Robin Cook - ADN
Здесь есть возможность читать онлайн «Robin Cook - ADN» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.
- Название:ADN
- Автор:
- Жанр:
- Год:неизвестен
- ISBN:нет данных
- Рейтинг книги:4 / 5. Голосов: 1
-
Избранное:Добавить в избранное
- Отзывы:
-
Ваша оценка:
- 80
- 1
- 2
- 3
- 4
- 5
ADN: краткое содержание, описание и аннотация
Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «ADN»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.
ADN — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком
Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «ADN», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.
Интервал:
Закладка:
– Eso me temo -contestó modestamente-. Pero llámame Roger.
– Gracias, doctor -dijo Rosalyn que enseguida se rió de sí misma-. Perdón, quería decir «gracias, Roger».
– No me des las gracias. Soy yo quien debería dártelas.
– He leído acerca de la labor que desarrolla en todo el mundo Médicos sin Fronteras y estoy impresionada.
– Sí. En todas partes, y especialmente en los puntos más conflictivos, hay gran necesidad de servicios médicos. -A Roger le complacía que la conversación hubiera tomado un giro tan personal.
– No me cabe duda. ¿Dónde estuviste durante el servicio?
– En el Pacífico Sur, en el Extremo Oriente y en África. Una combinación de junglas impenetrables y áridos desiertos. -Roger sonrió. Sabía cómo explicar su historia y, tal como había sucedido con Laurie, era un estupendo reclamo a la hora de ligar.
– Me suena a película. ¿Qué te hizo dejar Médicos sin Fronteras y volver a Nueva York?
La sonrisa de Roger se ensanchó y respiró hondo antes de abordar la pièce de résistance de su regreso.
– Fue el darme cuenta de que no iba a poder cambiar el mundo. Lo intenté, pero no lo conseguí. Después, igual que un ave migratoria, sentí la necesidad instintiva de regresar al nido para formar familia. Ya ves, crecí en Brooklin en un barrio próximo, en Forest Hills.
– ¡Qué romántico! ¿Y has encontrado ya a la afortunada dama?
– No he podido. He estado demasiado ocupado situándome y adaptándome a vivir en el mundo civilizado.
– Bueno, estoy segura de que no tendrás ningún problema -repuso Rosalyn reuniendo los papeles de donde había seleccionado las listas que había entregado a Roger-. Apuesto a que tienes fascinantes historias que contar de tus viajes.
– Desde luego -contestó Roger, encantado y aliviado porque se daba cuenta de que había despertado el interés de Rosalyn-. Si me permites que te invite a cenar, estaré encantado de contarte las menos espeluznantes. Es lo menos que puedo hacer después de haberte tenido aquí hasta tan tarde. Claro, eso suponiendo que estés libre. ¿Me harías el honor?
Momentáneamente azorada, Rosalyn se encogió de hombros.
– Supongo.
– Entonces está hecho -dijo Roger estirando las piernas y poniéndose en pie-. Había por aquí un restaurante italiano, en Rego Park, que en los años cincuenta era un lugar de encuentro de la mafia local. La última vez que estuve, y de eso hace una eternidad, la comida era fantástica, por no hablar de la carta de vinos. ¿Te apetecería ir a ver si todavía existe?
Rosalyn se encogió de hombros nuevamente.
– Suena interesante, pero no quiero andar por ahí hasta tarde.
– Yo tampoco. Caramba, esta noche tengo que volver a la oficina.
– ¿Es usted Jasmine Rakoczi?
Jazz interrumpió las repeticiones de uno de sus ejercicios favoritos. Estaba tumbada, boca abajo, trabajando las nalgas y las pantorrillas. Giró la cabeza y vio que había alguien de pie al lado de la máquina que estaba utilizando. Curiosamente, los pies y las piernas eran de una mujer y no de un hombre. Se quitó los auriculares y se volvió para ver a su interlocutora, pero no distinguió gran cosa porque esta recibía a contraluz el resplandor de los fluorescentes del techo.
– Lamento molestarla -añadió la figura sin facciones.
Jazz no podía creer que alguien la hubiera interrumpido en plena sesión; pero lo que más la irritó fue tener que sacar los pies de la máquina y sentarse para encararse con una de las chicas de recepción a la que había visto al entrar.
– ¿Qué coño pasa? -preguntó secándose el sudor de la frente con la toalla.
– Hay un par de caballeros en la entrada -explicó la joven-. Dice que han de verla sin falta, pero el señor Horner no ha querido dejarlos pasar hasta aquí.
Un leve pero gélido escalofrío recorrió la espalda de Jazz, y por su mente cruzó la inesperada visita del señor Bob y del señor Dave la noche anterior. Algo debía ocurrir, porque no era propio de ellos presentarse en un lugar público como aquel.
– Ahora salgo -contestó Jazz. Tomó un trago de su botella de agua y contempló a la empleada salir de la sala de máquinas. Su primer pensamiento fue que su Glock seguía en el bolsillo del abrigo que había dejado en su taquilla. Si iba a tener problemas, quería la pistola; pero ¿por qué iba a tenerlos? Lo de Mulhausen había ido como la seda. Lo único que se le ocurrió fue que tuviera que ver con la investigación de Susan Chapman. Como al resto del personal del turno de noche, dos detectives de aire fatigado la habían interrogado por cuestión de rutina; pero todo había salido bien según las conversaciones que había oído en la sala de enfermeras. El rumor hablaba pura y simplemente de un asalto con robo. El servicio de seguridad del hospital había insistido en que iba a hacer un gran esfuerzo para reforzar las patrullas, especialmente en los cambios de turno.
Jazz caminó rápidamente hacia la puerta. De tan preocupada que estaba, ni siquiera reparó en los hombres que la miraban. Sin perder tiempo volvió al vestuario y cogió una Coca-Cola en la entrada, abrió su taquilla, sacó el abrigo, se lo puso encima de las mallas de gimnasia y metió la mano en el bolsillo para aferrar la Glock.
Con la pistola en una mano y la Coca-Cola en la otra, Jazz abrió con el hombro la puerta que daba al vestíbulo. Más allá del mostrador de recepción había una espaciosa zona para sentarse; y detrás, el bar y el restaurante. Incluso había una pequeña tienda de artículos de deporte.
Estudió rápidamente a la gente y, al no distinguir al señor Bob ni al señor Dave, se dirigió al mostrador y preguntó a la recepcionista quién deseaba verla. Ella señaló a dos hombres medio ocultos tras unos periódicos. Claramente no eran el señor Bob ni el señor Dave. A juzgar por el aspecto de sus zapatos y pantalones, podrían haber sido un par de mendigos sin techo.
– ¿Está segura de que han preguntado por mí? -preguntó, inquieta ante la posibilidad de que se tratara de un par de detectives de incógnito buscando pistas para el caso Chapman. Resignada, se encaminó hacia donde los hombres estaban sentados. Su mano seguía aferrando la Glock en el bolsillo.
– Hola -dijo en tono irritado-. Me han dicho que deseaban verme.
Los dos hombres bajaron sus periódicos, y Jazz notó que el rostro se le encendía y que la sangre le martilleaba las sienes. Fue lo único que le impidió desenfundar la pistola. Uno de ellos era su padre, Geza Rakoczi, que al igual que su acompañante llevaba una barba de dos días.
– Jasmine, cariño, ¿cómo estás? -preguntó Geza.
Jazz pudo oler el alcohol en su aliento a pesar de tener de por medio una mesa llena de revistas. Sin responder, miró al otro hombre. No lo había visto nunca.
– Este es Carlos -aclaró Geza notando la dirección de la mirada de su hija.
Jazz se volvió hacia su padre. Hacía años que no sabía nada de él y había confiado en que se hubiera ahogado en alcohol.
– ¿Cómo me has encontrado?
– Carlos tiene un amigo que es muy hábil con los ordenadores. Dice que es capaz de encontrar lo que sea mediante internet, así que le pedí que te localizara. Me dijo que has jugado varias partidas on-line y que frecuentas algo que se llama Chatroom. Yo no entiendo nada de esa basura, pero el caso es que te encontró e incluso se enteró de que eres socia de este gimnasio. -Los ojos de Geza se pasearon por la recepción-. Bonito sitio. Estoy impresionado. Estás haciendo las cosas bien, niña.
– ¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó Jazz.
– Bueno, para decirte la verdad, necesito un poco de dinero y sabiendo que eres enfermera y todo eso, se me ocurrió venir a pedírtelo. Ya ves, tu madre ha muerto. Que Dios guarde su alma. He de conseguir un poco de dinero o de lo contrario la enterrarán en cualquier basurero en una simple caja de pino.
Читать дальшеИнтервал:
Закладка:
Похожие книги на «ADN»
Представляем Вашему вниманию похожие книги на «ADN» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.
Обсуждение, отзывы о книге «ADN» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.