Steve Martini - El abogado

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Uno de los primeros clientes del abogado Paul Madriani es Jonah Hale, un anciano que se encuentra en un grave aprieto cuando Jessica, su hija, sale de la cárcel: Jonah y su esposa se han encargado de la educación de Amanda, su nieta de ocho años, debido a la drogadicción de la madre de la niña, pero, a raíz del importante premio que ha ganado el matrimonio en la lotería, Jessica decide secuestrar a la pequeña y pedir a su padre una gran suma de dinero si desea recuperarla. Jonah, que tiene la custodia legal, se niega, por lo que Jessica recurre a los servicios de Zolanda, una activista radical de los derechos de la mujer, que acusa a Jonah de haber abusado sexualmente de Amanda. El caso se complicará con un asesinato del cual Jonah será el principal sospechoso.

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– Sí.

– Supongamos que esté usted comparando el arma a la que nos referimos con un revólver, con lo que se conoce como revólver de doble acción. Sabe usted lo que es, ¿verdad?

– Sí.

– Explíqueselo al jurado.

– Un revólver de doble acción es aquel en el que no hace falta amartillar el percutor manualmente para dispararlo. Simplemente, se aprieta el gatillo y éste hace girar el cilindro, poniendo una nueva bala ante el percutor y disparando el arma.

– Supongamos que compara usted un revólver de doble acción con una pistola semiautomática. Supongamos también que sólo nos preocupa la cuestión de cuántas libras de presión son necesarias para efectuar un segundo disparo. Supongamos igualmente que, una vez cada una de las armas ha disparado un primer proyectil, tanto el revólver de doble acción como la pistola semiautomática se disparan con sólo apretar el gatillo. ¿Entiende lo que quiero decir?

Él asiente con la cabeza.

– Debe usted hablar para que su respuesta conste en acta.

– Sí.

– Según esa hipótesis, ¿no es cierto que la resistencia del gatillo sería mucho menor en el caso de la semiautomática que en el caso del revólver?

– Señoría, no veo la relación… -protesta Ryan.

– El testigo ha declarado que se hicieron dos disparos, y que se extrajeron dos proyectiles del cuerpo de la víctima. Creo que la defensa tiene derecho a indagar acerca de la fuerza necesaria para apretar el gatillo por segunda vez.

Peltro asiente con la cabeza.

– Desestimada la protesta.

– Puede usted contestar a la pregunta -le digo a Sloan.

– Por lo general, hace falta menos fuerza para disparar una semiautomática que un revólver de doble acción.

– ¿Mucha menos fuerza?

– Sí.

– ¿Diría usted que bastaría una presión muy ligera para disparar la pistola semiautomática?

– Depende del arma de la que hablemos -dice él.

– Supongamos que hay dos personas peleándose por una pistola semiautomática.

Por el rabillo del ojo veo que Ryan se remueve incómodo en su sillón. No le gustan las imágenes mentales que conjuran mis preguntas.

– Supongamos también que una de las personas tiene el dedo sobre el gatillo y que la otra intenta apartar la pistola. Y supongamos igualmente que la pistola tiene un proyectil en la recámara, con el percutor ya amartillado y el seguro quitado. ¿Haría falta mucha fuerza para disparar esa pistola?

– ¿Mucha fuerza, comparada con qué?

– Con la que haría falta para disparar un revólver de doble acción, por ejemplo.

– Haría falta menos fuerza.

– ¿Considerablemente menos?

– Creo que sí.

– O sea que una ligera presión sobre el gatillo podría provocar el disparo.

– Es posible.

– Y el arma quedaría inmediatamente dispuesta para disparar de nuevo, ¿no?

– Si funciona adecuadamente, sí.

– Y la misma cantidad de fuerza, una ligera presión sobre el gatillo, podría hacerla disparar por segunda vez, ¿no?

– Haría falta la misma fuerza, no sé si ligera o fuerte. Dependería del tipo de arma de que se tratase.

Esto es lo máximo que voy a sacar. Habiendo escalado el muro, ahora lo salto.

– Y sigamos suponiendo, sólo por suponer, que al luchar por el arma, ésta se diese la vuelta y la primera bala alcanzase a la víctima.

– No entiendo -dice Sloan.

– Si el arma estaba en manos de la víctima y se daba la vuelta, ¿sería posible que la reacción ante ese primer balazo fuera suficiente para hacer que la pistola se disparase por segunda vez?

– ¡Protesto! -Ahora Ryan se halla en pie.

– ¿Podría el impacto de esa bala haber hecho que la víctima disparase el arma por segunda vez?

– Da por supuestos hechos de los que no hay constancia.

Que están más allá de los conocimientos de este testigo. No es un experto forense -dice Ryan.

– Se admite la protesta. Que el testigo se abstenga de responder -dice Peltro-. El jurado no tendrá en cuenta esta última pregunta.

– No tengo más preguntas para el testigo, señoría.

VEINTICINCO

Ryan parte de la base de que Jonah, sentado en el asiento del conductor, disparó metódicamente dos tiros contra Suade. Esta imagen encaja a la perfección con la teoría de que, si bien Jonah pudo sentirse furioso, se tomó el tiempo necesario para ir a alguna parte, conseguir una pistola y luego regresar a la oficina de Suade. Todos éstos son los elementos de premeditación y alevosía, de la intención dolosa.

Sin pruebas que impliquen a Ontaveroz, ahora, a mitad del juicio, me veo obligado a replantearme la defensa, lo cual no está exento de riesgos.

La pistola de Suade es la clave. He considerado la posibilidad de utilizar a mi propio experto médico, de reconstruir la escena, las heridas, los residuos de pólvora, poniendo el arma en la mano de Suade. La imagen de la persona que la matase, quienquiera que fuese, luchando por su vida.

El problema es que Jonah dice que no estuvo allí. ¿Qué ocurre si monto esta defensa y luego lo llamo a testificar? «Mi cliente no lo hizo, pero quienquiera que lo hiciese estaba actuando en defensa propia.» Absurdo.

La alternativa es no llamar a Jonah a declarar. Pero si mi teoría es la defensa propia, el jurado se preguntará por qué un hombre que se defiende hasta el extremo de acabar con la vida de otra persona se niega a sentarse en el banquillo de los testigos para defenderse durante el juicio. Hay que olvidarse de la instrucción que se da al jurado en el sentido de que no debe sacar conclusión alguna del silencio.

Planté la semilla con el experto en armas de fuego de Ryan.

Peltro ha hecho todo lo posible por arrancar esa semilla. Incluso me ha llamado a su despacho, donde me ha advertido que si vuelvo a intentar algo así, tendré que pagar una buena cantidad de multas y sanciones después del juicio.

Harry y yo pasamos la hora del almuerzo con Jonah en una de las celdas de detención, que tiene un inodoro de acero inoxidable contra una pared y un camastro a juego atornillado al suelo.

Estamos repasando la lista de testigos de Ryan, tratando de separar el grano de la paja, de discernir a quién llamará realmente.

Jonah no tiene buen aspecto. Sentado en el camastro, parece pálido y demacrado. Los médicos están probando distintas medicinas para tratar su hipertensión, pero no tienen demasiado éxito.

– La comida es peor que en el ejército -nos dice. Tiene la mirada en mi sándwich, y se pregunta por qué a él sólo le han dado sopa de pollo y gelatina.

– Estás a dieta -le digo.

– Ya puestos, ¿por qué no me matan?

– Dales tiempo -dice Harry-. Lo están intentando.

Jonah juguetea con la gelatina, haciéndola estremecerse con la punta de la cuchara.

– ¿Puedes hablarnos de estas personas? -le pregunto-. ¿El antiguo marinero? ¿Tu jardinero? El dentista. Nos sería de gran ayuda poder reducir la lista.

Ryan los ha incluido a todos en la lista de testigos. A todos aquellos que fueron interrogados por la policía durante la investigación. Sin Murphy, ahora Harry y yo tenemos que hacer su trabajo. Debemos repartirnos la lista y entrevistar a aquellos que, en nuestra opinión, puedan saber algo. En el caso, claro está, de que ellos quieran hablar con nosotros.

– Ed Condit y yo pescamos juntos. -Jonah se refiere a su dentista. Todos los que lo conocen salen con él en el barco-. No sabe nada. ¿Qué va a saber?

– ¿No hablas con él cuando te empasta los dientes? -pregunta Harry.

– ¿Cómo voy a hablar con él si tiene los dedos metidos en mi boca?

– ¿Nunca le has hablado de Jessica? -pregunto-. ¿No le dijiste nada acerca de Suade?

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