Fred Vargas - Los Que Van A Morir Te Saludan

Здесь есть возможность читать онлайн «Fred Vargas - Los Que Van A Morir Te Saludan» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Que Van A Morir Te Saludan: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Que Van A Morir Te Saludan»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Claudio, Tiberio y Nerón son tres estudiantes franceses que viven en Roma. Claudio es un chico mimado, egoísta, tierno y mujeriego, Tiberio, el huérfano, el más guapo y brillante de los tres, es un apasionado del latín clásico, Nerón es amoral, esteta y se peina a la antigua. Juntos conforman un grupo curioso, divertido y entrañable. En pleno mes de junio se ven inmersos en una aventura frenética, que conmueve los pilares de sus vidas y pone en entredicho su amistad. Henri Valhubert, coleccionista de arte parisino -y padre de Claudio-, es asesinado una noche de fiesta delante del palacio Farnesio, entre antorchas y muchedumbres ebrias. ¿Qué venía a hacer a Roma? ¿Y cómo ha podido beber una copa de cicuta? Al mismo tiempo, se descubre que unos valiosísimos dibujos de Miguel Ángel han sido robados de la Biblioteca Vaticana. ¿Tiene el crimen algo que ver con estas extrañas desapariciones?.

Los Que Van A Morir Te Saludan — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Que Van A Morir Te Saludan», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– De todas formas tengo miedo. No crees ni una palabra de sus hipótesis, ¿verdad?

– Creo verdaderamente que no ha sido Laura quien ha matado a Henri.

– ¿Estás pensando en otra cosa?

– Es cierto.

– ¿Algo que no te gusta?

– También es cierto.

– ¿Qué piensas hacer?

– Esperar.

– ¿Es peligroso?

– Quizás.

– Te quiero, Lorenzo. Trata de ser prudente.

Gabriella se quedó con los ojos perdidos en el vacío, girando su cigarrillo entre los dedos.

– ¿Piensas en Richard Valence? -preguntó Lorenzo-. ¿Te dices que a pesar de todo tiene algo irresistible y te preguntas qué puede ser?

– Lorenzo, eres exactamente el tipo de cura que adoro. Apenas tenemos el tiempo justo de empezar a pensar algo y ya lo has descifrado, formulado y dispuesto en cuadraditos sobre la mesa. No puedes imaginarte cómo descansa. Debía de haber cola ante tu confesionario.

El obispo se rió.

– ¿Y tienes al menos la respuesta para lo de Richard Valence?

– Es el tipo de respuesta que debes encontrar tú sola, querida.

– Sucio obispo cauteloso. ¿Te quedas a cenar conmigo? Ya sé que es tarde pero hoy es viernes.

– Viernes… -dijo Lorenzo-, hay pescado.

XXI

Richard Valence, que había dejado su habitación algunas horas con un pleno dominio de si mismo, se exasperaba de haber perdido la firmeza en tan poco tiempo. Caminaba rápidamente. Aquella basura de obispo y la zorra de su protegida lo habían desequilibrado, se daba cuenta. No conseguía recuperar el aplomo. Como cuando uno desplaza un mueble muy pesado y después no consigue hacer coincidir su base con las marcas dejadas en el suelo. O como cuando uno no consigue volver a doblar una camisa tal y como lo había hecho la dependienta. Los pliegues de la tela están ahí bien marcados, los seguimos, pero el resultado ya no es perfecto, es personal.

Si Tiberio hubiese pasado por allí en aquel momento, ya no lo hubiese tratado con aquella indulgencia gratuita. Desde el comienzo de la velada, no solamente había tenido que aguantar la bofetada de aquel joven desquiciado, sino que también había tenido que afrontar el desprecio de la chica y los comentarios altivos de su protector con sotana. Era capaz de soportar mucho, antes de ponerse a temblar, pero aquella noche sentía que no iba a poder con mucho más. Sin duda, necesitaba comer y dormir. Eso sería suficiente para restablecer la calma. Pasar mañana a ver a Ruggieri, entregar el informe y tomar el primer tren para Milán. Esperar después la reacción del ministro y tomar una decisión. Y seguramente, encontrar otro trabajo. Su colega, Paul, tan meticuloso, iba a tirarse de los pelos cuando descubriese que Valence había gritado la verdad a los cuatro vientos. No era grave, lo de los pelos. No se excusaría ante nadie. Sintió de repente qué sus piernas le fallaban y se apoyó en la pared. Tenía hambre, era evidente.

XXII

Los tres chicos también estaban en la calle en mitad de la noche, Tiberio acostado con las manos cruzadas bajo la nuca, Claudio sentado a su lado, Nerón de pie.

– ¿Quieres que te abanique? -propuso Nerón con voz suave.

– Nerón -dijo Tiberio-, ¿por qué siempre tienes que ser así de molesto?

– No me gusta verte acostado sobre la acera, en mitad de la noche, con una mirada de imbécil clavada en las estrellas. Hay gente que pasa y que te mira, figúrate. Y no te pareces en nada a una hermosa estatua antigua, créeme. Pareces un trastornado.

– Ya te he dicho que soy un hombre muerto -dijo Tiberio.

– Nerón, ¿no oyes lo que te ha dicho? -dijo Claudio-. Se hace el muerto, se hace el muerto, eso es todo. No tienes necesidad de abanicarlo, déjalo en paz, Dios santo.

– ¿Cómo iba a adivinar que se estaba haciendo el muerto? -protestó Nerón.

– Pues se ve -dijo Claudio-. No es tan difícil.

– Bueno, entonces, si está muerto, eso lo cambia todo. ¿Cuánto tiempo dura el velatorio? -preguntó sentándose enfrente de Claudio, al otro lado del cuerpo tendido de Tiberio.

– Depende de él -dijo Claudio-. Necesita reflexionar.

Nerón encendió una cerilla y examinó a Tiberio muy de cerca.

– Parece que va a durar un buen rato -concluyó.

– A la fuerza -dijo Claudio-. Laura va a irse. Va a ser condenada y encarcelada.

– ¿El enviado especial?

Claudio asintió con la cabeza.

– Esta noche hay algo que se acerca -continuó Claudio-. Rezuma, se te sube hasta la garganta y te corta las piernas. Es el final de Laura que se acerca y todo el mundo tiene miedo y se retrae. Cuando hayamos terminado de velar a Tiberio, yo también me haré el muerto y tendrás que velarme tú a mí, será tu turno, Nerón.

– ¿Y a mí quién va a velarme? ¿Acaso me vais a dejar solo como a un idiota, con los brazos en cruz sobre la acera?, ¿y por qué no sobre un montón de estiércol?

– Callaos la boca -dijo Tiberio.

XXIII

Laura había entrado muy tranquilamente en el hotel y había dicho que Richard Valence estaba prevenido de su visita y que la esperaba. El conserje de noche se sorprendió porque ya era la una y media de la madrugada y Valence no había dejado ninguna consigna de ese tipo. Sin embargo, la había dejado pasar dándole el número de la habitación.

– Pero creo que duerme -había precisado de todas formas-. Ya no hay luz en su ventana.

Después de su conversación con Tiberio, hacía un rato en el Garibaldi, Laura había previsto exactamente cómo haría para visitar a Richard Valence. Conocía las puertas de aquel hotel porque había vivido allí mucho tiempo antes de mudarse al Garibaldi. Era un tipo de puerta bastante fácil, que se abría a punta de navaja. Las lecciones del Doríforo resultarían útiles. El Doríforo sabía tanto de cerraduras como de fontanería.

Se encontró a Valence acostado sobre la cama en ropa de calle. Sólo había tenido tiempo de quitarse la chaqueta y aflojarse la corbata antes de quedarse dormido. Era más o menos como se había imaginado que lo encontraría. Pero no había reflexionado sobre lo que pasaría después, sobre cómo iba a proceder. Ahora estaba de pie en una habitación en penumbra sin saber demasiado bien qué hacer. Se acercó a la ventana y se quedó un cuarto de hora contemplando la noche sobre Roma. Lo que le había contado Tiberio había significado para ella un verdadero golpe. Valence había conseguido saberlo casi todo y ella estaba acorralada. ¿Por qué coño había llegado hasta ahí? Era tan triste.

Laura suspiró, dejó la ventana y lo miró. Uno de sus brazos caía a lo largo de la cama y su mano tocaba el suelo. Antes, ella había amado sus manos. Ahora, tal y como hubiese dicho Tiberio, aquellas manos se habían convertido en manos para destruir, y ella no veía qué hacer contra eso. Se sentó en el borde de la cama con los brazos apretados sobre el vientre. Incluso dormido parecía peligroso. Le hubiese gustado beber algo. Con seguridad, aquello le hubiese armado del valor necesario para esperar el momento en que se despertase, momento para el cual debía estar preparada. No podía dejar que él presintiese, de ninguna manera, que ella no pendía ya de nada más que de un hilo. Antes, ella no lo había temido. Podía tocarlo sin preocuparse. Acercó su mano y la puso abierta sobre su camisa, sin despertarlo. Recordaba aquel contacto. Podría tratar de quedarse así hasta ya no tener más miedo, hasta recuperar la calma que había disfrutado entonces, cuando lo amaba.

Ya no tenía ganas de luchar. La muerte de Henri, su rostro reposando sobre la camilla de la morgue, las presiones de Édouard Valhubert, el cerco estrechándose en torno a Gabriella, su tráfico de mercancías y el escándalo que traería consigo y Richard Valence que se enfrentaba con todo su poderío contra ella. Era demasiado todo de una vez. Con la frente apoyada sobre su puño y la otra mano apoyada sobre Valence, Laura sintió que se dormía a sacudidas. Lorenzo, Henri y Richard no le habían hecho la vida fácil. No lamentaba la muerte de Henri, ahora estaba segura. Si hubiese podido dormirse así, sobre su mano, o incluso dormirse contra él y volverse a marchar por la mañana desembarazada de su miedo. ¿Por qué, Dios santo, no podía hacer una cosa así, algo tan simple?

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Que Van A Morir Te Saludan»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Que Van A Morir Te Saludan» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los Que Van A Morir Te Saludan»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Que Van A Morir Te Saludan» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x