Javier Negrete - Atlántida

Здесь есть возможность читать онлайн «Javier Negrete - Atlántida» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Atlántida: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Atlántida»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Gabriel Espada, un cínico buscavidas sin oficio ni beneficio, quizá el más improbable de los héroes, tiene ante sí una misión: descubrir el secreto de la Atlántida.
La joven geóloga Iris Gudrundóttir intuye que se avecina una erupción en cadena de los principales volcanes de la Tierra y confiesa sus temores a Gabriel. Para evitar esta catástrofe, que podría provocar una nueva Edad de Hielo, Gabriel tendrá que bucear en el pasado. El hundimiento de la Atlántida le ofrecerá la clave para comprender el comportamiento anómalo del planeta.
Una mezcla explosiva de ciencia y arqueología y, sobre todo, aventura en estado puro.

Atlántida — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Atlántida», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Cuando el lecho dejó de moverse, se dio cuenta de que algo seguía vibrando al lado de su cabeza. Era el móvil. Miró la pantalla con la absurda esperanza de que fuese Eyvindur. «No seas ridícula», se dijo. El lugar desde donde le había llamado su antiguo mentor se hallaba muy cerca del cráter recién abierto. El primer estallido de la erupción habría sido tan brutal como el de una bomba termonuclear. Lo más probable era que Eyvindur ni se hubiera dado cuenta.

«Ojalá haya tenido tiempo para ver la explosión», pensó. Conociendo a Eyvindur, si los dioses le habían permitido contemplar un segundo de supervolcán, habría muerto feliz.

El móvil seguía vibrando. Era un número de España, de un teléfono fijo. ¿Quién llamaría a aquellas horas? ¿Alguna de sus primas de Madrid?

¿Y si era Gabriel Espada? Ella le había rechazado la última llamada. Era lógico que probara de nuevo con un teléfono fijo. «Sí, seguro que es él», pensó.

Su corazón, que se había calmado un poco después de llorar, volvió a acelerarse. Su primera idea fue rechazar la llamada, o mandar un mensaje insultando a aquel falsario.

Pero estaba encerrada en la mansión de un millonario loco que, al parecer, pensaba asesinarla cuando saliera la luna llena. Las cosas no podían empeorar por hablar con Gabriel Espada.

– Dígame.

– Hola, Iris. Soy Gabriel Espada. -Antes de que ella pudiera decir nada, añadió-: Por favor, esto es muy importante, no me cuelgues.

– ¿Vas a hacerme una oferta para leer las cartas por teléfono? ¿Cuál es el precio hoy? ¿Trescientos euros?

– Escucha, eso lo aclararemos otro día. Ahora…

– No habrá otro día. Voy a colgar.

– ¿Sabes algo de la cúpula de oricalco?

Iris se detuvo cuando tenía el dedo a un milímetro de la tecla de colgar.

– ¿Por qué me preguntas eso?

– Eso significa que sí sabes algo…

– ¿Te estás haciendo el adivino?

– Escucha, Iris, esto es muy importante. Hablo de una cúpula de metal o de algo que parece metal. Es dorada por fuera, pero tiene unos extraños diseños verdes que cambian ante la vista. Mide…

– … entre cuatro y cinco metros de diámetro.

– ¡La has visto! ¡Tú también la has visto! ¿Dónde está?

– Aquí, en Nea Thera, en Santorini.

– ¿Qué es Nea Thera?

– El palacio de Spyridon Kosmos.

Hubo un instante de silencio. Después, Gabriel dijo:

– Claro. Kosmos es Minos.

– No te entiendo.

– Escucha, por favor, Iris. La otra vez te engañé. Soy un fraude como tú dijiste, un tirado que tiene que trampear para llegar a fin de mes. Pero esto, por increíble que parezca, no tiene nada que ver con el dinero. Prométeme que no vas a colgar hasta que termine, por favor.

A su pesar, Iris estaba más que interesada. Pero esperó unos segundos haciéndose la dura, y por fin contestó:

– Está bien. Habla.

Capítulo 64

Madrid, Moratalaz .

Cuando Gabriel colgó, cuarenta minutos después, Valbuena le miró con severidad. Ya eran casi las cinco, pero seguía de pie, con las manos entrelazadas a la espalda, como hacía en clase, y sin dar muestras de cansancio ni sueño.

Aunque no tenía televisión, la radio sí parecía gustarle. Estaba escuchando un viejo transistor. Al comprobar que Gabriel había terminado de hablar, desconectó la clavija del auricular.

– Escuche esto. Está hablando Pauline Chantraine, premio Nobel por sus estudios sobre el clima. Para hablar con propiedad, quien habla es su traductora. Pero lo que dice es revelador.

«… además del Krakatoa. Hay datos preocupantes que revelan que la erupción de Italia puede haberse convertido también en un supervolcán. Si un milagro no detiene esas erupciones cuanto antes, será inevitable una glaciación.

»La vida como fenómeno sobrevivirá, sin duda. La vida vegetal y animal que conocemos sólo saldrá adelante en un pequeño porcentaje. La mayoría de las especies se extinguirán. Y eso nos incluye a nosotros».

Valbuena apagó el transistor y lo dejó sobre un estante.

– ¿No tiene nada que decir, señor Espada?

– Supongo que somos nosotros quienes tenemos que llevar a cabo ese milagro y detener las erupciones antes de que sea tarde.

– La cuestión es sencilla. Ahora sabemos que la cúpula de oricalco ha salido a la luz. Esa cúpula es un artefacto que sirve no sólo para ponerse en contacto con la mente colectiva de la Tierra, sino incluso para modificar su conducta.

– ¿Cree que podría utilizarse para detener lo que está pasando?

– Ésa es mi hipótesis, en efecto.

Gabriel meneó la cabeza.

– Habría que intervenir en extremos muy alejados del planeta. Los Atlantes lo estropearon todo por intentar manipular a la Tierra de forma engañosa y para sus propios fines. Si se intentara algo así a mayor escala, el desastre podría ser infinitamente mayor que el de la Atlántida.

– Adelante, señor Espada. Creo que su razonamiento discurre por el mismo sendero que el mío.

– Sólo hay una solución. No podemos manipular a esa mente, es demasiado peligroso. Tenemos que intentar convencerla. Negociar con ella.

– Así es.

– Pero hay un problema, profesor. ¿Qué podemos tener los humanos que desee la Gran Madre Tierra?

– Cada cosa a su tiempo, señor Espada. De momento, es imprescindible que la señorita Kiru viaje a Santorini y entre de nuevo en esa cúpula.

Gabriel suspiró.

– Muy bien, profesor. Me temo que voy a tener que hacerle más gasto a su teléfono.

* * * * *

– ¿Diga?

– Enrique, soy Gabriel.

– Por Dios, vaya horas. Qué susto me has dado.

– Eso te pasa por no poner el móvil en silencio. Pero me alegro. Tengo que hablar contigo.

– ¿Por qué me llamas desde un fijo? ¿Te han cortado la…? -Enrique, siempre tan delicado, se interrumpió.

– Escucha, esto es urgente. ¿Ese jet de segunda mano que compraste está en condiciones de volar?

– Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas?

«Esto es surrealista», pensó Gabriel. No sabía cómo abordarlo sin que sonara absurdo.

– Estupendo. Necesito que nos lleves a Santorini.

– ¿A Santorini precisamente? Si quieres huir de los volcanes, creo que no es el mejor lugar del mundo.

Gabriel suspiró y, por segunda vez en menos de una hora, pidió a su interlocutor que, por absurdo que le sonara lo que tenía que contarle, no colgara el teléfono.

La diferencia era que Enrique no había visto la cúpula de oricalco ni había experimentado en sus propias carnes el aterrador poder del Habla. Era inevitable que toda la historia le sonara inverosímil.

– Gabriel, por favor. Te he dejado hablar. Pero ¿tú te has escuchado a ti mismo?

– Suelo hacerlo, Enrique.

– ¿Te das cuenta de que has caído en el delirio del Emperador de Todas las Cosas?

No se le había ocurrido enfocar la situación de ese modo.

«El Emperador de Todas las Cosas» era un artículo escrito por Norman Spinrad en los años ochenta o noventa. En él se mofaba de muchas obras de fantasía en que los protagonistas, adolescentes que normalmente vivían en lugares recónditos o eran de condición muy humilde, resultaban ser herederos secretos del trono de algún poderoso imperio universal o poseedores de increíbles superpoderes físicos o mentales. Gracias a esos dones latentes, el Destino los señalaba con su dedo, y después de sufrir mil penalidades salvaban al mundo y se casaban con la princesa.

– ¿Es que te crees el Elegido, como Luke Skywalker o Frodo? -continuó Enrique, ahondando en la llaga.

En palabras del autor de la teoría, aquélla era la fantasía masturbatoria definitiva para adolescentes.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Atlántida»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Atlántida» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Atlántida»

Обсуждение, отзывы о книге «Atlántida» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x