John Gardner - Scorpius

Здесь есть возможность читать онлайн «John Gardner - Scorpius» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Scorpius: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Scorpius»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

James Bond

Scorpius — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Scorpius», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

La una cuarenta y cinco. La primera oleada de fotógrafos había ido disminuyendo y ya sólo llegaban algunos rezagados.

A la una y cincuenta un joven vestido de oscuro y provisto de varias cámaras mostró su pase y le fue franqueada la entrada. Era más bien rollizo y llevaba tres aparatos colgados del cuello. Su pelo rubio y corto sobresalía bajo las amplias alas de un vistoso sombrero, y un bigote caído le prestaba cierto aire levemente bohemio.

– Los hay de todas clases -comentó el agente de vigilancia-. Por hoy la función se acabó, como dicen los dibujos animados. Ya no va a entrar nadie más.

– Quizá nos hayamos equivocado -comentó Bond, aunque poco convencido. Notaba la tensión proveniente de Pearlman como una carga eléctrica.

– Tal vez -convino el hombre del SAS como si estuviera a punto de derrumbarse por el agotamiento.

Cuando llegaron al Rose Garden la manada de operadores de televisión y de fotógrafos de prensa estaba preparando sus equipos y disponiéndose para el acontecimiento.

Bond y Pearlman se acercaron a Wolkovsky y movieron la cabeza con aire dubitativo. Luego Pearlman dijo:

– Ella está aquí; en algún lugar. Estoy seguro. Lo siento en mi interior.

– ¿Cancelarán el acto? -preguntó Bond.

– No, señor. En absoluto. -Wolkovsky aspiró el aire fuertemente-. Me voy a colocar en la parte de atrás. Y ustedes dos ¿quieren situarse a cada uno de los lados de esa gente? Hay que vigilar a los fotógrafos; no al presidente ni al primer ministro.

Bond hizo una señal de asentimiento y los dos se alejaron: Pearlman hacia el extremo izquierdo, mientras Bond lo hacía hacia la derecha.

Flotaba en el aire un ambiente de excitación. Y eso que los miembros de la prensa no tienen fama de impresionables.

James Bond podía sentir la tensión cada vez mayor. Los latidos de su corazón semejaban el segundero de un reloj que estuviera aproximando sus manecillas hacia la hora en que se iba a producir algún horrible desastre. Miró a los agitados fotógrafos. No había entre ellos nadie que se pareciera a Ruth, al menos tal como la había visto durante la boda. Una nube, una neblina fría, parecía trastornarle el cerebro.

Observó a Pearlman, cuya mirada se posaba inquieta en cada uno de los hombres y mujeres de la prensa. El murmullo se acalló cuando el presidente y su esposa escoltaron al primer ministro de Inglaterra hacia el jardín. Fue una llegada festiva, con el presidente bromeando con periodistas a los que conocía y haciendo comentarios espontáneos al primer ministro, quien aparecía muy compuesto, saludable y feliz, como si no estuviera sometido a presión alguna.

Bond volvió a fijarse en los fotógrafos. Tal vez se hubieran equivocado de medio a medio. Se preguntó si a lo mejor Ruth no planearía atacar al primer ministro cuando éste regresara al aeropuerto de Heathrow en un avión de la RAF. Volvió a mirar hacia el lugar de la celebración donde el presidente y el primer ministro ocupaban sus puestos y luego volvió los ojos, una vez más, a los fotógrafos, muy atareados con sus enfoques y sus emplazamientos.

De pronto se sintió totalmente seguro de que acababa de producirse una variación anormal. En los escasos segundos en que sus ojos se habían apartado del grupo algo, en éste había cambiado. Al principio no pudo saber de que se trataba. Pero luego, de pronto, lo vio todo claro, perfectamente definido en su mente. El joven de aspecto bohemio se había abierto paso a codazos hasta la primera fila. Había en él algo extraño. Pasó otro segundo antes de que Bond observara que en realidad el fotógrafo no se estaba preocupando por las cámaras que llevaba colgadas al cuello ni tomaba foto alguna. Dio un paso hacia adelante frente al grupo más nutrido de los reporteros, al tiempo que su mano derecha empezaba a desplazarse hacia arriba para alcanzar la parte interior de su chaqueta.

¡Pearly! -gritó Bond.

El fotógrafo del traje oscuro parecía estar a punto de saltar hacia adelante. Pearlman sacó su pistola, pero sin decidirse a disparar. El hombre del SAS permanecía indeciso.

Bond actuó casi sin pensarlo. Impulsado por un reflejo automático, levantó la pistola y disparó rápidamente dos tiros que produjeron una barahúnda de gritos, mientras una oleada de pánico conmocionaba a los reunidos.

La primera bala dio al joven en un brazo, justamente cuando su mano tocaba ya el interior de la chaqueta. La apartó bruscamente cuando la segunda bala le dio de lleno en el pecho. Levantó los pies y cayó de espaldas, mientras Pearlman se abalanzaba hacia él esgrimiendo su arma dispuesto a descargarle el tiro de gracia en el caso de que fuera necesario.

El sombrero de amplias alas había saltado de la cabeza del joven y también su pelo rubio, que no era más que una peluca. El pelo rojizo de Ruth surgió de improviso como un grotesco truco de magia. La joven se retorció una sola vez, pero Bond no la miró siquiera. Había experimentado de pronto una extraña y acuciante sensación.

Volviéndose en redondo, atravesó el grupo de grandes personajes, sumido ahora en la más completa confusión, mientras los hombres del Servicio Secreto y los guardaespaldas se adelantaban para protegerlos. Pero uno de ellos no obró del mismo modo. Un miembro del Servicio de Vigilancia del primer ministro se había separado del grupo. Horrorizado, Bond reconoció a aquel hombre y al momento todos los detalles empezaron a encajar.

El superintendente Bailey había sacado su pistola y se situaba en posición de hacer fuego. Tenía las piernas separadas en perfecto equilibrio y los ojos fijos en su objetivo. El arma, como una extensión de sus brazos, estaba encañonada hacia el primer ministro.

Bond efectuó un movimiento de giro. En aquel instante, y por un momento infinitesimal, lo vio todo claramente, lo supo todo, comprendió por qué Scorpius siempre les había tomado la delantera. Bailey era el traidor. Se encontraba allí en el lugar que normalmente hubiera ocupado el jefe de la sección. Había estado presente en toda aquella operación. Bailey era el secuaz de Vladimir Scorpius.

Mientras las ideas se agolpaban en su mente durante una fracción de segundo, Bond apretó el gatillo dos veces más. El hombre de la Sección Especial no se dio cuenta de que iba a morir y no pudo prever de dónde provenían los tiros. Su cuerpo se estremeció ligeramente y fue a caer sobre unos rosales.

«El último enemigo» quedaba abatido. Bond se guardó la pistola y se reunió con los otros funcionarios del Servicio de Seguridad que intentaban restablecer la calma. De una cosa estaba seguro y era de que los desactivadores de bombas tendrían que enfrentarse a una tarea muy distinta a la suya normal. Porque no era frecuente que tuvieran que librar a un cadáver del peligro de volar por los aires.

– Un trabajo bien hecho, 007. Triste pero…, la verdad, es que no deberíamos tener que insistir en estas cosas.

M no miraba a Bond a los ojos. Habían transcurrido dos días desde el incidente. La prensa estuvo pendiente del caso durante toda la jornada, pero el Servicio Secreto de Inteligencia no fue mencionado en ninguno de sus comentarios. En cambio el Servicio Secreto norteamericano había recibido un trato bastante duro e incluso tuvo dificultades en el Congreso.

Los acontecimientos de la isla de Hilton Head no habían merecido ni una sola línea.

– No. -M parecía inquieto-. De nada serviría seguir comentándolo.

– No, señor -respondió Bond, que parecía desprovisto de su calma habitual.

– Yo en su lugar me tomaría unas vacaciones.

– Sólo tres o cuatro días, si me lo permite.

– Tres o cuatro semanas, si así lo desea.

– Tendré que volver al trabajo lo antes posible, señor.

– Haga lo que mejor le parezca, comandante Bond. Firme la hoja y le daré curso.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Scorpius»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Scorpius» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


John Gardner - Nickel Mountain
John Gardner
John Gardner - Jason and Medeia
John Gardner
John Gardner - Freddy's Book
John Gardner
libcat.ru: книга без обложки
John Gardner
John Gardner - Brokenclaw
John Gardner
John Gardner - Never send flowers
John Gardner
John Gardner - Seafire
John Gardner
John Gardner - Muerte En Hong Kong
John Gardner
Отзывы о книге «Scorpius»

Обсуждение, отзывы о книге «Scorpius» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x