Scott Turow - El peso de la prueba

Здесь есть возможность читать онлайн «Scott Turow - El peso de la prueba» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

El peso de la prueba: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «El peso de la prueba»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Este archivo es una corrección, a partir de otro encontrado en la red, para compartirlo con un grupo reducido de amigos, por medios privados. Si llega a tus manos debes saber que no deberás colgarlo en webs o redes públicas, ni hacer uso comercial del mismo. Que una vez leído se considera caducado el préstamo del mismo y deberá ser destruido.
En caso de incumplimiento de dicha advertencia, derivamos cualquier responsabilidad o acción legal a quienes la incumplieran.
Queremos dejar bien claro que nuestra intención es favorecer a aquellas personas, de entre nuestros compañeros, que por diversos motivos: económicos, de situación geográfica o discapacidades físicas, no tienen acceso a la literatura, o a bibliotecas públicas. Pagamos religiosamente todos los cánones impuestos por derechos de autor de diferentes soportes. Por ello, no consideramos que nuestro acto sea de piratería, ni la apoyamos en ningún caso. Además, realizamos la siguiente…

El peso de la prueba — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «El peso de la prueba», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Entiendo.

– No es que no me guste, Sandy. Me gusta -añadió deprisa, temiendo como de costumbre el juicio de los demás-. Pero ya sabes cómo es. No le he permitido que se acercara a mí desde que vi esa cosa. -Señaló el suelo, la habitación, el televisor-. Aunque no parecía importarle.

– ¿Cuándo fue eso, Fiona?

– ¿Marzo? -Ella se encogió de hombros-. No lo apunto en un cuaderno, Sandy.

– No, claro que no.

– Francamente, pensé que ya había desistido de intentarlo. A veces se comporta así.

Sonrió de nuevo, sombríamente.

Stern supuso que él habría desistido un tiempo antes. Tenía sus propios problemas. Aunque eso no servía de gran excusa. No obstante, en el pulcro dormitorio de Fiona, Stern quedó abrumado un instante por el misterio de todos los matrimonios. Era como la cultura o la prehistoria: un millón de acuerdos tácitos. Nate y Fiona. Qué pareja más inverosímil. Él tan informal, ella tan severa. Ella siempre había sido bonita, sin embargo. Eso debía de enorgullecer a Nate. Su tesoro estaba en casa mientras él merodeaba por todo el vecindario, contagiándose enfermedades y tirándose a las mujeres de todos, incluida la esposa de Stern. Esta idea lo exasperó. Siempre reacio a enfurecerse, sintió el potente embate del afán de venganza. El pensamiento lo arrasó de nuevo como una ola de fiebre. ¿En serio era capaz? Claro que sí. Se sentía excitado, inspirado y malévolo.

– ¿Entonces? -preguntó Fiona- ¿Voy a contagiarme?

– Por lo que me cuentas, Fiona, me parece muy poco probable.

Fiona reflexionó.

– Supongo que debería agradecerle que me haya dejado en paz.

Aún sentado junto a ella, Stern dijo lentamente:

– Debo admitir que cometí una gran injusticia, Fiona.

Ella ladeó la cabeza, como si temiera que Stern hubiera perdido el juicio. Stern sonrió.

– Una gran injusticia -repitió y levantó la mano despacio.

Cogió el botón superior del vestido de Fiona y se inclinó para besarle el pecho.

Ella retrocedió, pero sonreía.

– Sandy -tartamudeó.

Él la miró con intensidad: las cosas iban en serio. Desabrochó el botón y bajó la prenda para acariciarla de nuevo.

– Cielos -exclamó Fiona, entre risas-. No puedo creer lo que está ocurriendo.

Parecía que Fiona no podía contenerse, lo cual era increíblemente gracioso. Stern sabía que ella no lo detendría. Fiona era una persona débil. Su única firmeza radicaba en su carácter áspero, pero no tenía principios. Tomada por sorpresa, le seguiría el juego entre carcajadas, sin saber cómo actuar. ¿Y él? ¿Cómo se sentía ahora? «Raro, muy raro, mis amigos americanos.» Esto era una locura, improbable, absurdo. Pero las aventuras amorosas eran más excitantes que volar. Le acarició el pecho en silencio y eufóricamente comprendió que ya no era dueño de sí mismo.

Abrió otro botón y le bajó el sostén. Ese pecho pequeño y blanco parecía un pez saliendo del agua y él se agachó para besar el pezón…

¡Alguien lo estaba observando!

Stern se sobresaltó y se dispuso a levantarse, alzando los brazos a la defensiva. El perro, intimidado, también retrocedió arrastrando las patas delanteras, sin emitir un sonido.

Fiona se había levantado y ahora lo miraba. Aún tenía el sostén bajado, de modo que su pecho blanco parecía un paquete a medio desenvolver. Algo había cambiado. Tal vez el momentáneo temor de Stern la había disuadido o la había vuelto a sus cabales. Notó que ella abría los ojos y movía el brazo. Supo lo que iba a ocurrir, pero consideró indigno defenderse. Fiona le asestó una bofetada en la cara y él tuvo la sensación de que le había astillado un diente.

– Tú no eres mejor que él -acusó Fiona-. Hijo de perra.

Le dio la espalda para ordenarse la ropa. Stern se sintió impulsado a responder, pero no fue capaz. Se sentó de nuevo en la cama, avergonzado.

– Perdóname -dijo.

– Por Dios -exclamó Fiona.

Stern iba a decirle que era una mujer atractiva, pero no parecía lo más indicado.

– Me dejé llevar -se disculpó Stern, en una de sus habituales frases ambiguas.

– Quisiste aprovecharte de la situación.

En cuanto expresó este pensamiento, la imprevisible Fiona rompió a llorar de nuevo. Se sentó en una silla de mimbre blanca junto a la ventana y se aplastó el pañuelo arrugado contra la cara. Tenía el vaso en la mano y bebió un sorbo para consolarse. Luego se levantó, tal vez para buscar otro. Dirigió una feroz mirada a Stern, otra maldición callada, pero se marchó en silencio. El collie corrió tras ella.

Mientras escuchaba el taconeo en la escalera, Stern miró el techo del dormitorio. Colgaban telarañas de la lámpara. Oh, Dios, se odiaba a sí mismo y tenía esa sensación de ebriedad, de modo que comprendió que la cosa empeoraría cuando cesara el flujo de adrenalina y volviera la sensación de normalidad. ¿En qué diablos estaba pensando? Oh, se despreciaría a sí mismo. Ya lo estaba haciendo.

Caminó hacia la silla donde se había sentado Fiona. A través de la ventana con columnas, vio su propia casa. En los veinte años que había vivido allí, nunca la había visto desde aquel ángulo, y examinó el tejado de pizarra del dormitorio cautivado por la perspectiva. Cuando reconoció el caballete de su propia habitación, trató de imaginar a Nate y Clara abrazados allí, pero la imagen, piadosamente, se negó a cobrar forma.

¿Y el dinero?, pensó de golpe. ¿Para qué necesitaba Nate ochocientos cincuenta mil pavos? Pero Fiona le había dado la respuesta semanas atrás: durante años había amenazado a Nate con la ruina como precio de un divorcio. Lucharía como un lobo por cada céntimo, con tal de vengarse. Pero Nate podría afrontar la ira de Fiona con el dinero de Clara. ¿Significaba eso que había un pacto entre Nate y Clara? ¿Se proponían ambos abandonar a sus cónyuges? ¿Ella se proponía dejarlo solo, tal como estaba ahora?

Stern oyó un portazo. Fiona había salido, tal vez para conducir borracha por la ciudad mientras divagaba sobre la perversidad de los hombres, o simplemente para dejarle sufrir su vergüenza. Se apartó de la ventana. El perro, abandonado por la dueña, regresó a la habitación. El animal ladeó la cabeza y lo miró con ojos radiantes y verdosos. Stern pensó en la vida de ese perro, siempre al borde de una comprensión aparente.

Esta vez, con el nuevo pensamiento, Stern se quedó paralizado. Éste era el legado de Clara, instantes de horror cuando discernía formas ocultas en el caos que ella había dejado. En su profesión siempre intentaba deducir lo que había sucedido en determinados momentos aislados. Los involucrados, clientes o testigos del gobierno, rara vez brindaban relatos de confianza. Vientos de temor, culpabilidad y autojustificación los desviaban del rumbo. Pero en ocasiones, al trabajar en un caso, Stern comprendía lo que había ocurrido. Una palabra, unas frases en un papel. Las piezas del rompecabezas encajaban.

Débil y mareado, ahora tenía la misma sensación. Pobre Clara. Ahora Stern comprendía. Había regalado todo ese dinero como preparación para el plan que había trazado con Nate, y sólo después se había enterado de que tenía problemas de salud. Tal vez fue entonces cuando Nate se enteró de la situación. Pero ante las circunstancias habría tenido que admitir que se lo había contagiado otra, quizá la joven del vídeo. Infidelidad entre los infieles. Oh, sí. Stern lo veía ahora. Qué drama. Trágico como Madame Butterfly. Engaño. Abandono. Enfermedad. Vergüenza y pérdida en cada ventana, cada puerta, y el futuro era una incesante concatenación de acontecimientos desagradables: la ira de un marido, el alejamiento de un amante y la agobiante certeza de haber dilapidado una fortuna para comprar a su amigo una libertad que él emplearía en otras conquistas. ¡Qué humillación! Como una heroína mítica, Clara lo había perdido todo debido al orgullo y al deseo. Sentado en la lujosa colcha de Fiona, Stern se puso una mano sobre el corazón, que le palpitaba dolorosamente en el pecho.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «El peso de la prueba»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «El peso de la prueba» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Scott Turow - Identical
Scott Turow
Scott Turow - Pleading Guilty
Scott Turow
Scott Turow - Limitations
Scott Turow
Scott Turow - Ordinary Heroes
Scott Turow
Don Scott - Three hot wives
Don Scott
Scott Turow - Innocent
Scott Turow
Scott Turow - Personal injuries
Scott Turow
Scott Turow - Presumed innocent
Scott Turow
Отзывы о книге «El peso de la prueba»

Обсуждение, отзывы о книге «El peso de la prueba» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x