Jeffery Deaver - La estancia azul

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Jeffery Deaver explora en La Estancia Azul el siniestro territorio del suspense en la red. El asesino del relato responde al apodo de Phate, pero su verdadero nombre es Jon Patrick Holloway. Aparentemente no es más que un hacker, un inofensivo pirata informático. Pero su mente perversa ha ideado un programa llamado Trapdoor, el cual le permite asaltar los ordenadores de sus víctimas potenciales, apoderarse de todos los archivos que contienen información de carácter personal y, de este modo, iniciar un juego macabro cuyo objetivo final es la eliminación del usuario elegido. Para atrapar a este peligroso psicópata, la policía recurre a la ayuda de Wyatt Gillette, un hacker experto que cumple un año de condena en la cárcel por un delito informático menor. Es preciso actuar deprisa, pues los terribles asesinatos se suceden uno tras otro, y nadie en la red está a salvo.

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Entonces Bishop echó una ojeada al corral de dinosaurios, frunció el ceño y dijo:

– ¿Dónde está Stephen Miller?

– Se fue del centro informático del hospital antes que yo -dijo Patricia Nolan-. Dijo que venía directo hacia aquí.

– No lo he visto -dijo Gillette, sin levantar la vista del papel.

– Quizá haya ido al laboratorio de informática de Stanford -señaló Mott-. Suele reservarse tiempo de superordenadores siempre que puede. Tal vez haya ido a comprobar alguna pista -intentó contactar con el policía llamándole al móvil pero no hubo suerte y le dejó un mensaje en el buzón de voz.

Gillette estaba ojeando las páginas impresas cuando encontró una entrada concreta y su corazón empezó a latir con violencia. Lo leyó otra vez para asegurarse.

– No…

Había hablado en voz baja pero el equipo se calló y lo miró.

El hacker alzó la vista.

– Cuando tomó el directorio raíz de Stanford-Packard, Phate se conectó a otro sistema que estaba vinculado al de los hospitales: así es como pudo apagar el sistema telefónico, por poner un ejemplo. Pero también saltó del hospital a un ordenador exterior. Ése reconoció Stanford-Packard como a un sistema de fiar y Phate pudo pasar sin problemas por los cortafuegos y tomar ese nuevo directorio raíz.

– ¿Cuál es el nuevo sistema? -preguntó Bishop.

– La Universidad del Norte de California en Sunnyvale -Gillette alzó la vista-. Ha descargado los nombres y las fichas de dos mil ochocientos estudiantes -el hacker suspiró-. También tiene ficheros sobre procedimientos de seguridad e información sobre el personal del centro, incluyendo cada guardia de seguridad que trabaja para la universidad. Así que ya sabemos cuál es su nuevo objetivo.

* * *

Alguien lo estaba siguiendo…

¿Quién podría ser?

Por el espejo retrovisor, Phate miró a los conductores que tenía detrás en la Ruta 280 mientras se escapaba de la base de la UCC en San José. El hecho de que Valleyman hubiera vuelto a ser más hábil que él le había afectado y quería llegar a casa como fuera.

Pensaba ya en su próximo ataque: en la Universidad del Norte de California. El desafío era menor que lo que ofrecían otros objetivos que podría haber elegido, pero la seguridad de los colegios mayores era alta y la universidad tenía un sistema informático que, como declarara una vez el rector en una entrevista, era a prueba de hackers. Uno de los aspectos más interesantes de ese sistema era que controlaba las alarmas de incendios y el sistema de aspersores de los veinticinco colegios mayores que formaban el grueso de las viviendas estudiantiles.

Era una operación fácil, no tan interesante como la de Lara Gibson o la de la Academia St. Francis. Pero Phate necesitaba una victoria en ese momento. En este nivel del juego estaba siendo derrotado y eso le hacía perder la confianza en sí mismo.

Y alimentaba su paranoia.

Otra ojeada al espejo retrovisor.

¡Sí, había alguien! Dos hombres en los asientos delanteros lo observaban.

Vuelta a la carretera y luego otra mirada hacia atrás.

Y el coche que había visto (o que pensaba que había visto) tornaba en una sombra o un reflejo.

¡Espera! ¡Ahí estaba! Pero ahora lo conducía una mujer sola.

La tercera vez que miró no había conductor. ¡Dios! ¿Qué tipo de criatura era aquélla?

Un fantasma.

Un demonio

Sí, no…

Valleyman, tenías razón: cuando los ordenadores conforman el único tipo de vida que te sostiene, cuando se convierten en los tótems que te guardan del cruel maleficio del tedio igual que un crucifijo repele a los vampiros, tarde o temprano la frontera entre las dos dimensiones se difumina y la Estancia Azul comienza a aparecer en el Mundo Real.

A veces esos personajes son tus amigos.

A veces no.

A veces los ves conduciendo detrás de ti, a veces ves sus sombras en los callejones por los que pasas, a veces los ves esperándote en tu garaje, tu dormitorio, tu armario, junto al lecho de tu amante. Los ves con la mirada del extraño.

Los ves en el reflejo de tu monitor mientras te sientas frente a tu máquina para la hora del aquelarre.

A veces no son más que imaginaciones tuyas.

Otra mirada por el retrovisor.

Y, por supuesto, a veces están ahí.

* * *

Bishop desconectó su teléfono móvil.

– En los colegios mayores del campus de la Universidad del Norte de California viven casi tres mil estudiantes. La seguridad es la típica en estos casos, y eso significa que es fácil saltársela.

– Creía que le gustaban los desafíos -dijo Mott.

– Me temo que esta vez busca un asesinato sencillo -comentó Gillette-. Lo más seguro es que esté frustrado por lo cerca que hemos andado de él en las últimas ocasiones.

– Y tal vez eso no sea sino otra distracción -apuntó Nolan.

Gillette estuvo de acuerdo en que eso podía ser otra posibilidad.

– Le he dicho al rector que debería cancelar las clases y enviar a todo el mundo a casa -comentó Bishop-. Pero la idea no le ha gustado: faltan sólo dos semanas para los exámenes finales. Así que vamos a tener que llenar el campus de patrulleros y de policía estatal: eso le da a Phate otra oportunidad para practicar la ingeniería social e infiltrarse en un colegio mayor.

– ¿Qué vamos a hacer? -preguntó Mott.

– Un poco de labor policial pasada de moda -dijo Bishop. Buscó el reproductor de CD de Phate. El detective lo abrió. Contenía la grabación de una obra de teatro, Ótelo . Le dio la vuelta a la máquina y apuntó el número de serie-. Tal vez Phate lo compró en esta zona. Llamaré a la empresa y veré adonde enviaron esta unidad.

Bishop llamó a varios centros de ventas y de distribución de la empresa Productos Electrónicos Akisha por todo el país. Traspasaron su llamada y lo pusieron en espera durante un rato interminablemente largo, y no encontraba a nadie que pudiera (o quisiera) ayudarlo.

Mientras el detective discutía por teléfono, Gillette se volteó en su silla giratoria, se puso frente a una terminal de ordenador y comenzó a teclear. Un momento después salía una hoja de papel por la impresora.

Mientras la voz irritada de Bishop resonaba en el teléfono clamando «¡No podemos esperar dos días para obtener esa información!», Gillette le pasó la hoja al detective.

Productos Electrónicos Akisha-Envíos-Primer Cuarto Modelo: HB Heavy Bass Portable Compact Disc Player

Números de serie:IIB40032 – IIB40068

Fecha de entrega:1/12

Destinatario:Mountain View Music Electronics 9456 Río Verde, #4 Mountain View, California

La mano del detective estuvo a punto de romper el teléfono y exclamó:

– Da igual -colgó-. ¿Cómo has conseguido esto? -le preguntó a Gillette. Y luego alzó una mano-: Da igual. Prefiero no saberlo -se rió-: Como decía antes, trabajo policial pasado de moda.

Bishop llamó otra vez a Huerto Ramírez y a Tim Morgan. Les dijo que delegaran en alguien la escena del crimen de Triple-X y que fueran a Mountain View Music con una foto de Phate para ver si podían averiguar si vivía en la zona.

– Diles a los encargados que a nuestro chico le gustan las obras de teatro. Tiene una grabación de Ótelo . Eso acaso les refresque la memoria.

Un patrullero de la Central de San José dejó un sobre para Bishop.

Él lo abrió y leyó en voz alta:

– El informe del FBI sobre lo averiguado tras la revisión de la fotografía enviada de Lara Gibson por Phate. Dicen que es un calefactor de gas Tru-Heat, modelo GST3000. Un modelo nuevo, que se empezó a comercializar hace tres años y que es muy popular en construcciones nuevas. Debido a su capacidad BTU, ese modelo suele utilizarse en casas separadas y no en edificios urbanos, pues son de dos o tres pisos. Los técnicos aumentaron por ordenador la foto para ver la información sellada en los tableros de yeso y obtuvieron una fecha de manufactura: enero del año pasado.

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