Peter James - Las Huellas Del Hombre Muerto

Здесь есть возможность читать онлайн «Peter James - Las Huellas Del Hombre Muerto» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Las Huellas Del Hombre Muerto: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Las Huellas Del Hombre Muerto»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Abby entro al elevador y las puertas se cerraron con el sonido de una pala levantando canto rodado. De pronto sintio el perfume de alguien mas y tambien de un limpiador con aroma de limon. El elevador se movio unos cuantos centimetros hacia arriba. Y ahora era demasiado tarde para cambiar de idea y salir: con el metal de las paredes presionandola, comenzo a caer por el vacio. Abby se dio cuenta de que acababa de cometer el peor error de su vida… En medio del caos de la manana del 9/11, el negociante Ronnie Wilson ve la oportunidad de su vida. Para salir de sus deudas, desaparecera y se re-inventara a si mismo en otro pais. / Abby stepped in the lift and the doors closed with a sound like a shovel smoothing gravel. She breathed in the smell of someone else's perfum, and lemon-scented cleaning fluid. The lift jerked upwards a few inches. And now, too late to change her mind and get out, with the metal walls pressing in around her, they lunged sharply downwards. Abby was about to realize she had just made the worst mistake of her life…Amid the tragic unfolding mayhem of the morning of 9/11, failed Brighton businessman and ne'er-do-well Ronnie Wilson sees the chance of a lifetime, to shed his debts, disappear and reinvent himself in another country.Six years later, the discovery of the skeletal remains of a woman's body in a storm drain in Brighton, leads Detective Superintendent Roy Grace on an enquiry spanning the globe, and into a desperate race against time to save the life of a woman being hunted down like an animal in the streets and alleys of Brighton. 'One of the most fiendishly clever crime fiction plotters'

Las Huellas Del Hombre Muerto — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Las Huellas Del Hombre Muerto», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Segundos después oyó un ruido apagado, como si cayera un saco de patatas. Notó una bofetada húmeda en la cara. Entonces vio algo blanco y destrozado que rodaba por el suelo hacia él y se detenía a unos centímetros de sus pies: era un brazo humano. Algo mojado se deslizaba por su mejilla. Deprisa, se llevó la mano a la cara y sus dedos tocaron algo líquido. Los miró y vio que estaban manchados de sangre.

Se le revolvió el estómago como cemento húmedo en una hormigonera. Se dio la vuelta y vomitó el desayuno allí mismo, casi ajeno a otro ruido que se oía a unos pasos de allí. Las sirenas gemían, eran sirenas que salían de las profundidades del infierno. Sirenas en cada rincón, por todas partes. Luego otro ruido, otra salpicadura en la cara y las manos.

Miró hacia arriba. Llamas y humo y figuras del tamaño de hormigas y vidrios y un hombre, en mangas de camisa y pantalones, dando vueltas en el aire en caída libre. Perdió un zapato, que giró y giró. Se centró en él, rodando una y otra vez, una y otra vez. Personas del tamaño de soldados de juguete y escombros, indistinguibles los unos de los otros al principio, caían del cielo.

Ronnie se quedó quieto mirando. Le vino a la mente una colección de sellos de correos que había cambiado un día que conmemoraba la representación de la muerte y el infierno del pintor holandés El Bosco. Es lo que era esto: el infierno.

Ahora, el aire asfixiante y fétido estaba lleno de ruidos: gritos, sirenas, lloros, el batir de las palas de un helicóptero en el cielo. Policías y bomberos corrían hacia los edificios. Un coche de bomberos con las palabras Escalera 12 se detuvo delante de él obstruyéndole la vista. Lo rodeó por la parte de atrás mientras los bomberos, protegidos con cascos, salían corriendo.

Hubo otro ruido sordo. Ronnie vio a un hombre rollizo con traje que aterrizaba sobre su espalda y explotaba.

Volvió a vomitar, balanceándose atolondradamente, luego cayó sobre una rodilla, tapándose la cara con las manos, y se quedó allí unos momentos, temblando. Cerró los ojos, como si así fuera a desaparecer todo aquello. Entonces se dio la vuelta de repente, presa del pánico, por si alguien le había robado el trolley y el maletín. Pero ahí estaban, justo detrás de él: su elegante maletín Louis Vuitton de imitación. Nadie iba a preocuparse en estos momentos por quién diablos lo había fabricado, o de si era auténtico o falso.

Al cabo de unos minutos, Ronnie se recuperó y se levantó. Escupió varias veces intentando quitarse el sabor a vómito de la boca. Entonces sintió que un destello de ira se transformaba en unos segundos en una cólera violenta. «¿Por qué hoy? ¿Por qué no otro día, joder? ¿Por qué ha tenido que pasar todo esto hoy?»

Vio un río de gente que salía de la Torre Norte, algunas personas cubiertas de polvo blanco, otras sangrando, caminando despacio, como en trance. Entonces oyó un nino-nino-nino distante de otro coche de bomberos. Luego otro, y otro más. Alguien delante de él sujetaba una cámara de vídeo.

«Las noticias -pensó-. La televisión.» La estúpida de Lorraine estaría alarmada si veía aquello. Se alarmaba por todo. Si había un choque en cadena en una autopista le llamaba al instante para asegurarse de que estaba bien, incluso cuando tendría que saber, sólo si hubiera pensado un poco, que era imposible que estuviera a ciento cincuenta kilómetros del accidente.

Sacó el móvil del bolsillo y marcó su número. Recibió un pitido agudo, luego apareció un mensaje en la pantalla: Red OCUPADA.

Volvió a intentarlo, dos veces más, luego se guardó el teléfono en el bolsillo.

Un poco más tarde comprendería, al reflexionar sobre ello, la suerte que había tenido de que esa llamada no se cursara.

16

Octubre de 2007

«¡Tendrías que iluminarte, joder!» En la oscuridad total, negra como el carbón, Abby se acercó el reloj a la cara hasta que notó el acero frío y el cristal en su nariz; aun así, no vio un pijo.

«¡Pagué por un reloj con luz, maldita sea!»

Acurrucada en el suelo duro, tenía la sensación de haber dormido, pero no sabía cuánto rato. ¿Era de día o de noche?

Notaba los músculos como agarrotados y tenía el brazo dormido. Lo agitó en el aire, intentando que volviera a circular la sangre. Era como un peso plomo. Se arrastró unos centímetros y volvió a agitarlo, luego se estremeció de dolor al chocar contra un lado del ascensor con un ruido apagado.

– ¡Hola! -dijo con voz ronca.

Volvió a dar golpes, luego otra vez y otra.

Notó que el ascensor se balanceaba con sus esfuerzos.

Dio otro golpe. Otro. Otro.

Le volvieron a entrar ganas de mear. Ya había llenado una bota. El hedor a orina estancada era cada vez más intenso. Tenía la boca seca. Cerró los ojos, luego volvió a abrirlos, se acercó el reloj hasta que notó el frío en la nariz. Pero seguía sin poder ver la hora.

Retorciéndose por un pánico repentino, se preguntó si se habría quedado ciega.

¿Qué hora era, joder? La última vez que había mirado, antes de que se apagaran las luces, eran las 3.08 de la madrugada. En algún momento después, había meado en la bota. O al menos hizo lo que pudo a oscuras.

Se había sentido mejor y había podido pensar con claridad, pero ahora las ganas de mear volvían a embotar sus pensamientos. Intentó alejar de su mente aquella urgencia. Hacía algunos años había visto un documental en televisión sobre personas que habían sobrevivido a desastres. Una mujer joven de su misma edad había sido una de las pocas supervivientes de un accidente de un avión que tuvo que realizar un aterrizaje de emergencia y se incendió. La mujer creía haber sobrevivido porque mantuvo la calma cuando el resto de la gente se dejó llevar por el pánico, pensó con lógica e imaginó a pesar del humo y la oscuridad dónde se encontraba la salida.

Todos los demás supervivientes repitieron la misma idea: mantener la calma, pensar con claridad. Era lo que había que hacer.

Pero del dicho al hecho…

Los aviones tenían salidas de emergencia, y azafatas con expresión de mujeres perfectas que señalaban las salidas y sostenían los chalecos salvavidas naranjas y tiraban de las máscaras de oxígeno, como si en todos los vuelos se dirigieran a una convención de sordomudos con retraso mental. Ahora que Inglaterra se había convertido en un maldito estado paternalista, ¿por qué no se había aprobado una ley que garantizara una azafata en todos los ascensores? ¿Por qué no había una rubia estúpida que te entregara una tarjeta plastificada donde estuvieran señalizadas las puertas? ¿Que te diera una chaleco salvavidas naranja por si el ascensor se inundaba cuando estabas dentro? ¿Que te colocara una máscara de oxígeno en la cara?

De repente, escuchó dos pitidos agudos.

¡Su teléfono!

Hurgó en el bolso. Estaba iluminado. ¡Su móvil funcionaba! ¡Había señal! Y, por supuesto, el teléfono tenía reloj, ¡lo había olvidado por completo por culpa del pánico!

Lo sacó y se quedó mirándolo. En la pantalla leyó las palabras: Mensaje recibido.

Lo abrió, apenas era capaz de contener la emoción.

El remitente no se identificaba, pero las palabras eran claras: Sé dónde estás.

17

Octubre de 2007

Roy Grace tembló de frío. Aunque llevaba vaqueros gruesos, jersey de lana y botas forradas debajo del traje de papel, la humedad que había dentro del desagüe y la lluvia que caía fuera estaban calando sus huesos.

Los miembros del SOCO y los agentes encargados del registro, que tenían la desagradable tarea de inspeccionar cada centímetro del desagüe, a gatas la mayoría, habían encontrado algunos esqueletos de roedores, pero nada de interés. O la mujer muerta estaba desnuda cuando la depositaron aquí o su ropa había sido arrastrada por el agua, se había podrido o incluso algún animal se la había llevado a su refugio. Trabajando minuciosamente despacio con paletas, Joan Major y Frazer Theobald estaban retirando el cieno alrededor de la pelvis y metían en bolsas de celofán y etiquetaban por separado cada capa de suciedad. A este ritmo les quedarían dos o tres horas, calculó Grace.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Las Huellas Del Hombre Muerto»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Las Huellas Del Hombre Muerto» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Camilla Läckberg - Las huellas imborrables
Camilla Läckberg
Peter James - Casi Muerto
Peter James
Tracy Chevalier - Las huellas de la vida
Tracy Chevalier
María Teresa Lerner - Tras las huellas del aprendizaje
María Teresa Lerner
Javier Herreros - Las huellas imborrables
Javier Herreros
José Antonio Domínguez Parra - Las huellas del terror
José Antonio Domínguez Parra
Antonio Pablo García Martín - Las reglas del poder
Antonio Pablo García Martín
Fernando García de Cortázar - Las huellas de España 
Fernando García de Cortázar
Отзывы о книге «Las Huellas Del Hombre Muerto»

Обсуждение, отзывы о книге «Las Huellas Del Hombre Muerto» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x