Ian Rankin - Aguas Turbulentas

Здесь есть возможность читать онлайн «Ian Rankin - Aguas Turbulentas» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Aguas Turbulentas: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Aguas Turbulentas»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La desaparición de una estudiante, Philippa Balfour ¿niña rica rebelde, hija de un banquero bien acomodado e influyente? conduce a la policía a dos posibles pistas: la primera relacionada con la aparición de una muñeca de madera en un minúsculo ataúd abandonado en un paraje rural, a poca distancia de la casa de los Balfour; la segunda, su participación en un juego de rol a través de Internet dirigido por un misterioso gurú cibernético. Dos posibles pistas que vinculan casos antiguos de asesinatos no resueltos con otros más recientes. La policía, de Lothian y Borders, se pone en marcha, mientras Rebus investiga los deslavazados antecedentes históricos de crímenes sin resolver y la agente Siobhan Clarke sigue la pista virtual del misterioso «Programador», cuyas enrevesadas claves acaban dirigiendo los pasos de la investigación. Las vidas, virtuales y reales, dependen ahora de una fracción de segundo.

Aguas Turbulentas — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Aguas Turbulentas», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Desconocía cuan inteligente era su adversario. Fife, Nairn, Glasgow y Perth constituían un amplio radio de acción. Debía de tratarse de alguien que viajaba. Pensó en Programador y en las excursiones que había hecho Siobhan. ¿Era posible relacionar a Programador con quien dejaba los ataúdes? Después de anotar «patólogo forense» en el bloc, añadió «perfil del delincuente». Había psicólogos de universidad especializados en la materia capaces de deducir aspectos del carácter de una persona a partir de su manera de actuar. A él nunca lo había convencido del todo, pero se hallaba ante un callejón sin salida y no tenía más remedio que recurrir a otros.

Cuando vio a Gill Templer entrar como una tromba en Investigación Criminal, no pensó que lo había visto a él; pero sí que se dirigía hacia su mesa con cara de pocos amigos.

– Creí que te lo había dicho bien claro -exclamó.

– ¿Qué?

– Que eso era una pérdida de tiempo -añadió en tono airado y tensa señalando los ataúdes.

– Por Dios, Gill, ¿qué sucede ahora?

Ella, sin contestar, barrió de un manotazo los ataúdes de la mesa. Rebus se levantó de un salto y los recogió mirando si estaban rotos, y cuando quiso darse cuenta Gill Templer ya estaba en la puerta, donde se detuvo y se dio media vuelta.

– Mañana te enterarás -dijo al salir.

Rebus miró a su alrededor. Hi-Ho Silvers y un funcionario civil habían interrumpido su conversación.

– Está fuera de sí -opinó Silvers.

– ¿Qué habrá querido decir con «mañana»? -preguntó Rebus, pero Silvers se limitó a encogerse de hombros.

– Fuera de sí -repitió.

No le faltaba razón.

Rebus volvió a sentarse a su mesa y pensó en la expresión de Silvers; a él tampoco le faltaba mucho para estar fuera de sí.

* * *

Jean Burchill pasó casi todo el día intentando localizar la correspondencia entre Kennet Lovell y el reverendo Kirkpatrick. Habló con vecinos de Alloway y Ayr, con el párroco, con un historiador local y con un descendiente de Kirkpatrick, y pasó más de una hora al teléfono consultando con la Biblioteca Mitchell de Glasgow. Salió del museo y se acercó a la Biblioteca Nacional, luego fue a la Facultad de Derecho y, finalmente, volvió a pie por Chambers Street y entró en el Colegio de Médicos a contemplar largo y tendido el retrato de Kennet Lovell, obra de J. Scott Jauncey. Lovell había sido un joven guapo. En muchos retratos se detectan leves pistas que deja el pintor sobre el carácter del modelo, su profesión, su familia, sus aficiones; pero aquel cuadro era un simple retrato de medio cuerpo de ejecución somera con un fondo anodino y oscuro, en contraste con los vigorosos amarillos y rosas del rostro. En casi todos los demás óleos del museo, el retratado aparecía con un libro o una hoja de papel y pluma, posando en su biblioteca o sosteniendo algún objeto que hacía al caso, como una calavera o un fémur, o un dibujo anatómico. Le irritaba aquella simplicidad del retrato de Lovell. O el pintor no sentía mucho entusiasmo por el encargo, o el modelo había insistido en que no fuese una representación muy elocuente. Pensó en el reverendo Kirkpatrick y se lo imaginó pagando al artista aquella obra tan insulsa. Luego, pensó si no sería una representación idealizada del modelo o el simple equivalente de una postal, como un anuncio de Lovell. Aquel joven con apenas veinte años había asistido a la autopsia de Burke, en la que, según un reportaje de la época, «había brotado tal cantidad de sangre que, una vez concluida la lección de anatomía, el suelo del aula parecía el de un matadero, encharcado y pisoteado». Leer aquella descripción le había provocado náuseas. Era preferible morir como las víctimas de Burke: insensibilizadas por el alcohol y asfixiadas. Miró de nuevo los ojos de Kennet Lovell. Aquellas pupilas negras parecían irradiar luz a pesar de los horrores que habían contemplado. ¿O quizá, precisamente, porque no podía olvidarlos?

No sabía qué pensar y decidió hablar con el administrador, pero el mayor Bruce Cawdor, que amablemente la recibió en su despacho, no pudo añadir más de lo que ella ya sabía.

– No tenemos constancia de cómo llegó a poder del colegio el retrato de Lovell -dijo-. Supongo que sería una donación, tal vez para evadir impuestos.

Era un hombre bajito de aspecto distinguido y bien vestido, de rostro saludable. Le ofreció una taza de té Darjeeling con colador individual de plata.

– Me interesaría también la correspondencia de Lovell.

– Sí, a nosotros también.

– ¿No existe ninguna carta? -inquirió ella sorprendida.

El administrador negó con la cabeza.

– O Lovell escribía poco o bien fue destruida; o iría a parar a manos de algún oscuro coleccionista -dijo con un suspiro-. Es una lástima, porque se sabe muy poco sobre la época que vivió en África.

– Ni sobre la que vivió en Edimburgo, puestos a puntualizar.

– Pero está enterrado aquí. Supongo que no le interesará su tumba…

– ¿Dónde está?

– En el cementerio de Calton. Cerca de la de David Hume.

– Quizá vaya a visitarla.

– Lamento no poder ayudarla más -dijo el hombre con gesto reflexivo, y su rostro se iluminó-. Creo que Donald Devlin tiene una mesa obra de Lovell.

– Sí, lo sé, pero en ningún escrito consta esa afición a la carpintería.

– Seguro que estará recogida en algún texto. Creo que yo leí algo…

Pero el mayor Cawdor no recordaba dónde.

* * *

Aquella noche, Jean cenó con John Rebus en su piso de Portobello. Encargaron comida china, que acompañaron con Chardonnay frío, ella, y con cerveza, él, y con música de Nick Drake, Janis lan y el «Meddle» de Pink Floyd. Rebus estuvo pensativo, pero Jean se hizo cargo de las circunstancias. Después salieron a dar una vuelta por el paseo marítimo, animado por niños de aspecto norteamericano en monopatín, que lanzaban tacos como carreteros con el inconfundible acento local. Había un quiosco de patatas fritas abierto que difundía ese olor a aceite frito y vinagre de la infancia. No hablaron mucho, a semejanza de las parejas con que se cruzaron. La restricción era tradicional en Edimburgo, como si los sentimientos y asuntos personales fuesen algo íntimo. Había quien lo atribuía a la influencia de la Iglesia y de personajes como John Knox, y a Burchill le constaba que los forasteros se referían a Edimburgo como «Fort Knox», pero para ella tenía que ver más con la geografía de la ciudad, con sus sombríos peñascos y sus cielos oscuros, el viento fuerte del mar del Norte que sopla en sus calles como en un desfiladero y que en cada esquina hace que uno se sienta avasallado, vapuleado en sus encrucijadas. Siempre que iba de Portobello al centro notaba esa constricción, esa naturaleza hiriente del lugar.

John Rebus también pensaba en Edimburgo. ¿Dónde iba a vivir cuando dejara el piso?, ¿tenía preferencia por algún barrio? Portobello no estaba mal; era un lugar tranquilo. Aunque también podía irse al campo al sur o al oeste; tenía colegas que iban cada día desde Falkirk y Linlithgow, pero él no tenía la seguridad de estar preparado para esa rutina diaria. Portobello era más conveniente. El único problema era que cuando daban una vuelta por el paseo marítimo él siempre oteaba la playa, como si esperase ver un ataúd en miniatura como el de Nairn. Independientemente de dónde viviera, su cabeza seguía dominando sobre el entorno y, en aquel momento, el ataúd de Los Saltos lo seguía torturando por el hecho de que únicamente disponía del testimonio del ebanista, en el sentido de que era obra de otra persona, de alguien ajeno a los otros cuatro. Pero si el asesino era realmente listo, ¿no habría modificado adrede la técnica, sirviéndose de otras herramientas para engañarlos…?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Aguas Turbulentas»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Aguas Turbulentas» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Ian Rankin - Fleshmarket Close
Ian Rankin
Ian Rankin - Hide And Seek
Ian Rankin
Ian Rankin - En La Oscuridad
Ian Rankin
Ian Rankin - Resurrection Men
Ian Rankin
Ian Rankin - Doors Open
Ian Rankin
Ian Rankin - The Complaints
Ian Rankin
Ian Rankin - Mortal Causes
Ian Rankin
Ian Rankin - Strip Jack
Ian Rankin
Ian Rankin - Westwind
Ian Rankin
Отзывы о книге «Aguas Turbulentas»

Обсуждение, отзывы о книге «Aguas Turbulentas» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x