Carlos Sisi - Los Caminantes

Здесь есть возможность читать онлайн «Carlos Sisi - Los Caminantes» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Los Caminantes: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Los Caminantes»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Los Caminantes es un desgarrador relato que recoge los últimos días de la civilización tal y como la conocemos. Tras sobrevivir a la sobrecogedora pandemia que hace que los muertos vuelvan a la vida, los supervivientes se enfrentan al reto de llegar al final de cada día. La novela narra con un lenguaje visual y directo como los destinos de estos supervivientes se entretejen en torno a un misterioso personaje: El Padre Isidro.
Los Caminantes nos sumerge en un entorno de indecible presión psicológica, explorando la oscuridad del alma humana a medida que se enfrenta a sus peores pesadillas.

Los Caminantes — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Los Caminantes», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– No, no lo es.

– Es…

En ese momento, el mundo tranquilo y rutinario de Rodríguez cambió para siempre. Ya no habría más cervecitas después del trabajo en la cafetería Oña, ni celebraría la tradicional Compra Del DVD El Viernes Por La Noche. Ni volvería a comer cocido en casa de su madre o a beber aquel vodka ruso con su amiga Paola la noche de Navidad. Y ese Punto y Final llegó con el espasmo tremendo de uno de los cadáveres. Se sacudió con tanta violencia que uno de los cuerpos que tenía al lado se dio vuelta y cayó pesadamente al suelo con un golpe sordo.

Rodríguez dio un acusado respingo.

– ¡Coño!

Durante unos segundos, él y su ayudante permanecieron en silencio; el zumbido de los tubos de neón y las gigantescas cámaras frigoríficas llenaban el aire. Pero al fin, espasmos similares recorrieron muchos de los otros cuerpos. Y entonces empezaron a levantarse.

Rodríguez no daba crédito. Miraba alrededor, posando su vista en un cuerpo y en otro a medida que se incorporaban, más o menos trabajosamente, con los ojos en blanco y las bocas abiertas. Las sábanas caían a un lado, los brazos se levantaban, las manos trocadas en garras y puños cerrados. Al incorporarse, casi todos carraspeaban horriblemente, o proferían horribles cloqueos y ruidos guturales de sorda naturaleza, y una mujer de cabello encrespado vomitó una suerte de puré negruzco.

– Qué… ¿Qué…?

– Por Dios, ¿qué…? A-ayuda… ¡Ayuda!

El joven ayudante se acercó rápidamente al primero de los hombres. Rodríguez no pudo moverse. Se descubrió a sí mismo mirando cómo su ayudante le cogía de los hombros y le preguntaba si estaba bien. "¿Está usted bien?", le preguntaba, "¿está usted bien?". Y aquel hombre de color, de labios generosos y facciones duras, le miraba como emergiendo de un profundo sueño, y poco a poco, iba mudando sus facciones de la perplejidad… a una mirada brutal de odio. "Incrustado", pensó Rodríguez incoherentemente. "Tiene el odio incrustado en sus ojos". Quiso avisar a su ayudante, quiso advertirle, gritar, pero no podía articular palabra.

De repente, sin que pudiera decir muy bien cómo, su ayudante sonreía con aire estúpido a uno de los chicos, que había reptado hacia su pierna y le había agarrado con ambas manos. El otro hombre movía la cabeza entre espasmos, intentando a todas luces abrir la boca. Eso parecía causarle serias dificultades. El resto de los hombres evolucionaban lentamente, moviéndose como una ola. Algunos bizqueaban hacia el techo, otros movían las manos en extraños ademanes, como si quisiesen alcanzar un objetivo invisible delante de ellos.

– ¿Qué… qué hace? Vamos, suélteme… señor… ¡señor, suélteme!

Rodríguez quería cerrar los ojos. Intuía lo que iba a pasar. Sabía lo que iba a pasar. Lo veía en los ojos acuosos y muertos de toda aquella gente. Pero aún no era capaz de reaccionar.

¡Suéltemeeeeeee!

Cuando el hombre que tenía cogida la pierna de su ayudante hundió sus dientes en ella, éste gritó. Y todavía gritaba cuando el que había atendido hundió su cara en la curva de su cuello y permaneció allí entre borbotones horribles y continuados.

IV

Nadie sabía cómo había empezado todo exactamente. El mundo se había desestabilizado mucho antes de que ningún científico hubiese podido dar alguna explicación, teoría o hipótesis. Ningún programa de televisión aguantó el tiempo suficiente como para teorizar sobre el problema. Al principio podías verlo en la televisión. Hablaban sobre ello… muy poco al principio, pero luego cada vez más; en la televisión basura de la noche, en los programas nocturnos líderes de audiencia, hasta que ya no se hablaba de otra cosa y la noticia del año lo inundaba todo. En el programa TNT salieron las primeras imágenes -que Susana recordase- y se pronunciaron por primera vez las palabras "muertos vivientes". Pero por entonces todo el asunto no era muy diferente de los ovnis o las caras de Bélmez, y aún podías sonreír con autosuficiencia y sentirte alejado de todas esas patrañas, aun cuando emitían cantidades ingentes de imágenes horrorosas de gente enloquecida atacando a otros seres humanos en el telediario de la dos, y luego ya no echaban los documentales, sino que seguían hablando sobre los incidentes. Entonces te preocupabas, sí. Incidentes bastante extraños en un tanatorio en Madrid…, en un hospital de Zaragoza, en Huelva. En todas partes. En un hospital, en cinco. Un accidente múltiple de tráfico que acaba en una carnicería cuando uno de los accidentados ataca violentamente a uno de los chicos del 061 y le arranca limpiamente un pedazo de cuello con los dientes. Un suicida que cae estrepitosamente desde la terraza de un duodécimo, y empieza a sacudirse dentro de su bolsa dieciséis minutos después de que el juez hubiese levantado acta. Pero después de algunos días, sabías que la cosa estaba realmente mal porque lo veías en las calles. Una ambulancia estrellada y abandonada en una concurrida avenida, o un policía que te desvía cuando vuelves de Cártama porque, al parecer, algunos vándalos están causando problemas en el Cementerio de San Miguel. Pero sabías que no eran vándalos. Lo veías en sus caras.

El mazazo psicológico del concepto de que los muertos habían vuelto a la vida se aceptó bastante rápidamente una vez que todas las televisiones empezaron a emitir boletines de emergencia las veinticuatro horas. Para entonces, las ciudades estaban ya sumidas en un cierto desorden debido al hecho de que cada persona que moría regresaba a la vida entre hora y media y dos horas después. Los cementerios, hospitales, iglesias… y el sótano oscuro y húmedo de algún geriátrico, fueron controlados tan rápidamente como fue posible, aunque para entonces ya se habían registrado numerosos problemas.

Resultó que Málaga ocultaba cadáveres donde menos se esperaba. Un día cualquiera de octubre, la gasolinera Calypso, en Mijas Costa, fue escenario de un macabro espectáculo de canibalismo e infección en masa cuando no menos de siete cadáveres abandonaron la cámara frigorífica de un negocio tapadera de restauración, regentado por un holandés metido en la mafia de compra-venta de armas. Los siete cadáveres irrumpieron a la luz del sol a las once cuarenta y cinco del lunes, degollaron a una norcoreana de diecinueve años llamada Yhin Un y arremetieron contra el interior de la gasolinera acabando con la vida de los tres ingleses, cuatro suecos y dos españoles que hacían sus compras en ese momento. A la una y veinte, una espasmódica horda de caminantes bloqueaba la nacional 340 causando accidentes y atropellos. A las tres y cuarto, doce muertos vivientes vestidos con monos de trabajo de Mudanzas Gaspar masticaban con lenta fruición el cuerpo sin vida de una anciana aquejada de osteoporosis en un chalet de la zona.

Cuando las escenas como ésta se repetían en diversos puntos de una misma ciudad, las comunicaciones por móvil se resentían bastante. Después de algunas horas, era incluso imposible comunicar por teléfono fijo. Una locución automática informaba de saturación en la red. "Vuelva a llamar más tarde". Echar un vistazo a la CNN por Internet para ver cómo estaba afectado el resto del mundo se convertía en una auténtica utopía.

Susana vivía en un bloque de ladrillo visto en frente del polideportivo de Carranque, a seiscientos metros del Hospital Carlos Haya. El día que se desató la locura, la zona fue inmediatamente impactada por el caos. Empezó en torno a las diez y media, cuando Susana volvía de comprar algunas cosas del supermercado. Una ambulancia se había detenido en la rampa de entrada a la zona de urgencias, y dos policías uniformados se llevaban a un hombre que luchaba por desasirse con inusitada energía. Había sangre en su rostro y en sus puños crispados, y la muchedumbre empezaba a arremolinarse a su alrededor.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Los Caminantes»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Los Caminantes» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Los Caminantes»

Обсуждение, отзывы о книге «Los Caminantes» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x