James Ellroy - Jazz blanco

Здесь есть возможность читать онлайн «James Ellroy - Jazz blanco» весь текст электронной книги совершенно бесплатно (целиком полную версию без сокращений). В некоторых случаях можно слушать аудио, скачать через торрент в формате fb2 и присутствует краткое содержание. Жанр: Триллер, на испанском языке. Описание произведения, (предисловие) а так же отзывы посетителей доступны на портале библиотеки ЛибКат.

Jazz blanco: краткое содержание, описание и аннотация

Предлагаем к чтению аннотацию, описание, краткое содержание или предисловие (зависит от того, что написал сам автор книги «Jazz blanco»). Если вы не нашли необходимую информацию о книге — напишите в комментариях, мы постараемся отыскать её.

Para el teniente David Klein, muertes, palizas y extorsiones sólo son gajes del oficio. Hasta que en otoño de 1958 los federales abren una investigación sobre la corrupción policial y el mismo Klein se convierte en el cetnro de todas las pesquisas y acusaciones. Sin embargo, aunque él haya contribuido a crear ese mundo monstruoso, poblado por la codicia y la ambición, está dispuesto a salir vivo de él a cualquier precio.

Jazz blanco — читать онлайн бесплатно полную книгу (весь текст) целиком

Ниже представлен текст книги, разбитый по страницам. Система сохранения места последней прочитанной страницы, позволяет с удобством читать онлайн бесплатно книгу «Jazz blanco», без необходимости каждый раз заново искать на чём Вы остановились. Поставьте закладку, и сможете в любой момент перейти на страницу, на которой закончили чтение.

Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

– ¿Ha sido ése quien se lo ha dado? No le he visto en mi vida, y esa cara parece mucho más joven que la inmensa mayoría de mis clientes. Señor…

– Teniente.

– ¡Señor Teniente de Policía Fuera de su Jurisdicción, salga del despacho inmediatamente!

Cerré la puerta; de puro encarnado, Ancelet parecía al borde de un ataque cardíaco. Le tranquilicé:

– ¿Conoce a Mort Riddick, de la comisaría de Beverly Hills? Hable con él y le dirá quién soy. Lo de Pete B. ha sido un invento mío, así que llámele y pregúntele por mí.

Rojo remolacha/púrpura. Una botella y un vaso sobre el escritorio. Le serví un trago.

Lo apuró e hizo gestos con la cabeza para que lo rellenara. Le serví otro, corto. Ancelet lo acompañó de unas píldoras.

– ¡Hijo de puta! Usar a un cliente mío de confianza como truco… ¡Hijo de puta!

Tercera dosis de licor. Esta vez, lo sirve él.

– Unos minutos de su tiempo, señor Ancelet. Hará usted un valioso contacto con el LAPD.

– ¡Hijo de puta desgraciado! -Más calmado.

Le enseñé la lista de clientes.

– Aquí hay nombres de fulanos sacados de un archivo policial.

– No voy a identificar ninguno de los nombres o seudónimos de mis clientes.

– Ex clientes, entonces; son lo único que me interesa.

Una mirada furtiva. Unos dedos escudriñadores:

– Aquí está: «Joseph Arden.» Fue cliente hace varios años.

Le recuerdo porque mi hija vive cerca de la granja Arden, en Culver City. ¿Ese hombre trata con vulgares chicas de la calle?

– Exacto. Y los fulanos siempre conservan el mismo alias. Bien, ¿trató ese hombre con la chica de nombre armenio?

– No recuerdo. Pero recuerde lo que le he dicho: no tengo fichas de clientes y mi foto de archivo de esa guarra trasmisora de purgaciones es historia pasada, se lo aseguro.

Una jodida mentira: archivos apilados de pared a pared.

– Escuche una cinta. Serán dos minutos.

Ancelet dio unos golpecitos con la yema del dedo índice sobre la esfera de su reloj de pulsera.

– Un minuto. Tengo que presentarme en el tee de Hillcrest.

Rápido, colocar las bobinas, pulsar Play. Chirridos. Stop, Play. Ahora. Lucille: «Estos lugares están llenos de perdedores y de quejicas solitarios.»

Stop, Play, « Chanson d'amour » , el fulano: «…por supuesto, siempre está esa infección que me pasaste.»

Pulsé Stop. Ancelet, impresionado:

– Ése es Joseph Arden. La chica también me resulta algo familiar. ¿Satisfecho?

– ¿Cómo puede estar seguro? Sólo ha escuchado diez segundos.

Más golpecitos en el reloj.

– Mire, llevo la mayor parte de este negocio por teléfono y reconozco las voces. Le explicaré mi línea de pensamientos: Yo padezco de asma y ese hombre de la grabación tenía un ligero resuello asmático. Enseguida me ha venido a la memoria que hace algunos años tuve una llamada suya, sin referencias previas. El hombre jadeaba y hablamos del asma. Me dijo que había oído a dos hombres hablando de nuestros servicios en un ascensor y que había encontrado el teléfono de la agencia en las páginas amarillas de Beverly Hills, donde anuncio abiertamente mi tapadera legal de servicio de azafatas. Le concerté unas cuantas citas, y eso fue todo. ¿Satisfecho?

– Y no recuerda a qué chicas seleccionó, ¿verdad?

– Verdad.

– Y el hombre nunca acudió a echar un vistazo a su álbum de fotos, ¿verdad?

– Verdad.

– Y, por supuesto, no guarda ningún archivo de seudónimos de sus clientes…

Golpecitos.

– No. ¡Dios, voy a llegar tarde al golf! Bien, señor Policía Amigo de Pete, ya le he complacido más allá de lo obligado por cortesía; ahora, me hará el favor…

Yo, a la cara:

– Siéntese. No se mueva. No descuelgue el teléfono.

Ancelet obedeció asustado, crispado, casi amoratado de cólera. Los archivos: nueve cajones. Adelante.

Abiertos: carpetas con papeles, etiquetas de identificación. Nombres masculinos, desmintiendo las afirmaciones del viejo alcahuete. Orden alfabético: «Amour, Phil», «Anon, Dick», «Arden, Joseph»…

La abrí.

Sin nombre verdadero/sin dirección/sin número de teléfono. Ancelet:

– ¡Esto es una grosera invasión de la intimidad!

Citas:

14/7/56, 1/8/56, 3/8/56: Lacey Kartoonian (Lucille, probablemente). 4/9/56, 11/9/56: Susan Ann Glynn. Una nota al pie: «Obligar a la chica a usar seudónimo. Me parece que intenta que los clientes puedan localizarla a través de canales normales para evitar pagar comisión.»

– ¡Ya estarán en el hoyo dos!

Abrí los demás cajones. Uno, dos, tres, cuatro: sólo nombres masculinos. Cinco, seis, siete: carpetas con iniciales/fotos de prostitutas desnudas.

– ¡Lárguese ahora mismo, maldito mirón salido, antes de que llame a Mort Riddick!

Saqué las carpetas de un tirón: ninguna L.K., ninguna foto de Lucille…

– ¡Karen, llama a Mort Riddick, en la comisaría!

De otro tirón, arranqué el cable del teléfono del despacho del tipo. A Ancelet le tembló el rostro de ira. Mi pensamiento, también tembloroso: olvidar L.K., buscar G.B.

– ¡Señor Ancelet, Mort está en camino!

La pila de carpetas, menguando, y ninguna L.K. Por fin,

éxito con G.B.; entre comillas, «Gloria Benson». El nombre artístico de Glenda; elegido por ella misma, me había dicho.

Cogí la carpeta, cogí la grabadora y cogí la puerta. Fuera, el coche; quemando llanta camino de mi jurisdicción.

Un vistazo: dos fotos desnuda, con fecha 3/56. Glenda parecía incómoda. Cuatro «citas» apuntadas y una nota: «Una chica testaruda que volvió a servir mesas.»

Hice pedazos todo aquello.

De pura jodida alegría, hice sonar la sirena.

22

Una Susan Ann Glynn en los archivos de Tráfico. Dirección: Ocean View Drive, Redondo Beach.

Veinte minutos en dirección sur. Una casa de tablones de madera, sin vista; una mujer embarazada en el porche.

Aparqué y me encaminé hacia ella. Rubia, veintitantos años; los datos del archivo de Tráfico encajaban perfectamente.

– ¿Es usted Susan Ann Glynn?

Me invitó a sentarme con un gesto. Expectante: cigarrillos, revistas.

– ¿Es usted el policía del que me ha hablado Doug?

Tomé asiento.

– ¿Él la ha avisado?

– Ajá. Ha dicho que había revisado un viejo archivo de clientes en el que aparecía mi nombre. También ha dicho que quizá vendría y me causaría problemas como ha hecho con él. Yo le he dicho que ojalá lo hiciera antes de las tres y media, cuando mi marido llega a casa.

Era mediodía.

– ¿Su marido no sabe a qué se dedicaba antes?

Un llanto de niño dentro de la casa. Susan encendió un cigarrillo por reflejo.

– No. Y apuesto a que si colaboro con usted, no se lo dirá.

– Exacto.

Ella carraspeó y sonrió.

– El bebé daba patadas. Bien, esto… Doug ha dicho que el cliente era Joseph Arden, de modo que me he puesto a pensar. Esto no es un asunto de asesinatos ni nada parecido, ¿verdad? Porque el hombre se comportaba como un caballero.

– Investigo un robo.

Toses, un respingo.

– ¿Sabe?, recuerdo que el hombre me caía bien. Le recuerdo claramente porque Doug dijo que le cuidara porque esa otra chica de la agencia le había contagiado la gonorrea y había tenido que tratarse.

– ¿Le dijo cómo se llamaba de verdad?

– No. Yo sí que utilicé mi nombre real en la agencia durante un tiempo, pero Doug me acusó de intentar captar clientes por mi cuenta, de modo que dejé de usarlo.

– ¿Qué aspecto tenía Joseph Arden?

– Agradable. Culto. Cerca de los cincuenta. Daba la impresión de tener dinero.

Читать дальше
Тёмная тема
Сбросить

Интервал:

Закладка:

Сделать

Похожие книги на «Jazz blanco»

Представляем Вашему вниманию похожие книги на «Jazz blanco» списком для выбора. Мы отобрали схожую по названию и смыслу литературу в надежде предоставить читателям больше вариантов отыскать новые, интересные, ещё непрочитанные произведения.


Отзывы о книге «Jazz blanco»

Обсуждение, отзывы о книге «Jazz blanco» и просто собственные мнения читателей. Оставьте ваши комментарии, напишите, что Вы думаете о произведении, его смысле или главных героях. Укажите что конкретно понравилось, а что нет, и почему Вы так считаете.

x