo a Pierce cuando Link estaba cerca. Siempre fue el doble de grande que cualquier otro chico. ¡Y con esa cara! -añadió Bess, sonriente, disfrutando de esa parte de la historia.

De hecho, llegó a soltar una risilla y a Ryan no le pareció advertir que escondiera el menor rastro de amargura en ella.

– Cuando Link entró en el orfanato, nadie se acercaba a él. Sólo Pierce -continuó Bess-. Los dos estaban marginados. Igual que yo. Link siempre ha estado unido a Pierce desde entonces. Realmente, no sé qué habría sido dé él sin Pierce. Ni de mí.

– Lo quieres mucho, ¿verdad? -preguntó Ryan, conmovida por el relato de la exuberante pelirroja.

– Es mi mejor amigo -contestó Bess sin más. Luego sonrió por encima de la copa-. Me dejaron entrar en su pequeño club cuando tenía diez años. Recuerdo que al principio Link me daba mucho miedo. Nada más verlo, trepaba a un árbol. Lo llamábamos el Monstruo. -Los niños pueden ser muy crueles.

– Mucho. Pero, bueno, el caso es que justo cuando pasaba debajo de mí, la rama se rompió y me caí. Él me agarró al vuelo -Bess se inclinó hacia adelante y apoyó la barbilla sobre las manos-. Nunca lo olvidaré. Pensaba que me iba a matar y, de pronto, Link me había salvado. Levanté la cara para mirarlo. Estaba dispuesta a soportar sus gritos, a que se vengara por todas las veces que me había burlado de él. Entonces se rió. Me enamoré al instante.

Ryan estuvo a punto de atragantarse con el champaña. La mirada soñadora de Bess no dejaba lugar a mal interpretaciones.

– ¿Tú…? ¿Link y tú?

– La verdad es que yo sola -dijo Bess con una sonrisa de resignación-. Llevo veinte años loca por ese grandullón, pero él sigue viéndome como la pequeña Bess. Y eso que mido metro ochenta y cinco. Pero me lo estoy trabajando -añadió guiñándole un ojo a Ryan.

– Yo creía que Pierce y tú… -arrancó ésta, para dejar la frase en el aire.

– ¿Pierce y yo? -Bess soltó una de sus sonoras risotadas e hizo que varias cabezas se giraran hacia ella-. ¿Me tomas el pelo? Sabes demasiado del mundo del espectáculo como para hacer un emparejamiento así. ¿Acaso crees que soy el tipo de Pierce?

– No sé, yo… -Ryan se encogió de hombros, ligeramente abochornada por lo disparatada que le había parecido a Bess que la hubiese tomado por la pareja de Pierce-. En realidad no se me ocurre cuál puede ser el tipo de Pierce -añadió y Bess se echó a reír de nuevo.

– Una idea ya te harás -comentó ésta después de dar un sorbo a su copa-. En fin, la cosa es que siempre fue un chico tranquilo, un chico… concentrado, como metido en su mundo. Y tenía carácter, ¡vaya si lo tenía! Puso tantos ojos morados como le habían puesto a él durante su infancia. Pero con los años, poco a poco, fue controlándose. Era evidente que había decidido no seguir los pasos de su padre. Y ya digo: cuando a Pierce se le mete algo en la cabeza, no para hasta conseguirlo.

Ryan recordó la agresividad que había detectado en Pierce, la violencia que había captado en sus ojos, y empezó a comprender.

– A los nueve años, calculo que fue a los nueve, tuvo un accidente -Bess dejó la copa y frunció el ceño-. Al menos eso dijo él, que fue un accidente. Se cayó rodando por un tramo de escaleras. Todos sabían que alguien lo había empujado, pero él nunca dijo quién había sido. Creo que no quería que Link hiciese algo que pudiese haberlo metido en líos. La caída le provocó una lesión de espalda. Los médicos creían que no podría volver a andar.

– ¡No!

– Sí -Bess dio otro sorbo-. Pero Pierce dijo que andaría. Que correría siete kilómetros todos los días.

– Siete kilómetros -repitió Ryan.

– Se lo puso como objetivo. Se tomaba las sesiones de rehabilitación como si su vida dependiera de ello. Puede que lo hiciera -añadió Bess con aire pensativo-. Sí, puede que lo hiciera. Trabajó duro. Se pasó seis meses en el hospital.

– Entiendo -Ryan recordó a Pierce en la sala de pediatría, entregándose a los niños, hablando con ellos, haciéndolos reír… Ofreciéndoles su magia.

– Mientras estaba ingresado, una de las enfermeras le regaló un juego de trucos de magia. Ahí empezó todo -Bess brindó contra la copa de Ryan-. Un juego de cinco dólares. Fue como si Pierce hubiese estado esperando ese regalo, o como si el regalo lo hubiese estado esperando a él. Cuando salió del hospital, sabía hacer cosas con las que un montón de magos profesionales tenían dificultades. Lo llevaba en la sangre -finalizó con tanto amor como orgullo.

Ryan se imaginó a Pierce de pequeño, un chico solitario y atormentado en un hospital, totalmente concentrado con el juego de magia, perfeccionando, practicando, descubriendo.

– Era increíble: una vez fui a visitarlo y prendió la sábana de su cama -continuó Bess sonriente. Ryan puso cara de espanto-. Te juro que la vi ardiendo. Pero Pierce le dio una palmadita contra el colchón y la hizo desaparecer. No había fuego por ninguna parte. La sábana estaba intacta: ni quemadura ni agujero ni olor a humo. Ese diablillo consiguió asustarme -añadió.

Ryan se sorprendió riéndose, a pesar de la odisea que Pierce debía de haber sufrido. Pero había vencido. Se había sobrepuesto a todas las adversidades.

– Por Pierce -dijo y levantó la copa.

– Por Pierce -Bess completó el brindis y apuró el champán que le quedaba-. Se marchó del orfanato a los dieciséis años. Lo eché de menos una barbaridad. Creí que nunca más volvería a verlos, ni a Link ni a é1. Puede que fueran los dos años más solitarios de mi vida. Hasta que entonces, un día, estaba trabajando en un restaurante en Denver y entró. No sé cómo me localizó, nunca me lo ha dicho; pero entró y me dijo que dimitiera, que iba a trabajar para él

– ¿Así sin más? -preguntó Ryan.

– Así sin más.

– ¿Y qué le dijiste?

– No dije nada. Era Pierce -Bess sonrió e hizo una seña a la camarera para pedir más champán-. Dejé el restaurante. Nos echamos a la carretera. Bebe un poco, cariño, te llevo una de ventaja.

Ryan la contempló unos segundos, luego obedeció y se terminó la copa de un trago. No todos los hombres podían ganarse una lealtad tan inquebrantable de una mujer con carácter como Bess.

– No suelo tomar más de dos -comentó apuntando al cocktail.

– Esta noche sí -decidió Bess antes de continuar-. Siempre bebo champán cuando me pongo sentimental. No te creerías algunos de los lugares en los que actuamos aquellos primeros años… Fiestas de niños, despedidas de soltero, en fábricas. Nadie como Pierce para manejar un grupo revoltoso. Le basta mirar a quien sea para captar su atención; luego se saca una bola de fuego del bolsillo y lo deja mudo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Mágicos Momentos»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Mágicos Momentos» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Mágicos Momentos»

Обсуждение, отзывы о книге «Mágicos Momentos» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x