Qiu Xiaolong - Visado Para Shanghai

Здесь есть возможность читать онлайн «Qiu Xiaolong - Visado Para Shanghai» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Visado Para Shanghai: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Visado Para Shanghai»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La nueva novela de Qiu Xiaolong retoma las andanzas protagonizadas por el Inspector Chen en su anterior gran éxito, Muerte de una heroína roja. En esta ocasión, Chen ha de investigar la misteriosa desaparición de la bailarina Wen Liping durante su regreso a China desde Estados Unidos. La vigorosa trama policial propicia la radiografía de un país en plena mutación, sirviéndose de un personaje que está ya en las antologías del género: un amante de la literatura que resuelve intrincados enigmas en tanto recita proverbios de Confucio y moderna poesía china. El estilo de Xiaolong ha hecho ya las delicias de miles de lectores en todo el mundo. A pesar de su juventud se trata de un autor contrastado, cuyo futuro se adivina enormemente brillante.

Visado Para Shanghai — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Visado Para Shanghai», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Apartó la cortina y vio una mesa plegable con varias sillas. La mesa estaba llena de piezas de un juego de majong, tazas de té y ceniceros. A juzgar por los restos de humo que quedaban en el ambiente, la partida no podía haber terminado mucho antes. Entonces oyó la voz de un hombre procedente de una habitación del piso de arriba.

– ¿Quién anda ahí?

Yu sacó el arma, corrió escaleras arriba y abrió la puerta de una patada. Vio lo que Pan le había dado a entender: un hombre desnudo con una mujer desnuda en una cama con las sábanas hechas un ovillo. Su ropa estaba en el suelo. La mujer intentó cubrirse con la sábana, y el hombre alargó el brazo para coger algo de la mesilla de noche.

– No se mueva. Dispararé.

Al ver el arma el hombre retiró la mano. La mujer intentaba frenéticamente cubrirse la entrepierna, olvidándose de sus pechos fláccidos con pezones oscuros y duros y las otras partes de su cuerpo angular. Un lunar en el tórax producía el extraño efecto de que tenía tres pezones.

– Tápese -Yu arrojó una camisa a la mujer.

– ¿Quién es usted? -el hombre, un musculoso matón con una larga cicatriz sobre la ceja izquierda, se puso los pantalones-. Las hachas caen volando del cielo, yo estoy a tres pisos de altura.

– Usted debe de ser Zheng Shiming. Soy policía. Deje de hablar la jerga de su banda.

– ¿Es policía? No le había visto nunca.

– Mire de cerca -Yu sacó su placa-. Zhao Youli es mi ayudante local. Estoy aquí para un caso especial.

– ¿Qué quiere de mí?

– Hablar… en otra habitación.

– De acuerdo -dijo Zheng tras recuperar la compostura y echar una mirada a la mujer cuando estaba listo para salir de la habitación-. No te preocupes, Shou.

En cuanto salieron de la habitación privada, Zheng dijo:

– No quiero saber de qué quiere hablar conmigo, agente Yu. No he hecho nada malo.

– ¿De veras? Anoche estuvo jugando, y le metieron en la cárcel por la misma razón.

– ¿Jugar? No. Lo hacíamos para divertirnos, sin apostar.

– Puede explicarlo a la policía local. Además, soy testigo de su fornicación.

– Vamos, Shou y yo salimos desde hace varios años. Tengo intención de casarme con ella -dijo Zheng-. ¿Qué quiere en realidad?

– Quiero que me diga lo que sepa sobre Feng Dexiang y los Hachas Voladoras.

– Feng está en Estados Unidos. Es lo único que sé. En cuanto a los Hachas Voladoras, acabo de salir de la cárcel. No tengo nada que ver con ellos.

– Hace un par de años hizo negocios con Feng. Empiece por contarme eso. Dígame cómo le conoció; cuándo y dónde.

– Fue hace unos dos años. Nos conocimos en un pequeño hotel de la ciudad de Fuzhou. Estábamos haciendo un trato para unos cigarrillos norteamericanos enviados desde Taiwan.

– ¿Contrabando desde Taiwan? O sea que fue su cómplice en un negocio ilegal.

– Sólo por unas semanas. Después, nunca volví a trabajar con él.

– ¿Qué clase de hombre es Feng?

– Una rata apestosa. Podrido de la cabeza a los pies. Traicionaría a cualquiera por una miga de pan.

– ¿Una rata apestosa? -era la descripción utilizada por otros varios aldeanos, recordó Yu-. ¿Conoció a su esposa mientras eran socios?

– No, pero Feng me enseñó su fotografía varias veces. Tenía quince años menos. Era una mujer realmente espléndida.

– O sea que llevaba la fotografía de Wen consigo. Debía de quererla mucho.

– No, no lo creo. Quería alardear de la belleza a la que había desflorado. Hablaba de ella de una forma muy sucia. Describía en detalle cómo forcejeaba, gritando, sangrando como una cerda cuando la forzó la primera vez…

– ¡Qué hijo de puta, jactarse de una cosa así! -Yu interrumpió a Zheng.

– También se acostaba con otra media docena de chicas. Por casualidad yo conocía a una de ellas: Tong Jiaqing. ¡Era una ninfómana! Una vez varios chicos tuvieron relaciones con ella todos juntos, Feng, el Ciego Ma y el Bajito Yin…

– ¿Le habló de sus planes de ir a Estados Unidos?

– Eso era de dominio público aquí. La mayoría de hombres de esta aldea se han ido. Como todos los demás, Feng hablaba de hacerse millonario en Estados Unidos. De todos modos, aquí está políticamente acabado.

– Los dos son Hachas Voladoras -dijo Yu-. Debió de hablarle de sus planes de viaje.

– No tengo nada que ver con esas cosas. Feng se jactó delante de mí de su relación íntima con alguno de los peces gordos, es todo lo que sé.

– ¿Incluido Jia Xinzhi?

– Jia no pertenece a nuestra organización. Es más como un socio de negocios, responsable del barco. No recuerdo que Feng mencionara a Jia. Le digo la verdad, agente Yu.

Lo que Zheng había dicho hasta el momento podía ser cierto, consideró Yu; no había revelado nada crucial para la organización. En cuanto a una escoria conocida como Feng, conocer algunas cosas malas de su vida personal no cambiaría nada.

– Sé que acabas de salir, Zheng, pero puedo hacer que vuelvas a entrar si te niegas a cooperar. Necesito más de lo que me has dicho.

– De todos modos soy hombre muerto. No importa que me arrojes al agua hirviendo -dijo Zheng con expresión pétrea-. Vuelve a meterme en la cárcel si puedes.

El inspector Yu había oído hablar de la banda yiqi. Aun así, pocos preferirían ser un cerdo hervido que una rata traidora. Quizá Zheng pensaba que Yu sólo se estaba echando un farol. Una placa de Shanghai podía significar poco para un gánster local, pero Yu no tenía prisa por llamar al sargento Zhao.

El punto muerto al que habían llegado se rompió cuando entró Shou, resonando sus zapatos de madera al pisar el duro suelo también de madera. Iba vestida con un pijama a rayas azules y llevaba una tetera y dos tazas en una bandeja lacada en negro.

– Camarada agente, tómese un poco de té Olong, por favor.

Resultó inesperado que Shou decidiera entrar en la habitación. Otra mujer habría permanecido en el piso de arriba llorando, demasiado avergonzada para reaparecer ante el policía que acababa de verla desnuda. Ahora, con su cuerpo tapado por el pijama, tenía un aspecto presentable, decente; no parecía la mujer lasciva que Pan había sugerido. Tenía unas facciones finas, aunque las preocupaciones habían grabado arrugas alrededor de sus ojos. Tal vez había estado escuchando detrás de la puerta.

– Gracias -Yu cogió una taza y prosiguió-. Déjame que te lo diga de otra manera, Zheng. ¿Has oído algo sobre qué puede hacer la banda a Feng o a su esposa?

– No, no he oído nada. Desde que salí, he vivido con el rabo entre las piernas.

– ¿Con el rabo entre las piernas? Lo que hacías anoche con tu rabo tieso era suficiente para volver a meterte en la cárcel durante años. Jugar al majong es una grave violación de la libertad condicional. Utiliza ese cerebro de cerdo muerto que tienes, Zheng.

– Zheng no ha hecho nada malo -intervino Shou-. Yo quise que pasara la noche aquí.

– Déjanos solos, Shou -dijo Zheng-. No tiene nada que ver contigo. Vuelve a tu habitación.

Cuando Shou salió de la habitación, mirándoles por encima del hombro, Yu dijo con calma:

– Una mujer agradable. ¿Quieres causarle problemas por tu culpa?

– Esto no tiene nada que ver con ella.

– Me temo que sí. No sólo te meteré a ti de nuevo en la cárcel, sino que también haré que cierren la casa de baños basándome en que se trata de una casa de juego y prostitución. También a ella la meterán entre rejas, pero no en la misma celda que tú, me aseguraré de eso. La policía local hará lo que yo les diga.

– Está echándose un farol, agente Yu -Zheng le miró fijamente con aire desafiante-. Conozco al sargento Zhao.

– ¿No me crees? El superintendente Hong está a cargo de la provincia. Debes de conocerle también -dijo Yu, sacando su teléfono-. Voy a llamarle ahora mismo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Visado Para Shanghai»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Visado Para Shanghai» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Visado Para Shanghai»

Обсуждение, отзывы о книге «Visado Para Shanghai» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x