Scott Turow - El peso de la prueba

Здесь есть возможность читать онлайн «Scott Turow - El peso de la prueba» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El peso de la prueba: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El peso de la prueba»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Este archivo es una corrección, a partir de otro encontrado en la red, para compartirlo con un grupo reducido de amigos, por medios privados. Si llega a tus manos debes saber que no deberás colgarlo en webs o redes públicas, ni hacer uso comercial del mismo. Que una vez leído se considera caducado el préstamo del mismo y deberá ser destruido.
En caso de incumplimiento de dicha advertencia, derivamos cualquier responsabilidad o acción legal a quienes la incumplieran.
Queremos dejar bien claro que nuestra intención es favorecer a aquellas personas, de entre nuestros compañeros, que por diversos motivos: económicos, de situación geográfica o discapacidades físicas, no tienen acceso a la literatura, o a bibliotecas públicas. Pagamos religiosamente todos los cánones impuestos por derechos de autor de diferentes soportes. Por ello, no consideramos que nuestro acto sea de piratería, ni la apoyamos en ningún caso. Además, realizamos la siguiente…

El peso de la prueba — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El peso de la prueba», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Kate no respondió. Miró en torno y sin razón aparente empezó a mover el pie. Stern tuvo la impresión de que se echaría a llorar. Ella hurgó en la cartera. Stern sólo comprendió cuando distinguió la llama en la oscuridad.

– ¡Kate! ¿Fumas?

– Oh, papá -exclamó mientras miraba alrededor de nuevo.

– ¿Cuánto hace?

– Siempre, papá. Sólo unas caladas. Desde que era estudiante. Los exámenes. Los nervios. Es terrible para el bebé. Tengo que dejar de hacerlo -dijo ella, pero inhaló profundamente y volvió la cara hacia las volutas de humo.

– Kate, entiendo que esto ha sido difícil.

Ella rió entre dientes.

– Papá, ojalá no me resultara tan fácil escandalizarte -espetó casi con brusquedad, y se contuvo. Callaron y permanecieron inmóviles. Ella inhaló el humo y tiró la colilla, que se estrelló en la acera, y aplastó las brasas con el pie-. Mira, papá, saldremos de ésta. Ya verás.

Un poco más alta que él, le apoyó las suaves mejillas y echó a andar hacia su coche taconeando, haciendo tintinear las llaves en la mano. Él se quedó en el aparcamiento mal iluminado. El Chevy retrocedió deprisa, viró y desapareció en una niebla de humo oscuro.

Se preguntó quién era esa mujer. No podía olvidar cómo había aplastado el cigarrillo, haciendo girar el pie sobre el asfalto. Había en ese gesto una ferocidad que Stern nunca había advertido en ella. Pensar en ella esa noche y tal como la había visto en el estadio le dio una idea de cómo era la vida para Kate. Susurros. Murmullos con John. Una persona con secretos, una vida furtiva. El mayor secreto de todos era quizá que ella era otra persona, no la criatura bella e inocente que sus padres deseaban o le permitían ser. Stern tuvo la profunda impresión de que Kate se parecía mucho a Silvia: una persona bondadosa, capaz, tierna, pero limitada por sus elecciones. Era como si hubiera buscado la escapatoria más fácil para eludirlos. De nuevo se preguntó quién era Kate. En la plácida noche estival, la nube de humo del tubo de escape se disipó.

Stern regresó a casa despacio. Estaba nervioso cuando llegó. Si hubiera tenido otro sitio adonde ir, no habría entrado. Las semanas o meses que había pasado fascinado por diversas mujeres y el éter de la sexualidad llegaban a su fin, o al menos estaban aletargados esa noche. En cierto aspecto, se sentía más cerca de sí mismo: solo y macizo como una piedra. La casa estaba vacía, tal como la noche anterior había estado llena de la presencia fantasmal de Clara. Ahora el silencio lo acechaba como una fuerza maligna, era como si su figura se redujera en ese espacio vacío. En el vestíbulo de suelo de pizarra, donde parecía sintonizar su propia alma, pensó en su vida sin Clara, pero era algo absurdo que no atinaba a expresar. Este hecho había resultado claro desde aquel instante de meses atrás, cuando el pánico apenas le permitió respirar. Pero sólo ahora atinaba a creerlo. Ahora sentía su propia vida, ese manojo extraído de la intrincada maraña de vivencias que su esposa y él habían creado y compartido. Era como la electricidad al encontrar el cable conductor de corriente: sentía el zumbido de esa aislada existencia que había continuado con el ritmo persistente y discordante del latido de un corazón, su propio corazón. Estaba solo, sin placer ni amargura, pero consciente de ello. Pensó en Helen, cerró los ojos, sacudió la cabeza, lleno de remordimientos.

Esa noche volvió a dormir en la cama que había compartido con Clara. Durmió poco, pero profundamente, sin soñar. Se levantó a las seis y, siguiendo viejas costumbres, llegó a la oficina a las siete. Examinó pilas de cartas que habían quedado semanas sin leer. Se sentía tranquilo, sereno. Pero había algo raro en la oficina. Tardó una hora en notar qué era.

La caja fuerte no estaba.

38

– Esto no es cosa de broma -dijo Marta cuando la llamó el viernes a Nueva York-. Tienes que recuperarla. No sé en qué medida esto está amparado por la inmunidad, pero aunque contaras toda la historia nadie creerá que se la llevó sin tu ayuda. Terminarás en la cárcel.

Stern emitió un sonido gutural. El análisis de Marta concordaba con el suyo.

– Todo esto me asusta -continuó ella-. Creo que debes recurrir a un verdadero abogado.

– Tú eres una verdadera abogada.

– Me refiero a alguien que entienda de qué se trata. Con experiencia.

¿Qué clase de experiencia? Por lo que Stern sabía, quizá no hubiera defensores expertos en explicar la desaparición de pruebas decisivas.

– Dile que es un imbécil -espetó Marta.

– Si puedo ponerme en contacto con él -respondió Stern.

Dixon eludió a Stern hasta el lunes, pero cuando atendió el teléfono tras mucha insistencia se mostró tan inocente como una niña.

– Yo reclamaría al seguro -sugirió Dixon-. Notificaría a la policía. Allí hay documentos importantes. -Mientras Stern ardía de furia, su cuñado continuó con la farsa-. No me estarás echando la culpa, ¿verdad?

– Dixon -dijo Stern con brusquedad-, si insistes en condenarte con piruetas ridículas, haz lo que quieras. Pero mi profesión y mi prestigio están en juego. Debes devolver la caja fuerte de inmediato.

Colgó.

A la mañana siguiente fue a la oficina esperanzado, pero la caja seguía sin aparecer. La alfombra donde había reposado durante semanas mostraba ahora la huella permanente de las cuatro patas.

En ocasiones, durante la semana, llegó al extremo de pensar que quizá Dixon no estuviera involucrado. Dixon insistía en que esa noche había estado en Nueva York. Había asistido a una reunión. ¿Cómo iba a robar una caja de seguridad? ¿No podía haber sido la gente de mantenimiento, los que se quedaban a limpiar de noche? Todos tenían llaves. Tal vez alguien había visto la caja y había decidido llevársela pensando que contenía objetos de valor. Aunque la idea parecía ridícula, Dixon insistió en ella. En un intento por resolver hasta la última duda, Stern, a regañadientes, le mencionó la caja fuerte a Silvia mientras entablaban su conversación diaria el miércoles.

– Oh, eso -dijo ella con repentina exasperación-. No creerías lo que ocurrió aquí.

Describió una escena entre Dixon y Rory, el chófer. Silvia dormía para descansar del viaje en avión cuando la discusión la despertó. El chófer, con marcado acento alemán, había advertido a Dixon que estaba sin aliento y que le dejaría la faena a él. Silvia se sentó en la cama y habló a los dos hombres, quienes la ignoraron. Dixon ardía de rabia y lanzaba insultos contra Stern. Había ido al aeropuerto para alquilar un avión privado.

– Sender, ¿qué ocurre entre vosotros dos?

A Stern le resultaba fácil eludir a Silvia y lo hizo una vez más. Una desavenencia de negocios, respondió. Añadió que sería conveniente que no mencionara a Dixon que había llamado. Su hermana colgó, turbaba y confundida, atrapada entre el polo norte y el sur: los dos hombres que dominaban su vida. Después de la llamada, Stern se arrepintió una vez más de haber actuado impulsivamente. Por lo pronto, admitía que su conversación con la hermana tal vez no estuviera amparada por la inmunidad. Pensó en lo poco que valoraba la ley el afecto familiar. En el peor de los casos, Stern se enfrentaría a opciones desagradables cuando compareciera ante el gran jurado: implicar a Dixon y exponer una confidencia de Silvia, o faltar al juramento.

Qué juicio tendría Dixon, pensó Stern de pronto. Primero, el marido de su hija incriminaría a Dixon, luego el gobierno llamaría a Stern. Bajo el mandato de una orden judicial, describiría el intento de Dixon de llevarse la caja de seguridad, desaparecida poco después. Para asestar el golpe de gracia, tal vez los fiscales encontrarían una excepción al secreto marital para obligar a Silvia a declarar acerca de la caja. Stan Sennett disfrutaría con ello. Toda la familia Stern contra Dixon Hartnell. Stern se estremeció. Declarar contra un cliente, cualquier cliente, aun el canalla de Dixon, sería como atentar contra el credo de toda una vida.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El peso de la prueba»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El peso de la prueba» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Scott Turow - Identical
Scott Turow
Scott Turow - Pleading Guilty
Scott Turow
Scott Turow - Limitations
Scott Turow
Scott Turow - Ordinary Heroes
Scott Turow
Don Scott - Three hot wives
Don Scott
Scott Turow - Innocent
Scott Turow
Scott Turow - Personal injuries
Scott Turow
Scott Turow - Presumed innocent
Scott Turow
Отзывы о книге «El peso de la prueba»

Обсуждение, отзывы о книге «El peso de la prueba» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x