John Case - Código Génesis

Здесь есть возможность читать онлайн «John Case - Código Génesis» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Código Génesis: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Código Génesis»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una trepidante trama de acción en la que se investigan unos infanticidios perpetrados por un grupo extremista de la Iglesia Católica y que están relacionados con el nuevo nacimiento del Anticristo.

Código Génesis — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Código Génesis», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

CAPÍTULO 10

El despacho de Riordan estaba en el tercer piso de una de esas horribles cajas que construyeron los responsables municipales durante los años cincuenta. Las fachadas exteriores eran un desfile de paneles de plástico y cristal azul separados por unas franjas de aluminio que hacía ya mucho tiempo que habían empezado a picarse. A pesar de ser un edificio moderno, pues era relativamente reciente, tenía mucho peor aspecto que los elegantes edificios del siglo XIX que se alzaban a su lado.

Dentro, las cosas tampoco mejoraban. Los paneles acústicos del techo estaban reblandecidos y sucios. El suelo de linóleo tenía décadas de porquería incrustadas bajo miles de capas de cera. Las escaleras le recordaban a Lassiter a su colegio. Cuando empezó a subirlas, le vino una bocanada de olor a leche rancia; aunque no podía saber si era real o imaginaria.

El segundo piso estaba reservado para las investigaciones de narcóticos. Cerca de la escalera, un cartel avisaba:

POLICIA SECRETA

PROHIBIDO EL PASO A TODA PERSONA NO AUTORIZADA

Lassiter encontró la brigada de homicidios en el tercer piso. Había un par de despachos, algunas habitaciones vacías que supuso que servían para los interrogatorios, y un laberinto de cubículos separados entre sí por paneles de conglomerado de madera de dos metros de altura. El sitio resultaba desordenado, incluso caótico, y, como en la redacción de un periódico, todo el mundo parecía estar sentado tecleando en un ordenador o, como en el caso de Riordan, inclinado sobre un teléfono.

Riordan tenía unos cincuenta y cinco años y ese tipo de piel irlandesa que más que envejecer se curte. Siempre tenía la cara y las manos rojas, pero seguramente tendría la piel del cuerpo blanca como la leche. Al ver a Lassiter abrió sus pálidos ojos azules en señal de bienvenida. Parecía cansado. Subió y bajó las cejas y señaló hacia una silla con la mano.

El calor era sofocante, ya que, en vez de regirse por el termómetro, el sistema de calefacción dependía del calendario. Todos los detectives estaban en manga corta. Lassiter observó que todos ellos, sin excepción, llevaban pistola, o en una funda colgada del hombro o detrás del pantalón. Los policías, por supuesto, estaban acostumbrados a la presencia constante de armas, pero eso era algo que nunca dejaba de sorprender a Lassiter cuando iba a una comisaría: todo el mundo iba armado.

Ésa era una de las razones por las que Lassiter Associates casi nunca contrataba a un ex policía. No era sólo que no supieran escribir. Es que eran incapaces de disimular su condición de ex policías; conducían «vehículos» en vez de coches y nunca iban a ningún sitio: se «dirigían» a él. Además, tenían un actitud, una manera de comportarse, propia e inconfundible. Prácticamente todos los policías pasaban algún tiempo patrullando las calles en uniforme y, como los actores y los políticos, esperaban que la gente reaccionara ante su presencia de una manera determinada. Daba igual que la reacción fuera negativa; lo importante es que hubiera una reacción. Y la experiencia le había enseñado a Lassiter que el síndrome de la pistola y la placa persistía mucho después de abandonar el cuerpo de policía.

Riordan colgó, se volvió hacia él y juntó sus dos grandes manos rojas dando una palmada.

– El coche -dijo. -Pensé que le gustaría saber que encontramos un coche de alquiler en la manzana de la casa de su hermana. Lo hemos investigado.

Lassiter asintió, pero no dijo nada. Sabía por el tono desenfadado del detective que, aunque su visita a la unidad de quemados lo hubiera cabreado, no le guardaba rencor. Ese asunto estaba zanjado.

– Hertz. Directo del aeropuerto. No hay ninguna duda de que es el coche de Sin Nombre. El maletero apesta. Probablemente sea queroseno. -Riordan hizo una pausa.

– ¿Y?

El detective se encogió de hombros.

– Bueno. Lo alquiló con una tarjeta de crédito. Juan Gutiérrez. La tarjeta está domiciliada en Brookville, Florida. Le pedí a la policía local que echara un vistazo. Es una casa en la que se alquilan habitaciones. El correo se amontona en la mesa de recepción. Hace dos o tres meses, un tipo que decía llamarse Juan alquiló una habitación, pero no paraba mucho por allí. De hecho, no iba casi nunca.

El teléfono sonó y Riordan contestó. Lassiter escuchó unos segundos, el tiempo suficiente para saber que la conversación no tenía nada que ver con él, y miró los paneles del cubículo de Riordan. Estaban decorados, si ésa era la palabra, con dibujos de niños. Colegio William Tyler. Figuras burdamente dibujadas empuñando pistolas con todo tipo de detalles realistas. Las balas disparadas estaban representadas como sucesivas líneas rectas. Unos gruesos trazos de cera roja marcaban las heridas y, en algunos casos, la sangre fluía en cuidadosas gotas individuales. De alguna manera, la sangre de cera parecía más brutal y real que la de las películas.

Riordan colgó.

– ¿Por dónde iba?

– Juan Gutiérrez.

– Ah, sí. Por lo que sabemos, la habitación de Brookville sólo era una dirección postal. Pero todavía no he acabado. Encontramos una llave de hotel en el cenicero del coche de alquiler. Hizo falta andar bastante, pero por fin dimos con el sitio. Es un hotel de la cadena Comfort Inn, cerca de la carretera 395. Juan Gutiérrez, habitación 214. Así que conseguimos una orden de registro. Encontramos una bolsa de viaje, un mapa del condado de Fairfax y una cartera.

– ¿Una cartera?

– La cartera contenía casi dos mil dólares en billetes, un carné de conducir, el carné de una biblioteca, una tarjeta de la Seguridad Social y un par de Visas. Todo a nombre de Juan Gutiérrez, Brookville, Florida. Hemos hecho una serie de averiguaciones y resulta que… Bueno, lo más probable es que el señor Gutiérrez no sea realmente el señor Gutiérrez.

– ¿Qué quiere decir?

– No tiene pasado. Todo empieza hace dos o tres meses, como si hubiera nacido a los cuarenta y tres años. Tiene un carné de biblioteca expedido en agosto, pero nunca ha sacado un libro. Tiene un carné de conducir expedido a principios de septiembre, pero es el primero que tiene en toda su vida; al menos que nosotros sepamos. Nunca se ha comprado un coche. Nunca le han puesto una multa. Y sus dos Visas son de débito. Ya sabe, de esas que le dan a la gente que tiene un mal historial bancario.

– ¿De esas que tienes que ingresar primero el dinero en el banco?

– Exactamente. Y tiene un saldo de dos mil dólares en cada una: Las tiene desde…

– Septiembre.

– Exactamente. Sólo ha pasado el tiempo suficiente para que el banco le pase un recibo, pero, en las dos tarjetas, volvió a subir el saldo inmediatamente a dos mil dólares. Ingresó el dinero mediante un giro postal.

– Así que es un fantasma. -Ése era el término que usaban en el negocio de la investigación para la gente que vivía bajo una falsa identidad.

– Es un fantasma de los gordos.

– ¿Qué quiere decir?

– No ha robado su identidad, ni tampoco la ha comprado. Parece que la ha creado partiendo de cero. Y el número de la Seguridad Social es un número auténtico y pertenece a un Juan Gutiérrez auténtico que vive en Tampa, Florida. Ese Juan Gutiérrez no conduce y tiene aproximadamente la misma edad que Sin Nombre. Si alguien se tomara la molestia de comprobar el número, daría por supuesto que son la misma persona.

– Está diciendo que es un trabajo de profesional.

– Exactamente. Es un trabajo cojonudo. Si lo para la policía…, no hay ningún problema. Si quiere alquilar un coche… ¡Adelante, caballero! Que quiere volar a alguna parte, pero no quiere pagar en efectivo porque resulta sospechoso…, tiene dos Visas. Podría ir a la luna si quisiera, que nadie iba a sospechar nada. No estoy diciendo que sea a prueba de balas, porque no lo es. Pero, si no lo hubiéramos arrestado, si no fuera sospechoso de haber cometido un asesinato, mejor dicho, dos asesinatos, no tendría ningún problema. El trabajo es tan bueno que te hace pensar.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Código Génesis»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Código Génesis» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Código Génesis»

Обсуждение, отзывы о книге «Código Génesis» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x