John Saul - Ciega como la Furia
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– ¿Se nota? ¿Cómo?
– Pues… pues por… cosas. Usted sabe.
Hartwick esperó un momento pero cuando Michelle no continuó, decidió pedirle que le volviera a contar lo sucedido. Escuchó sin interrumpirla mientras ella volvía a relatar la historia.
– ¿Y eso es todo? -preguntó cuando ella hubo terminado. Michelle movió la cabeza, asintiendo.- Ahora quiero que pienses con mucho cuidado. Quiero que repases todo de nuevo y trates de recordar si omitiste algo.
Michelle volvió a relatar de nuevo lo sucedido. En esta misión, Tim la interrumpió a veces, tratando de aguijonear su memoria en busca de detalles.
– Dime, cuando Billy empezó a caminar en lo alto de la valla, ¿dónde te encontrabas tú?
– En el extremo de ella, justo donde él la trepó.
– ¿La estabas tocando? ¿Apoyándote en ella? Michelle arrugó un poco la frente, procurando recordar.
– No. Estaba usando el bastón. Me apoyaba en mi bastón.
– Muy bien -repuso Tim-. Ahora, cuéntame de nuevo lo que pasó mientras Billy caminaba por la baranda.
La niña lo contó exactamente igual que antes.
– Yo lo estaba mirando -dijo Michelle-. Le estaba diciendo que tuviera cuidado, porque temía que pudiera caerse, y entonces él tropezó, solo tropezó y cayó. Traté de sostenerlo, pero no pude… estaba demasiado lejos y yo… bueno, ya no puedo moverme muy rápido.
– Pero, ¿en qué tropezó? -insistió Tim.
– No lo sé, no pude ver.
– ¿No pudiste ver? ¿Por qué? -Se le ocurrió una idea-. ¿Había niebla acaso?
Durante una fracción de segundo, hubo un resplandor en los ojos de Michelle; pero luego sacudió la cabeza.
– No. No pude ver porque no soy lo bastante alta. Tal vez… tal vez sobresaliera un clavo.
– Tal vez -admitió Tim. Luego agregó -: ¿Y Amanda? ¿Estaba allí?
De nuevo, durante apenas una fracción de segundo, hubo ese resplandor en los ojos de Michelle. Pero luego volvió a sacudir la cabeza diciendo:
– No.
– ¿Estás segura? -le insistió Tim-. Podría ser muy importante.
Entonces Michelle sacudió la cabeza de modo más terminante.
– ¡No! -exclamó-. No había niebla y Amanda no estaba conmigo. ¡Billy tropezó! Eso fue todo, solo tropezó. ¿No me cree usted?
Tim pudo ver que la niña estaba al borde de las lágrimas.
– Por supuesto que sí -le dijo, sonriéndole-. Te gusta Billy Evans, ¿verdad?
– Sí.
– ¿Alguna vez te fastidió?
– ¿Fastidiarme?
– Ya sabes… como lo hacía Susan Peterson y algunos otros chicos.
– No -respondió Michelle. De nuevo Tim creyó advertir una vacilación.
Algo había que Michelle no le estaba diciendo. Pero el psicólogo no estaba seguro de poder sonsacárselo. Algo la retenía. Era como si estuviese protegiendo algo. Tim creía saber que era.
Amanda.
Amanda, el lado oscuro de Michelle, había hecho algo, y Michelle la estaba protegiendo. Tim sabía que pasaría mucho tiempo antes de que pudiera convencer a Michelle de que abandonara a su "amiga".
Mientras se preguntaba qué decir luego, Michelle buscó de pronto su mirada.
– El morirá, -dijo con voz clara.
Tim Hartwick la miró con fijeza, sin saber si la había oído bien. Entonces, con voz todavía suave pero muy clara, Michelle repitió las palabras.
– Se que Billy va a morir.
June conducía lentamente; Cal iba junto a ella en el asiento delantero, y Michelle atrás. Cada uno estaba en su propio mundo privado, aunque tanto Cal como June estaban pensando en Billy Evans, que yacía en la clínica en estado de coma. Josiah Carson había hecho todo lo posible por el niño, y había administrado un sedante ligero a Cal. Al día siguiente vendría un neurólogo de Boston. Pero tanto Cal como Josiah estaban seguros de que el especialista no haría más que corroborar lo que ellos ya sabían: la estrangulación de Billy había durado demasiado; había lesión cerebral. No se sabrían los alcances de la lesión hasta que Billy saliera del coma.
Si alguna vez salía de él.
El silencio que reinaba en el automóvil estaba empezando a afectar a June. Quedó aliviada cuando finalmente tuvo una excusa para romperlo.
– Debo detenerme en casa de los Benson para recoger a Jenny.
Cal movió una vez la cabeza, asintiendo. Pero no respondió verbalmente. Solo habló cuando ella se detuvo frente a la casa de los Benson.
– Quisiera que no dejes así a Jenny.
– Bueno, ¿acaso podía llevármela conmigo?
– Habrías podido llamarme. Yo habría salido y las habría traído a las dos.
– Francamente, ni siquiera estaba segura de que estarías en la escuela -repuso June. Luego recordó la silenciosa presencia de Michelle en el asiento de atrás -. No importa, la próxima vez te llamare o traeré conmigo a Jenny.
Abrió la portezuela del coche y bajó; luego sostuvo la portezuela trasera para Michelle. Cal ya estaba en el pórtico de los Benson cuando June y Michelle empezaron a subir los escalones.
Constance Benson debía estar esperándolos, pues la puerta se abrió justo cuando Cal estaba por llamar. June creyó ver que la mujer apretaba los labios al mirar a Michelle. Como no dijo nada, June decidió esperar a que estuvieran adentro para decirle lo que había ocurrido. Pero pronto se hizo evidente que Constance Benson ya estaba enterada.
– Acabo de hablar con Estelle Peterson -dijo-. Una cosa terrible… terrible.
Volvió a mirar a Michelle. Esta vez, June tuvo la certeza de que en sus ojos había hostilidad.
– Fue un accidente -se apresuró a decir June-. Billy trataba de caminar por la valla y cayó. Michelle intentó sostenerlo.
– De veras -respondió Constance Benson con voz cuidadosamente neutral, pero June tuvo la certeza de percibir en ella un matiz de sarcasmo-. Traeré a la pequeña. Está arriba, dormida.
– No sé cómo agradecerle por haberla cuidado -repuso June, con gratitud.
Constance ya subía la escalera, pero se volvió para mirar a June mientras hablaba.
– Los niños pequeños no son ninguna molestia -dijo-. Los problemas vienen cuando empiezan a crecer.
Michelle, que estaba de pie junto a la puerta, dio un paso junto a su padre.
– Ella cree que hice algo, ¿verdad? -preguntó cuando Constance continuó subiendo la escalera.
Cal sacudió la cabeza, pero no dijo nada. Michelle se volvió hacia su madre.
– Cree eso, ¿verdad? -repitió.
– Por supuesto que no -replicó June.
Acercándose a Michelle, puso un brazo protector en torno a los hombros de su hija. Un momento más tarde, cuando Constance reapareció trayendo a Jenny en los brazos, se detuvo como si no quisiera entregar la niñita a June, mientras ésta se hallaba tan cerca de Michelle. Hubo un silencio, roto al fin por Michelle.
– No hice daño a Billy -declaró-. Fue un accidente.
– Lo sucedido a Susan Peterson también fue un accidente -respondió Constance-. Pero no querría tratar de convencer de eso a su madre.
June se enfureció y decidió no ocultarlo.
– Eso que ha dicho es una crueldad, señora Benson. Usted vio lo que le pasó a Susan Peterson, y sabe perfectamente bien que Michelle nada tuvo que ver con ello. Y hoy trató de ayudar a Billy Evans. Si hubiera podido moverse más rápido, lo habría logrado.
– Bueno, yo solo sé que los "accidentes" no ocurren simplemente. Algo los causa, y nadie me convencerá de lo contrario! -Entregó la niña a June, pero de pronto sus ojos se desviaron hacia Michelle-. En su lugar, yo tendría cuidado con esta niñita -dijo, mirando siempre con fijeza a Michelle-. No hace falta una gran caída para matar a una niñita de esta edad.
June abrió la boca, atónita, al comprender las implicancias de lo que había dicho Constance Benson. Buscó una respuesta adecuada. Como no halló palabras, simplemente entregó a Jenny a Michelle.
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