P.C. Cast - En El Lugar De La Diosa

Здесь есть возможность читать онлайн «P.C. Cast - En El Lugar De La Diosa» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

En El Lugar De La Diosa: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «En El Lugar De La Diosa»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

La única emoción que esperaba Shannon Parker de las vacaciones de verano era hacer unas cuantas compras. Sin embargo, recibió la llamada de un ánfora antigua y se vio transportada a Partholon, donde todos la trataron como a una diosa. Una diosa muy temperamental…
Sin saber cómo, Shannon había adoptado el papel de otra, se había convertido en la encarnación de la diosa Epona. Y, aunque eso tenía una ventaja (¿a qué mujer no le gustaban los lujos?), también conllevaba un matrimonio ritual con un centauro y la amenaza de muerte a su nuevo pueblo. Además, todo el mundo la odiaba, porque pensaban que era una simple doble de su diosa.
Shannon tenía que averiguar cómo podía volver a Oklahoma sin morir en el intento, sin contraer matrimonio con un centauro y sin volverse loca…

En El Lugar De La Diosa — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «En El Lugar De La Diosa», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– Bueno, vieja amiga. ¿Qué te parece si ahora camino y te dejo descansar un poco? -le acaricié la frente mientras ella exploraba la pechera de mi peto y me rozaba la barbilla con los labios.

Dios, los caballos son unos animales increíbles. El hecho de estar a solas con Epi hizo que me diera cuenta de lo mucho que añoraba tener uno. Su olor, su belleza equina y su bondad e inteligencia son cosas únicas en ellos, que ni siquiera un perro puede reemplazar. No era de extrañar que ClanFintan me pareciera tan mono; parecía que estaba necesitada de una mascota y de un hombre. Y con él mataba dos pájaros de un tiro.

Aunque iba a estar muy enfadado cuando yo volviera al templo.

Además, creía que yo era una bruja.

Después de darle una palmadita en el cuello a Epi, me di la vuelta, con las riendas sobre el hombro, y me dirigí hacia el camino de nuevo. Epi me siguió educadamente, tomando de vez en cuando un bocado de hierba y masticando con satisfacción.

Comencé a silbar la melodía de Hi-Ho de Blancanieves y los siete enanitos. Epi resopló. Yo me lo tomé como un comentario sobre mi habilidad para el silbido, y me reí mirándola por encima de mi hombro, sin dejar de silbar. Sí, lo estábamos pasando bien.

Sin embargo, poco después me di cuenta de que tenía muchísima hambre. Cesaron los silbidos y las risas, y comenzó la búsqueda de alguna baya comestible.

– Aquí estamos, rodeadas por toda esta naturaleza -dije, y Epi inclinó las orejas hacia delante para escuchar mis murmullos-. Debería haber algunas fresas silvestres. O arándanos. O moras. Incluso en Oz había manzanas.

Epi tomó un bocado de hierba.

– ¿Está buena?

Probablemente, a mí me daría colitis, y ni siquiera tenía papel higiénico. Aquella visión fue suficiente para impedirme que probara la cena de Epi.

Me encaminé de nuevo al río, y me di cuenta de que debíamos de habernos alejado varios metros de la orilla, probablemente porque era muy rocosa y, de repente, empinada. Bajamos hacia el agua con cuidado, provocando una cascada de piedrecitas sueltas. El río estaba tan claro y fresco como siempre, y bajo la sombra de los árboles, sentí alivio. Después de refrescarnos con el agua, conduje a Epi hacia una gran roca, que utilicé para poder montar en la yegua. Ya en la silla, le di unos golpecitos de cariño en el cuello. Nos dirigimos hacia la ribera, y me quedé sorprendida al contemplar lo rocosa y empinada que parecía desde allí. Al bajar no me había resultado tan difícil. Bueno, probablemente sólo fuera la diferencia de verlo desde el suelo y verlo desde el lomo de un caballo. Me incliné hacia delante e hice que Epi comenzara a subir para retomar el camino verde y suave…

De repente, las rocas se movieron y Epi resbaló. La yegua tuvo que lanzarse hacia delante, con torpeza, para no perder el equilibrio. Yo me vi impulsada hacia delante con violencia, y a duras penas pude agarrarme de su cuello para evitar la caída. Ella luchó por recuperar una posición segura; era como si intentara nadar a través de unas arenas movedizas que no dejaban de succionar sus cascos. Lo único que yo podía hacer era agarrarme con todas mis fuerzas y no permitir que mi peso se apoyara demasiado hacia el otro lado, para no hacerle perder el equilibrio por completo.

De repente, Epi se liberó y dio un salto hasta el camino. Caímos en suelo sólido y yo, haciendo caso omiso de mi estómago encogido, desmonté y comencé a pasarle las manos por las patas. Ella tenía la respiración muy agitada y estaba temblando. Cualquier otro caballo hubiera tenido los ojos en blanco y sería presa del pánico, pero Epi se quedó quieta, tranquila, dejando que yo completara mi examen frenético.

– Buena chica. Tú sí que eres una chica buena… -seguí habiéndole, intentando calmar sus nervios tanto como los míos-. Has sido muy valiente. Estoy muy orgullosa de ti.

Terminé de palpar todas sus patas. No tenía ningún hueso roto, ni heridas. Parecía que estaba bien.

Sin embargo, yo había crecido entre caballos, y conocía la relativa fragilidad de sus patas. Podían romperse con mucha facilidad, sólo hacía falta dar un mal paso.

Dejé que Epi apoyara la frente en mi pecho, y le acaricié la preciosa cabeza, le alisé las crines.

– Estás bien, estás bien. Eres una buena chica…

Seguí murmurándole expresiones cariñosas mientras recuperábamos el ritmo de la respiración y de los latidos del corazón.

Al final, ella elevó la cabeza y me acarició las mejillas con el hocico. Yo me sequé las lágrimas que inevitablemente habían terminado surgiendo y di un paso atrás para observarla atentamente.

– Creo que estás bien -dije, rodeándola lentamente, mientras ella bajaba la cabeza y comenzaba a mordisquear una mata de hierba fresca. Sonreí-. Tienes hambre, así que debes de estar bien -ella masticó y resopló hacia mí-. No vamos a hacer eso otra vez, ¿de acuerdo? Bueno, ahora tengo que subir a tu lomo sin ayuda de ningún tipo -le dije. Epi dejó de masticar, y yo hubiera jurado que emitió un sonido de incredulidad por la nariz-. Estate quieta y no te rías de mí.

Ella se mantuvo inmóvil, pero no sé si, mientras yo gruñía y luchaba por subir, se estaba riendo. Cuando conseguí montar, comenzamos a caminar, y parecía que estaba bien. Con un suspiro de alivio, hice que adoptara un trote suave, y me puse a silbar la canción de Bonanza. La terminé completa, y comencé con la de I Dream of Jeannie. Sin embargo, cuando estaba a mitad de la canción, Epi empezó a renquear; su trote se ralentizó y se convirtió en un caminar extraño. Me parecía que estaba intentando avanzar de puntillas. Hice que se detuviera y me bajé rápidamente.

– ¿Qué te pasa, Epi? -le di una palmadita en el cuello, y ella agitó la cabeza con inquietud-. Vamos a mirar.

Regla número uno de la detección de problemas equinos: si hay alguna duda, inspeccionar los cascos. Desmonté y agarré su pata delantera izquierda después de que ella, obedientemente, elevara. Parecía que estaba normal. Le saqué un par de piedrecitas de la base del casco y se la limpié de tierra. Con cuidado, le presioné la ranilla con los pulgares. No parecía que le doliera, así que seguí inspeccionándole el resto de las patas hasta que llegué a la pata delantera derecha. Cuando apreté la parte blanda y flexible de su casco, Epi se estremeció y relinchó de dolor. Le di unas palmaditas en el cuello para tranquilizarla, y aparté tierra y hierba del casco. Volví a apretarle suavemente la ranilla y, en aquella ocasión, el gruñido de dolor de la yegua fue más intenso. Yo noté un calor y una blandura anormales bajo los pulgares. Después, posé su pata en el suelo con delicadeza.

– No estoy completamente segura, porque no soy veterinaria, pero creo que te has magullado la ranilla -dije.

Intentaba mantener un tono de voz ligero para no permitir que aquella yegua tan lista se diera cuenta de que estaba muy preocupada por aquel suceso. Yo le miré la pata. Era evidente que no estaba apoyando demasiado peso en ella.

– Corrígeme si me equivoco, pero me parece que te duele el casco.

Ella me empujó suavemente con el hocico.

– Eso me parecía -dije, mientras la acariciaba-. Así que no debo montarte. ¿Qué te parece si encontramos un claro agradable, un poco más adelante, donde la ribera no sea tan empinada, y descansamos un rato?

Lentamente, emprendí la marcha, parloteando sin cesar mientras Epi caminaba cojeando, con la frente apoyada contra mi espalda. Me alegraba de que no pudiera ver mis ojos observando frenéticamente todo el camino, intentando encontrar un lugar de descenso fácil hacia el río. Sabía que tenía que llevarla hacia el agua, y no sólo para que bebiera, sino para limpiarle y refrescarle el casco en la corriente. Con el frío, la hinchazón y el dolor disminuirían. Después, podríamos descansar, y yo pensar en qué íbamos a hacer.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «En El Lugar De La Diosa»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «En El Lugar De La Diosa» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «En El Lugar De La Diosa»

Обсуждение, отзывы о книге «En El Lugar De La Diosa» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x