Mary Clark - No Llores Más, My Lady

Здесь есть возможность читать онлайн «Mary Clark - No Llores Más, My Lady» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

No Llores Más, My Lady: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No Llores Más, My Lady»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una estrella de teatro y de la pantalla se arroja, en misteriosas circunstancias, por el balcón de su ático neoyorquino, ¿Fue asesinada por su amante, Ted Winters, un apuesto magnate de los negocios atormentado por un secreto inconfesable? ¿O se trata de un suicidio? Pero ¿por qué iba Leila a quitarse la vida en la cumbre de la fortuna y el éxito? ¿O la mató otra persona? Sin embargo, ¿quién querría acabar con la vida de una joven admirada y querida por todo el mundo?…

No Llores Más, My Lady — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No Llores Más, My Lady», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Elizabeth había mantenido la respiración en un enorme esfuerzo por no tragar agua. Dejó el cuerpo fláccido, pero no había forma de librarse de él. Su única esperanza era que, creyéndola inconsciente, se fuera. Apenas sentir los brazos que la rodeaban, ya supo que se trataba de Craig. Lo había forzado a actuar otra vez, pero volvería a salirse con la suya. Poco a poco, Elizabeth caía en la inconsciencia. «Resiste -se dijo. No, era Leila que le pedía que resistiera-. Sparrow, esto es lo que trataba de decirte. No me decepciones ahora. Él piensa que está a salvo. Tú puedes hacerlo, Sparrow.»

Sintió que los brazos comenzaban a soltarla. Ella se dejó caer hacia el fondo, tratando de resistir el impulso de salir a la superficie. «Aguarda, Sparrow, aguarda. No dejes que se dé cuenta de que aún sigues consciente.»

Luego sintió que alguien la tomaba y trataba de llevarla hacia arriba; eran otros brazos, brazos que la sostenían, que la acunaban. Ted.

Sintió el aire fresco de la noche sobre el rostro, aspiró profundamente y con desesperación. El brazo de Ted la sostenía por el cuello mientras la arrastraba hacia el borde; sintió su propia respiración. Tosía. Se ahogaba.

Y luego, antes de que pudiera verlo, una pesada figura caía sobre ambos. Logró aspirar una gran bocanada de aire antes de volver a hundirse.

Sintió que el brazo de Ted se tensaba. Y que se agitaba. Craig quería matarlos a ambos. Ya nada le importaba más que destruirlos. Ted la apretaba con fuerza y no podía soltarse, pero luego, le dio un fuerte empujón hacia arriba para que llegara a la superficie. Craig no lo permitió: la tomó de un tobillo obligándola a bajar otra vez.

En la superficie, Elizabeth alcanzó a oír los gritos y las sirenas de los autos que se acercaban. Pudo llenarse los pulmones de aire y se sumergió, allí donde Ted seguía luchando por su vida. Sabía dónde estaba Craig; el arco de su descenso quedaba justo encima de su cabeza. Estaba apretándole el cuello a Ted. Bajó los dos brazos. Había luces sobre el agua. Podía ver la silueta de los brazos de Craig, la lucha desesperada del cuerpo de Ted. Sólo tendría una oportunidad.

Ahora. Dio una patada, un movimiento fuerte y cortante. Estaba sobre Craig. En un arranque salvaje, logró poner los dedos debajo de la máscara de la cara. Él trató de agarrarla, pero ella lo esquivó y siguió tirando, tirando hasta lograr arrancarle la máscara.

Elizabeth la aferró entre sus manos mientras Craig, desesperado, trataba de quitársela; la aferró mientras el cuerpo de su agresor era arrastrado hacia la superficie; hasta que sus pulmones estuvieron a punto de estallar. Y no la soltó cuando otros brazos la guiaron en busca del aire.

Por fin podía respirar. Siguió tosiendo y recuperando el aliento mientras Ted entregaba a Craig a uno de los policías que lo rodeaban. Luego, como dos figuras atraídas por una fuerza magnética irresistible, ambos se abrazaron y así, unidos, se dirigieron hacia la escalerilla en el extremo de la piscina.

Viernes

4 de septiembre
CITA DEL DÍA:

Para el amor, la belleza y el placer,

no existe la muerte, ni el cambio.

Shelley

Estimados huéspedes de «Cypress Point».

Algunos de ustedes nos dejan hoy. Recuerden, nuestra única preocupación han sido ustedes, su bienestar, su belleza, su salud. Regresen al mundo sabiendo que aquí, en «Cypress Point», han recibido amor y atenciones y que esperamos regresen pronto. En un poco tiempo estarán terminados nuestros magníficos Baños Romanos. Será una experiencia incomparable. Habrá horarios separados para hombres y mujeres excepto entre las dieciséis y las dieciocho, momento en que disfrutaremos de los baños mixtos al mejor estilo europeo, un gran deleite.

Regresen pronto para otro descanso saludable en el sereno ambiente de «Cypress Point».

Barón y baronesa Von Schreiber

1

Ese día amaneció claro y brillante. El tibio sol de la mañana comenzó a evaporar la niebla. Las gaviotas y mirlos se elevaban alto en el cielo y volvían para posarse sobre las rocas.

En «Cypress Point», los huéspedes que quedaban continuaban con sus programas. En la piscina olímpica tenía lugar una clase de gimnasia acuática; las masajistas moldeaban músculos y aporreaban las capas de grasa; cuerpos mimados que se envolvían con sábanas con olor a hierbas; el trabajo de la belleza y el lujo seguía funcionando.

Scott les había pedido a Min y Helmut, Syd y Cheryl, Elizabeth y Ted que se reunieran con él a las once. Lo hicieron en el salón de música, a puerta cerrada, lejos de los ojos y oídos de algún huésped o empleado curioso.

Elizabeth recordaba fragmentos de la noche anterior: Ted abrazándola… Alguien que la envolvía en una bata… El doctor Whitley que le ordenaba irse a la cama.

Ted llamó a la puerta de Elizabeth a las once menos diez. Caminaron juntos, tomados de la mano, sin necesidad de decir lo que existía entre ellos.

Min se sentó al lado del barón. Seguía teniendo una expresión de cansancio aunque, de alguna manera, más tranquila. En la determinación de su mirada quedaba algo de la vieja Min. El barón, siempre impecable, con una camisa deportiva, postura erguida y aire seguro. Para él también, la noche había exorcizado ciertos demonios.

Cheryl miró a Ted y entrecerró los ojos. Con su lengua puntiaguda se lamió los labios como un gato a punto de comerse un manjar prohibido.

Junto a ella estaba Syd. Había recuperado algo que le faltaba: esa confianza indiferente que otorga el éxito.

Ted estaba junto a ella, con el brazo apoyado en el respaldo de su silla, con una actitud protectora y atenta, como si temiera que se le escapara de las manos.

– Creo que hemos llegado al final del camino. -El cansancio en la voz de Scott sugería que no había dormido en toda la noche-. Craig retuvo a Henry Bartlett, quien le pidió que no hiciera ningún comentario. Sin embargo, cuando le leí la carta de Elizabeth, lo admitió todo.

– Déjenme que se la lea. -Scott extrajo la carta del bolsillo.

Querido Scott:

Sólo existe una forma de probar lo que sospecho y estoy a punto de hacerlo ahora. Puede salir mal, pero si algo llegara a sucederme, creo que será porque Craig ha decidido que me estoy acercando demasiado a la verdad.

Esta noche, prácticamente acusé a Syd y al barón de causar la muerte de Leila. Espero que eso sea suficiente como para que Craig se sienta seguro e intente hacerme daño. Creo que sucederá en la piscina. Pienso que estuvo allí la otra noche. Sólo puedo confiar en el hecho de que nado más rápido que cualquiera y, si trata de atacarme, se habrá expuesto. Si lo logra, ve tras él; por mí y por Leila.

Ya debes de haber escuchado las cintas. ¿Te diste cuenta de lo molesto que estaba cuando Alvirah Mechan comenzó a hacer tantas preguntas? Trató de interrumpir a Ted cuando éste dijo que Craig podía engañar a cualquiera con su imitación.

Yo creí haber escuchado a Ted que le gritaba a Leila que colgara el teléfono. Pensé que la había oído decir: «Tú no eres un halcón.» Pero Leila estaba llorando. Y por eso me equivoqué. Helmut estaba cerca. Él la oyó decir: «Tú no eres Halcón.» Él lo escuchó bien. Y yo no.

La cinta de Alvirah Mechan en la sala de tratamientos. Escúchala con cuidado. Esa primera voz. Parece la del barón, pero hay algo que no funciona. Creo que era Craig imitando la voz del barón. Scott, no existe prueba de nada de esto. La única prueba que se obtendrá es si Craig me considera demasiado peligrosa.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «No Llores Más, My Lady»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No Llores Más, My Lady» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «No Llores Más, My Lady»

Обсуждение, отзывы о книге «No Llores Más, My Lady» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x