Lorenzo Silva - La estrategia del agua

Здесь есть возможность читать онлайн «Lorenzo Silva - La estrategia del agua» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

La estrategia del agua: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «La estrategia del agua»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Tras una decepcionante experiencia con el sistema judicial, que ha puesto en libertad a un asesino al que había detenido después de una larga investigación, el brigada Bevilacqua, alias Vila, se halla desencantado y más escéptico de lo que acostumbra. Así se enfrenta al nuevo caso que le ocupa: un hombre llamado Óscar Santacruz ha aparecido con dos tiros en la nuca en el ascensor de su casa. Parece el «trabajo» de un profesional, lo que se antoja desmesurado dada la poca trascendencia de la víctima, que tiene algunos antecedentes menores por tráfico de drogas y violencia de género. Vila y su compañera, la sargento Chamorro, afrontan la tarea, muy a regañadientes por parte de Vila, actitud que empezará pagando «el nuevo», Arnau, un joven guardia que poco a poco se irá ganando la confianza del brigada.
Parece que los problemas en la vida de Óscar, aparte de sus roces con la justicia, se limitan a su divorcio, mal llevado y con un hijo de por medio. Pero, ¿qué esconde la denuncia que pesaba sobre la víctima por malos tratos? ¿Y su detención por tráfico de drogas? ¿En qué oscuros asuntos estaba envuelto este hombre en apariencia tan poco peligroso?
Una novela sobre los claroscuros de las relaciones, sobre los errores y aciertos de los jueces, sobre los vericuetos de la moderna investigación policial, sobre las injusticias que provocan las leyes y sobre el mal, que a menudo está entre lo que tenemos más cerca, incluso entre lo que un día amamos.

La estrategia del agua — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «La estrategia del agua», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Una vez hecho esto, saqué mi móvil y llamé a Arnau.

– Diga, mi brigada.

– Cómo lo llevas, Juanito.

– Bien. Creo que he descubierto algo que puede interesarnos.

– ¿Ah, sí?

– ¿Tan poca fe me tiene?

– No hombre, no. Cuenta.

– Una vecina del bloque de enfrente. Vio una moto. Sobre las tres de la mañana, dice que serían. Negra, grande, silenciosa. Y el motorista también iba de negro. Circulaba despacio, muy despacio, y sin las luces puestas, eso fue lo que le llamó la atención. La siguió con la vista hasta el final de la calle y allí dice que dio las luces y aceleró.

– Qué bien suena todo eso, chaval.

– Lo mismo me pareció a mí, mientras me lo contaba.

– Voy a preguntarte una gilipollez. ¿La vecina sabría decir qué marca de moto era? ¿Recuerda alguna letra o cifra de la matrícula?

– Tiene setenta años, mi brigada. Ya puede deducir la respuesta.

– Ya te dije que era una gilipollez. Pero está muy bien. Ya puedes decir que te ha cundido el esfuerzo. Más que a nadie aquí esta mañana. Eres un tío con potra, Arnau. A lo mejor no va a ser tan malo, después de todo, tener que hacerte de canguro. ¿Sabes lo que les preguntaba Napoleón a sus mejores jefes antes de hacerlos generales?

– No, mi brigada.

– Les preguntaba si tenían suerte. Capacidad ya les suponía, cuando se planteaba ascenderlos. Pero al final, en la vida como en las batallas, interviene la fortuna. Y el corso no quería poner ninguno de sus ejércitos a las órdenes de un gafe. Yo no soy Napoleón y tú no eres más que un puto guardia, pero creo que voy a encargarte más cosas.

– Pues nada. Muy honrado, jefe.

– Vente para acá, ya seguirás preguntando luego por ahí. Con lo que has conseguido ya nos da para enredar. Estoy en el piso del difunto. Y cuando subas, tráeme su teléfono móvil. ¿Lo has mirado?

– No me ha dado tiempo, mi brigada.

– ¿Y no ha sonado en ningún momento?

– Mientras lo tenía, no. Ahora está en el coche.

– Qué raro. Vale, ya me ocupo yo. Súbemelo, anda.

Chamorro llevaba un par de minutos en la puerta del dormitorio. Había oído la mitad de mi conversación con Arnau.

– Mira que eres borde con el chico -dijo-. Con lo majo que es.

– Es para que no se me haga marica, ni metrosexual, ni nada de eso que ahora les pasa a los jóvenes. En cuanto se descuidan, están tumbados en una cabina de estética dejándose depilar a la cera o con láser por una caribeña que les llama cariño y les pregunta si duele.

– Por favor, qué catástrofe -se burló.

– Pues tal y como yo lo veo, sí. De ahí a ponerse lacitos de todos los colores, o a aplaudir con una sonrisa bobalicona a esas arpías resentidas que van proclamando que gastar cromosomas viriles equivale a bestialidad corregible mediante castración, sólo hay un paso.

La sargento sonrió, mientras sacudía la cabeza.

– A veces me cuesta discernir qué hay de broma y de veras en esas barbaridades que dices. Y si eso me pasa a mí, imagina a otros.

– Tampoco pasa nada, no tengo una imagen pública que cuidar. Volviendo al asunto: el chaval ha encontrado una pista buena. Mejor que buena, cojonuda. Una vecina de enfrente vio largarse anoche a un motorista. Y, o mucho me equivoco, o la forense nos va a certificar que a nuestro Óscar se lo cargaron sobre las tres de la mañana.

– Bueno, es raro andar por ahí a esa hora, pero…

– Luces apagadas, todo de negro, muy lento para no hacer ruido.

Chamorro asintió, pensativa.

– Eso ya empieza a tener otro aire.

– Hay una posibilidad de que no sea cien por cien escrupuloso en sus movimientos. O lo que es lo mismo, de que volviera a Madrid por la autovía. Y eso ya sabes lo que significa, ¿o tengo que decir más?

– Paso registrado por las cámaras de Tráfico.

– Modelo, matrícula, etcétera. Podemos acabarlo en el día, Vir.

– Si la moto no es robada, si la matrícula resulta legible en la imagen… No es una cámara que de noche y con lo pequeña que es una matrícula de moto nos dé garantías de poder identificarlo.

– Por si acaso, ya sabes lo que vas a hacer en cuanto terminemos esta conversación. ¿Qué hay de lo que te encargué antes?

– Todo en marcha. Me han prometido que tendremos todo lo que les he pedido esta misma tarde. Y he hablado con la hermana.

– ¿Y? ¿Por dónde va?

– A la altura de Navalcarnero, le quedará como media hora para llegar aquí. Iba conduciendo y hablaba por el manos libres, así que la conversación no ha dado para mucho. Pero me ha dicho algo que te va a llamar la atención. Vamos, al menos a mí me la ha llamado.

– ¿A saber?

– Que se temía desde hacía meses que algo malo acabara sucediéndole a su hermano. Y que ya me lo explicaría cuando llegara.

– Bien, bien, esto fluye. Me queda aún un rato para tener que darle novedades al jefe, que querrá disponer de ellas para poder hacer méritos con el coronel a la hora de la comida. Habla con Tráfico.

Arnau, obediente como siempre, se presentó con el teléfono móvil de Óscar Santacruz dentro de la correspondiente bolsita de plástico. Me lo dio y lo extraje con cuidado. Era un Nokia plegable. Lo abrí y no sucedió nada. Lo volví a cerrar y lo abrí otra vez. Sin resultado.

– Con razón no sonaba.

– ¿Apagado? -preguntó Arnau.

Oprimí el botón de encendido.

– Más que apagado -respondí-. Está sin batería.

– ¿Cree que eso significa algo, mi brigada?

Observé a Arnau, mientras cavilaba. No podía negarse que el muchacho le ponía voluntad. Y además tenía el instinto de hacerse preguntas. Con el tiempo, una buena dirección y unos cuantos coscorrones, podría sacarse de él algo parecido a un investigador capaz.

– ¿Tú qué dirías?

– No estoy seguro. ¿Y usted, qué interpreta?

– Pues creo que significa que Santacruz hablaba mucho o recargaba poco, o ambas cosas a la vez. Porque el teléfono es bastante nuevo y la batería todavía no debe de estar apenas degradada. Y estos finlandeses fabrican cacharros nobles y eficientes. Con mucha autonomía.

– Tendremos que conseguir un cargador.

– Ya habrá tiempo para eso. Antes hay que averiguar de qué compañía era y pedir el PIN por conducto judicial. Un rollo.

– También es mala pata. Ya podíamos haberlo pillado encendido.

– Dios no quiere que seamos vagos. Apúntate la tarea. Pedir histórico de llamadas y PIN al operador de telefonía móvil. Que como has de saber, para tu gobierno futuro en este negocio, son muy diligentes cuando tenemos una gorda, por ejemplo cuando los vengadores de Alá nos volaron los trenes, pero les encanta arrastrar los pies cuando se trata de la muerte de un simple delincuente, como es nuestro caso. Sin todas las bendiciones legales preceptivas, nada que hacer.

– Así debe ser, ¿no?

– Sí. Lo malo es que esas bendiciones las tenemos que obtener por el conducto decimonónico. Para agilizar la cosa, en cuanto la juez lo acuerde y nos firme el oficio, te tocará llevarlo en mano a la operadora y darles la vara para que te suelten la información cuanto antes.

Bajamos al coche las cajas que nos quedaban. Antes de acomodarlas en el maletero, saqué uno de los archivadores. Acababa de caer en la cuenta de que aún no sabía cuál era la profesión de aquel hombre. Me refiero a la oficial, si es que tenía alguna. Hojeé la documentación hasta que di con lo que buscaba. Allí estaban sus nóminas, que le pagaba una empresa de nombre más bien críptico. El primer mes que me tropecé le habían ingresado 1.885 euros de sueldo base y 1.795 de comisiones, lo que suponía que Óscar, legalmente, no tenía un mal pasar. Bastante mejor que el mío, por ejemplo, aunque eso no era decir mucho. Calculé lo que le tendría que dar al mes a su ex por un niño y deduje que su vida no daba para grandes holguras, pero tampoco se encontraba en una situación de apuro económico que le obligara a completar sus ingresos vendiendo sustancias ilegales. Lo que seguían sin aclararme aquellos papeles era su oficio. Las comisiones sugerían un trabajo de comercial. Qué fuera lo que vendía, lo ignoraba.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «La estrategia del agua»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «La estrategia del agua» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «La estrategia del agua»

Обсуждение, отзывы о книге «La estrategia del agua» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x