John Connolly - Los hombres de la guadaña

Здесь есть возможность читать онлайн «John Connolly - Los hombres de la guadaña» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los hombres de la guadaña: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los hombres de la guadaña»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Cuando parecía que la vida de Louis y Angel, los amigos del ex policía Charlie Parker, había alcanzado cierta paz y estabilidad, surgen de pronto sombras de su turbio pasado deseosas de saldar cuentas pendientes. No cabe duda de que alguien quiere atentar contra sus vidas. Y, en esta ocasión, prefieren dejar al margen a Parker, que ha perdido su licencia de investigador privado y el permiso de armas y se gana la vida de camarero en un bar. A Louis no le queda más remedio que volver a ponerse en contacto con su viejo mentor, el enigmático Gabriel… A los quince años, Louis estaba al borde del abismo: había vengado la muerte de su madre y, acusado de asesinato, se encontraba en pleno interrogatorio cuando apareció Gabriel y le ofreció una vía de escape: formar parte de los temibles Hombres de la Guadaña. Ahora, Louis tendrá que librar junto a Angel una encarnizada lucha a vida o muerte.

Los hombres de la guadaña — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los hombres de la guadaña», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

En el asiento trasero del Tahoe había once botellines de agua, un gran termo de café, cuatro bocadillos envasados y unas cuantas magdalenas y chocolatinas. También esto fue obra de Marsh. Lynott tenía que reconocer su capacidad de previsión, aun cuando empezaba a arrepentirse de haber bebido parte del café y uno de los botellines de agua del paquete de doce.

– Tengo que echar una meada -anunció-. ¿Quieres que lo haga en la botella vacía?

Marsh miró a Lynott como si acabara de preguntarle si podía mearse encima de él.

– ¿Por qué iba yo a querer que hicieras una cosa así? ¿Crees que me caliento viendo a hombres mear en una botella? Ni siquiera me caliento viendo a mujeres.

– Sólo me ha parecido conveniente preguntarlo -explicó Lynott-. Algunos son muy puntillosos con eso de quedarse en el vehículo.

– Pues no es mi caso, al menos tratándose de un asunto de cintura para abajo. Anda y ve a buscar un poco de intimidad.

Lynott así lo hizo. Le sentó bien estirar las piernas, y el aire era fresco y olía a hojas verdes y agua cristalina. Se adentró lentamente en el bosque, avanzando en perpendicular a la pendiente, cuidándose de no resbalar en el suelo mojado y las hojas caídas. Encontró un árbol apropiado; luego echó un vistazo por encima del hombro para asegurarse de que aún veía el Tahoe antes de volverse de espalda y abrirse la bragueta. Lo único que se oía en el bosque era el chorro no muy delicado contra la madera y el simultáneo suspiro de alivio y satisfacción de Lynott.

De pronto, un tercer sonido se sumó a la mezcla: cristales rotos, y un ruido a medio camino entre suspiro y tos. Lynott lo identificó de inmediato y al instante tenía el arma en la mano derecha mientras se guardaba el miembro en el pantalón con la izquierda, indiferente al desagradable goteo que acompañó el movimiento. No había dado ni dos pasos cuando algo impactó contra su nuca, y estaba muerto aun antes de darse cuenta de que moría.

Ángel resistió la tentación de decirle a Louis que ya se lo había advertido.

Rodearon las vaquerizas por lados opuestos, moviendo sin cesar sus armas, apuntando los cañones hacia las puertas vacías, las ventanas oscuras, atentos a la menor señal de movimiento.

Llegaron al granero sin percances. Parecía estar tal como lo habían dejado, con las puertas cerradas para mantener el coche oculto. Se detuvieron y aguzaron el oído, pero no oyeron nada. Louis hizo una seña a Ángel para que abriera la puerta de la izquierda después de contar hasta tres. Ángel tenía la boca seca y le dolía el vientre. Se lamió el sudor del labio superior mientras Louis contaba en silencio con los dedos y, cuando dobló el último dedo, abrió la puerta de un tirón.

– Vía libre -anunció Louis, y añadió-: pero la cosa pinta mal.

A un lado, el coche tenía los bajos demasiado cerca del suelo, como una sonrisa torcida. Les habían rajado los dos neumáticos de la derecha. Habían roto la ventanilla del conductor y abierto el capó, y luego lo habían dejado caer sin cerrarlo. Louis permaneció en la puerta, vigilando, mientras Ángel entraba. No detectó el menor movimiento. Un campo vacío se extendía desde la parte de atrás del granero hacia el bosque, pero apenas distinguía nada a lo lejos excepto la forma de los árboles.

Ángel se agachó delante del coche y levantó el capó con cuidado unos milímetros. Sacó una pequeña linterna del bolsillo, la encendió y, sujetándola entre los dientes, cogió un palo del suelo y lo pasó lentamente por la ranura entre el chasis y el capó. No encontró ningún cable. Levantó el capó un poco más con la mano izquierda y , sosteniendo la linterna en la derecha, examinó el motor. No vio resortes, ni almohadillas, ni dispositivos que pudieran activarse al abrir el capó. Aun así, respiró hondo antes de levantarlo del todo. Tardó sólo unos segundos en deducir qué habían hecho. Lo olió antes de verlo.

– Han volado el cuadro de fusibles -anunció-. Con esto no iremos a ninguna parte.

– Habrá que ir a pie, me temo.

– ¿Gamberros?

– ¿Acaso has visto tú a algún chico de la banda del pueblo cuando veníamos hacia aquí?

– No, pero es que esto es…, digamos…, rural. A lo mejor estaban escondidos.

– Sí, ya, por el miedo que les daban los chicos de la gran ciudad.

Louis echó un último vistazo alrededor y luego entró en el granero y fue derecho al maletero del coche. Apoyó el dedo en el botón de apertura y se detuvo antes de apretarlo para mirar a su compañero.

– Delante no había nada -informó Ángel.

– Entonces me quedo más tranquilo. Quizá convendría que te apartases unos pasos, por si las moscas.

– Oye, si tú te vas, yo me voy contigo.

– Puede que no te quiera conmigo.

– ¿Es que necesitas que alguien te llore después?

– No, sólo que no te quiero conmigo toda la eternidad. Y ahora aléjate de una puta vez.

Ángel se apartó. Louis pulsó el botón estremeciéndose sólo un poco. El maletero se abrió, y Louis dejó escapar una maldición. Ángel se acercó.

Juntos, miraron fijamente el maletero.

Weis y Blake no tenían música en el coche, y hacía tiempo que habían agotado las existencias de conocidos mutuos. A ninguno de los dos le preocupaba. Ambos valoraban el silencio. Si bien ninguno lo había expresado en voz alta, los dos admiraban la inmovilidad esencial del otro. Una de las razones por las que Weis detestaba a Lynott era su incapacidad para permanecer callado y quieto mucho tiempo. Sus caminos se habían cruzado por última vez en Chad, donde teóricamente luchaban en el mismo bando, pero Weis consideraba a Lynott un mal profesional, un ladrón y un hombre de moral laxa. Aunque bien es cierto, todo hay que decirlo, que Weis tenía una facilidad especial para detestar a la gente, y ya había empezado a fijarse en la respiración de Blake, que le resultaba incómodamente ruidosa, con o sin inmovilidad. Contra eso nada podía hacerse, suponía, salvo asfixiarlo, lo que incluso a Weis se le antojó una reacción exagerada.

Curiosamente, Blake tenía el mismo problema con Weis, sólo que, a diferencia de él, no era hombre dado a tragarse las cosas en silencio. Se volvió hacia Weis.

– Oye -dijo, y en ese momento la ventanilla del lado del acompañante estalló junto a la cabeza de Weis, y el oído izquierdo de Blake casi ensordeció a causa del rugido de la escopeta. De pronto, Weis ya no tenía cabeza. Una tibia rojez salpicó a Blake al mismo tiempo que el torso de Weis se desplomaba hacia él, pero para entonces Blake estaba ya por debajo del nivel de la ventanilla. Accionó el tirador de la puerta y se lanzó al suelo con la pistola en la mano, disparando a ciegas, enturbiada su visión por la sangre de Weis, consciente de que el ruido y el miedo a que una bala perdida alcanzase su blanco podían bastar para brindarle unos segundos vitales. Debía de haberle sonreído la suerte, advirtió, porque al parpadear para limpiarse la sangre de los ojos, vio caer a tierra a un hombre con un poncho de camuflaje verde y marrón, pero Blake no se detuvo a asimilar lo que había hecho. Lo importante era mantenerse en movimiento. Si se detenía, moriría. Sintió dolor en la cabeza y el hombro, y supo que debía de haberle alcanzado alguno de los balines, pero con la ayuda de Weis y su buena suerte por estar sentado un poco más adelante que su difunto compañero se había salvado de lo peor de la descarga.

Las balas impactaban en torno a él mientras corría, y una le pasó tan cerca de la mejilla izquierda que sintió su calor y casi le pareció ver volar el proyectil, una masa gris en rotación rasgando el aire. Los árboles empezaron a espesarse alrededor, y otro disparo de escopeta hizo jirones una rama no muy lejos de su cabeza, pero él siguió adelante, girando a izquierda y derecha, usando los árboles para cubrirse, sin ofrecer en ningún momento un blanco claro. Oyó a sus perseguidores, pero no miró atrás. Para eso tenía que haberse parado y si se paraba, lo alcanzarían.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los hombres de la guadaña»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los hombres de la guadaña» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los hombres de la guadaña»

Обсуждение, отзывы о книге «Los hombres de la guadaña» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x