Índice de contenido
Las huellas imborrables
GOLPES EN LA ARENA
LA LUZ INAGOTABLE
EL NOVELISTA Y SUS PERSONAJES
LAS COMBINACIONES DE LA IMAGINACIÓN
EL VUELO DE LAS ALONDRAS
LOS ÁRBOLES ABRAZADOS
VERSOS DE EMOCIÓN
EL DOCTOR GENEROSO
PASEO EN COLLIOURE
MAGIA EN WEMBLEY
REFLEXIONES, APUNTES E INTERTEXTUALIDADES EN TORNO A LOS POEMAS
GOLPES EN LA ARENA
LA LUZ INAGOTABLE
EL NOVELISTA Y SUS PERSONAJES
LAS COMBINACIONES DE LA IMAGINACIÓN
EL VUELO DE LAS ALONDRAS
LOS ÁRBOLES ABRAZADOS
VERSOS DE EMOCIÓN
EL DOCTOR GENEROSO
PASEO EN COLLIOURE
MAGIA EN WEMBLEY
BIBLIOGRAFÍA
FILMOGRAFÍA
DISCOGRAFÍA
Datos de autor
Las huellas imborrables-está constituido por una primera parte en que se desarrollan diez poemas narrativos en homenaje a artistas admirados por el autor, Pier Paolo Pasolini, Johann Sebastian Bach, Miguel Delibes, Ingmar Bergman, Jirí Menzel, José Saramago, César Vallejo, Albert Camus, Antonio Machado y Freddie Mercury. Se trata de composiciones en la línea de los poemas narrativos de Cernuda en homenaje a Larra, Gide, Galdós, etc. articulados en cuatro o cinco secciones de diez versos cada una. La segunda parte del libro está dedicada a la explicación reflexiva, a modo de ensayo, de los poemas precedentes. En estos textos se lleva a cabo, además, un pequeño acercamiento a la vida y obra de los artistas homenajeados.
Las huellas imborrables
© 2020, Javier Herreros Martínez
© 2020, La Equilibrista
info@laequilibrista.es
www.laequilibrista.es
Primera edición: 2020
Maquetación: La Equilibrista
Imprime: Ulzama Digital
ISBN: 9788418212147
ISBN Ebook: 978841821254
Depósito legal: T 236-2020
Queda prohibida la reproducción total o parcial de cualquier parte de este libro, incluido el diseño de cubierta, así como su almacenamiento, transmisión o tratamiento por ningún medio sea electrónico, mecánico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin el permiso previo por escrito de: NOCTIVORA, S.L.
A mi hermano Jorge, que alienta estos versos.
Y cuándo nos veremos con los demás, al borde
de una mañana eterna, desayunados todos.
CÉSAR VALLEJO
A Pier Paolo Pasolini
I
Golpes en la arena: certeza de la muerte.
Cómo escapar cuando no hay escapatoria.
La sangre del poeta en la playa de Ostia
anuncia una noche cruel, terrible, tenebrosa.
El odio amenaza siempre las libres mentes.
Cambian los tiempos, los espacios cambian: ahora,
Roma, mil novecientos setenta y cinco, noviembre;
entonces, Granada, treinta y seis, agosto crece.
Caballos de Federico llaman sin demora
a las golondrinas de Pier Paolo, preciosas.
II
Madre, madre, madre, su voz casi inaudible.
Las botas lo golpean con enorme dureza,
pero el corazón habla, ve, escucha, sensible.
La infancia son recuerdos del Friul, Ruda, qué belleza.
Susana acaricia sus cabellos, muy tierna,
sus cálidas palabras dan al mundo pureza.
En la arena, golpeado, comprende el cine,
el ingenio auténtico. Resulta indistinguible
el dolor de María por Jesús, que un día ella
llevase a la pantalla, del actual, invisible.
III
Conocer y amar, amar y conocer
orientaron su vida. Incesante afán
por encontrar hermosura en la inmediatez
de las madrugadas romanas. La claridad
de unos cuerpos dorados se enfrenta a la maldad.
La maldad es la incomprensión de la sociedad,
las injusticias típicas que inflige el poder
a los humildes de Ponte Mammolo, arrabal
de Roma, de Italia, del planeta. Crueldad
de los asesinos que provoca la estrechez.
IV
La vida se escapa, mientras oye las aguas.
Imagina, ingenuo, que las formas acuáticas
son testigos de su desgracia, que estas olas
contemplan, indignadas, cual si fuesen sus obras,
el fin de un ser humano antes de la aurora.
Poemas, novelas, películas, magia humana.
Recuerda cuánto le gustaban esas veladas
con sus amigos: Ninetto, Alberto, Laura.
Hablaban de la vida y el arte hasta altas horas,
noble amistad contra las fuerzas destructoras.
V
Las lágrimas que vierte Pier Paolo en la arena
son las lágrimas que vertía cuando el recuerdo
de su hermano Guido inundaba su pena.
¡Oh, querido Guido! Bueno, justo, guerrero
por un mundo mejor, caído en febrero.
Noche oscura en Ostia. La hiriente tristeza
se transforma en milagro artístico: un compañero,
al que llaman Riccè, digno en la pobreza,
como salvara una golondrina del hundimiento,
salva a Pier Paolo para el arte eterno.
A Johann Sebastian Bach
I
Amanece en Leipzig. Esos primeros rayos
despiertan al mundo en el día de Viernes Santo.
El Cantor va al balcón, contempla el alba:
Los pájaros, los árboles, las flores, las montañas.
Piensa en Dios, cree en su cotidiano milagro.
Mil setecientos veintisiete, once de abril.
¿Cómo crear algo que suavice nuestro sufrir?
Desde el corazón y la inteligencia, sinceros
refugios que el Creador nos dio para vivir,
desde la esencia: la Pasión según San Mateo.
II
La música, su compañera inseparable
por urbes de Turingia, Brandeburgo, Sajonia.
Los latidos humanos, sonidos perdurables
de órganos, violines, violonchelos, claves.
¡Tantos instrumentos y recuerdos que emocionan!
Atravesó un largo y sinuoso camino.
Prodigioso organista, también un ser humano
que amó mucho, que vio morir a hijos, a hermanos.
Hoy, en la iglesia de Santo Tomás, el destino
lo espera, a él, genio con fervor divino.
III
¿Serán las palabras auténticas del evangelio
destellos lumínicos con los que protegernos?
Por la tarde, horas antes de la interpretación,
Johann Sebastian lee la Biblia de Calov,
tantas veces leída y anotada con esmero.
El proyecto, genuino, cánticos y acordes
para iluminar las Sagradas Escrituras.
Se siente entusiasmado. La fuerza de la hondura
del hijo de Dios, la bondad de sus seguidores
marcan su aliento artístico, la luz de los cantores.
IV
Rumbo a la Thomaskirche, pasa por la escuela;
allí, en sus aulas, desde hace años, enseña
a los muchachos, comparte su sabiduría.
Algunos irán a la iglesia con sus familias.
Si la Pasión les gusta, merecerá la pena.
Accede al templo, su mágico hogar,
preparados los músicos, las voces magistrales,
atentos los feligreses. Johann Sebastian
inicia la dirección, palpita su sangre
al unir a los hombres con la divinidad.
EL NOVELISTA Y SUS PERSONAJES
A Miguel Delibes
I
Frisabas los diez años cuando lo conociste.
Una tarde otoñal, tras el colegio, quisiste
que tu hermano, gran lector, te dejara un libro.
La maestra pedía un trabajo narrativo
sobre cualquier obra, y tú sin decidirte.
Muy pocas lecturas tenías, pero el cariño
de tu hermano convertía todo en posible.
Su fuerte brazo agarró una novela, lo viste.
«Toma, Javier, lee esta», recuerdas que te dijo.
Su autor: Miguel Delibes. Su título: El camino.
II
Y así, en compañía de Daniel, el Mochuelo,
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