P. Cast - Diosa Por Elección

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Por fin, Shannon Parker se había reconciliado con la vida en el mundo mítico de Partholon. Amaba a su marido centauro y se había acostumbrado a su conexión con la diosa Epona y los beneficios que conllevaban ambas cosas. Casi había olvidado su antigua vida en la Tierra… sobre todo, cuando descubrió que estaba embarazada…
Pero entonces una súbita explosión de poder la envió de vuelta a Oklahoma. Sin la magia, Shannon no podía regresar a Partholon, así que tendría que buscar ayuda. El problema era que esa ayuda tomó la forma de un hombre tan tentador como su marido. Y, durante el camino, Shannon descubriría que ser una diosa por error era mucho más fácil que ser una diosa por elección…

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Con un gruñido de deseo puro, me agarró por las nalgas y me levantó, y con un movimiento suave, se hundió en mi cuerpo. Yo recibí su embestida con una propia, y me colgué de él, succionando su lengua. Nos unimos como si estuviéramos hambrientos el uno del otro, como si aquellos meses de separación hubieran sido toda una vida. Nuestro ritmo aumentó velozmente, y antes de que nos diéramos cuenta, mi orgasmo estalló al sentir que él se liberaba dentro de mí.

Con la respiración acelerada, ClanFintan intercambió su sitio conmigo, y me sentó en su regazo mientras se acomodaba en el saliente de la piscina. Nos abrazamos el uno al otro, dejando que nuestros cuerpos sintieran lo bien que encajaban.

Poco después, salió con facilidad de la piscina y me sacó a mí también. Caminamos empapados hasta una pila de toallas y ClanFintan comenzó a secarme vigorosamente.

– ¡Eh! ¡Me estás arrancando la piel! -dije con un gritito, y le quité la toalla.

– He pensado que quizá tuvieras frío al salir del agua.

– No, de veras, estoy bien. Sécate tú -dije. De repente, me sentía un poco molesta, como si tuviera la piel demasiado sensible como para permitir que me tocaran. Las hormonas estaban haciendo cosas raras.

– El Cambio me secará -dijo él. Por su sonrisa, supe que había captado mi cambio de humor y que no se sentía ofendido. Yo esperaba que su paciencia durara por lo menos nueve meses. ¿Quién sabía qué otras cosas podía hacer mi cuerpo?

– Gracias, yo…

– Shhh.

No me había dado cuenta de que él se había alejado varios pasos de mí, y que había comenzado a murmurar las palabras que conjuraban el Cambio.

Cerré la boca antes de poder decir «lo siento», y me protegí los ojos con una esquina de la toalla mientras observaba la transformación. El Cambio de forma humana a centauro siempre sucedía con más rapidez que el proceso contrario. Su piel resplandeció y se onduló. En aquella ocasión, yo cerré los ojos con fuerza antes de que se produjera la explosión de luz. Cuando la claridad que se filtraba a través de mis párpados desapareció, supe que podía mirar. Y hablar.

– Te he echado mucho de menos -dije yo, mientras miraba al ser magnífico que era mi marido.

– Y yo a ti. Nací para quererte -dijo con una sonrisa, mientras me abrazaba. Me sujetó con delicadeza entre sus brazos poderosos, y me miró a los ojos-: No estoy completo sin ti. Me alegro de haber vuelto a casa.

Yo había visto suficiente magia en aquel mundo como para saber que decía la verdad. Por algún capricho del destino, mi diosa lo había convertido en mi compañero, incluso antes de que yo formara parte de aquel mundo.

– Sí -respondí-, yo también me alegro de que hayas vuelto.

– ¡Vamos! -exclamó ClanFintan entonces. Me tomó en brazos como si no pesara más que una niña, y de veras, peso más que una niña.

– ¿Sabes? Puedo andar.

Sin embargo, mi queja fue muy débil. Me gustaba la seguridad que sentía en sus brazos.

– Compláceme. Acabo de llegar.

Dio una coz en la enorme puerta, e inmediatamente, mis guerreros la abrieron desde fuera. Me di cuenta de que apartaban los ojos de mi persona vestida sólo con una toalla. Sin duda, querían evitar una mirada ceñuda de mi marido. No obstante, yo los saludé alegremente por encima del hombro de ClanFintan, y obtuve como respuesta sus rápidas sonrisas.

– Los mimas demasiado.

– Son adorables. Y además, tú sabes que no tienes que preocuparte de nada. Era esa otra Rhiannon la que necesitaba dormir con todos sus guerreros y unos cuantos más.

– No creo que durmiera mucho.

– Ya sabes lo que quiero decir. Como bien sabes, soy una esposa fiel. ¡La fidelidad es mi mayor afición!

– Creía que tu mayor afición era el merlot -respondió él, y se rió de su propia broma.

Yo palidecí.

– No menciones esa palabra.

Mi nueva aversión por el vino debía de ser la forma que tenía Epona de asegurarse de que yo no conservara a mi hija en alcohol. Debería sentirme agradecida, y lo estaría, en cuanto consiguiera librarme de aquellas patéticas náuseas.

Era evidente que habían arreglado mi habitación durante el tiempo que habíamos estado ausentes. El colchón apoyado en el suelo que nos servía de cama estaba recién hecho, y había una pequeña mesa para dos junto a las ventanas que daban a mi jardín privado. Olfateé el aire con desconfianza, temiendo que cualquier aroma delicioso pudiera provocarme el reflejo del vómito. No percibí nada objetable, y de manera vacilante, me aproximé a la mesa. Mi marido se echó a reír.

– ¿De qué te ríes?

– Nunca pensé que te vería acercarte con temor a una mesa llena de comida.

La adoración que yo sentía por la buena comida había sido motivo constante de diversión para mi marido. En realidad, más de una vez había comentado que yo tenía el apetito de una Cazadora, lo cual, por algún motivo, le resultaba enternecedor.

Para mí es menos enternecedor, y es el motivo por el que me obligo a hacer ejercicio con regularidad.

– Muy gracioso. Que no se te olvide que ya he vomitado sobre una mujer centauro esta noche.

Cuando llegué junto a la mesa suspiré de alivio. La mano delicada de Alanna y su capacidad infalible para atenderme eran evidentes. Había un plato humeante lleno de caldo transparente con un ligero aroma a pollo. Junto a él, una cesta cubierta con una servilleta, que contenía rebanadas finas de pan tostado y plátanos cortados. También había una tetera de infusión de hierbas. Para ClanFintan, Alanna había servido un plato de queso y pollo frío. No había ni rastro de arroz ni de nada que oliera a comida frita, especias o mantequilla.

– Alanna es muy sabia -dijo ClanFintan mientras se acomodaba en el asiento, y comenzaba a comer con satisfacción su pollo.

Yo tomé un poco de caldo y mordí con cautela una tostada.

– Conociéndola, seguramente ya está cosiendo ropa de bebé.

ClanFintan y yo nos sonreímos.

Seguí tomando lentamente el caldo, dándole tiempo a mi estómago para que se acostumbrara a la comida.

– Bueno, ¿entonces dirías que el viaje ha sido un éxito? -le pregunté mientras soplaba el té para que se enfriara un poco.

– El Castillo de Laragon estaba prosperando cuando nos marchamos. En primavera los campos habrán dado otra vez las cosechas y las flores de antaño. La repoblación del Castillo de la Guardia fue bien después de que las mujeres se instalaran. Los nuevos guerreros permanecen vigilantes. Tal y como pensábamos, había signos de que los habitantes anteriores descuidaron sus deberes de vigilancia y defensa.

Había sido horrible descubrir que los Fomorians, los antiguos enemigos de Partholon, se habían apoderado del Castillo de la Guardia, la defensa supuestamente inexpugnable del único paso a través de las montañas. Se había especulado mucho sobre el modo en que había comenzado la invasión. Yo arqueé con curiosidad las cejas para que ClanFintan continuara.

– Sus armas estaban oxidadas, rotas y desatendidas. Los campos de liza estaban cubiertos de maleza, y eso demuestra que no practicaban las destrezas que hubieran necesitado para la guerra. Sin embargo, no había falta de vino ni de cerveza, y las despensas estaban llenas de exquisiteces.

– Entonces, ¿comían y debían y sólo hacían eso?

– También encontramos algunas pinturas inquietantes…

ClanFintan se quedó callado, y eso avivó mi curiosidad.

– Vamos, continúa. ¿Qué había en esas pinturas?

– Disfrutaban infligiéndose dolor los unos a los otros durante las relaciones sexuales. Y había pruebas de que estaban adorando a un dios oscuro.

– ¿Un dios oscuro? ¿A qué te refieres?

– Entre las pinturas de sus perversiones había dibujos que mostraban la Triple Cara de la Oscuridad.

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