¿Qué habría sucedido con el manuscrito si Yin se lo hubiera entregado a Bao? Chen no tenía la más remota idea de su contenido ni de su valor. Bao habría intentado ganar algo de dinero vendiéndolo a alguna editorial que estuviera interesada, pero quizás nunca lo hubiera conseguido. Seguridad Nacional habría acabado confiscando el manuscrito. Así que el hecho de que Yin hubiera ocultado su existencia, tanto a Bao como a todo el mundo, estaba justificado. Según Chen, Yin seguramente esperó el momento oportuno; más tarde, durante su visita a Hong Kong, contactó con una agencia literaria, llegaron a un acuerdo, y decidió llevar el manuscrito con ella cuando viajase a Estados Unidos como profesora extranjera.
Eso también explicaría que alquilase los servicios de una caja de seguridad por aquella época. Debió de pensar en la caja como una especie de camuflaje. Debía tener cuidado. Seguridad Nacional podría haber oído rumores sobre su viaje a Hong Kong.
En cuanto al adelanto de la editorial americana -por la novela de Yang- a modo de apoyo económico en el affidávit, Chen no consideraba que hubiese nada deshonesto en ello. Cuando la novela se publicara en Estados Unidos, los problemas políticos en China seguramente asfixiarían a Yin. De modo que no le quedaba más alternativa que marchar a Estados Unidos durante la publicación de la novela. Para ella, eso debía de ser lo más importante.
Y Chen también se mostró más que dispuesto a pasar por alto el «plagio» cometido por Yin. Si publicar el libro de Yang le resultaba imposible, al menos conseguiría que los lectores pudieran acceder a parte de su obra. Y seguramente se consideraba a sí misma parte de Yang, igual que en el célebre poema Tú y yo, citado en Muerte de un Profesor Chino. No había razón para distinguir a ambos cuando los dos se habían convertido en sólo uno.
Por supuesto, el caso podía tener más implicaciones, muchas más de las que Chen jamás llegara a saber, o que jamás quisiera saber. Lo que Chen había escogido pensar era, quizás, sólo una versión de la historia, una perspectiva. Tal vez, como dice el proverbio, «Cuando el agua es demasiado clara, no hay peces en ella»; mientras las cosas no estuviesen demasiado turbias, no dependía de él investigarlas.
Por el momento, Chen escogería creer que se trataba de una historia de amor trágica, una historia que alumbró los momentos más oscuros en las vidas de Yin y de Yang. Después de la muerte de Yang, Yin había intentado por todos los medios continuar viviendo esa historia, a través de sus libros y también de los libros de él, pero finalmente no tuvo éxito.
Chen extrajo una fotocopia del bolsillo, un poema que, por alguna razón, no había sido incluido en la colección poética de Yang. El poema se titulaba Hamlet en China-.
«Un susurro en las sinapsis me hace correr
hacia el escenario, hacia un mar de rostros
ahogándose en la oscuridad, y aferrándose
a un hilo de significado, en mi trampolín
hacia la luz. Un papel, como
todos los demás, a llevar a cabo en la
[in] diferencia, loco o no
loco. Un camello, una comadreja, y una ballena,
que construir y que deconstruir,
cuando la realidad es el significante
en cambio constante. ¿ Cuál es el significado? Una entrada
del diccionario que me define con una espada
acabando con una rata o con un sonido parecido al de una rata.
Oh, padre, sea lo que sea, dímelo.»
En su novela, Yang trató de emular la estructura narrativa de Pasternak con doce poemas agrupados al final de la novela, versos presuntamente escritos por el protagonista, en reflexiones secuenciales de su vida, oprimido en la época de la revolución socialista bajo el mando del presidente Mao. Chen se preguntó cuando habría escrito Yang Hamlet en China. A juzgar por el orden de la serie, podría haber sido compuesto durante la Revolución Cultural. Si así fuera, el escenario en cuestión podría referirse al «escenario de críticas revolucionarias masivas» que tuvo que soportar Yang por los «crímenes» cometidos, crímenes descritos en una pizarra colgada a su cuello. Yang había representado aquel acontecimiento de manera universal; sin embargo, el lector que leyese el poema y desconociese la vida real de Yang, podría interpretarlo de forma totalmente diferente. Se requería una gran distancia impersonal -la cual le trajo a la memoria a Chen a otro importante poeta- para representar a Hamlet en la tierra baldía.
Incluso en la actualidad, Chen se sentía conectado a aquel poema. Después de todo, trataba de interpretar un papel, fuera cual fuera el significado o la interpretación de éste, y el inspector jefe Chen tenía su propio papel.
Por alguna extraña razón, el manuscrito de la novela no tenía título. Chen pensó que bien podría llamarse Doctor Zhivago en China. Se prometió a sí mismo que con el tiempo encontraría la manera de que lo publicaran. Realmente no consideraba que pudiera convertirse en un conflicto con su lealtad política al Partido como miembro de éste. Al igual que Boris Pasternak, Yang amaba con pasión a su país. La novela no era un ataque a China, sino que más bien representaba la búsqueda sincera, constante, patriótica e intelectual de unos ideales en una era en la que todo el país estaba patas arriba. Se trataba de una novela escrita con una pasión incomparable y una técnica magistral. Chen consideró que China debería enorgullecerse de una obra literaria tan maravillosa, producida en los momentos más oscuros de su historia.
Pero no debía precipitarse, ni asumir ningún riesgo innecesario. El manuscrito había sido terminado hacía años, y todavía conservaba la misma fuerza. La literatura de calidad no se deteriora con el paso del tiempo. No debería importar demasiado si el manuscrito continuaba sin ser publicado unos cuantos años más.
Seguridad Nacional seguía alerta. Preguntaron cómo el inspector jefe y su compañero habían descubierto la existencia del manuscrito, y Chen simplemente contestó que localizar a Bao y obtener su confesión había sido el resultado del trabajo bien hecho del detective Yu, y que acto seguido llevaron a Bao a la comisaría, junto con el manuscrito. La conferencia de prensa se convocó para el día siguiente. No podían permitirse retrasarla más.
Chen no mencionó haber tenido en su poder, el manuscrito durante cerca de dos horas, y haber copiado todas las páginas de éste en una copistería situada en la esquina de la calle, antes de volver a la habitación de Bao. Su historia parecía convincente, pero Seguridad Nacional nunca se había llevado bien del todo con él, así que Chen debía ser muy cuidadoso.
Además, tal y como estaban cambiando las cosas en China, en cinco o diez años, la publicación de la novela de Yang no resultaba absolutamente inimaginable…
– Inspector jefe Chen -la enfermera joven volvió a acercarse a él en el vestíbulo.
– Ah sí, ¿cómo está mi madre?
– Está bien, sigue dormida -contestó-. Pero cuando ya no esté en el hospital, deberá prestar más atención a lo que come.
– Lo haré -repuso Chen.
– Tiene el nivel de colesterol demasiado alto. Los manjares caros que tiene sobre la mesilla de noche puede que no sean buenos para ella.
– Entiendo -asintió Chen-. Algunos de mis amigos no tienen remedio.
– Debe de estar orgullosa de tener un buen hijo como usted con todos esos amigos importantes.
– Bueno, eso tendrá que preguntárselo a ella.
Mientras se dirigía a la habitación de su madre, le sorprendió ver a Nube Blanca haciendo una llamada en el teléfono público. Estaba de espaldas a él, pero llevaba el mismo jersey blanco de lana y cuello alto que llevó el primer día a su apartamento. Seguramente habría ido a visitar a su madre otra vez.
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