Guillermo Martínez - La muerte lenta de Luciana B.

Здесь есть возможность читать онлайн «Guillermo Martínez - La muerte lenta de Luciana B.» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La muerte lenta de Luciana B.: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La muerte lenta de Luciana B.»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Diez años después, nada queda en Luciana de la muchacha alegre y seductora a la que el famoso escritor Kloster dictaba sus novelas. Tras la trágica muerte de su novio y, después, uno a uno, las de sus seres más queridos, Luciana vive aterrorizada, atenta a cada sombra, cada persona que pasa a su lado, con la sospecha de que esas muertes son parte de una venganza metódica urdida en su contra, un círculo que sólo se cerrará con la séptima víctima. En la desesperación más absoluta, recurre a la única persona capaz de adentrarse en el siniestro universo de Kloster. Los cuadernos de notas de Henry James y una Biblia de Scofield serán claves en un pasaje sin retorno a la región más primitiva del mal.
¿Podría un asesino simular cuidadosamente el azar, concebir una geometría de muertes y quedar impune? ¿Cuál es el castigo para el que nos ha despojado de todo y nos ha causado el máximo dolor?
Tras el éxito internacional de Crímenes imperceptibles, Guillermo Martínez ha escrito una obra maestra del suspenso, intensa y extraordinaria, que lo destaca como uno de los escritores más importantes de su generación.

La muerte lenta de Luciana B. — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La muerte lenta de Luciana B.», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Esto también se lo debo a Kloster -dijo.

Se había sentado en la silla giratoria de siempre y miró alrededor, creo que algo sorprendida de que aquel lugar hubiese cambiado tan poco.

– Es increíble -dijo, como si constatara una injusticia, pero a la vez, como si hubiera encontrado un refugio intacto e inesperado del pasado-. Nada cambió aquí. Hasta conservaste esa horrible alfombrita gris. Y vos… -me miró casi acusadoramente-. También estás igual que siempre. Apenas un par de canas. Ni siquiera engordaste: estoy segura de que si voy a la cocina, las alacenas están vacías y sólo encuentro café.

Supongo que era mi turno para decirle a mi vez algo amable, pero lo dejé pasar, sin encontrar las palabras, y creo que ese silencio la lastimó más que cualquier mentira.

– Entonces -me dijo, con una sonrisa irónica y desagradable-: ¿no querés saber nada de mí? ¿No querés preguntarme por mi novio? -dijo, como si me propusiera alguna clase de juego.

– ¿Qué pasó con tu novio? -pregunté automáticamente.

– Está muerto -dijo y antes de que yo pudiera contestar nada, me miró con fijeza, reteniendo mi mirada, como si le tocara mover a ella otra vez-. ¿No querés preguntarme por mis padres?

No dije nada y ella volvió a pronunciar con el mismo acento casi desafiante.

– Están muertos. ¿No querés preguntarme por mi hermano mayor? Está muerto.

Su labio inferior tembló un poco.

– Muertos, muertos, muertos. Uno tras otro. Y nadie se entera. Al principio ni siquiera yo me había dado cuenta.

– ¿Querés decir que alguien los mató?

Kloster -pronunció en un susurro aterrado, inclinando la cabeza hacia mí, como si alguien más pudiera escucharnos-. Y no se detuvo todavía. Lo hace lentamente: ése es el secreto. Deja pasar los años.

– Kloster está matando a todos tus familiares… sin que nadie se entere -repetí con cautela, como quien sigue la corriente a una persona extraviada.

Ella asintió con seriedad, sin dejar de mirarme a los ojos, a la espera de mi próxima reacción, como si lo más importante ya estuviera dicho, y se hubiera puesto en mis manos. Pensé, naturalmente, que había sufrido alguna clase de trastorno mental por una sucesión de muertes desgraciadas. Kloster había adquirido en los últimos años una fama casi obscena: era imposible abrir los diarios sin encontrar su nombre. No había otro escritor más requerido, más omnipresente, más celebrado. Kloster podía figurar a la vez como jurado de un concurso literario o a la cabeza de una solicitada, como representante en un congreso internacional o como invitado de honor de una embajada. En esos diez años se había convertido de autor secreto en un hombre público, casi en una marca. Sus libros se vendían en toda clase de formatos, desde los Kloster de bolsillo hasta los de tapa dura en ediciones de lujo para regalos empresariales. Y aunque había vuelto a tener una cara, que aparecía en fotos bien estudiadas, hacía tiempo que yo había dejado de pensar en él como un hombre, como una persona de carne y hueso: se había desvanecido para mí en un nombre abstracto que flotaba en librerías, en afiches, en titulares. Kloster tenía en todo caso la existencia inasible y febril de una celebridad: no parecía descansar un minuto entre las giras por sus libros y la serie incesante de sus otras actividades. Y esto sin contar las horas que debía dedicar a escribir, porque sus libros seguían apareciendo uno tras otro con una frecuencia imperturbable. La posibilidad de que Kloster tuviera algo que ver con crímenes reales me parecía tan extravagante como si se los hubiera atribuido al Papa.

– ¿Pero Kloster? -solté sin querer, y aún sin salir de mi sorpresa-, ¿le queda tiempo para planear asesinatos?

Pensé, demasiado tarde, que aquello debió sonarle como una ironía y que tal vez, sin darme cuenta, la había lastimado. Pero Luciana me respondió como si acabara de darle una prueba decisiva a su favor.

– Justamente: ésa es parte de su estrategia. Que nadie lo crea posible. Cuando nos conocimos me decías de él que era un escritor secreto. En esa época despreciaba todo lo que tuviera que ver con la exposición pública, yo misma lo escuché rechazar cien veces reportajes. Pero en estos años buscó deliberadamente esa fama, porque ahora la necesita. Es su pantalla perfecta. La necesitar í a, si alguien quisiera investigar -dijo con amargura-, si alguien estuviera dispuesto a creerme.

– Pero ¿qué motivo podría tener Kloster…?

No s é . Eso es lo más desesperante. Aunque con el tiempo… me formé una idea. Lo único que podría darle sentido a todo. En realidad, hay un motivo: una demanda que le inicié cuando volví a trabajar con él. Pero visto a la distancia fue algo menor. Ni siquiera llegamos a la instancia del juicio. No puedo creer que todavía se esté vengando: es algo terriblemente desproporcionado. Cuanto más lo pienso menos puedo creer que sea la verdadera causa.

– ¿Una demanda contra Kloster? Yo pensaba que era el jefe perfecto, la última vez que te vi parecías contenta de volver a trabajar con él. ¿Qué pasó desde entonces?

La cafetera que había dejado sobre la hornalla empezó a crepitar. Fui hasta la cocina, volví con dos tazas de café y esperé a que ella se sirviera el azúcar. Revolvió con la cucharita de una manera interminable, como si intentara ordenar sus pensamientos. O quizá, estuviera midiendo hasta dónde contarme.

– ¿Qué pasó? Desde hace años que me pregunto cada día qué pasó exactamente. Es como si fuera una pesadilla: puedo contar cada cosa por separado y sólo parecería una cadena de desgracias. Pero todo empezó después de ese viaje, cuando volví a trabajar con él. El primer día estaba de buen humor. Me preguntó en un descanso, mientras preparaba el café, qué había hecho yo durante aquel mes que él no había estado. Le conté, sin ni siquiera detenerme a pensarlo, que había trabajado con vos. Al principio parecía solamente intrigado: quiso saber quién eras, y de qué trataba la novela que me habías dictado. Creo que te conocía un poco, o fingió conocerte. Le conté que te habías fracturado la mano. No era más que una conversación casual pero me pareció percibir de pronto por el tono de la voz y algo en la insistencia de las preguntas que parecía absolutamente celoso, como si diera por sentado que había pasado algo entre nosotros. Creo que varias veces estuvo a punto de preguntármelo de una manera directa. Y en los días siguientes cada tanto volvía a rondar de una u otra manera sobre ese mes en blanco. Incluso leyó uno de tus libros y volvió otra vez a sacarme el tema para burlarse de lo que escribías. Yo nunca decía nada y eso sólo parecía irritarlo más. Pero una semana después cambió de estrategia. Estuvo silencioso como nunca; apenas me hablaba y creí que estaba pensando en echarme.

– Era lo que yo imaginaba -dije-: estaba enamorado de vos.

– Esos días fueron los más difíciles. No me dictaba una palabra y sólo caminaba alrededor del cuarto, como si estuviera decidiendo otra cosa que no tenía nada que ver con su novela. Algo que tenía que ver conmigo. Y de pronto, una mañana, empezó a dictarme otra vez de manera normal, como si nada hubiera ocurrido. En realidad, no del todo normal: parecía como si tuviera un rapto de inspiración, como si estuviera poseído. Siempre me había dictado hasta entonces a lo sumo uno o dos párrafos por día y volvía a corregirlos maniáticamente, línea por línea. Pero ese día me dictó de corrido una escena larga y bastante horrorosa: una sucesión de crímenes, un degollamiento de esta secta de asesinos religiosos. Parecía transfigurado, nunca me había dictado tan rápido, yo a duras penas podía seguir el hilo. Pero pensé que todo volvía a estar bien. Me importaba mucho en esa época trabajar y estaba bastante angustiada por la posibilidad de que él quisiera despedirme. Me dictó a ese ritmo durante casi dos horas y a medida que avanzábamos parecía ponerse cada vez de mejor humor. Incluso, cuando me detuve para ir a preparar más café, hizo por primera vez en ese tiempo un par de chistes. Me puse de pie y sentí al enderezarme que el cuello se me había entumecido. Yo tenía en ese tiempo un problema cervical -me dijo, como si fuera una explicación demorada y quisiera probarme ahora su inocencia.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La muerte lenta de Luciana B.»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La muerte lenta de Luciana B.» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La muerte lenta de Luciana B.»

Обсуждение, отзывы о книге «La muerte lenta de Luciana B.» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x