Mary Clark - No Llores Más, My Lady

Здесь есть возможность читать онлайн «Mary Clark - No Llores Más, My Lady» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

No Llores Más, My Lady: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «No Llores Más, My Lady»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Una estrella de teatro y de la pantalla se arroja, en misteriosas circunstancias, por el balcón de su ático neoyorquino, ¿Fue asesinada por su amante, Ted Winters, un apuesto magnate de los negocios atormentado por un secreto inconfesable? ¿O se trata de un suicidio? Pero ¿por qué iba Leila a quitarse la vida en la cumbre de la fortuna y el éxito? ¿O la mató otra persona? Sin embargo, ¿quién querría acabar con la vida de una joven admirada y querida por todo el mundo?…

No Llores Más, My Lady — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «No Llores Más, My Lady», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Con compasión, Scott estudió a Ted, el cansancio de sus hombros caídos, la fatiga que emanaba de todo su cuerpo. Había estado caminando todo el día, obligándose a llegar al borde del acantilado, luchando contra su propio demonio para llegar a la verdad.

– ¿Les dijiste esto cuando comenzaron a interrogarte sobre la muerte de Leila?

– No, hubiera parecido ridículo. Construyo hoteles donde hacemos que la gente quiera tener un balcón. Siempre logré evitar asomarme sin hacer un problema de ello.

Estaba oscureciendo. Gotas de sudor corrían por las mejillas de Ted. Scott encendió una luz. La habitación sobrecargada de muebles, los almohadones que Jeanie había bordado, la mecedora, la librería de pino, todo cobró vida. Ted no pareció darse cuenta, estaba en un mundo aparte, atrapado por el testimonio de otras personas, a punto de ser confinado a prisión durante veinte o treinta años. «Tiene razón -decidió Scott-. Lo único que desea es volver a aquella noche.»

– ¿Quieres someterte a una prueba de hipnosis o de sodio pentotal? -le preguntó.

– Cualquiera…, o ambos…

No importa. Scott se acercó al teléfono y volvió a llamar a John Whitley al hospital.

– ¿Nunca te vas a casa? -le preguntó.

– Sí, de vez en cuando. De hecho, estaba por salir.

– Me temo que no podrás, John. Tenemos otra emergencia…

10

Craig y Bartlett caminaron juntos hasta el salón comedor. Habían preferido saltar la hora del cóctel y vieron a los últimos huéspedes que abandonaban la terraza ante el gong que anunciaba la cena. Había comenzado a soplar la brisa fresca del océano y los líquenes que pendían de los gigantescos pinos en el extremo norte de la propiedad se balanceaban en un movimiento rítmico y solemne, acentuado por las luces esparcidas por todo el predio.

– No me gusta -comentó Bartlett-. Elizabeth Lange está planeando algo extraño si nos pide cenar con nosotros. Te aseguro que al fiscal de distrito no le gustará nada que su principal testigo comparta la mesa con el enemigo.

– Ex principal testigo -le recordó Craig.

– Sigue siéndolo. Esa mujer, Ross, es una loca. El otro testigo es un ladrón. No me molestará ser quien interrogue a esos dos en el estrado.

Craig se detuvo y lo tomó del brazo.

– ¿Quieres decir que Ted todavía tiene una oportunidad?

– Diablos, claro que no. Es culpable. Y no es tan buen mentiroso como para ayudarse a sí mismo.

Había un anuncio en el vestíbulo. Esa noche habría un recital de flauta y arpa. Barden leyó el nombre de los artistas.

– Son de primera. Los oí el año pasado en el «Carnegie Hall». ¿Alguna vez vas allí?

– A veces.

– ¿Qué tipo de música te gusta?

– Las fugas de Bach. Y supongo que esto te sorprende.

– La verdad, no pensé en nada -contestó Bartlett cortante.

«Dios -pensó-, no veo el momento de terminar con este caso. Un cliente culpable que no sabe cómo mentir y un segundón resentido que nunca se sobrepondrá a su complejo de inferioridad.»

Min, el barón, Syd, Cheryl y Elizabeth ya estaban sentados a la mesa. Sólo Elizabeth parecía estar perfectamente relajada. Fue ella quien asumió el papel de anfitriona en lugar de Min. Había dos lugares vacíos a cada lado de ella. Cuando los vio aproximarse, extendió los brazos en gesto de bienvenida.

– Reservé estos asientos para ustedes.

«¿Y esto qué diablos significa?», se preguntó Bartlett con amargura.

Elizabeth observó cómo el camarero llenaba las copas con un vino sin alcohol.

– Min, tengo que confesarte que en cuanto llegue a casa tomaré algo bueno y fuerte -le dijo.

– Tendrías que hacer como todos los demás -sugirió Syd-. ¿Dónde está tu maletín secreto?

– Su contenido es mucho más interesante que el licor -le respondió Elizabeth. Ella dirigió la conversación durante toda la cena recordando la época en que habían estado todos juntos en «Cypress Point».

Cuando sirvieron el postre, Bartlett la desafió:

– Señorita Lange, tengo la clara impresión de que está jugando a algún tipo de juego, y a mí no me gusta participar en ninguno a menos que conozca las reglas.

Elizabeth se estaba llevando una cucharada de frambuesas a la boca. Las tragó y luego dejó la cuchara.

– Tiene razón -le dijo-. Quería estar con vosotros esta noche por una razón en especial. Tenéis que saber que ya no creo que Ted haya sido el responsable de la muerte de mi hermana.

Todos la miraron con el rostro petrificado.

– Dejadme hablar sobre eso -continuó Elizabeth-. Alguien la destruyó en forma deliberada con esas cartas anónimas. Creo que fuisteis tú, o tú. -Señaló primero a Cheryl y luego a Min.

– Te equivocas por completo -protestó esta última indignada.

– Yo te sugerí que encontraras más cartas para investigarlas. -Cheryl escupió las palabras.

– Puede ser que lo haga -respondió Elizabeth-. Señor Bartlett, ¿Ted le comentó que Syd y el barón estuvieron cerca del apartamento de mi hermana la noche en que ella murió? -Elizabeth parecía disfrutar de su expresión de asombro-. Hay mucho más en torno a la muerte de mi hermana de lo que ha salido a la luz. Lo sé. Uno de ustedes, o tal vez ambos, lo saben. Existe un nuevo argumento. Syd y Helmut habían invertido dinero en la obra. Syd sabía que Helmut era el autor. Y juntos fueron a hablar con Leila. Algo salió mal y Leila murió. Habría sido considerado un accidente si esa mujer no hubiera jurado haber visto a Ted luchar con Leila. En ese punto, mi testimonio de que Ted había regresado, lo atrapó.

El camarero estaba cerca y Min le hizo señas para que se alejara. Bartlett se dio cuenta de que las personas de las mesas cercanas los observaban, sintiendo la creciente tensión.

– Ted no recuerda haber regresado al apartamento de Leila -continuó Elizabeth-, pero supongamos que sí lo hizo y supongamos que se fue en seguida. ¿Y si uno de vosotros peleó con Leila? Todos tenéis la misma estatura. Estaba lloviendo. La testigo Ross pudo haber visto a Leila peleando y supuso que se trataba de Ted. Ambos os pusisteis de acuerdo en dejar que Ted fuera acusado de la muerte de Leila y en la historia que luego le contaríais. Es una posibilidad, ¿no es cierto?

– Minna, esta mujer está loca -se quejó el barón-. Debes saber…

– Niego absolutamente haber estado en el apartamento de Leila aquella noche -declaró Syd.

– Admites haber corrido detrás de Ted. Pero ¿desde dónde? ¿Desde el apartamento? Habría sido un golpe de suerte que Ted quedara tan traumatizado como para perder la memoria. El barón sostiene que oyó a Leila discutir con Ted. Pero yo también los oí. Estaba al otro lado de la línea telefónica. ¡Y yo no escuché lo que él sostiene haber escuchado!

Elizabeth apoyó los codos sobre la mesa y observó con atención los dos rostros furiosos que tenía frente a ella.

– Le agradezco mucho esta información -le dijo Henry Bartlett-, pero parece haber olvidado que hay un nuevo testigo.

– Un nuevo testigo muy conveniente -comentó Elizabeth-. Hablé con el fiscal de distrito esta tarde. El testigo no es muy inteligente que digamos. La noche que sostiene haber estado en ese apartamento observando cómo Ted arrojaba a Leila, estaba en la cárcel. -Se puso de pie-. ¿Craig, me acompañas hasta mi cabaña? Quiero terminar de hacer el equipaje y luego ir a nadar un poco. Puede ser que pase mucho tiempo antes de que regrese a este lugar… Si es que alguna vez lo hago.

Afuera, la oscuridad era absoluta. La luna y las estrellas habían quedado cubiertas por la niebla; los faroles esparcidos en los arbustos y los árboles eran apenas un punto de luz. Craig pasó un brazo por encima del hombro de Elizabeth.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «No Llores Más, My Lady»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «No Llores Más, My Lady» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «No Llores Más, My Lady»

Обсуждение, отзывы о книге «No Llores Más, My Lady» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x