– Tengo que volver a casa. Lucy está haciendo la cena, -murmuró, y giró hacia la playa.
– ¿Quién es Lucy? -Él pasó sus piernas sobre la roca y se levantó-. ¿Tu compañera de casa?
– Mi prima. Se está quedando conmigo. En realidad, ella y yo poseemos la casa. Era de nuestra abuela.
¡Oh, cállate!, se dijo a sí misma. Estás empezando a balbucear. Lo mejor es estar sola.
Quedó desconcertada al encontrarlo detrás de ella cuando saltó desde el embarcadero hacia la arena mojada.
– ¿Corriendo o caminando? -Preguntó.
– Corriendo. -Ella aceleró por la playa.
Se figuró que él seguiría adelante cuando llegaron a la Avenida Brighton. No lo hizo.
– Aquí es donde entro, también, -dijo.
– Oh. ¿Dónde te estás quedando?
Ella redujo la marcha a un paseo, ya que se acercaban al tablado.
– En el Brighton Inn.
– Oh. Bonito lugar. -Ella asintió y siguió caminando rápidamente. Eso significaba que probablemente caminaría hasta Brighton, por delante de su casa, al Atlántico.
– Es agradable. Las habitaciones son un poco anticuadas, pero es hogareño y la comida es excelente.
– El restaurante es bastante bien conocido. He comido allí muchas veces a lo largo de los años, aunque no recientemente. Siempre fueron conocidos por su marisco, que es de esperar, teniendo en cuenta que está a cuadra y media del océano. Agradece que no sea julio o agosto.
– ¿Por qué?
– La humedad puede hacerse bastante feroz aquí. Lo último que supe fue que el Brighton todavía no instalaba aire acondicionado.
– Bueno, esperemos que encontremos a nuestro hombre pronto para que yo me haya ido hace mucho cuando lleguen los días de mucho calor.
Se detuvieron en la esquina por el tráfico, y luego cruzaron la calle. En la tercera casa de la esquina, un gran perro marrón y negro ladró fuertemente cuando pasaron. Rick dio un paso entre el animal y Cass pero nunca rompió el paso.
– Está bien, [11] June bug, está bien, -Cass llamó al perro, y éste cruzó el pequeño terreno que servía como su patio delantero, moviendo su cola lánguidamente. Cuando llegó a Cass, se sentó en medio de la acera y ella lo acarició cariñosamente.
– Eres una buena niña, Junie, -canturreó ella mientras Junie bug la miraba con adoración.
– Hola, Cassie. -La puerta mosquitera se abrió y una mujer en sus años setenta bajó los peldaños despacio-. Agarra su collar por mí, ¿está bien?
– La tengo, Madge. No va a ir a ninguna parte.
– Ni aunque ella quisiera. Demasiada artritis y no mucha energía para perseguir coches estos días. -La vecina de Cass se rió secamente-. Y no sólo estoy hablando del perro.
La mujer llevaba una correa y caminaba favoreciendo una pierna.
– Esta maldita rodilla mía…
– Pensé que la había sustituido el año pasado.
– Esa fue la rodilla derecha. Supongo que voy a tener que rompérmela y hacerme la izquierda ahora, también. Yo había esperado que lo hicieran todo. Cualquiera que te diga que no tienes nada te está mintiendo. -Madge se inclinó para agarrar a su perro-. Ahora, ¿quién es este atractivo joven?
– Rick Cisco, señora. -Él sonrió y le tendió su mano. Ella la tomó y la utilizó para aferrarse a ella mientras ponía la correa en el collar del perro.
– Es alto, ¿no? No hay demasiados hombres jóvenes por aquí más altos que Cassie. Ella es alta para ser una muchacha, no. Pero usted lo ha notado, yo…
– Ah, Madge, Rick es del FBI.
– No hay nada malo con eso, cariño.
– Quiero decir, que está aquí sólo para trabajar con nuestro departamento.
– Oh, ¿por el asesino en serie? Mal asunto, eso es. -Madge sacudió su cabeza-. Lo viví la última vez, allá por el, ¿qué fue, 1980?
– El verano de 1979, -le dijo Cass, pero Madge no pareció haber escuchado.
– Horrible que fue, en aquel entonces. Dios todopoderoso, uno tenía miedo de sacar su cabeza fuera de la puerta, nunca se sabía dónde iba a golpear después. -La mujer tembló-. El peor verano de mi vida. Nunca había visto nada igual. Tenía la esperanza de nunca volver a verlo una vez más, y aquí estamos, un mal asunto al igual que antes.
Ella miró a Rick.
– ¿Usted piensa que el FBI puede atraparlo?
– Estamos trabajando con su departamento de policía y haremos todo lo posible por localizarlo.
– Bueno, porque no lo capturaron la última vez. No lo capturaron y ahora está de vuelta.
– Madge, no hemos determinado si este es el mismo asesino. Hay una muy buena oportunidad de que estemos tratando con un imitador.
Madge sacudió su cabeza blanca.
– Es el mismo. Regresó. Puedo sentirlo. -La mujer de edad avanzada se estremeció-. Como si estuviera de pie junto a mí.
– Bueno, sea el Estrangulador de Bayside o un imitador, estamos haciendo todo lo posible por encontrarlo, -le aseguró Rick.
Cass dio un paso o dos de distancia, y Rick la siguió.
– Mientras tanto, Madge, mantén tus puertas y ventanas cerradas y a tu perro guardián contigo, -dijo Cass.
– Oh, un perro guardián es Junie. Dime, ¿es aquella Lucy Donovan? Donovan ya no, sin embargo. ¿Cuál es el nombre de casada?
– Webb.
– Cierto, cierto. Se casó con el nieto de Lloyd Webb. Veraneantes, según recuerdo. Cielos, no la he visto en un par de veranos. ¿Sus hijos están con ella? Ha estado horriblemente tranquila, no he escuchado a los niños. -Madge estiró el cuello para lograr una mejor mirada del coche que acababa de entrar en la calzada de Cass-. Oí que la casa de al lado se alquila para el verano, pero nadie ha llegado aún. No sé si la gente tiene hijos o no.
– Los muchachos de Lucy están en un campamento durante unas semanas. Le diré que le mandas saludos.
– Dile que he dicho que se pase por aquí y me visite alguna mañana. Siempre me ha gustado Lucy, es una chica divertida. Siempre me hace reír. -Madge saludó en dirección a la casa de Cass-. Yoo-hoo, Lucy…
– ¡Hola, Madge! -Lucy gritó mientras abría el maletero del coche y comenzaba a descargar varias bolsas de comestibles.
– Debería ir y ayudarle. Hasta luego, Madge, -Cass dijo cuando ella se volvió hacia la casa.
– Encantado de conocerla, -Rick dijo a la mujer.
– Encantado de conocerlo, también, hombre del FBI. -Madge saludó.
– ¿Qué piensas de la teoría de Madge de que este es el antiguo Estrangulador de Bayside de regreso?, -le susurró a medida que se alejó.
– Ella podría muy bien tener razón sobre eso. Aunque por lo general sus teorías son un poco más sospechosas. Al igual que la del alma de Winston Churchill habiendo entrado en el cuerpo de Ronald Reagan en 1967 y lo convenció para postularse a presidente.
– ¿¡Eh!?
– No hables nunca de política con ella. Estás advertido.
– Llegas justo a tiempo. -Lucy dirigió su comentario a Cass, pero miraba directamente a Rick.
– Lucy, él es Rick Cisco. Es el agente del FBI enviado a trabajar con nosotros. Me encontré con él en la playa. Rick, esta es mi prima, Lucy Webb.
– Un gusto, -dijo-. ¿Puedo darte una mano?
– Eres mi salvador. -Ella sonrió con gracia-. Acabo de hacerme las uñas.
– Oye, que nunca digan que el gobierno federal te falló en un momento de necesidad. -Él levantó las tres restantes bolsas del maletero del coche-. Indícame el camino.
Lucy sonrió y lo condujo por la calzada. Cass recogió la bolsa que Lucy había dejado en el suelo y por lo visto había olvidado. Ella siguió el mini-desfile hacia la casa.
– Pensé que sólo ibas al mercado por pescado, -comentó Cass, al dejar la bolsa en el mostrador.
– Bueno, mientras estaba fuera, me imaginé que podría comprar para la semana. De esta forma, puedo aprovechar los buenos días de playa que se supone tendremos esta semana. -Sonrió a Rick-. Debo trabajar en mi bronceado.
Читать дальше