José Somoza - El Cebo

Здесь есть возможность читать онлайн «José Somoza - El Cebo» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El Cebo: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El Cebo»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Madrid. Un brutal atentado terrorista. Un futuro desolador.
El Espectador, el mayor y más salvaje homicida de todos los tiempos, anda suelto. La policía va en su búsqueda. Los métodos policiales han cambiado. La tecnología no funciona. Tiene que buscar dentro, en la mente, en los deseos del asesino. Para ello utilizan cebos, expertos en conductas humanas, entrenados para conocer las filias de los delincuentes y manipularlas a través de máscaras. Diana Blanco es la mejor, la más prepaparada, la única que puede atrapar al Espectador.
Cuando la protagonista descubra que su hermana ha sido secuestrada por el asesino, iniciará una carrera contrarreloj para salvarla que la conducirá a la guarida del monstruo.
A partir de este momento se desencadena un trepidante juego de sospechas que llevará a la protagonista a un sorprendente final lleno de acción y erotismo.

El Cebo — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El Cebo», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Esa chorrada está fuera de lugar. Soy un cebo. Estoy haciendo mi trabajo. El día en que quiera jubilarme, te lo comentaré.

– Hace una semana querías jubilarte.

– Y hace dos días pedí reincorporarme.

– Y lo conseguiste. Padilla te dio tres noches. Hoy es la última.

– Gracias por tu ayuda -dije, pero no colgué.

– Diana, no lo vas a lograr en tres noches, ni en diez… Ese tipo utiliza algo, un truco para eludir la elección psinómica… Nadie sabe qué es. Todos estamos confusos.

– Eligió a un cebo, y puede elegir a otro. -Me incorporé en la bañera y me quité el jabón de la cabeza.

– Tampoco sabemos eso. Elisa ha desaparecido, cierto, y los estudios preliminares lo señalan a él, pero estamos esperando los cuánticos. Hay otros locos en Madrid.

– Dime algo que no sepa.

– Por ejemplo, ¿que me importas mucho?

Durante un rato ninguno de los dos rompió el silencio. Pese a sentirme indignada, comprendía la cautela de Miguel y su incómoda situación. En los altavoces se oía su respiración a veces profunda, a veces entrecortada.

– ¿Qué quieres que haga? -dijo al fin, en tono de derrota.

– Quiero más noches -supliqué mientras cogía la toalla-, necesito más tiempo. No permitas que Vera salga por su cuenta, por favor. -Me prometió intentarlo y colgamos sin decir que nos amábamos, para no ofender nuestro sentimiento.

Padilla me llamó una hora después, cuando ensayaba Holocausto en el salón.

– Blanco, me perdonarás si soy vulgar, pero debo decirte que estoy hasta los cojones de tu hermanita y tú. Hemos ordenado a Vera que se presentara en el teatro estas dos noches pasadas para ensayar «por sorpresa», y lo volveremos a hacer hoy. Pero juro por la constelación de Sagitario, que presidió mi venida al mundo, que no voy a intentar retenerla ni una noche más. Sencillamente, no puedo dedicarme a educarla. Y ahora, ya sabes, hoy es domingo, mi hija está en casa y quiero disfrutar de su compañía y olvidarme de que, de lunes a sábado, pongo el culo sobre una tonelada de explosivo llamado «el Espectador». Bueno, no es exactamente un explosivo… Es un palo encajado en mi jodido culo con mi dimisión grabada a lo largo. Sal a la calle, echa el anzuelo, engancha a ese cabrón, elimínalo y todo habrá terminado. Felicidades, una medalla, mi gratitud eterna. Pero no me toques más los cojones.

No me molesté en replicar. Lo que hice fue pronunciar el número de emergencia de Álvarez en cuanto Padilla colgó. Tras identificarme con mi PIN, pedir «audiencia» y colgar, recibí su llamada. Se mostró más comprensivo, pero en Álvarez la apariencia de comprensión era indistinguible de la política.

– Diana, es usted una superdotada -dijo, como si estuviera revisando mi ficha mientras me hablaba-. Puntuación de las más altas en las pruebas de inteligencia. Eso me hace pensar que comprende la situación. Su hermana es mayor de edad. Incluso aunque la despidiéramos, no podríamos impedir que hiciera lo que quisiera. Tampoco podemos impedírselo a usted. Padilla le dio tres noches, y esta será la última. Sinceramente, le aconsejo que haga su trabajo y deje que los demás hagamos el nuestro.

Colgué sabiendo que ya no tenía a nadie más a quien poder acudir.

Mientras me disfrazaba para salir, lo pensaba: sería esa noche, o nunca.

Era mi última oportunidad.

Y mi última oportunidad viajaba a más de ciento cincuenta kilómetros por hora en un Audi negro produciendo un ruido sordo, como de oleaje constante.

Habíamos abandonado hacía tiempo la autopista de Valencia e íbamos por una comarcal bordeada de pinos. Caía una fina llovizna que el viento convertía en pequeños dardos. En el interior del Audi el gran Leo seguía canturreando, perdido en su propio salvajismo, mientras que Pedro, el caballero andante, hablaba por el móvil con alguien que, al parecer, también se dirigía al mismo sitio que nosotros. Una casa donde llevar chicas y usar drogas. Una fiesta high-class, como diría Nacho Puentes. A lo mejor una de las chicas se prestaría a ser atada por Leo. Música estridente y puede que porno virtual. Nada demasiado raro.

Empezaba a estar inquieta. Decidí que tenía que hacer algo antes de llegar al lugar de la orgía. Algo decisivo. Tenía que descartarlos. El modo de atraerme había sido sospechoso, con la notable cantidad de dinero que me ofrecían por una noche «de juerga». Y, en efecto, quizá me hubiesen drogado con la bebida, pero no parecía ningún tipo de sedante sino todo lo contrario: el corazón me saltaba en el pecho, un calor de radiador me enrojecía la cara y los pezones me dolían endurecidos bajo el top. Parecían quererme muy dispuesta para cualquier cosa. Pero todo eso era normal en el mundo de «noches locas» del ejecutivo Pedro y el ejecutivo Leo. Drogas, chicas, mucha pasta.

Podían ser. Podían no ser. Tenía que asegurarme antes de que me drogaran más y acabara bailando desnuda y borracha junto a la piscina con el señor Caramba.

Miré frente a mí y vi los botones de un reproductor de música online empotrado entre el minibar y la televisión. Eso serviría.

Aunque Shakespeare habla de los cambios emocionales (llamados «cambios de estado» en psinómica) en varias obras, hay una en concreto, Mucho ruido y pocas nueces, dedicada a estudiar los efectos de tales cambios: el novio rechaza a la novia de repente pese a amarla, un hombre jura matar a quien considera su amigo íntimo, aquellos que menos se soportan terminan enamorándose y los que parecen estúpidos descubren todos los engaños. Gens decía que Mucho ruido era un símbolo de los cambios de estado en máscaras como la Líqui da o la de Holocausto, pues provocan disrupciones controladas en ambas. «A veces, para mirar dentro -decía-, es preciso abrir con bisturí.»

Me dispuse a realizar una violenta cirugía.

Alargué la mano y presioné el botón de encendido del reproductor. De inmediato atronó un rap, fiel como un enorme perro que acudiese ladrando a mi gesto. Eso hizo que ambos hombres me miraran. Usé la música para contonearme como si bailara, pero en realidad eran movimientos calculados. Sin pausa, cogí la copa de martini y fingí que bebía, derramándome parte del contenido por la barbilla. Giré hacia Pedro, de forma que viera mi cuello y ropa goteantes del líquido que tanto placer otorgaba a su filia, solté una risotada de borracha y aplaudí. Casi antes de que acabara de hacer todo aquello, los dedos gordezuelos de Leo habían volado ya hacia los mandos y apagado la música. Era el detalle final que esperaba. El brutal silencio fue como una caída de telón. Bruscamente, clausuré mis percepciones e impulsos y me quedé quieta y seria.

Mucho ruido y pocas nueces: algarabía que terminaba en calma.

Fin. Tiempo total de mi teatro: unos ocho segundos.

Pedro estaba ya fuera de combate. Era un simple Líquido, y su desván era vulgar. La disrupción lo había inmovilizado con el brazo derecho apoyado en el largo respaldo, la mano izquierda sosteniendo aún el teléfono por el que había hablado, la cara vuelta hacia mí y los ojos muy abiertos, como si me hubiese visto practicar una acrobacia fascinante. Los labios le temblaban ligeramente. Pero toda iniciativa por su parte resultó superada con creces por la reacción de Leo tras el volante.

– ¿Qué coño…? -chilló-. ¿Qué has…? -Había perdido la concentración y el coche empezaba a dar tumbos-. ¡Este no es tu puto coche, rusa! -Pensé que ya no era el suyo tampoco-. ¡La próxima vez pides permiso antes de tocar nada, eh! ¿Me oyes? ¡Pides permiso! -Sin embargo, Leo aún ocultaba cosas, y yo quería verlas todas.

– Lo… siento -dije, entregando aquel simple texto en el instante exacto, tras un breve ejercicio respiratorio, expeliendo las palabras como si fuesen humo.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El Cebo»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El Cebo» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


José Somoza - Clara y la penumbra
José Somoza
Jose Somoza - Art of Murder
Jose Somoza
Clifford Simak - Il cubo azzurro
Clifford Simak
Jaspreet Singh - Chef
Jaspreet Singh
José Somoza - La Caja De Marfil
José Somoza
José Somoza - Dafne desvanecida
José Somoza
José Somoza - Silencio De Blanca
José Somoza
José Somoza - Zigzag
José Somoza
Отзывы о книге «El Cebo»

Обсуждение, отзывы о книге «El Cebo» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x