Sue Grafton - T de trampa

Здесь есть возможность читать онлайн «Sue Grafton - T de trampa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

T de trampa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «T de trampa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Es el mes de diciembre, y Kinsey Millhone atraviesa una época de calma. Tiene entre manos un caso rutinario: una colisión entre dos vehículos, que ha de investigar para el abogado Lowell Effinger. Sin embargo, a medida que avanza en sus pesquisas, empieza a sospechar que la mayoría de los implicados, incluidos los testigos, no son lo que parecen. Además, la tranquilidad de Kinsey se ve perturbada cuando Gus Vronsky, un vecino que no se distingue precisamente por su amabilidad ni su buen humor, sufre una caída y no puede valerse por sí mismo; contrata entonces a Solana Rojas, una enfermera que habrá de cuidarlo y tras cuya aparición Gus parece ir de mal en peor. Para colmo, Henry, el octogenario casero de Kinsey, se echa novia e insiste en que la detective le dé su opinión. Inmersa de pronto en todos estos asuntos que no le dan respiro, Kinsey se ve obligada a agudizar su olfato de investigadora, pues tendrá que lidiar con peligrosos psicópatas, con desaprensivos inquilinos y caseros y con ciudadanos aparentemente honestos que, de una manera u otra, hacen trampa y ocultan una identidad irredenta.

T de trampa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «T de trampa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Y Gladys?

– Estaba histérica. Para cuando conseguí abrir la puerta de mi coche, su marido ya había salido de la furgoneta en su silla de ruedas y me gritaba. Ella chillaba y lloraba como si estuviera al borde de la muerte. A mí me pareció que era puro teatro. Me aparté unos pasos para echar un vistazo a los dos coches y hacerme una idea de los daños, pero empecé a temblar de tal forma que temí desmayarme. Volví a mi coche y me senté con la cabeza entre las rodillas. Fue entonces cuando apareció ese viejo y se acercó a mí para ver cómo estaba. Era amable. No paró de darme palmadas en el brazo y de decirme que todo iría bien y que no me preocupara, que no había sido culpa mía, y cosas así. Estoy segura de que Gladys lo oyó, porque de pronto montó la gran escena, gimiendo y llorando a lágrima viva. Vi que iba entrando en calor ella sola, como mi sobrina de tres años, que vomita a voluntad cuando las cosas no son como ella quiere. El viejo se acercó a Gladys y la ayudó a subirse a la acera. Para entonces ella había entrado ya en pleno ataque de histeria. No lo digo literalmente, claro, pero sé que fingía.

– No según el informe del servicio de urgencias.

– Vamos, por favor. No dudo que quedó magullada, pero está sacando todo el provecho posible a la situación. ¿Ha hablado con ella?

– Todavía no. La llamaré para ver si accede a verme. No tiene la obligación de hacerlo.

– Por eso no se preocupe. No dejará pasar la oportunidad de contar su versión. Tendría que haberla oído hablar con el policía.

– Retrocedamos un momento. ¿Quién avisó a la policía?

– No lo sé. Supongo que alguien oyó el accidente y telefoneó al 911. La policía y la ambulancia se presentaron más o menos al mismo tiempo. Para entonces se habían detenido un par de conductores y, en la acera de enfrente, una mujer había salido de su casa. Gladys gemía como si se muriera de dolor, así que los auxiliares médicos la atendieron primero a ella; comprobaron sus constantes vitales y demás, ya sabe, para intentar tranquilizarla. El policía vino a preguntarme qué había pasado. Descubrí entonces que el viejo que me había ayudado ya no estaba. Poco después vi que subían a Gladys a la ambulancia en una camilla, con la cabeza inmovilizada. En ese momento debería haberme dado cuenta del lío en el que me había metido. Me sentía fatal con todo aquello, porque no le desearía dolor ni sufrimiento a nadie. Al mismo tiempo, pensaba que el comportamiento de esa mujer era totalmente falso, puro teatro.

– Según el informe de la policía, usted tuvo la culpa.

– Ya sé que dice eso, pero es ridículo. Si se aplica la ley al pie de la letra, ellos tenían preferencia de paso y, en rigor, la culpable soy yo. La furgoneta iba despacio cuando la vi acercarse. Juro que no iba a más de diez kilómetros por hora. Ese Fredrickson debió de pisar a fondo el acelerador al darse cuenta de que podía alcanzarme antes de completar yo el giro.

– ¿Está diciéndome que la embistió intencionadamente?

– ¿Por qué no? Tenía delante la gran oportunidad de su vida.

Negué con la cabeza.

– No lo entiendo.

– Para embolsarse el dinero del seguro -dijo ella con impaciencia-. Compruébelo usted misma. Gladys trabaja por cuenta propia. Como autónoma, no debe de tener cobertura médica a largo plazo ni seguro por incapacidad. Ponerme a mí un pleito para desangrarme es una manera estupenda de asegurarse el sustento en sus años de jubilación.

– ¿Eso le consta?

– ¿Qué? ¿Que no tenga seguro por incapacidad? No me consta, pero me apuesto lo que sea.

– No acabo de verlo claro. ¿Cómo podía Millard estar seguro de que ella sobreviviría al accidente?

– Ya, bueno, tampoco iba a tanta velocidad. En términos relativos. Es decir, no iba a cien kilómetros por hora. Debía de saber que ninguno de nosotros moriría.

– Aun así, me parece arriesgado -comenté.

– Quizás eso dependa de lo que hay en juego.

– Cierto, pero el fraude a las compañías aseguradoras de automóviles, por lo general, está muy organizado e interviene más de una persona. El «incauto» puede verse inducido a dar un topetazo a otro vehículo por detrás, pero es todo un montaje. La «víctima», el abogado y el médico están todos confabulados en la demanda. Me cuesta creer que Gladys o Millard formen parte de algo así.

– No tienen por qué -contestó Lisa-. Podría ser que él lo leyera en un libro. No haría falta ser un genio para saber cómo montarlo. Vio una ocasión para embolsarse dinero fácil y no se lo pensó dos veces.

– ¿Cómo vamos a demostrarlo?

– Encuentre al viejo y él lo confirmará.

– ¿Cómo está tan segura de que presenció el accidente?

– Porque recuerdo que lo vi al acercarme a la salida del aparcamiento. Como estaba atenta al tráfico, no me fijé mucho en él.

– ¿Dónde lo vio?

– Al otro lado de Palisade.

– ¿Y qué hacía? -pregunté.

– No lo sé. Supongo que esperaba para cruzar la calle, así que debió de ver la furgoneta al mismo tiempo que yo.

– ¿Qué edad le calcula?

– ¿Qué sé yo de viejos? Tenía el pelo blanco y llevaba una cazadora marrón de cuero, como reseca y agrietada.

– ¿Algún otro detalle? ¿Llevaba gafas?

– No me acuerdo.

– ¿Y la forma de la cara?

– Un poco alargada.

– ¿Tenía barba?

– No, barba no, pero es posible que llevara bigote.

– ¿Algún lunar o cicatriz?

– No sabría decirle. Estaba muy alterada y no presté atención.

– ¿Y en cuanto a la estatura y el peso?

– Me pareció más alto que yo, y mido un metro sesenta y cinco, pero no era ni muy gordo ni muy flaco. Siento no poder darle datos más concretos.

– ¿Y algún detalle de las manos?

– No, pero recuerdo los zapatos. Eran de esos antiguos: negros, de piel, con cordones, como los que se ponía mi abuelo para ir a trabajar. ¿Sabe esos que tienen agujeros en la puntera?

– Wing-tip, creo que se llaman. ¿Ésos?

– Sí, ésos -confirmó Lisa-. Los llevaba sucios, y el derecho tenía la suela suelta.

– ¿Le notó algún acento?

– No.

– ¿Y los dientes?

– Un desastre. Amarillentos, como si fumara. Me había olvidado de eso.

– ¿Algo más?

Negó con la cabeza.

– ¿Y qué hay de sus lesiones, aparte del traumatismo cervical?

– Al principio tuve dolores de cabeza, pero ya no. Aún me duele el cuello y supongo que por eso se me está desviando la columna. Perdí dos días de trabajo, pero nada más. Si paso mucho tiempo sentada, tengo que levantarme y caminar un poco. Supongo que es una suerte no haber acabado peor.

– En eso tiene toda la razón -corroboré.

La semana siguiente no se me presentó la ocasión de hablar con Melanie, pero Henry me mantuvo al corriente de sus complicaciones con Gus, cuyo mal genio había vuelto a aflorar. La vi llegar del motel a primera hora de la mañana dos veces. Sabía que se quedaba hasta tarde cuidando de su tío. Yo habría podido invitarla a mi casa a tomar una copa de vino o recordarle su ofrecimiento de ir a cenar. Más aún, habría podido improvisar un nutritivo guiso, proporcionándoles así una comida a los dos como haría una buena vecina. Pero ¿es eso propio de mí? No me obligué a hacerlo por las siguientes razones:

(1) No sé cocinar.

(2) Yo nunca había tenido una relación cercana con Gus, y no quería verme atrapada en la turbulencia que lo rodeaba.

En mi experiencia, el impulso de rescatar a los demás genera trastornos a la pobre aspirante a heroína sin que haya efecto discernible en la persona necesitada de ayuda. Es imposible salvar a los otros de sí mismos, porque aquellos que se complican la vida sin cesar no agradecen que los demás se entrometan en el drama creado por ellos. Quieren una compasión sensiblera, pero no quieren cambiar. He aquí una verdad que por lo visto nunca aprenderé. En este caso, el conflicto estaba en que Gus no se había buscado sus propios problemas. Había abierto una puerta, y éstos se habían colado solos.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «T de trampa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «T de trampa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Sue Grafton - U Is For Undertow
Sue Grafton
Sue Grafton - I de Inocente
Sue Grafton
Sue Grafton - H is for Homicide
Sue Grafton
Sue Grafton - P is for Peril
Sue Grafton
Sue Grafton - O Is For Outlaw
Sue Grafton
libcat.ru: книга без обложки
Sue Grafton
Sue Grafton - F is For Fugitive
Sue Grafton
Sue Grafton - C is for Corpse
Sue Grafton
Sue Grafton - E Is for Evidence
Sue Grafton
Sue Grafton - K Is For Killer
Sue Grafton
Sue Grafton - Z Jak Zwłoki
Sue Grafton
Sue Grafton - S is for Silence
Sue Grafton
Отзывы о книге «T de trampa»

Обсуждение, отзывы о книге «T de trampa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x